lunes, 8 de julio de 2024

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 9 DE JULIO DE 2024

 Mt 9,32-38: La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos.

En aquel tiempo, llevaron a Jesús un endemoniado mudo.

Echó al demonio, y el mudo habló.

La gente decía admirada:

-Nunca se ha visto en Israel cosa igual.

En cambio, los fariseos decían:

-Este echa los demonios con el poder del jefe de los demonios. Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el evangelio del Reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor». Entonces dijo a sus discípulos:

-La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.


Reflexión


Queda mucho por hacer, hacen falta muchas manos, todas las manos. Las nuestras también. No tengamos la tentación de mirar fuera. Incluso que nosotros no podemos. Más bien, preguntemos al Señor: ¿qué puedo hacer? Donde tú me envíes, yo iré, lo que tú me digas, yo diré. 


Esto va en la línea de lo que hemos dicho sobre la fe. Nos vamos dando cuenta de que la fe es esencial en nuestra vida. En la vida cristiana es el esqueleto: todo parte de ahí y todo pasa por ahí. La misión, las vocaciones, y todo es cuestión de fe. 


Pidámosle al Señor que aumente nuestra fe, para que los llamados, puedan sentirla y también nuestra fe les ayude a ellos a responder al Señor. 

martes, 2 de julio de 2024

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 3 DE JULIO DE 2024. FIESTA DE SANTO TOMÁS

Jn 20,24-29: Señor mío y Dios mío.


Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:

-«Hemos visto al Señor.»

Pero él les contestó:

-«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:

-«Paz a vosotros.»

Luego dijo a Tomás:

-«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»

Contestó Tomás:

-«¡Señor mío y Dios mío!»

Jesús le dijo:

-«¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»


Reflexión


Es curioso que la incredulidad de Tomás, nos ha hecho más bien que la credulidad del resto de los apóstoles. Y es que en él nos vemos reflejados todos. 

Decía un autor que la incredulidad se vence con la fe. Santo Tomás, la vence con un acto de abandono total a Él: ¡Señor mío y Dios mío!

Alguno dirá, pero claro, es que vio la señal de los clavos... y eso esperamos nosotros para creer. Por eso Jesús, lanza esta nueva bienaventuranza: dichosos los que crean sin haber visto. En definitiva, dichosos los que se abandonan en Mí.

Muchos seguidores y discípulos de Jesús, a pesar de ver los milagros, no llegaron a creer ni abandonarse en Él. Está claro, que haber visto la señal de los clavos, podrá ayudar a cerciorarse que es Él, pero al final, el abandono es una decisión radical y libre de cada uno.

Y Santo Tomás, pudo superar esta duda de fe abandonándose en Él.

¿Cómo superamos nuestras dudas de fe? ¿Con el abandono...?

lunes, 1 de julio de 2024

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 2 DE JULIO DE 2024

Mt 8,23-27: Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma.

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. 

En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron y lo despertaron gritándole: 

«¡Señor, sálvanos, que perecemos!». 

Él les dice: 

«¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?». 

Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma. Los hombres se decían asombrados: 

«¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?».


Reflexión


Hay una tempestad fuerte, la barca está a punto de hundirse. Y Jesús duerme…y los discípulos desesperan y le gritan. 


Me impresiona esta escena: Jesús duerme. Me recuerda a la crucifixión de Jesús en la que, en palabras de San Ignacio, “la divinidad se esconde”. Es el silencio De Dios, que nos produce miedo, desconfianza, inseguridad. 


Y Jesús nos enseña a seguir confiando siempre y en toda circunstancia. El silencio De Dios no es eterno, no es absoluto.

Es un silencio para que confiemos,

es un silencio para que crezcamos,

es un silencio para que aprendamos a mirar al cielo y no ser el centro de nuestras vidas,

es un silencio salvador.

 

Aprendamos de la actitud de Jesús ante la tormenta, aprendamos del silencio De Dios para que no desconfiemos a la primera de cambio, sino que sigamos confiando, porque Dios no se desdice de sus promesas.