Hoy habla el silencio, las piedras, el tiempo, que siempre se nubla, hoy
habla el odio, el rencor, es el día de las tinieblas. Hoy todo nos habla de
muerte. De la de Jesús, de la nuestra.
No es una muerte normal: no es la muerte del que va perdiendo la vida. Es
un asesinato cruel. Todo se confabula contra Él: el pueblo, el Sanedrín, los
romanos, sus amigos (Judas), testigos falsos...
Se me ponen los pelos de punta en pensar todo lo que puede el mal, en
alguien que sólo había hecho el bien.
Poco después de comenzar a declinar el día, declina la VIDA.
Como muchos se espantaron de él, porque
desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará
a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo
inenarrable y contemplar algo inaudito...Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un
hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan
los rostros, despreciado y desestimado. ¿Cómo enamorarse de
alguien así, que tira la toalla, que se deja vencer?
NO. Jesús sabe morir, sabe declinar. Sabe aceptar la pérdida.
(Sobre el Alzheimer)
La pérdida no es perdida
Aprender a saber perder
Aprender a saber que no soy el mismo
El arte de perder, no parece difícil de dominar.
Aprender el arte de perder todos los días.
Hay algo peor: quien va a tomarnos en serio?
Estoy luchando, no sufriendo, por ser parte de las cosas, por seguir
en contacto con quien fui en otro momento.
El Papa Francisco: La Cruz nos lleva a
Él, que es la Verdad, el Camino y la Vida. Para los creyentes, la cruz no es un
patíbulo. Para nosotros es algo muy distinto: supone el despojo, ese despojo
desde dentro…La pequeñez del Reino supone el despojo.
El fracaso de
Jesús se inserta en la dinámica: cuando todo está perdido, cuando nadie queda…entonces
interviene Dios; es la intervención de Dios sobre la total imposibilidad de
esperanza humana….En la cruz hay que perderlo todo para ganarlo todo. La invitación
es al “todo o nada”.
Es cuando el barro se pone al fuego, entre 950 y 1100ºC.
Siguiendo a Isaías, sin embargo: Él soportó
nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y
humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado
por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus
cicatrices nos curaron.
Ahí es donde nos podemos enamorar. Sus dolores, su pasión
es por mi. Sus cicatrices nos han curado.
En la oración en Getsemani, ora tres veces. La primera
tiene tristeza de muerte y después de la última, tiene un dominio de sí ante el
prendimiento. El abandono en las manos de
Dios, sin pretender controlar los resultados de la crisis y la tormenta. No es
un abandono ingenuo, sino confiado en la paternidad de Dios.
Cocer al fuego...es el abandono en Dios. Es lo que nos da
fortaleza.
Ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos
en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para
alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente...Y,
llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en
autor de salvación eterna.
Recuerdan sus palabras al verso de Francisco de Quevedo: "polvo seré
más polvo enamorado".
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