miércoles, 6 de marzo de 2024

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 7 DE MARZO DE 2024

Lc 11,14-23: El que no está conmigo está contra mí.

En aquel tiempo, estaba Jesús echando un demonio que era mudo.

Sucedió que, apenas salió el demonio, empezó a hablar el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron:

«Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios».

Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Él, conociendo sus pensamientos, les dijo:

«Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.

Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín.

El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama».


Reflexión

Están obstinados, tienen el corazón duro, no quieren ver la verdad y sólo quedarse con lo suyo. Ese es el pecado de esos algunos que murmuraban. 

Podemos mirar este cuadro y no sentirnos implicados. Pero es fácil llegar hasta ahí. Estamos en un mundo de sospecha, se sospecha de todo, se desconfía de todo.

Estamos en un mundo donde la verdad es la mía. Entonces no me abro a la realidad sino sólo la interpreto con mis esquemas.


La realidad es la que me tiene que interpelar y vivir. Cuando esto no lo hacemos, podemos decir barbaridades, y lo peor, que ella no nos trasciende ni transforma.

En el evangelio de hoy, la realidad era el exorcismo que Jesús hizo. La barbaridad fue tal que acusaron a Jesús de lo contrario: hicieron de Jesús al diablo. ¿Ves?, una cosa tan simple el cariz que puede coger y el extremo donde puede llegar. 

En este caso concreto estaba en juego la aceptación o no de Jesús. Ellos, está claro, no lo hacían ni lo hicieron. Aceptar la realidad tal como es aceptar a Jesús.


Pidamos al Señor no tener un corazón obstinado, sino un corazón humilde que acepte la realidad tal como es y se dirija a Jesús como al Señor del tiempo y de la vida, para poder seguir transformando la sociedad. 






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