Jn 19,25-34: Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre.
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed». Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran.
Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.
Reflexión
La Iglesia celebra hoy la fiesta de Santa María Madre de la Iglesia. Por ello, nos ofrece este evangelio, donde Jesús nos regala a su Madre.
Es una advocación que introdujo S. Pablo VI en el año 1964. A parte de todos los títulos que le tributamos a María, ahora como Madre de la Iglesia.
Ella no sólo engendró a Jesús en su seno, sino que también engendra a la Iglesia. Estuvo acompañando a los apóstoles el día de Pentecostés, dice el texto: “junto con María”. Es una persona muy importante en la espiritualidad cristiana, en la Iglesia. Por ello es Madre de la Iglesia, no sólo por ser madre de todos los que formamos la Iglesia. Y ella sigue engendrando a la Iglesia, la cuida, protege, une.
Miremos a María también como Madre de la Iglesia e invoquémosle en este tiempo tan sombrío, donde la Iglesia está en un momento de prueba, que ella siga sosteniéndola y engendrándola.
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