Mc 12,1-12: Agarraron al hijo querido, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los letrados y a los senadores:
-Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. A su tiempo envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado: a éste lo insultaron y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos, los apalearon o los mataron. Le quedaba uno, su hijo querido. Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían.
Pero los labradores se dijeron:
-Este es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia.
Y agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a otros.
¿No habéis leído aquel texto: «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente»?
Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y se marcharon.
Reflexión
En este texto, Jesús nos relata la historia del pueblo de Israel con los ojos de Dios. Muchas veces se compara al pueblo como una viña. Y desde Dios se ve todos los cuidados que puso en esta viña, toda la libertad que dejó a los labradores, que les arrendó el terreno y también a todos los criados que envió continuamente.
Sin embargo, la visión desde el hombre no fue así. Y no creyeron a los criados, más bien los mataron.
Aún así, y todavía habiendo matado al Hijo, Jesús sigue relatando como miraría Dios: por un lado, es justo y avisa lo que le pasaría a los labradores, que se les quitará la viña; y por otro, es misericordioso y cita el salmo donde preanuncia la resurrección como salvación definitiva para todos.
Entre estos polos se mueve la vida de Jesús y su anuncio para nosotros: Dios es justo y misericordioso. Y así tenemos que verlo siempre y confiar en Él.
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