Mt 11,25-30: Has escondido estas cosas a los sabios y las has revelado a la gente sencilla.
En aquel tiempo, exclamó Jesús:
-«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
Reflexión
Hoy celebramos la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, que también coincide con la Jornada de Santificación de los sacerdotes. Me gustaría poder hablar de la conexión entre ambas jornadas.
El corazón de Cristo es el motor de amor de todo en la vida cristiana: la evangelización, la piedad, la caridad, etc.
En los sacerdotes, la pasión por evangelizar, sobre las que el Papa ha estado reflexionando en estos últimos meses, la llamamos caridad pastoral. Es la cualidad principal del pastor. Y decimos pastor, haciendo referencia a Jesús Buen Pastor. Al pastor se le exige sobre todo tener un corazón de pastor, del cual dimana todo lo demás.
Cuando hablamos de caridad pastoral estamos refiriéndonos a la capacidad para evangelizar, pero también a las actitudes y todas fundamentadas en la caridad. Porque no es una pastoral sin caridad, sino sustentada en ésta.
Por ello es fundamental que el sacerdote se nutra siempre de la caridad (el amor) del Buen Pastor.
La Solemnidad del Sagrado Corazón, lejos de ser una celebración y una fiesta intimista (Dios me ama con un amor tierno), es la fiesta de la entrega de Jesús y por ende, de los sacerdotes y todos los agentes de pastoral. Celebramos el motor de toda la evangelización
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