lunes, 30 de septiembre de 2024

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 1 DE OCTUBRE DE 2024

 Lc 9,51-56: Tomó la decisión de ir a Jerusalén.

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante.


De camino entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.


Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron:


-Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y acabe con ellos?


El se volvió y les regañó, y dijo:


-No sabéis de qué espíritu sois. Porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos.


Y se marcharon a otro aldea.


Reflexión


Quisiera comentar una expresión dada al comienzo de la perícopa de hoy: "tomó la decisión". Parece ser que la expresión literal sería "endureció el rostro", que da una idea de la magnitud de esta decisión de Jesús. Es la decisión decisiva. Toda la vida de Jesús transcurrió por la carretera "la voluntad de Dios". Sin embargo, en este momento, la carretera se vuelve empedrada, empinada y por tanto, más peligrosa; ahora hay que tomar la decisión de seguir adelante y por tanto, poner la reductora, o dar marcha atrás.


Y Jesús eligió el camino de la voluntad del Padre. Yo pienso en mi vida, por lo general, quiero hacer la voluntad del Padre, de Dios. Pero cuando llega el problema, quiero tirar la toalla, o pretendo llegar al mismo destino por otros lugares. Y sabemos que sólo tenemos un camino: Jesús.

Que tengamos fortaleza para "endurecer el rostro", o apretar los dientes y seguir siempre adelante por este camino.

jueves, 26 de septiembre de 2024

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 27 DE SEPTIEMBRE DE 2024

  Lc 9,18-22: Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho.


Una vez que Jesús estaba orando solo, lo acompañaban sus discípulos y les preguntó:

«¿Quién dice la gente que soy yo?».

Ellos contestaron:

«Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas».

Él les preguntó:

«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».

Pedro respondió:

«El Mesías de Dios».

Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Porque decía:

«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».



Reflexión


En este evangelio, que con rasgos parecidos lo vemos en los tres sinópticos, la afirmación central es la de Pedro: El Mesías de Dios.


Sin embargo, Pedro y los demás apóstoles, ¿y nosotros?, yerran en la interpretación (no lo vemos en Lucas). Y es normal, porque Jesús hace nuevas todas las cosas. En aquel tiempo, el Mesías es un título que se le daba sobre todo a los reyes. Sin embargo, Jesús, no será un mesianismo dominador, impositivo, dotado de fama, honor y privilegios. Todo lo contrario: su vida se encamina directamente a Jerusalén, donde va a sufrir mucho, donde va a ser excluido, rechazado, condenado y ejecutado.


Por ello, Jesús prohibió terminantemente que se lo dijeran a nadie, porque pudieran dejarse llevar por la interpretación predominante y esperar otra cosa.


En el colmo de la paradoja, este Mesías, que es el enviado de Dios, el esperado, el Ungido, será rechazado y condenado por las autoridades religiosas, por la religión oficial, por los “creyentes”.


Y esto último puede seguir pasando hoy en día. Seguimos queriendo un Mesías triunfante y condenamos al Mesías sufriente, que es el real. Tantas veces en nuestra vida no terminamos de aceptar la cruz y renegamos del Dios de la Cruz y nos vamos a los brazos del Dios del éxito y del “todo está bien”, que ¡ojo!, podrá ser el ángel de luz bajo piel de cordero.


Mesías sólo hay uno, y en la forma en la que se nos presentó, no busquemos otro. Por ello, al ir a la pregunta del principio: ¿qué respondemos sobre Jesús en nuestra vida?


COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 26 DE SEPTIEMBRE DE 2024

 Lc 9,7-9: A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?


En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba sobre Jesús y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.

Herodes se decía:

«A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?».

Y tenía ganas de verlo.



Reflexión


Muchas veces, queremos hacernos a un Jesús a nuestra medida. Pero es imposible, siempre nos sorprenderá, es inabarcable. Con el permiso, permíteme que añada un texto de José Luis Martín Descalzo.


Espero que suscite en nosotros unas tremendas ganas de conocer y ver a Jesús. «¿Quién es este por quien tantos han muerto, a quien tantos han amado hasta la locura, de quien tantos han abusado para imponer sus dogmas personales y sus intereses? Desde hace dos mil años, su nombre ha estado en boca de millares de mártires y también -iay!- en boca de asesinos más o menos legales. Su doctrina inflamó el corazón de san Francisco de Asís y también -¡ay!-las hogueras de la intolerancia. Discípulos suyos se llamaron los santos, que abandonaron todo para seguirle, y discípulos suyos nos llamamos quienes hemos logrado -¡por fin!- compaginar su amor con el dinero. En su fe se inspira la monjita que en África abraza a los leprosos y en su fe creen inspirarse algunos que hoy toman la metralleta guerrillera y revolucionaria. A Él invocan el monje trapense que renuncia hasta a ser propietario de su palabra y el especulador que se santigua con gesto mecánico antes de festejar su último triunfo bolsístico. ¿Quién es, quién es este personaje que cruza de medio a medio la historia como una espada ardiente y que produce frutos tan opuestos de amor o de sangre, de entrega o de violencia, de locura o de vulgaridad ¿Quién es y qué hemos hecho de Él, cómo hemos usado o traicionado su voz, qué jugo misterioso o maldito hemos sacado de sus palabras? ¿Es fuego u opio? ¿Es bálsamo que cura, espada que hiere o morfina que amodorra ¿Quién es? ¿Quién es? Pienso que el hombre que no ha respondido a esta pregunta puede estar bien seguro de que aún no ha comenzado a vivir y de que no es digno de pisar sobre la tierra que esa su sombra cruza para bendición o terror. (...) Albert Schweitzer ha llegado a afirmar que todos cuantos han tratado de contar la vida de Jesús han terminado contando la de «su» Jesús y proyectando sus preocupaciones religiosas y las de su generación sobre la verdadera historia del carpintero de Nazaret. Pero ¿es que esa verdadera historia es posible? ¿No será Cristo como un prisma con demasiadas caras, tantas que nunca será abarcable por un hombre en una sola vida humana y aun por toda una generación? (...) Y..., sin embargo, habría que buscar, habría que bajar a ese pozo. ¿Con la esperanza de llegar a entenderle? No, no; sabemos de sobra que nunca llegaremos a eso. La historia de veinte siglos nos enseña que todos cuantos han querido acercarse a Cristo con sus inteligencias siempre se han quedado a medio camino. Pasó ya así cuando Él vivía. Los que estaban a cada hora a su lado tampoco le entendían. Les desbordaba. Un día les parecía demasiado Dios, otro demasiado hombre. Le miraban, querían entender su misterio. y lograban admirarle, amarle incluso, pero nunca entenderle (...). Y, sin embargo, Él es la gran pregunta que todo hombre debe plantearse, aun con la seguridad de que toda respuesta quedará a medio camino (...) Quizá la suma de todos nuestros afanes por entenderle se parezca un poco a su rostro verdadero: el rostro santo que nos hace saber que sigue valiendo la pena de ser hombre, el rostro de la santa humanidad de nuestro Dios.»

lunes, 23 de septiembre de 2024

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 23 DE SEPTIEMBRE DE 2024

 Lc 8,16-18: La lámpara se pone en el candelero para que los que entren vean la luz.


En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«Nadie que ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o la mete debajo de la cama, sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz.

Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público.

Mirad, pues, cómo oís, pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener». 



Reflexión 


Parece un poco amenazante las palabras del Señor, y alguna vez las he entendido así. También es la forma de hablar de aquella época, donde no existe el término medio y donde algunas veces expresan la idea de manera negativa (algo parecido a la reducción al absurdo de la filosofía).

Sin embargo, entiendo que me anima a ser luz. Pero no una luz para esconderse y guardármela para mí, sino una luz para iluminar. 

Una vela puede tener dos funciones en una casa: la primera puede ser algo decorativo, que queda bonito, pero nada más; o puede utilizarse para iluminar y entonces se desgastará...pero habrá iluminado.

Eso es lo que quiere el Señor, que nos gastemos iluminando a los otros.

viernes, 20 de septiembre de 2024

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 20 DE SEPTIEMBRE DE 2024

 Lc 8,1-3: Las mujeres iban con ellos, y les servían con sus bienes.


En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.


Reflexión


Este trozo del evangelio es un sumario donde relata algunas de las actividades que hacía Jesús y los que lo acompañaban. El evangelista comenta que algunas mujeres lo acompañaban y lo ayudaban. Esto que nos parece algo sin importancia, sin embargo, está diciendo mucho debido a la sociedad en la que vivían. 


Los maestros o rabinos, no se dejaban acompañar de mujeres. Jesús es considerado por muchos como un rabí, o maestro. Sin embargo, Jesús no actuó en muchas situaciones como los maestros de aquel tiempo. Jesús abre el horizonte a  una nueva humanidad. Todavía no hemos terminado de entender, o acoger el mensaje de Jesús, por lo que en aquel entonces y tampoco hoy, le damos la importancia, la misión a la mujer en la sociedad y en la Iglesia. El Papa insiste en darle un papel más incisivo en la Iglesia, en la toma de decisiones, en el gobierno, y no sólo en el servicio. 


Pidamos al Señor que el espíritu de Jesús vaya penetrando en nosotros para que hagamos de nuestro pequeño trozo de tierra una sociedad más justa, fraterna e igualitaria.

miércoles, 18 de septiembre de 2024

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 19 DE SEPTIEMBRE DE 2024

 Lc 7,36-50: Sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho.


En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él y, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. En esto, una mujer que había en la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino trayendo un frasco de alabastro lleno de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con las lágrimas, se los enjugaba con los cabellos de su cabeza, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo:

«Si este fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que lo está tocando, pues es una pecadora».

Jesús respondió y le dijo:

«Simón, tengo algo que decirte».

Él contestó:

«Dímelo, Maestro».

Jesús le dijo:

«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos le mostrará más amor?».

Respondió Simón y dijo:

«Supongo que aquel a quien le perdonó más».

Le dijo Jesús:

«Has juzgado rectamente».

Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:

«¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de paz; ella, en cambio, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco».

Y a ella le dijo:

«Han quedado perdonados tus pecados».

Los demás convidados empezaron a decir entre ellos:

«¿Quién es este, que hasta perdona pecados?».

Pero él dijo a la mujer:

«Tu fe te ha salvado, vete en paz».



Reflexión


El Papa Francisco hace una distinción entre el pecado y la corrupción. Nos estamos refiriendo en un sentido espiritual. La distinción radica en la actitud, que al final es la afirmación de Jesús: el amor. El pecado es algo connatural al ser humano, somos pecadores. Sin embargo, el pecado no es algo bueno para nosotros. Nos debilita la gracia santificante. La corrupción es cuando se ha normalizado el pecado, de manera que se justifica.


Jesús nos da la clave, contraseña, llave para el perdón de los pecados: el amor. El amor a Dios, que trae consigo el aborrecimiento del pecado y un mayor deseo de Dios, su voluntad, sus mandatos, etc.


Esta mujer, aún teniendo muchos pecados, por su mucho amor, le son perdonados todos. Sin embargo, los pecados del fariseo que serían menores que los de la mujer, tendrán menor justificación porque ha amado menos. 


Claro está, Dios es misericordia y esa llave sólo se abre cuando hay un resquicio al menos de amor. Cuando hay deseo de Dios a pesar del pecado. 


Sin embargo, muchas veces, el pecado nos lleva a no desear a Dios porque no nos sentimos dignos, pero más bien es porque no nos perdonamos a nosotros. Porque nunca somos dignos de Dios, aunque Él si nos ahorra ese camino.


En definitivas cuentas, el amor es la llave que abre todas las puertas de Dios: porque es la llave de la fe y de la esperanza. 

lunes, 16 de septiembre de 2024

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 17 DE SEPTIEMBRE DE 2024

 Lc 7,11-17: ¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío.

Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.

Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo:

«No llores».

Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo:

«¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».

El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre.

Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios diciendo:

«Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».

Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.


Reflexión


¿Qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Yahvéh nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? Del libro del Deuteronomio.

El pueblo de Israel tomaba conciencia de la cercanía de Dios y de su Alianza, por el cual, Él era su Dios y ellos su pueblo.

A tanta distancia, quizá, ante tanto mal en el mundo, hayamos perdido esa conciencia de la cercanía de Dios. Incluso la Encarnación del Verbo, ha sido ¡el mayor milagro existido nunca jamás!. Milagro que se repite todos los días en la Eucaristía.

La vida de Jesús fue un continuo servicio hacia los necesitados.

Impresiona las palabras de Jesús: "Mujer, no llores". Estas palabras son una fuente de paz y de consuelo. No son unas palabras vacías, de consuelo al estilo nuestro. Son unas palabras de acogida, de comprensión, palabras de esperanza.

La situación estaba perdida, ya no había solución. Sin embargo, por las palabras de Jesús, hay una vida nueva y una esperanza.

"Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme", decimos en la Eucaristía (evangelio de ayer)

¿Cuántas veces hemos acudido al Señor a desahogar nuestras penas, a sentir el consuelo de Dios, en medio de los problemas de la vida? No vayamos de manera triunfalista, a que Dios te solucione el problema, sino a que lo acoja, y le de una esperanza.

No nos olvidemos que Jesús es el Camino, Verdad y Vida. "Venid a mí, todos los que estáis cansados y agobiados, yo os aliviaré".

En medio del siglo XXI, tan lleno de contrastes, de estrés...necesitamos un momento diario con el Señor, para que, en Él, reintegremos nuestra vida y nos de una luz nueva para seguir luchando por un mundo mejor.

domingo, 15 de septiembre de 2024

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 16 DE SEPTIEMBRE DE 2024

 Lc 7,1-10: Ni en Israel he encontrado tanta fe.

En aquel tiempo, cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaún.

Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oir hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, para rogarle que fuera a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente:

-Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga.

Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle:

-Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: «ve», y va; al otro: «ven», y viene; y a mi criado: «haz esto», y lo hace.

Al oír esto, Jesús se admiró de él, y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo:

-Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe.

Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.



Reflexión


Que terrible expresión: ¡Ni en Israel he encontrado tanta fe! Con tantos judíos que había, muchos cumplidores y muchos devotos. Esta expresión, según mi parecer, es general y exagerada, porque por lo menos había una persona que tenía una fe más grande: María y José (también podríamos decir)


Yo me imagino que Jesús estuviera hoy por aquí. ¿Qué diría de mi? ¿Seguiría diciendo lo mismo? Lo fundamental es la fe. Jesús una vez le recrimina a los apóstoles: ¿todavía no tenéis fe?. Y nosotros que oramos todos los días, y vamos muchas veces a misa, ¿todavía no confiamos? ¿A qué esperamos? ¿Qué más necesitamos?


Este hombre tiene fe en Jesús sin conocerlo, sólo hablar de Él. Incluso no se va al encuentro sino que manda a unos criados: no es digno. Él, que tiene relación con los judíos porque les ha construido la sinagoga sabe de las normas de pureza de los judíos, por ello no se acerca ni le deja entrar en su casa.


Es un caso extraordinario. Porque es capaz de dar el paso de la norma al paso de la fe. Lo reconoce como señor, que tiene el poder y el destino de nosotros. Es capaz de dar un salto mayor que el resto. 


Esa es la fe: la capacidad de confiarnos totalmente en Él porque sabemos que todo depende de Él.

miércoles, 11 de septiembre de 2024

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 12 DE SEPTIEMBRE DE 2024

 Lc 6,27-38: Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 

«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. 

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. 

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. 

Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. 

Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos. 

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».


Reflexión


Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo.

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.

Sed santos como vuestro Padre es santo.

Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto.


Hay varios paralelos en la biblia con la misma construcción. No hablaré de lo que nos pide Jesús que seamos (compasivos, misericordiosos, santos y perfectos), sino de la construcción en sí.


Todas estas sentencias terminan igual: como vuestro Padre es…Aquí está la clave de todo el evangelio: nuestra vida converge en Dios (de Dios vinimos y a Dios volveremos). Dios es el motivo, pero también el impulso para perdonar, ser compasivo, ser misericordioso, ser perfecto, ser santo. 


Es el Alfa y la Omega, la razón de nuestro existir, la meta de nuestra vida.  Y sería bueno que reflexionáramos todos. Tenemos que ser así, porque Dios lo es, porque somos creados a su imagen y semejanza (por tanto, podemos serlo) y porque tenemos su fuerza principalmente en la Eucaristía y oración.