miércoles, 5 de noviembre de 2014

Comentario al evangelio del 5 de Noviembre

Lc 14,23-33: El que no renuncia a todo, no puede ser discípulo mío.


En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
-Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
«Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar».
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.



Reflexión



Jesús sale de la casa del fariseo e invita a su seguimiento. El seguimiento de Jesús es lo primero. Por ello tiene unas exigencias radicales. Pero no lo veamos como una obligación, como algo impuesto, sino como una consecuencia lógica de haberse encontrado con Él. Es el tesoro encontrado en el campo.
Renunciar a todo es ponerlo todo bajo el tamiz del seguimiento de Jesús. Ahora Él es el valor absoluto, y en mi vida todo tiene sentido en relación a ésto.

martes, 4 de noviembre de 2014

Comentario del 4 de Noviembre

Lc 14,15-24: Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa.
En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús:

-«¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!»

Jesús le contestó:

-«Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: "Venid, que ya está preparado." Pero ellos se excusaron uno tras otro. El primero le dijo: "He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor. " Otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor." Otro dijo: "Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir." El criado volvió a contárselo al amo. Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado: "Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos." El criado dijo: "Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio." Entonces el amo le dijo: "Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa." Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete.»

Reflexión 

Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios. Otra vez Lucas, pone en boca de Jesús la historia de la salvación con respecto al pueblo elegido y la aceptación o no de Jesús.
Llama la atención dos cosas: los invitados ponen excusas (no terminan de valorar la invitación), y los que van, son los que no podrían disfrutar de la cena del todo, o los que llamamos excluidos.
Algunas veces somos nosotros los que excluímos y los que nos excluimos.