jueves, 27 de diciembre de 2012

Comentario al evangelio del 27 de diciembre

Jn 20,2-8: El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: - «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Ayer celebrábamos la fiesta del primer mártir por Cristo, San Esteban. Desde el comienzo se nos anuncia persecuciones para todos los seguidores del Niño Dios. Este Niño Dios puede llenar tanto los corazones de los que confían en Él, que incluso lo prefieren antes que a su propia vida. Hoy celebramos la fiesta de San Juan Evangelista, muchas veces identificado con el discípulo amado. El evangelio que nos propone la liturgia hoy, quiere unir el nacimiento de Jesús, con su resurrección. Es bueno saber hacia donde nos encaminamos, para no ir ciegos. Es bueno saber el objeto de nuestra esperanza: la Resurrección. Y sólo iluminados con la Resurrección podremos entender, comprender todo el transcurso de la vida de Jesús, sólo desde esta luz, podremos comprender la voluntad de Dios. Sólo desde ahí, podremos CREER en Jesús. No basta sólo con escucharle, estar cerca de Él. Los discípulos empezaron a CREER y COMPRENDER, después de ver el sepulcro vacío. El texto lo dice muy sencillamente, pero a la vez solemne: "vió y creyó".

lunes, 24 de diciembre de 2012

HOMILÍA NOCHEBUENA-NAVIDAD 2012

Ahí tienen la señal: un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Que pobre parecen los relatos del nacimiento de Jesús. Hemos concluido un camino en estas cuatro semanas de Adviento. Comenzábamos comentando la importunidad del Adviento con su lenguaje de esperanza, confianza, alegría, paz, amor; en este tiempo de crisis que nos azota. Pero también comentábamos que, a lo largo de estas cuatro semanas, veríamos cuatro señales, para poder avanzar en esta dirección. En la primera semana se nos invitaba a “alzar los ojos”, ir más allá de lo inmediato que nos ciega. En la segunda semana, la señal venía por el desierto, es decir, en el lugar donde no hay nada, y nos permite centrarnos en lo esencial. En la tercera semana, las señales se vuelven concretas y nos invitan a abrirnos al otro y salir del estrecho círculo de lo mío. En la última semana, se nos invitaba con Isabel a asombrarnos ante la venida del Señor. Y ahora, esperando algo inaudito, algo inenarrable, el evangelio, nos describe con una sencillez que asusta el nacimiento de Jesús. De hecho, parece más centrado en otros datos, que en el mismo nacimiento. ¡Qué decepción! Sólo nos hace referencia al pesebre y a los pañales. Me acuerdo de aquella frase famosa del Principito: “lo esencial es invisible a los ojos”. Quizá no estaremos comprendiendo lo que el evangelista nos quiere decir. Muchos han especulado sobre estos signos: Para muchos, el signo de los “pañales”, hace referencia a la ternura, el amor…; sin embargo el signo del “pesebre”, muchos lo han visto como el signo de que no había lugar para Él. ¡Tremenda paradoja acogida-rechazo, experimentada por Jesús a lo largo de toda su vida.! Lucas no quiere significarnos en ellos signos de pobreza sino de evocar la queja de Dios contra Israel en Isaías 1,3: “Conoce el buey a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; pero Israel no me conoce, mi pueblo no recapacita”. Aquí está la señal, y aquí está la clave: acoger al Niño, esa es la FE. Quiero detallar los personajes intervinientes, para aprender de ellos y así fortalecer mi FE. Herodes y Augusto: el emperador quiere cuantificar su poder. Él tiene en sus manos la vida de los hombres. Herodes, también desconfía de aquel que nace, que podría arrebatarle poder. Es el argumento de Nietzsche o la parábola del hijo pródigo. Para poder disfrutar de la vida, ser feliz, realizarme como persona, tengo que ser autónomo, tengo que prescindir de Dios. Como me decía una persona: ¿Para qué quiero a Dios, si estoy bien?. Nos falta FE para comprender que Jesús no quita nada, más bien, lo da todo. Habitantes de Belén: no son capaces de compartir, de abrir su casa al niño Dios. Representa a la humanidad que desconfía de la pobreza de Dios. Decía Jean Vanier, en su experiencia con los discapacitados: “Nos necesitamos unos a otros. Comprendemos con facilidad que alguien débil necesite de alguien fuerte, pero nos cuesta entender que alguien fuerte necesite de alguien débil”. Nos falta FE, porque nos cuesta creer que la debilidad, la pequeñez y la vulnerabilidad sean las tarjetas de visita de nuestro Dios. Ya es un anuncio de la Pasión y Muerte de Jesús, escándalo para los judíos, necedad para los gentiles. Buey y mula: es el signo de la humanidad muda, que no comprende, pero que se abre al Misterio. Representa la capacidad de contemplación, de asombro, que hemos perdido. Ya todo se mide por lo que conocemos, demostramos, experimentamos, etc. Sin embargo, hay cosas que no se pueden explicar, sino solamente contemplar. Así es el misterio del Nacimiento. Por eso pasa desapercibido, porque es un misterio escondido. Hay que adentrarse en el establo y contemplar toda la escena. Nos falta FE porque hemos perdido la capacidad de contemplar, de asombrarnos. Pastores: es el signo de la pobreza material y del analfabetismo. Su única riqueza es la receptividad y la vigilancia. Por eso, pudieron adorar al Niño. Porque están abiertos a Dios, porque están vigilantes, porque creen en la palabra del ángel. No tienen nada que perder. A nosotros nos falta la vigilancia, absortos en veinte mil cosas, no estamos vigilantes ante los signos de vida de Jesús. No estamos vigilantes ante la pobreza a nuestro alrededor. Nos falta FE porque hemos perdido la vigilancia. Magos: es el signo de aquellos que, con sincero corazón buscan la VERDAD. Ya muchas personas han tirado la toalla y no se preguntan por nada, sino que se dejan llevar. “Carpe diem”. Por muy vivos que parezcan, ya están muertos. Precisamente una de las características del hombre, es su permanente inconformismo, su capacidad de indagar la verdad y buscar respuestas a las preguntas trascendentales del hombre. Ésta es la “porta Fidei”, la puerta de la FE que está abierta a todos, como dirá Benedicto XVI. Acoger a Jesús, creer en Él significa que en Él veo reflejados todas mis preguntas. Significa que puedo descansar definitivamente, porque es el Esperado, el Mesías, el que “tenía que venir”. En palabras de San Agustín: «Tarde te amé, Belleza, tan antigua y tan nueva, ¡tarde te amé! Estabas dentro de mí, y yo te buscaba por fuera... Me lanzaba como una bestia sobre las cosas hermosas que habías creado. Estabas a mi lado, pero yo estaba muy lejos de Ti. Esas cosas... me tenían esclavizado. Me llamabas, me gritabas, y al fin, venciste mi sordera. Brillaste ante mí y me liberaste de mi ceguera... Aspiré tu perfume y te deseé. Te gusté, te comí, te bebí. Me tocaste y me abrasé en tu paz». Nos falta FE para aceptar que Jesús es capaz de salvarme, no de cosas, sino integralmente, que después de Él, no necesito nada más. María y José: son los grandes hombres de FE. Los que, sin entenderlo del todo, se abrieron al proyecto de Dios. Una de las características de la FE es la obediencia a Dios. “Hágase en mí según tu Palabra”, es la respuesta de María. Y también, estamos concernidos a la misma respuesta, de hecho en el Padrenuestro, decimos: “hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo”. Nos falta FE para no sólo abrirnos a la escucha de la Palabra, sino para cumplir la Palabra. Edificar sobre roca nos dirá Jesús es escuchar la palabra y ponerla en práctica. ¿Dónde nos situamos?. ¿Qué hacemos? ¿A qué esperamos?

viernes, 21 de diciembre de 2012

Comentario al evangelio del 21 de diciembre

Lc 1,39-45: En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en grito: -¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído! porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. Saltó la criatura en su vientre. Ésta es la reacción típica del encuentro con el Señor. También en estos días, veremos que los magos, al ver a la estrella se "llenaron de inmensa alegría". Contrasta esta reacción con la típica de la fiesta de Navidad: alegría externa, jolgorio, compartir, etc; pero en el interior: soledad, tristeza, vacío... No somos nadie para que nos visite el Señor, pero sin embargo, Él viene, incluso sabiendo del rechazo de muchos. Abramos nuestro corazón para salte de inmensa alegría. Para eso ha venido, para traernos la Buena Noticia de la Salvación en su persona.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Comentario al evangelio del 20 de Diciembre

Lc 1,26-38: En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: -«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: -«No temas, Maria, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: -«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: -«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: -«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel. El evangelio que la Iglesia nos propone para hoy es el de la Encarnación del Verbo, de la Anunciación o de la Vocación de María. Para mí, es la perícopa más sublime, profunda; pero también la más enraizada en nosotros. Aquí es donde se juega la fe. En el interior de la persona. Aquí nos vemos reflejados todos. Dios que sale a nuestro encuentro y nos propone un camino de felicidad. El problema es que no "escuchamos" su voz, no hacemos silencio exterior e interior. Y luego está la confianza en hacer o no "su voluntad". La oración del Padrenuestro nos predispone para ese encuentro personal con Dios y estar disponible a su voluntad. Y no es algo puramente personal e íntimo, sino también comunitario y social. Dios, como buen administrador, nos quiere a cada uno en una "misión" en la construcción del Reino (de paz, justicia, amor, etc). Si rechazamos su propuesta, estamos "frustrando" el plan de Dios. Por eso, nuestra respuesta es muy importante. Pidamos al Señor, que el Niño Dios, nos abra nuestro corazón para confiar totalmente como María en su Palabra.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Comentario al evangelio del 19 de Diciembre

Lc 1,5-25: En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel. Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada. Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según el ritual de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso. Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor. Pero el ángel le dijo: - «No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacía los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto.» Zacarías replicó al ángel: - «¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.» El ángel le contestó: - «Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a hablarte para darte esta buena noticia. Pero mira: te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento.» El pueblo estaba aguardando a Zacarías, sorprendido de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo. Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo: - «Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres.» Dios tiene misericordia, ese es el significado del nombre "Juan". Y es que Dios tuvo misericordia de esos padres ancianos que no tenían hijos. Pero también, ha tenido misericordia de la humanidad y nos ha mandado un Salvador. Nos ha mandado un compañero "seguro" de camino. Nuestras acciones en el cielo van en alza. Dios se ha fijado en la humanidad. Quizá muchas veces, estamos esperando de Dios algo que ya ha hecho y no lo captamos. Dios ya está con nosotros, Jesús es el Emmanuel, el "Dios-con-nosotros", el Esperado, el Mesías, "el que tenía que venir". Quizá nuestro corazón todavía lo está buscando. Quizá, muchas veces nos afanamos en buscarle, cuando más bien, Él es el que ha venido a nosotros, a rescatarnos. Quizá lo buscamos donde no está. Esta súplica de San Agustín nos puede situar. ¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y ves que tú estabas dentro de mí y yo fuera, Y por fuera te buscaba; Y deforme como era, Me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo mas yo no lo estaba contigo. Me retenían lejos de ti aquellas cosas Que, si no estuviesen en ti, no serían. Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera: Brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera; Exhalaste tu perfume y respiré, Y suspiro por ti; Gusté de ti, y siento hambre y sed; Me tocaste y me abrasé en tu paz.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Comentario al evangelio del 13 de Diciembre

Mt 11,11-15: En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: -«Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora se hace violencia contra el reino de Dios, y gente violenta quiere arrebatárselo. Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche.» Cuando escuché esta lectura esta mañana, en seguida pensé en el bautismo. "El más pequeño en el reino de los cielo es más grande que él". Muchas veces no captamos la grandeza de nuestro bautismo y el gran regalo que Dios nos ha hecho. Y todo ésto, venido con el nacimiento de Jesús. Venía incluido en el "pack". No nos salvamos por nuestras obras, sino por el bautismo y por vivirlo plenamente, es decir, desplegar nuestra fe. Por eso, nuestra vida no debe ser simplemente "hacer", "acumular puntos o méritos", sino vivir de acuerdo con el gran don que Dios nos ha dado. Vivir como Hijos de Dios. Toda nuestra vida sólo tendrá sentido en cuanto referencia al Padre por medio del Hijo, el gran Mediador. Preparémonos bien en este tiempo de Adviento, para su venida. Abramos nuestro corazón sin miedo.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Comentario al día de la Inmaculada Concepción

Ahora que el Papa tiene twitter, voy a pedirle que quite la fiesta de la Inmaculada. En estos tiempos que corren, la veo inoportuna e ilusoria... Porque... 1)Esta tarde he mirado las noticias de un periódico digital y éstos eran los titulares: suicidio, despidos, desahucios, corrupción, ocultamiento de información, robo, no acuerdo en la cumbre del clima en Doha, redes sociales y no comunicación... Esta fiesta vendría en un plano totalmente distinto y opuesto. 2)Nadie cree en ella. Lo verían como algo irreal. Desgraciadamente nos hemos acostumbrado a la mediocridad, y hasta los mismos cristianos, lo justificamos. Llamamos como REAL solamente lo anterior. Nos suena más el contenido de la primera lectura: traición, desobediencia, desconfianza, vergüenza... ¿ÉSTO ES LA VIDA? ¿PARA ÉSTO HEMOS NACIDO? ¿NOS PODEMOS CONFORMAR CON ESO? 3)María nos interpela, nos revuelve, nos desnuda. Con su pureza, pone al descubierto las coordenadas de corrupción, falsedad, desencanto, desilusiones, hipocresías, soberbias, humillaciones, muertes, esclavitudes que nos rodean, atan y confunden. Cuando vamos a la Basílica de la Anunciación en Nazaret, si miramos a la cúpula por dentro vemos los pétalos de una flor. Si la miramos por fuera, vemos un faro. ESTA FIESTA EVOCA EN MÍ LA BELLEZA Y LA LUZ. Ya lo decía Dostievsky: "la belleza salvará a la humanidad" SIN EMBARGO, LEJOS DE SER DESPRECIADA... a)Necesitamos de esa belleza de María que nos haga despertar de la mediocridad, que nos haga mirar más alto, que nos haga salir de nosostros mismos, que nos haga luchar por un mundo más justo. b)Necesitamos de esta fiesta para volver a creer en Dios. c)Necesitamos de esta fiesta para volver a creer en el Amor. d)Necesitamos de esta fiesta para creer en las personas. e)Necesitamos de esta fiesta para amar la naturaleza. María es nuestro faro, que ilumina este caminar, desde su humildad, desde su pureza, desde su fe y desde su amor NO PERMITAMOS QUE NOS QUITEN ESTA REFERENCIA. ESTOY SEGURO QUE EL PAPA NO LO HARÁ, PERO SÍ NOSOTROS SI LA DEJAMOS EN EL OLVIDO.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Breve comentario al evangelio del 5 de Diciembre

Mt 15,29-37: En aquel tiempo, Jesús, bordeando el lago de Galilea, subió al monte y se sentó en él. Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y él los curaba. La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da lástima de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino.» Los discípulos le preguntaron: -«¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?» Jesús les preguntó: -«¿Cuántos panes tenéis?» Ellos contestaron: - «Siete y unos pocos peces.» Él mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete cestas llenas. Las lecturas en este tiempo nos muestran señales, pistas para alimentar nuestra esperanza. Para ello, nuestra mirada tiene que ser limpia y nuestra confianza en Dios tiene que estar a punto. En este día el motivo de esperanza lo vemos en las acciones del Señor. Ha llegado el Reino de Dios, ya está entre nosotros. Ha llegado con la venida de Jesús. La Buena Nueva para los pobres, enfermos, etc. No quedándonos en el hecho en sí de los milagros obrados por el Señor, vemos su actitud hacia los pobres, los necesitados...cumpliéndose así la profecía de Isaías: "El Espíritu del Señor DIOS está sobre mí, porque me ha ungido el SEÑOR para traer buenas nuevas a los afligidos; me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los cautivos y liberación a los prisioneros." El motivo de la esperanza también lo vemos reflejado en la primera lectura. Se nos compara al Reino de Dios con una gran fiesta. Como ya hemos dicho varias veces, el fin de nuestra existencia, lejos de ser un fracaso, un caos; es una gran fiesta. Abramos nuestro corazón a Dios para que nos aliente en nuestra esperanza y así luchemos denodadamente por el Reino de Dios.

lunes, 3 de diciembre de 2012

HOY CELEBRAMOS A SAN FRANCISCO JAVIER

Hoy celebramos a San Francisco Javier y patrono de Navarra, esa tierra tan querida por mi; y también patrono de las misiones. La figura de San Francisco Javier impresiona. Ese joven apuesto, inteligente y rico que lo dejó todo por Jesús. ¡Desperdicio de vida! Pero así son los caminos de Dios, tan distintos a los nuestros. Y todo empezó gracias a la persistencia y a la fe de un señor algo mayor, encorvado, cojo, calvo y con una nariz aguileña, San Ignacio de Loyola. Éste le insistía con la pregunta: ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si su vida la pierde? Al final Dios pudo más. Me hace caer en la cuenta las veces que tiramos la toalla, y damos por perdido a alguien en nuestro trabajo pastoral. La iglesia está llena de grandes santos que, supuestamente no serían nada en la vida: san Agustín, san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier, san Francisco de Asís. Le tengo especial devoción por su entrega total hasta terminar sus días extenuado...para recordarme que la fuerza solo viene de Dios. También, porque en el castillo de su familia está un Cristo crucificado que sonríe. Es la mirada del amor, es la sonrisa de su compasión conmigo. Es la sonrisa de la felicidad y la paz que sólo puede dar Él.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 30 de Noviembre. Fiesta de San Andrés Apóstol

Mt 4,18-22: En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: -«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Llama la atención la prontitud o inmediatez de la respuesta a Jesús. No conocían a Jesús (al comienzo de la vida pública), sin embargo, ante su invitación extraña (a ser pescadores de hombres), su respuesta es inmediata. Me recuerda también la respuesta de María ante el ángel Gabriel. No le dijo que se lo iba a pensar varios días...Ni tampoco para ir a casa de Zacarías e Isabel... Y la invitación de Jesús es a dejarlo todo (las redes, la barca, su padre). Es decir, les propone dejar su casa, su profesión, sus posesiones y su familia. Es una invitación radical, que le corresponde una respuesta radical e inmediata. Es una respuesta de FE, como la de Abrahán (sal de tu tierra). Según el comentario que he leído, la prontitud la une a esta radicalidad de respuesta. Porque la prontitud es el desprendimiento de todo aquello que "lastra" el seguimiento al Señor y su respuesta. Y esta invitación a ser pescadores de hombres, nos la hace a todos nosotros. Estamos en la era de los laicos, que tienen que tomar las riendas de la evangelización en las fronteras del evangelio, allí donde se cuece la vida: en el trabajo, en el bar, en la guagua, en las salas de espera de los médicos. AHÍ ES DONDE TENEMOS QUE SER PESCADORES DE HOMBRES. La Eucaristía de cada día o del domingo y la meditación de la Palabra sea nuestra fuerza y luz. Meditemos hoy cuál es la invitación que me hace el Señor, y cuál ha sido mi respuesta. Cuáles son mis miedos y resistencias. Igual que lo hizo Andrés, Simón, Santiago y Juan; igual que lo hizo María y tantos a lo largo de los siglos, CONFIEMOS EN EL QUE NOS LLAMA Y EN SU PALABRA.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 29 de Noviembre

Lc 21,20-28: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo temblarán. Entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Jesús nos sigue poniendo motivos para la esperanza y la confianza. El mundo no va a abocado al caos absoluto. Habrá destrucciones, pero ése no es el final. Estamos en la manos de Dios. Dos motivos de esperanza: "Entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube con gran poder y gloria". Lejos de haber un caos, el mundo llega a su cumplimiento, instaurar todas las cosas en Cristo. Y por otro lado, también Jesús nos recuerda el sentido de su venida y el otro motivo de la confianza: "cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación".

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 28 de Noviembre

Lc 21,12-19: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa: porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas. El más difícil todavía. Hoy Jesús pide de nosotros vivir "desarmados". Yo creo que Jesús nos está invitando a una vida nueva: a vivir solamente de la confianza en Dios y vivir el amor. Sólo el amor es capaz de vencer la espiral de violencia, odios y envidias. Ése es nuestro testimonio y nuestra misión. Para ello tenemos dos grandes armas: la Eucaristía y la Oración. Muchas veces, choteadas, banalizadas, pero en ella podemos tener un encuentro real e íntimo con Jesús. Fue la razón de la perseverancia de miles de mártires a lo largo de la historia.

martes, 27 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 27 de Noviembre

Lc 21,5-11: En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: -Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido. Ellos le preguntaron: -Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder? El contestó: -Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usando mí nombre, diciendo: «Yo soy», o bien «el momento está cerca»; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá enseguida. Luego les dijo: -Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Este evangelio produce en mi mucho realismo porque nos advierte que todo en el mundo caerá, no hay nada eterno. No hay nada ni nadie a lo aura entregar totalmente mi vida y mis ilusiones. Sólo Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre. También suscita realismo Parra no dejarnos llevar por ningún Salvador, ni ningún profeta de calamidades, ni del fin del mundo. Dios nos ha regalado nuestra existencia, y en ella tenemos que estar atento a los signos de los tiempos ("contemplativos en la acción"), para discernir su venida continúa, sus llamadas y nuestra respuesta. Por ultimo, nos quiere advertir, pero también infundir confianza. Porque esas catástrofes que enumera no nos llevan al caos, han sido permitidas por Dios, y por eso podérnoslo confiar

viernes, 23 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 23 de noviembre

Lc 19,45-48: En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: -Escrito está: «Mi casa es casa de oración»; pero vosotros la habéis convertido en una «cueva de bandidos». Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios. Jesús expulsa a los vendedores. Habían desnaturalizado el templo como lugar del encuentro con Dios. Y es que, aunque haya buena intención, "no todo vale". El templo es para el encuentro con Dios, "casa de oración", y no vale para otras tantas. Asimismo pasa con tantas cosas en la sociedad, en la religión. Por la buena intención, hay cosas que se van desnaturalizando, hasta perder el sentido y luego la necesidad de realizarlas. Por otro lado, el templo de nuestro corazón está hecho a la medida de Dios y para Dios. Muchas veces, los llenamos de personas, objetos, ilusiones, proyectos y Dios no entra, sino un poquito y de refilón. El gran problema de nuestro tiempo no es una crisis económica, sino una crisis del corazón del hombre. Se ha desnaturalizado nuestro corazón porque lo ocupamos de todo menos del Señor. Y así no encontramos sentido a nada, no encontramos la paz, no somos felices, etc. El pueblo sencillo y llano si supo reconocer la necesidad de un Mesías. Si supo reconocer en Jesús el Enviado de Dios, dice el texto "estaba pendiente de sus labios". Sin embargo, los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores querían quitárselo de en medio, están ciegos ante la venida de Jesús. Ayer veíamos como Jesús lloraba precisamente por ésto, no reconocieron su venida. Abramos el templo de nuestro corazón a la Presencia silenciosa de Jesús.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Palabras del joven catequista que sorprendió a los obispos en el Sínodo

En la Congregación XVII, intervino el benjamín del Sínodo, un joven catequista de la diócesis de Roma llamado Tommaso Spinelli de tan sólo 23 años e invitado como oyente a este Sínodo. La cuestión es que este joven inyectó un poco de savia en la asamblea, cautivando a todos los presentes con un testimonio atrevido, directo y sencillo que arrancó la ovación más grande del Sínodo. Aquí sus palabras: "Mi reflexión quiere ser simplemente una ayuda para entender qué espera un joven de la nueva evangelización. Vosotros sacerdotes (dirigiéndose a los obispos) habéis hablado sobre el papel de los laicos, yo que soy laico, quiero hablar a del papel de los sacerdotes. (risas) Nosotros los jóvenes tenemos necesidad de guías fuertes, sólidos en su vocación y en su identidad. Es de vosotros, sacerdotes, de quien nosotros aprendemos a ser cristianos, y ahora que las familias están más desunidas, vuestro papel es todavía más importante para nosotros. Vosotros nos testimoniáis la fidelidad a una vocación, nos enseñáis la solidez en la vida y la posibilidad de elegir un modo alternativo de vivir, siendo éste más bello que el que nos propone la sociedad actual. Mi experiencia testimonia que allí donde hay un sacerdote apasionado la comunidad, en poco tiempo florece. La fe no ha perdido atractivo, pero es necesario que existan personas que la muestren como una elección seria, sensata y creíble. Lo que me preocupa es que estos modelos se han convertido en una minoría. El sacerdote ha perdido confianza en la importancia de su propio ministerio, ha perdido carisma y cultura. Veo sacerdotes que interpretan "dedicarse a los jóvenes" con "travestirse de joven", o peor aún, vivir el estilo de vida de los jóvenes. Y lo mismo en la liturgia, que en el intento de hacerse originales se convierten en insignificantes. Os pido el coraje de ser vosotros mismos. No temáis, porque allí donde seáis auténticamente sacerdotes, allí donde propongáis sin miedo la verdad de la fe, allí donde no tengáis miedo de enseñarnos a rezar... nosotros los jóvenes os seguiremos. Hacemos nuestras las palabras de Pedro: "Señor, ¿a quién iremos? Solo Tú tienes palabras de vida eterna". Nosotros tenemos hambre de lo eterno, de lo verdadero. Por tanto, propongo: 1) Aumentar la formación, no sólo espiritual, sino también cultural, de los sacerdotes. Con demasiada frecuencia vemos a sacerdotes que han perdido el papel de maestros de cultura que les hacía importantes para toda la sociedad. Hoy, si queremos ser creíbles y útiles, debemos volver a tener buenas herramientas culturales. 2) Redescubrir el Catecismo de la Iglesia Católica en su carácter conciliar: en concreto la primera parte de cada sección, donde los documentos del Concilio iluminan los temas tradicionales. De hecho, el Catecismo pone con sabiduría como premisa a la explicación del Credo una parte inspirada en la Dei Verbum, en la que se explica la visión personalista de la revelación; a los sacramentos, la Sacrosantum Concilium, y a los mandamientos, la Lumen Gentium, que muestra al hombre creado a imagen de Dios. La primera parte de cada sección del Catecismo es fundamental para que el hombre de hoy sienta la fe como algo que le afecta de cerca y sea capaz de dar respuestas a sus preguntas más profundas. 3) Por último, la liturgia se olvida y se desacraliza con demasiada frecuencia: hay que volver a ponerla con dignidad en el centro de la comunidad parroquial. Concluyo con las palabras que dieron inicio al nacimiento de la Europa Medieval: "Nosotros os queremos, dad prueba de vuestra santidad, del lenguaje correcto y de vuestra instrucción; de tal modo que cualquiera que vaya a vosotros se edifique con vuestro testimonio de vida y vuestra sabiduría (...) y regrese alegre dando gracias al Señor omnipotente." (De la carta Letteris Colendis de Carlo Magno al monasterio de Fulda, año 780). Fuente: http://www.juventutem.com.ar/2012/11/palabras-del-joven-catequista-que.html

Comentario al evangelio del 22 de Noviembre

Lc 19,41-44: En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: -¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Legará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida. De entrada, llama la atención a Jesús llorando. Pocas veces, los evangelios nos lo describen así. Vemos la gran humanidad del Señor. Cuando muchas veces, podremos sentir o pensar que Dios está lejos de nosotros, que no le importa mi situación...Jesús que es el Verbo de Dios, la Palabra de Dios, la transparencia del Padre, llora. Y llora por el gran drama del hombre: ha cerrado sus ojos a su venida. Por encima de todas las preocupaciones y males, el mayor de todos, es el no-reconocimiento de Jesús. Y éste es el gran dolor de Jesús. Se acerca la Navidad. Tendremos 4 semanas para prepararnos. 4 semanas para aprender a abrir nuestro corazón a Él. Viene a traernos la paz, la salvación. Pero si no le abrimos...(el texto de la primera lectura de ayer decía: Estoy a la puerta llamando: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 21 de octubre

Lc 19,11-28: En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro: Dijo, pues: -Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: -Negociad mientras vuelvo. Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras de él una embajada para informar: «No queremos que él sea nuestro rey». Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: -Señor, tu onza ha producido diez. El le contestó: -Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades. El segundo llegó y dijo: -Tu onza, señor, ha producido cinco. A ése le dijo también: -Pues toma tú el mando de cinco ciudades. El otro llegó y dijo: -Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras. El le contestó: -Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Con que sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses. Entonces dijo a los presentes: -Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez. Le replicaron: -Señor, si ya tiene diez onzas. -Os digo: Al que tiene se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia. Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén. Este evangelio, donde Jesús nos propone esta parábola, nos invita a producir fruto, a que nuestros talentos produzcan. La fidelidad al Señor no es una fidelidad genérica, sino una fidelidad a su voluntad. Esto es importante, porque muchas veces, nuestra vida de cristiano es una vida de "pareceres" de lo que debemos hacer, o de lo que Dios le agrada. Está claro, que el criado se guardó el dinero en el pañuelo, le entregó al amo exactamente lo que el amo le dio. Muchas veces, nuestra vida es buena, no hacemos mal a nadie, ayudamos a los que podemos, rezamos por las mañanas y las noches... Sin embargo, lo que interesa es ponerse en las manos de Dios y SU VOLUNTAD, no la nuestra.

martes, 20 de noviembre de 2012

PROPUESTAS PARROQUIALES AÑO DE LA FE

Comentario al evangelio del 20 de Noviembre

Lc 19,1-10: En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: -Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. El bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver ésto, todos murmuraban diciendo: -Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador. Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: -Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más. Jesús le contestó: -Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido. Hoy entra Jesús en nuestra ciudad, como todos los días, Jesús pasa por nuestra vida. Y quiere entrar en nuestro corazón. Quizá ahí es donde fallamos todos. Muchas veces decimos que confiamos en Él, pero en realidad no es cierto. Confiamos parcelas o trocitos de nuestra vida y corazón. En la biblia y a lo largo de toda la Historia de la Salvación, aquellos que confían totalmente en el Señor, cambian radicalmente su vida. De manera que lo que anteriormente estimaban, ahora lo consideran basura (en palabras de San Pablo). No hay, ni habrá ninguna persona que cumpla totalmente el plan de Dios. Que cuando le deje entrar en su corazón, reconozca su pecado. Muchas veces, vivimos nuestra vida (y no somos malos), pensando que hacemos lo que Dios quiere. Ser cristiano no es ser bueno, ni llevar una vida de honradez, ni ayudar al prójimo (solamente). Ser cristiano es confiar totalmente en Dios y seguir las huellas de Jesús. Y todos y cada uno de nosotros, ante este proyecto, nos damos cuenta que fallamos. Empecemos por el principio, abrir nuestro corazón a Dios. Es el comienzo de la salvación. No te olvides que es Jesús el que viene a nosotros y es Él el que quiere entrar en tu corazón y salvarte. Termino con la oración de Carlos de Foucauld, que nos pueda predisponer a acoger su voluntad. Padre mío Me abandono a Ti. Haz de mí lo que quieras. Lo que hagas de mí te lo agradezco. Estoy dispuesto a todo, Lo acepto todo, Con tal que tu voluntad se haga en mí Y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Dios mío. Pongo mi vida en tus manos. Te la doy, Dios mío, Con todo el amor de mi corazón. Porque te amo Y porque para mí amarte es darme, Entregarme en tus manos sin medida, Con una infinita confianza, Porque tu eres mi Padre.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 16 de noviembre

Lc 17,26-37: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: –Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del Hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del Hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa que no baje por ellas si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán; estarán dos en el campo: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán. Ellos le preguntaron: –¿Dónde, Señor? El contestó: –Donde está el cadáver se reunirán los buitres. Este evangelio, lejos de ser amenazante nos sitúa ante la realidad. La vida es breve y frágil y muchas veces vivimos afanados en las cosas materiales, viviendo una vida encerrada en sí misma. Vivimos creyendo que Dios existe, pero realmente nuestra vida es como si Dios no existiera. Jesús nos da una esperanza, el Hijo del Hombre vendrá. El cristiano orienta su vida de acuerdo con esta venida: la vigilancia. Nuestra vida tiene sentido en cuanto esperamos la venida del Señor. Tiene sentido en cuanto nuestra vida será "cumplida" por el Señor. Él es la fuente que mana hasta la vida eterna, de manera que vivamos con esperanza, metidos de lleno en los avatares de la vida, pero con una mirada esperanzada.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 15 de noviembre

Lc 17,20-25: En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios, Jesús les contestó: –El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros. Dijo a sus discípulos: –Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del Hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí, no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación. Ya Jesús nos quiere advertir: "El Reino de Dios no vendrá espectacularmente". Es más el Reino de Dios ya está aquí y está entre nosotros. No pensemos solamente en una realidad espiritual, sino en una realidad total, dado que el Reino de Dios se identifica con la llegada de Jesús. Esto implica en primer lugar, un cambio en los corazones, por eso "el Reino de Dios está dentro de vosotros", para que de verdad tengamos los mismos sentimientos y actitudes de Jesús. Pero por otro lado, el Reino de Dios ya ha comenzado también en la sociedad en la medida que los cristianos nos impliquemos en ella, y vivamos los valores del Evangelio. Los cristianos no podemos ser "profetas de calamidades", ante la situación que estamos viviendo ahora, sino todo lo contrario. Aquellos que, teniendo una mirada más amplia y más profunda, son capaces de ver signos de esperanza de manera que nos haga luchar denodadamente por ello. El Reino de Dios ha comenzado, pero no se extenderá, ni se descubrirá si los cristianos no lo manifestamos. Jesús habla de los eunucos por el Reino de Dios. Su alimento era el Reino de Dios ("la voluntad del Padre"). Ahora que somos los continuadores de su obra, hagamos lo mismo. Pero no vivamos de ilusiones: "antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación". El Reino de Dios siempre está rodeado de fuerte oposición. Que esto no nos desanime, sino nos haga estar en la realidad y purificar nuestra confianza en Jesús, que estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo y que el Espíritu Santo "viene en ayuda de nuestra debilidad".

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 14 de noviembre

Lc 17,11-19: En aquel tiempo, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: –Jesús, maestro, ten compasión de nosotros. Al verlos, les dijo: –Id a presentaros a los sacerdotes. Y mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos, y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Este era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: –¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios? Y le dijo: –Levántate, vete: tu fe te ha salvado. Camino de Jerusalén, Jesús, al atravesar la región de Samaría, se encuentra con diez leprosos. Era una región donde había un conflicto religioso con Judea, por lo que, los judíos no aceptaban a los samaritanos. Sin embargo, Jesús no sólo pasa por esta región, sino que cura a los 10 leprosos. Para mí este trocito es importante dado que Jesús está volcado en la salvación de toda persona, esté en cualquier situación. Algunas veces, nos apartamos de Dios porque "intuimos" que Dios no nos aceptará, es que soy tan trasto... Sin embargo, vemos que eso no es así, manifestado en Jesús, el Revelador del Padre. Esto también trae consigo que también debemos aceptarnos unos a otros, como objetos también de la salvación de Dios otorgada a través de Jesús. Y ser nosotros vehículos de esa salvación, prolongación de la acción de Jesús. Al decir salvación, evidentemente no me refiero solamente al nivel espiritual, sino una salvación integral: material, psicológica, espiritual... Nuestra sociedad se ha convertido en una sociedad clasista o elitista. Sólo triunfan los que tienen....o son....Y algunas veces, creemos estas premisas, pero sin embargo, en nuestra sociedad también han tenido relevancia personajes que no tenían ninguno de los ingredientes del "éxito". Por ejemplo, Juan Pablo II, Teresa de Calcuta. También del texto quiero resaltar brevemente el itinerario de fe experimentado por este samaritano, nos puede servir ahora que estamos en el AÑO DE LA FE. Lo enumero en 3 escalones que hay que subir. Hay algunos que se quedan en el primer escalón, o suben al segundo, pero no son capaces de llegar al tercero. 1)Reconocimiento de nuestra indigencia, de nuestra pobreza, de nuestra necesidad, de nuestra enfermedad. Mientras no reconozcamos nuestra dependencia de Dios ("sin mí no podéis hacer nada"), no nos abriremos a Dios ni acogeremos su gracia, su Palabra... 2)Reconocimiento del señorío de Dios. Es una mirada de esperanza, porque hay "Alguien" que puede levantarme de mi situación, hay una "luz" en mi oscuridad. Pero esta posibilidad no es un amuleto, (como así lo podrían sentir los otros 9), sino que es SEÑOR. 3)Acción de gracias y alabanza a Dios "porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí". Esta acción de Dios seguirá realizándose en nosotros continuamente. Por tanto, la acción de gracias no es algo puntual, sino es una actitud nueva: vivir en continua apertura a Dios, que nos sorprende y viene continuamente a nuestro encuentro; y por consiguiente, una vida de constante alabanza y acción de gracias a Dios.

martes, 13 de noviembre de 2012

COMUNICADO DE ACCIÓN CATÓLICA GENERAL SOBRE EL DESEMPLEO

El 17 de noviembre la Acción Católica General llevará a cabo el acto final de la Campaña del Desempleo que hemos vivido en las diócesis y parroquias. Será un acto convocado el mismo días, 17 de noviembre, y a la misma hora, las 12:00 h en todas las diócesis en las que la ACG está presente. El acto pretende mostrar a la sociedad los compromisos personales, de grupos, parroquiales o diocesanos que los miembros de la ACG, de todas las edades, han tomado a raíz de la participación en la campaña. Es también un momento para recordar las dificultades por las que pasan las personas de forma individual, y la sociedad en su conjunto, por la falta de un empleo tan necesario para vivir con dignidad. El lema del acto final de la campaña, “Por dignidad humana, empleo para todos” quiere expresar la necesidad de que las personas tengan un trabajo estable que les ayude a vivir de forma plena, así como la urgencia de combatir las enormes cifras de desempleo que está trayendo la crisis que estamos atravesando. El horizonte cristiano es que las personas puedan vivir de forma digna, y el tener un trabajo es uno de los pilares que permite sostener la dignidad de las personas. Os animamos a que participéis del acto que se celebrará en vuestra diócesis y que todo esto sirva para que la comunión entre los hijos de Dios se concrete en una solidaridad real ante las situaciones difíciles por las que están pasando muchas personas en estos momentos. Dentro de unos días haremos público el comunicado que se leerá en todos los actos de finalización de la Campaña del Desempleo. COMUNICADO Por dignidad humana, trabajo para todos Ante la actual situación de crisis económica, la Acción Católica General ha promovido entre sus militantes, niños, jóvenes y adultos la realización de una campaña sobre uno de sus aspectos más sangrantes: el desempleo. Fruto de esta campaña, se ha constatado en cada realidad el drama del paro a nuestro alrededor, no sólo desde las cifras y estadísticas oficiales, sino poniendo rostro y nombre a quienes lo sufren; se ha indagado en sus causas y consecuencias, denunciándolas y valorándolas a luz del Evangelio; y se han puesto en marcha múltiples iniciativas en cada una de las diócesis, que tratan de ser testimonio de fe, esperanza y caridad en nuestra sociedad. Estamos asistiendo a un desbordamiento de las instituciones y organismos de asistencia social y a un aumento imparable de los colectivos en riesgo de exclusión como consecuencia del desempleo: los inmigrantes, las personas sin soporte familiar, las familias monoparentales con hijos, las familias con todos sus miembros en paro, las que son desahuciadas de sus viviendas, los jóvenes, que en muchas ocasiones se ven obligados a emigrar, los niños, que ven como empeoran sus condiciones sanitarias y educativas y de manera creciente la calidad de su alimentación, los mayores de 45 años, los jubilados con familia dependiente de ellos, las personas con discapacidad, los autónomos con pequeños negocios, etc. Además de ser un desastre social, la falta de trabajo es un drama personal: repercute muy negativamente en la persona y en su entorno familiar; trunca los proyectos vitales y hace que surjan problemas de autoestima, de consideración social, de retrocesos en los avances de la emancipación de la mujer, incluso de violencia y autoritarismo en las relaciones. Todo esto provoca sentimientos de desasosiego, impotencia, rabia, indignación y miedo. Observamos igualmente una precarización del empleo que sigue provocando incertidumbre e inseguridad. No es una opción admisible combatir las cifras del paro mediante una flexibilización sin límites del mercado laboral que además, ni siquiera está frenando la destrucción de empleo. Denunciamos desde nuestro ser Iglesia: Es clara y repetida la doctrina de la Iglesia sobre el trabajo. El trabajo no puede ser un mero instrumento al servicio de la productividad o competitividad, es decir, no debe supeditarse a intereses económicos o incluso especulativos. Antes bien, el trabajo ha de ser expresión insoslayable de la dignidad humana, revelando a la persona como protagonista de su historia, al mismo tiempo, ha de suponer una contribución al bien común. A este respecto, son especialmente esclarecedoras las palabras de Benedicto XVI en el nº 63 de su encíclica Caritas in veritate cuando expresa que “Al considerar los problemas del desarrollo, se ha de resaltar la relación entre pobreza y desocupación. Los pobres son en muchos casos el resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano, bien porque se limitan sus posibilidades (desocupación, subocupación), bien porque se devalúan «los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia». Por esto, ya el 1 de mayo de 2000, mi predecesor Juan Pablo II, de venerada memoria, con ocasión del Jubileo de los Trabajadores, lanzó un llamamiento para «una coalición mundial a favor del trabajo decente», alentando la estrategia de la Organización Internacional del Trabajo. De esta manera, daba un fuerte apoyo moral a este objetivo, como aspiración de las familias en todos los países del mundo. Pero ¿qué significa la palabra «decente» aplicada al trabajo? Significa un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar; un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación.” Y de una forma aún más contundente se expresó Juan Pablo II en su encíclica Centesimus annus nº 43 al afirmar que “una sociedad en la que este derecho (al trabajo) se niegue sistemáticamente y las medidas de política económica no permitan a los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de ocupación, no puede conseguir su legitimación ética ni la justa paz social.” Por todo lo expuesto y como miembros de la Iglesia, que no permanece ajena a esta realidad, nuestro compromiso nos lleva a actuar en diversas direcciones: - Colaborando para cambiar la realidad actual de desempleo, implicándonos a fin de que éste pase de ser un problema personal a un problema social. Hemos de dar respuestas colectivas a problemas personales. - Como cristianos y ciudadanos, debemos ejercer una ciudadanía activa, participando en estructuras de decisión (sindicatos, partidos políticos, instituciones públicas), en coherencia con nuestro ser Iglesia, con el fin de que estas estructuras de poder estén al servicio del ser humano, dentro de su medio social y natural, y teniendo la luz del Evangelio como guía. - Manifestando solidaridad en diferentes ámbitos y con diferentes formas, concretamente en el medio laboral, buscando el reparto del trabajo estructural, mediante las reducciones de jornada, jubilaciones tempranas que conlleven empleo juvenil, pactos inter-generacionales que superen los agravios comparativos. - Reclamamos a los poderes públicos que aseguren a todos los habitantes los mínimos básicos, universalizando el derecho a la sanidad y la educación. - Seguiremos participando en el fortalecimiento de las redes de asistencia y ayuda mutua, empezando por la estructura familiar y siguiendo por la vecinal, parroquial, social, etc. - La forma de consumo predominante en la actualidad es un caminar a la destrucción sin retorno. Nos comprometemos, por tanto, a vivir más sencillamente y a moderar nuestro consumo, como forma de vida más justa para el hombre y para la naturaleza. Madrid, 30 de octubre de 2012.

Comentario al evangelio del 13 de noviembre

Lc 17,7-10: Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer. En aquel tiempo, dijo el Señor: –Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: «Enseguida, ven y ponte a la mesa?» ¿No le diréis: «Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo; y después comerás y beberás tú?» ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: «Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.» En el evangelio de hoy, Jesús con esta parábola nos habla de la actitud que tenemos que adoptar los cristianos, la misma que Él: la actitud de siervos. Somos unos pobres siervos, o según otra traducción "siervos inútiles". Esta expresión puede rechinar en nuestros dientes. Como si Dios quisiera escacharnos. No. Vemos que los grandes personajes de la Biblia y de la historia de la Iglesia, lejos de pensar así, se sentían inmensamente felices por ser siervos de Dios. Nuestra Madre, María es la esclava del Señor. Quizá no conocemos bien a Dios, nuestro "patrón". Quizá lo comparamos con nuestras categorías humanas. Ser siervo de Dios, es la mayor gloria del hombre y la mayor alegría. Porque la alegría viene del servicio, de la entrega, del amor. Y si ese servicio y esa entrega es a Dios, inmensamente más. Por último, la expresión "siervos inútiles", a mí me recuerda el texto del evangelio de Jn 15, "sin mí no podéis hacer nada". Es considerar nuestra "indigencia", con respecto a la vida, a nuestra vida, nuestra felicidad, el camino que elegir en la vida... Y ésto, lejos de menospreciar al hombre, todavía lo ensalza más, porque el "hombre es grande en cuanto que está referido a Dios". San Ireneo "la gloria de Dios es que el hombre viva". Disfrutemos de nuestro servicio y de nuestro patrón...

viernes, 2 de noviembre de 2012

MI VOCACIÓN

El domingo por la noche, comienzo Ejercicios Espirituales, y estaba preparándome para ello. Acabo de encontrar mi testimonio vocacional que tuve que escribir para un libro que salió en el 2000, sobre los seminaristas que ese año se iban a ordenar sacerdote. Es por tanto, mi testimonio justo unos meses antes de mi ordenación. Me sirve releerlo para revisar si estoy en la línea que quería. Así es como entiendo el sacerdocio. A los que leen habitualmente este humilde blog, para que recen por mí, y me ayuden a cumplir lo que aquí se dice. Gracias. 1.-¿Cómo surgió mi vocación? Sitúo el comienzo de mi vocación cuando tenía aproximadamente 10 años. Era monaguillo en mi parroquia nata, San Francisco de Asís en Santa Cruz de la Palma. Mi párroco tenía un carisma especial para las vocaciones. Los sábados por la mañana teníamos los monaguillos (por aquel entonces éramos aproximadamente 30) una reunión con él donde, entre otras cosas, hablaba de las vocaciones. En las misas en las que más niños asistían, solía terminar la homilía invitando a los niños a orar ante el Señor preguntándole la pregunta fundamental: “¿Qué quieres de mí?”. Claro está, esta pregunta él la enfocaba hacia la vocación sacerdotal. Yo no me hacía esa pregunta porque intuía que si le preguntaba eso al Señor, me respondería que fuera sacerdote. Al año siguiente, mi párroco, después de una confesión tal día como un 24 de Diciembre, me preguntó que quería ser de mayor, y yo, sin saber lo que decía, le respondía que quería “ser como él”. Al año siguiente hice el cursillo de discernimiento vocacional en el Seminario, pero mis padres no me dejaron empezar el curso porque tenía trece años y tenía que desplazarme a la isla de Tenerife con todo lo que ello significa. Además, según ellos, no tenía madurez para saber lo que quería hacer… Pasé todo el Bachillerato en La Palma. Mi párroco formó un grupo vocacional con varios amigos que tenían la misma inquietud y nos reuníamos todas las semanas. Durante este tiempo seguí teniendo claro que el Señor me llamaba, pero no tenía tan claro responderle. Me costaba porque me parecía que el sacerdocio es un camino de infelicidad. Fue decisivo en este sentido, el testimonio del seminarista que vino a mi parroquia durante la campaña del Seminario cuando estaba en C.O.U., porque su sonrisa me cautivó y me hizo pensar que el Señor no me llamaba para ser un infeliz, sino todo lo contrario. También me ayudó el testimonio de tantos seminaristas y jesuitas de mi parroquia y los Hermanos de la Cruz Blanca. En Septiembre me decidí a responder al Señor y entrar en el Seminario. Después de 6 años viviendo en él (“mi casa”), puedo decir quehe sido feliz como en ningún lugar y estoy tranquilo sabiendo que el Señor me acompaña. 2.- Dificultades y alegrías en mi camino vocacional. En mi proceso de seguimiento al Señor, lo que más me ha costado ha sido aceptar mis limitaciones para la gran empresa que el Señor me encomienda. Las he ido superando conociéndome a mí mismo, aceptándome, y sobre todo experimentando el amor misericordioso de Dios que quiere mi felicidad y me quiere con locura. Alegrías he tenido muchas, tantas que no podría enumerarlas todas. Sobre todo la alegría mayor es de sentirse amado por Dios. 3.- ¿Para qué quiero ser sacerdote? Quiero ser sacerdote porque él me llama y no quiero traicionarle. Sé que habrá momentos duros, pero también habrá momentos de felicidad. Yo entiendo el sacerdocio como una llamada para estar con él y para enviarlos a predicar. Yo no entiendo un celibato como sólo entrega por el Reino. Para mí, el celibato es, como dice Pedro Casaldáliga “es el Amor amado a cuerpo entero”. Por tanto, para mí es fundamental el tema del enamoramiento. En este sentido, Jesucristo no sólo es mi Señor, sino también debe ser, en expresión de los místicos españoles San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, el AMADO. Lo otro es consecuencia de esto. Yo sueño mi futuro ministerio presbiteral en este sentido. Será una entrega total a Cristo en los hermanos. Cuando murió mi párroco, nuestro obispo D. Felipe (también fallecido), en la misa del funeral dijo: “después del Señor, a ustedes les pertenecía más que a nadie. Y de ustedes ha sido hasta el fin…”. Cada uno sueña con un modo de ser sacerdote y resalta algo propio. Para mí, su ministerio es de la escucha a Dios y a los hombres, ministerio de la consolación, ministerio del acompañamiento, ministerio de la paciencia, etc. 4.- Texto (bíblico) como lema de mi vida. Yo no he escogido un lema para la ordenación, sino para la primera misa. He escogido dos pequeñas frases de dos lugares de la Escritura. Una es Fil 2, 5. (el texto que antecede al himno cristológico de la kénosis) que dependiendo de la traducción, será distinta, pero que yo he escogido ésta: “Teniendo los mismos sentimientos de Jesús”. El otro texto es Mt 11, 25-30 de la que sólo cojo las palabras “manso y humilde”. El seguimiento de Cristo es parecerse a Él, tanto que ya no son mis sentimientos sino sus sentimientos. Pongo los sentimientos, porque es lo central, lo que mueve nuestras acciones. Dentro de estos sentimientos él nos invita en el trozo de Mateo ya citado a aprender que es manso y humilde. Me parecen dos aspectos importantes hoy en la sociedad, ante tanta violencia, la dulzura del amor de Dios nos invita a ser dulces y humildes. Conectando con el tema del enamoramiento San Juan de la Cruz en los Dichos de luz y amor (nº28) dice: “El alma enamorada es alma blanda, mansa, humilde y paciente”…

miércoles, 31 de octubre de 2012

Comentario a la fiesta de Todos los Santos

TODOS LOS SANTOS ABIERTOS A DIOS ABIERTOS AL MUNDO HOMBRES Y MUJERES CUYAS VIDAS APUNTAN A DIOS. Hombres y mujeres cuyas historias dejaron huella, por la forma en que amaron, acariciaron, hablaron o actuaron. Hombres y mujeres conocidos, o anónimos. De todas las épocas. En todos los contextos. Siempre ha habido gente capaz de dejar que, desde dentro, brotase con fuerza el torrente del evangelio. Gente de carne y hueso. No son perfectos, al menos no con la perfección irreal de los puros. Sus historias tienen aciertos y errores. Su carácter, como tantos otros, es complejo. Tienen virtudes y defectos. Hay en sus vidas bien y pecado. Lo que marca la diferencia es que, en algún momento, se dejaron seducir por Jesús y su buena noticia. O, incluso sin conocerlo, su vida transmitió esa semilla de divinidad que llevamos dentro. EN SU MEMORIA, HOY, BRINDAMOS >«De los manantiales sacas torrentes que fluyen entre los montes» (Sal 104,10) Todos buscamos fuentes en las que se alimentan nuestros sueños y metas. Bebemos en la gente que conocemos. En los medios de comunicación y sus mil sucesos. En los libros. En nuestra propia historia, trenzada en conversaciones, ocurrencias, amores y desamores. Manantiales que dan fortaleza o motivos. Hay quien lo construye todo sobre historias concretas, cotidianas, que tienen algo de fugaz. Quizás todos lo hacemos, a veces. Pero hay quien es capaz de elevar la mirada, e intuir algo mayor, algo eterno, algo bueno. ESOS SON LOS SANTOS.Los que intuyen a Dios, de tal manera que les transforma por dentro. Entonces sus vidas irradian algo diferente. Sus palabras evocan una Palabra eterna. Sus gestos son una danza definitiva que dibuja siluetas de una verdad que intuimos. Respondió: «Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo» (Lc 10,27) Los santos no se evaden, para refugiarse en una intimidad solo poblada por Dios. Al revés, la fe les abre al mundo. Les acerca al prójimo. Les llena de motivos para el encuentro. SON MAESTROS, SANADORES, ARTISTAS, QUE COMPARTEN LAS ZOZOBRAS Y LAS ALEGRÍAS DE LA GENTE. Disfrutan con la vida bien concreta y real, ríen alto y fuerte. A veces también lloran. Arriesgan, en ocasiones hasta dar la vida por enfrentarse a lo injusto. Como hizo Jesús, en cuyo espejo se miran. Otras veces es la suya una entrega más callada, más cotidiana, que va construyéndose en el día a día. Todos los santos del mundo y de la historia. Al recordarles, lo hacemos con gratitud, con admiración, pero también con la conciencia de que CADA UNO DE NOSOTROS ESTÁ LLAMADO A VIVIR EL EVANGELIO CON LA MISMA PASIÓN, HONDURA Y RADICALIDAD. (cogido de http://www.pastoralsj.org/)

martes, 30 de octubre de 2012

Comentario al evangelio del 30 de Octubre

Lc 13,18-21: En aquel tiempo, Jesús decía: -¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas. Y añadió: -¿A qué compararé el Reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta. Este evangelio me alienta en la esperanza, que es la "cualidad" del cristiano que le hace recordar que Dios está actuando en la historia, y por tanto, no está solo. Pero por otro lado, le empuja a trabajar por el Reino. Me recuerda esta comparación de la pequeñez de la semilla. Igualmente nos podremos sentir "poca cosa" los cristianos. Ya no somos mayoría o masa, pero sin embargo, llevamos en nosotros a Jesús. Me recuerda también el crecimiento de Jesús, hasta los 30 años pasó desapercibido, pero su "semilla" iba creciendo, hasta ser un gran árbol donde todos los cristianos buscamos refugio, protección y aliento. Este árbol es el "árbol de la cruz". Pero la segunda comparación me alienta en la esperanza de saber que si somos auténticos cristianos, seguidores de Jesús, seremos capaces de fermentar la masa, incluso dice el evangelio tres medidas de harina. Aquí quiero entender (a lo mejor forzando el texto), que estas 3 medidas de harina, hace referencia a toda la humanidad (siendo el 3 un número con un gran simbolismo en la biblia), con sus distintas cualidades, culturas, cerrazón o no al evangelio. Muchas veces, podremos pensar que el evangelio es cosa sólo para unos pocos. Cuando planteamos alguna acción pastoral, a algunas personas las hemos dejado por perdidas y no nos planteamos ofrecerles el evangelio a ellos. Nos olvidamos que es Dios quien toca los corazones. Y nos olvidamos que la persona, como decía Karl Rahnner es un "existencial sobrenatural", por el cual hay una capacidad o una necesidad de Dios en el corazón de cada hombre. Que este evangelio de hoy nos haga cultivar la semilla de la fe a través de la oración, de la Palabra de Dios y la Eucaristía, para que crezca y así demos fruto abundante siendo levadura en medio de esta sociedad.

lunes, 29 de octubre de 2012

Comentario al evangelio del 29 de octubre

Lc 13,10-17: Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: -Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Le impuso las manos, y enseguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: -Seis días tenéis para trabajar: venid esos días a que os curen, y no los sábados. Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: -Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro, y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado? A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía. Jesús en este trozo del evangelio critica dos cosas: la doble vara de medir que tenía la autoridad religiosa ("también ésta es hija de Abrahán"), de manera la ley se interpretaba según sus criterios, no según el criterio de Dios. Y, por otro lado, que la ley estaba por encima de la persona. Jesús ha venido a liberarnos del mal, del pecado. Algunas veces, la Iglesia, que somos todos, nos quedamos en las normas, cayendo en el mismo error que criticaba Jesús. Nos olvidamos que la ley es un "pedagogo", como dice San Pablo, pero que el cristiano tiene que ser movido por la caridad y la misericordia. Siempre es más fácil intentar aplicar la norma, que acoger, escuchar a la persona. Y Jesús, (que vino a cumplir hasta la última tilde y letra de la ley), supo mirar más allá y entrar en la profundidad del corazón del hombre. Si somos cristianos, tenemos que tener una altitud de miras, no como los personajes que vemos en el evangelio. Nosotros contamos con la revelación del Amor de Dios manifestado en Jesucristo. Nosotros contamos con la interpretación auténtica de la ley hecha por la Palabra de Dios. Por tanto, a los cristianos se nos pide que volemos alto, que estemos por encima de las minuciosidades para dedicarnos a lo más importante: el amor a Dios y el prójimo, corazón del LEY

viernes, 26 de octubre de 2012

Comentario al evangelio del 26 de octubre

Lc 12,54-59: En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: –Cuando veis subir una nube por el poniente, decís enseguida: «Chaparrón tenemos», y así sucede. Cuando sopla el sur decís: «Va a hacer bochorno», y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo. Saber interpretar los "signos de los tiempos", es una de las razones por las cuales Juan XXIII convocó el Concilio Vaticano II. La expresión "signos de los tiempos", me invita al agradecimiento, a la prudencia, a la contemplación y al discernimiento. Al agradecimiento porque esta expresión denota la actuación permanente de Dios en la historia. La mano de Dios no deja de guiar los caminos de la historia, de manera que todo quede referido a Cristo. Muchas veces, no conseguimos descubrir esa "mano providente", en nuestras situaciones y en la historia en general. Entonces podríamos pasar de hablar de la historia a la expresión "historia de la salvación". Darnos cuenta que muchas cosas suceden por y para "algo" A la prudencia y al discernimiento, para no leer los acontecimientos a la ligera, sino intentar desentrañar los hilos con la prudencia como uno de los dones del Espíritu Santo y el discernimiento como camino de escrutar la voluntad de Dios. A la contemplación para poder disfrutar de lleno de esta vida, estos acontecimientos como un "kairós" (gracia), que el Señor nos ha regalado y así entregarnos de lleno a la transformación de la realidad. Hoy en día hacen falta profetas que sepan guiarnos por los signos de los tiempos. Personas que se sientan enviados de Dios y que nos alienten en la esperanza...

jueves, 25 de octubre de 2012

Comentario al evangelio del 25 de octubre

Lc 12,49-53 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: –He venido a prender fuego en el mundo: ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra. Después lo acontecido en el verano pasado en nuestra tierra, nos rechina un poco los oídos oir a Jesús que quiere prender fuego en la tierra. El fuego no es solamente el agente causante de la devastación y no siempre es asociado al castigo (fuego del infierno). También, el fuego hace referencia a la purificación y a la iluminación. También hace referencia al Espíritu Santo. Creo que ahora podemos entender lo que Jesús nos quiere decir. Ha venido a purificar los corazones y a iluminarnos con su vida, con sus palabras, con su evangelio. También ese fuego le atañe a Él, porque esa prueba y bautismo que nos habla, se refiere a su muerte, el mayor signo de la revelación del amor de Dios. Dejémonos quemar por el fuego purificador del Espíritu Santo, para que nos ilumine. No tengamos miedo de los que efectos que producirá en nosotros...En el texto continúa hablando de la división. Esa división se refiere a la opción de vida a favor o en contra del Señor. Jesús no deja a nadie indiferente (y si lo deja, es que no ha sido conocido). Es un signo de contradicción, "bandera discutida", que decía el anciano Simeón. El evangelio nos espolea a una elección de vida. Muchas veces, vivimos un cristianismo cómodo, por el cual podemos combinar los diversos elementos de la cultura, algunas veces contradictorios (como se suele decir, una vela a Dios y otra al diablo). El fuego purificador del Espíritu Santo, nos espabila a no llevar una vida cómoda, sino una vida de testigo del Señor.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Comentario al evangelio del 24 de octubre

Lc 12,39-48: Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis, viene el Hijo del Hombre. Pedro le preguntó: -Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos? El Señor le respondió: -¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo al llegar lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: «Mi amo tarda en llegar», y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse; llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra, recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá. Este evangelio me invita a trabajar y ser luz y levadura en la masa. El Señor nos exige porque nos ha dado la capacidad para ser testigo. Ya lo llevamos dentro. Puede ser que no terminemos de "confiar". Por eso, el Papa ha instaurado este año dedicado a la fe. Se nos invita a lanzarnos, a no tener espiritualidad de estufa (que bien se esta aquí), sino la espiritualidad del enviado.

martes, 23 de octubre de 2012

Comentario al evangelio del 23 de octubre

Lc 12,35-38: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: –Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas: Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle, apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela: os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y si llega entrada la noche o de madrugada, y los encuentra así, dichosos ellos. Algunas veces nos olvidamos que somos los siervos, instrumentos de Dios. ¡Somos trabajadores en la viña del Señor! ¡Qué misión más apasionante!. No somos los amos de la viña y no nos corresponde disfrutar de la cosecha. Sólo servir y amar. "Servir es el arte supremo. Dios sirve a los hombres" (de la Vida es Bella). Servimos con la convicción que nuestro Señor, es el Creador, es nuestro Padre, por tanto, no nos va a exigir lo que no podamos dar. Sólo nos pide que le demos el corazón y nos entreguemos del todo a nuestra misión. Estar en vela o vigilantes es estar con todos los sentidos alerta. Estar atentos porque el Señor está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Si nos entregamos de lleno a la misión sin estar atento a sus manifestaciones, podemos caer en el activismo, en el hacer por hacer. Lo maravilloso de nuestro Señor, es que lo podemos percibir también en nuestra vida a través de cualquiera de los sentidos. Podemos sentir su caricia, su apoyo, su fuerza, su aliento, para seguir luchando y trabajando por el Reino.

lunes, 22 de octubre de 2012

Comentario al evangelio del 22 de octubre

Lc 12,13-21 En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: –Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia. El le contestó: –Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros ? Y dijo a la gente: –Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes. Y les propuso una parábola: –Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha. Y se dijo: Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: «Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida». Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?» Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios. Aquel hombre era tan rico, que sólo tenía dinero. En este evangelio, el Señor nos pone sobreaviso sobre el sentido de la vida. ¿Cuál es? ¿Acumular riquezas y luego darse una "buena vida"?. Fíjate que esa tentación es el causante de la crisis económica actual. En esta crisis nos damos cuenta de que nada es eterno. Que las grandes empresas, que parecían seguras, han caído. La muerte viene siendo el termómetro para hacer un parón en la vida y darnos cuenta de lo que realmente es importante en la vida o no. Muchas personas suelen decir que "al cielo no nos llevamos nada", sin embargo, a todos se nos pega el polvo del camino y caemos en algo de codicia, avaricia...Sin querer, seguimos pensando que la felicidad viene de tener una vida con todas las comodidades, donde nos sobre y podamos tener nuestro ocio y nuestras aficiones... Creamos en la palabra del Maestro: "su vida no depende de sus bienes". Si el sentido de la vida no es vivir de cara a las riquezas, el trabajo, sino ser rico ante Dios; intentemos vivir de cara a Dios, "María escogió la parte mejor", abriendo nuestro corazón a Él. Si el sentido de la vida no es acumular riquezas; aprendamos a compartir, para que "todos" podamos disfrutar de los bienes de este mundo, que son de "todos".

viernes, 19 de octubre de 2012

Comentario al evangelio del 19 de octubre

Lc 12,1-7: En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: –Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche, se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano, se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar en el fuego. A ése tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones. La levadura es ese ingrediente que se utiliza para fermentar toda la masa. El evangelio, en otra perícopa nos invita a ser como levadura en la masa. Pero aquí el Señor nos pone sobre aviso: no vale todo ni de cualquier manera. Si somos como la levadura de los fariseos, levadura corrompida, podemos corromper toda la masa. Por eso, no podemos volver a los errores de los fariseos, considerar nuestra vida cristiana como un "cumplo y miento", sino como un decidido seguimiento del Señor. Y estamos cayendo en ésto. Hoy la religión cristiana no es atractiva, porque presentamos una serie de normas, leyes, cosas que hay que hacer, y nos hemos olvidado del Señor. Potenciamos mucho "las acciones del Señor", pero no "el Señor de las acciones".

jueves, 18 de octubre de 2012

Comentario al evangelio del 18 de octubre

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: -La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa». Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: «Está cerca de vosotros el reino de Dios». El drama del siglo XXI es éste: "la mies es abundante y los obreros pocos", y cada vez. Cada vez hay más personas que no conocen o ignoran a Jesús, y cada vez hay menos obreros de la viña del Señor. Porque todos los cristianos somos (en palabras del mismo Benedicto XVI el día de su elección) "humildes trabajadores de la viña del Señor". No es para que nos obsesionemos, pero sí para que nos preocupemos. ¿Qué estamos haciendo los cristianos del siglo XXI? ¿Sólo pendientes de nuestras comunidades "estufa", sólo mirándonos el ombligo? ¿No tendríamos que cambiar el chip de manera que el cristiano se caracterice porque es aquel que lleva el mensaje de Jesús, y no por ser aquel que asiste a unas actividades intraeclesiales? Está claro que la misión siempre es dura ("os mando como corderos en medio de lobos"), en todas las épocas. Pero no por ello, menos ilusionante. ¡Dios nos ha confiado a nosotros los misterios del Universo, y somos portadores de esa Buena Noticia!. No es para callárnosla, sino para gritarla a todos los rincones del mundo. Este fin de semana celebramos el DOMUND y nos acordamos de los misioneros. Con nuestra oración, somos su sostén en medio de la misión ad gentes. Seamos misioneros nosotros en este primer mundo, en esta "jungla de asfalto". Muchos no se atreven, porque no saben que decir. Jesús ya lo advirtió ("no llevéis talega, ni alforja..."), solamente hay que testimoniar nuestra fe, que es aquello que hace que mi vida tenga sentido, la haga más plena, más viva, más llena, más auténtica, más bonita... También está claro que hay interrogantes que nosotros no sabemos responder, para ello, en este año de la fe, se te invita a profundizar en el contenido del Credo, y también, sobretodo en el acto de creer, en la confianza. En muchas parroquias hay plataformas de profundización y formación en la fe. Aprovecha la ocasión. ¡Pongámonos en camino, que no hay tiempo que perder! Que el Señor ilumine nuestros pasos.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Comentario en el día 17 de octubre, "día de la erradicación de la pobreza"

Introducción Las Naciones Unidas han instituido el 16 de octubre como Jornada Mundial de la Alimentación para alertar de que existen todavía una multitud de personas que padecen hambre, a pesar de vivir en una época de abundancia. Un grupo de presión en Internet ha promovido una iniciativa para eliminar esta lacra y nos invita a seguirla. En uno de sus anuncios afirman: Mil millones de personas padecen hambre crónica. En lo que dura este video, dos niños habrán muerto de hambre. Y nos invitan a adherirnos a la iniciativa de firmar la siguiente petición: “Presionad a los responsables políticos para eliminar el hambre. Firmad una petición y promoved acciones allá adonde estéis. Mediante la voz de las Naciones Unidas exhortamos a los gobernantes a dar prioridad absoluta a la erradicación del hambre en el mundo hasta alcanzar este objetivo”. Nos proponen este evangelio: Mt 14, 13-20, multiplicación de los panes y los peces. El comentario de hoy será el que nos propone Cáritas. Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una barca, solo, a un lugar desierto; y cuando las multitudes lo supieron, le siguieron a pie desde las ciudades. Y al desembarcar, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos y sanó a sus enfermos. Al atardecer se le acercaron los discípulos, diciendo: El lugar está desierto y la hora es ya avanzada; despide, pues, a las multitudes para que vayan a las aldeas y se compren alimentos. Pero Jesús les dijo: No hay necesidad de que se vayan; dadles vosotros de comer. Entonces ellos le dijeron: No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces. El les dijo: Traédmelos acá. Y ordenando a la muchedumbre que se recostara sobre la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo los alimentos, y partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la multitud. Y comieron todos y se saciaron. Y recogieron lo que sobró de los pedazos: doce cestas llenas. ¡Sin ninguna duda hay que hacer algo! Pero ¿Qué? ¿Qué hay que hacer? ¡Esta es la cuestión! Como se trata de cambiar el mundo, pensamos enseguida en los gobernantes. Según nuestra mentalidad moderna, pensamos en seguida en poner en marcha nuestros medios jurídicos y políticos: o sea nuestros medios humanos, sin pensar en Dios. Nuestras sociedades ya no viven en la fe. Pensamos que los políticos pueden cambiar la marcha de los acontecimientos. Que legislen para poner fi n a las hambrunas. Pero, ¿cómo podrán hacer unas leyes que todo el mundo considere justas? Y, aunque pudiesen hacer leyes justas, ¿podrán los gobiernos aplicarlas y hacerlas respetar? ¿De qué forma podrán hacer aplicar esas leyes, si los ciudadanos tienen motivaciones injustas? Aquí está el verdadero problema: la disposición interior de cada persona. Si hay mucha gente que se complace con las estructuras injustas, dominadas por el afán de beneficio, y la sed de bienes materiales, ¿qué podrán hacer las leyes? Erradicar el hambre en el mundo no es una cuestión de legislación de los mandatarios. Se trata más bien de promover la justicia, de cambiar nuestro mundo y para eso es preciso cambiar nuestros corazones y mentalidades. Y esto está por encima de los poderes humanos. Por eso hemos de dirigirnos a Dios. Vivir en la fe significa aceptar, hacer sitio a Dios en mi universo. Vivir en la fe significa vivir con Dios, escucharlo, conocerlo, hablar con Él. ¡Y no vivir como si Él no contara! Como si Él no tuviera importancia alguna, como si no nos hiciera falta acatar sus leyes, aunque nos las proponga. La fe nos dice que Dios es el primero en querernos y en querer nuestro bien. Respecto a nuestra preocupación actual, Él está dispuesto a ayudarnos a erradicar el hambre; Él nos da sus bienes en abundancia y quiere nuestra felicidad. Es lo que nos enseña su palabra que acabamos de escuchar. La primera lectura nos enseña: Dios ha puesto a nuestra disposición una buena tierra, llena de recursos naturales. Para aprovechar esta abundancia, solo nos advierte de una condición: «Cuídate de no olvidarte del Señor tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Yahveh tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre» (Deut. 8, 11-14). Nuestros métodos y costumbres consisten en excluir a Dios de nuestra vida diaria. Hoy en día denominamos esta actitud como secularización: ¿Qué tiene que ver Dios con el hambre en la tierra? ¿Produce Él los cereales? ¿Trabaja Él con las cooperativas que abastecen a los grandes almacenes? Y es así como nosotros vamos construyendo nuestro mundo, nuestra economía, nuestra política. Sin Él, sin Dios. El resultado es que, una vez realizadas estas obras hechas solo con nuestras manos, las encontraremos apagadas y vacías, incapaces de garantizar la justicia, la paz y la felicidad. De esta forma estamos edificando un mundo lleno de riquezas y de abundancia, pero que está también lleno de tristeza. Nuestro mundo es un mundo triste y sin alegría. Le falta la sal de Dios. Nuestros mandatarios, responsables e instituciones no pueden darnos esta alegría. En el Evangelio, Jesús da de comer en abundancia a una multitud de personas: panes y peces, sobrando 12 cestas. Cuando nos dirigimos a Dios, Él responde con generosidad. Su principal generosidad, lo sabemos muy bien, es Jesucristo en persona. Él se define como el pan que ha descendido del cielo y que da la vida, es decir, que da la felicidad y la alegría. Él nos ha traído la sal de Dios, para dar el sabor a nuestras obras e instituciones; con Él, nosotros podemos realizar lo que los mandatarios del mundo no pueden hacer: compartir de forma equitativa, dar sabor y alegría a la vida. Dirigirnos a Dios no es solamente rezar y tener buenas ideas. Es también trabajar concretamente en una obra que existe desde hace tiempo. Jesús, después de su resurrección, ha puesto en marcha una obra que nosotros estamos buscando: la ciudad de la paz. Y esta ciudad se está edificando. Él ha sido su impulsor con sus enseñanzas. Después de su resurrección, la fe de sus discípulos ha hecho brotar de la tierra una ciudad nueva de fraternidad: «Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo.» (Act. 2, 42-45). Esta es la ciudad de justicia, amor y alegría que estamos buscando. Esta ciudad está en marcha y todos nosotros estamos invitados a trabajar en ella. El texto continua diciendo «Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos». Nosotros somos los que el Señor ha ido añadiendo a la comunidad de los salvados. Esta ciudad no es una ficción del espíritu ni un sueño. Es una comunidad que ha crecido hasta nosotros: la Iglesia. En ella Dios ha reunido a todos los hombres del mundo entero en la justicia, la paz y la alegría. En ella Él ha puesto el corazón y el espíritu nuevo. Si existen mil millones de personas que aún padecen hambre, ciertamente tenemos algo que hacer. Lo primero es cambiar nuestra mentalidad. Debemos mirar hacia adentro y dejarnos penetrar por un Espíritu nuevo. Las personas necesitan una nueva sabiduría para construir un mundo más justo. ¿Dónde encontrar esta nueva sabiduría? Nosotros, que somos sus discípulos y que seguimos comunicándonos con Él en la Eucaristía, tenemos la convicción de que, a menos que nos dejemos llenar del espíritu de Cristo, de sus enseñanzas, y trabajemos en cualquier lugar donde estemos según su Espíritu no habrá justicia ni alegría en la tierra, ni paz entre las naciones. Él es la única sabiduría y la única salvación. Lo mejor que nosotros podemos hacer de verdad es transformarnos en sal de la tierra en Cristo Jesús, para llevar su sabor allá adonde estemos. Anunciaremos así con nuestra vida y testimonio la buena nueva: ¡la obra de la justicia está en marcha! Esta es nuestra esperanza: ¡trabajemos por la justicia! Para cambiar el mundo hay que cambiar a las personas, porque todos los males que padecemos tienen raíces en nuestros corazones. A nuestro Señor y Salvador Jesucristo que nos ha invitado a trabajar por una ciudad santa sea todo honor y alabanza por los siglos de los siglos. Amén

martes, 16 de octubre de 2012

Comentario al evangelio del 16 de octubre

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. El entró y se puso a la mesa. Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo: –Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades. ¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo. "Dad limosna de lo dentro". Me quedé con esta frase del evangelio de hoy. Nuestras relaciones entre nosotros, muchas veces están llenas de formalidades, de acciones externas, pero vacías en el interior. Muchas veces vivimos con unas relaciones llenas de falsedades, donde falta la sinceridad, la honestidad, el diálogo. Estamos preocupados del exterior, de la imagen que estamos dando, pero no estamos preocupados de quienes somos, y a quien estoy dando ante los demás. Jesús nos invita a ser auténticos. Fíjate que Él no cambió su forma de actuar por estar en casa del fariseo, sino que su libertad le hizo ser él mismo. También nos invita a cuidar el interior, a valorar más nuestra interioridad. Porque también trasladamos esta forma de relacionarme a nuestro trato con Dios. Ojalá todos tengamos alguien que, como Jesús, nos haga despertar de este mundo irreal, basado en lo exterior, en el cual muchas vivimos, para vivir en el mundo real basado en relaciones auténticas entre Dios y entre nuestros hermanos los hombres.

lunes, 15 de octubre de 2012

Comentario al evangelio del 15 de octubre

En aquel tiempo, exclamó Jesús: -«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.» Me alegra mucho ver este evangelio en el día de hoy. Es una perícopa especial para mí. De hecho lo elegí como el evangelio de mi primera misa. Comienza con un agradecimiento de Jesús al Padre porque los secretos, las cosas importantes, el sentido de la vida, del amor, de la entrega, sólo se las revela a la gente sencilla, a los que ponen su confianza en Él. A los que son limpios de corazón. También yo quiero dar las gracias a Dios, porque se ha hecho tan accesible, que, por eso, muchas veces inaccesible. Me explico, a Dios lo buscamos, o lo intentamos ganar con palabrerías, acciones y sólo hace falta un corazón sencillo, sincero, de un niño. Es más fácil acceder a Dios, de lo que pensamos. Él es el que se ha acercado a nosotros. "No son vosotros los que me habéis elegido". Pero lo que más me "coge" el corazón es la invitación a abrir nuestro corazón a Él, de ir a Él. "Venid a mí los que estáis cansados y agobiados". ¿Cuántas veces hemos ido a recostar nuestra cabeza en el pecho del Maestro? ¿Cuántas veces he ido yo a descargar y descansar en el Él?. Yo me he sentido acogido, comprendido, escuchado, amado. Es la experiencia más bonita y más interesante que podemos experimentar. Por encima, de todo experiencia sensible placentera, que es efímera. Ésta es la experiencia fontal de la vida de una persona, SABERSE AMADO Y QUERIDO pero de una manera como nadie en el mundo podrá hacérmelo experimentar. Y cuando te abres a Él con una confianza absoluta, descargas todos los agobios, problemas, miedos y puedes encontrar un sentido nuevo al vivir, a la entrega de cada día, a los problemas cotidianos. Por eso, luego nos invita a cargar con su yugo (el yugo es una carga compartida), para hacer más llevadera la carga de cada día (mi yugo es llevadero y mi carga es ligera). Haz la experiencia. Cuando la haces, te haces inmediatamente dependiente de su amor, de su cariño, de su paz. Y por último, nos invita a aprender de Él, que es manso y humilde de corazón. En la oración, acudimos a la escuela del Maestro. ¡Cuánto deberíamos aprender de Él, de su mansedumbre, de su humildad! Es lo que cada día le pido al Señor, que yo aprenda en su escuela, que me cincele, para que pueda ser también, manso y humilde de corazón, y así repetir las palabras del Maestro, "vengan a mí los que están cansados y agobiados". Es una bonita y necesaria misión hoy, ser descanso, apoyo y fortaleza de los que están agobiados, desesperados, desesperanzados... Por ello, celebro la misa todos los días.

sábado, 13 de octubre de 2012

Comentario para el domingo 14 de octubre: apertura del año de la fe

Todo fotógrafo que se precie tiene un filtro. Hay mucha variedad de filtros, de colores, polarizados, UV, etc. A mí me gusta mucho el filtro polarizado: por medio de él, no tienen reflejos las fotos, realza el colorido de las plantas y el azul del cielo lo hace un poco más oscuro realzando el blanco de las nubes. Según la inclinación del sol, pueden quedar las fotos más bonitas. Así es la fe: hace la vida • más bonita • más auténtica • más plena • más viva Por eso estamos llamados a redescubrir la belleza de la fe: es nuestro mayor don. Dostoievsky decía: "la belleza salvará al mundo". En la primera lectura se nos habla de la sabiduría como algo tan preciado, que el oro a su lado no vale nada; lo mismo la plata. San Pablo también decía: "todo lo estimo basura comparado con el conocimiento de Jesucristo". S. Gregorio de Nisa: "contemplando a Cristo, cada uno se convierte en el pintor de su vida". Hay una canción del grupo Ixcis que dice: "nada vale la pena comparado con tu amor". Redescubrir la belleza de la fe: • la belleza de poder amarlo y no temerlo con todo el corazón con toda el alma con todo el ser • la belleza de sentirse amado comprendido acogido (nadie nos sentir tan bien, tan importantes) ¡somos sus hijos! • la belleza de sentirse perdonado siempre • la belleza de sentirme hermano de todos los hombres • la belleza de sentirme llamado a la comunión con toda la creación • la belleza de tenerlo dentro (el Padre Pío al final de su vida decía “Tanta gracia, tanto don, que has venido a morar en mí”) la belleza de la Eucaristía: el Beato José de Anchieta decía: “¡Oh Dios infinito¡, por nos humanado, veóos tan chiquito, que estoy espantado” • la belleza de dejarlo todo por Él. • La belleza de llamarnos a cosas mayores y no una vida de Mediocridad Superficialidad Materialista Utilitarista • Pero sobre todo, la belleza de poder ver a Dios. Déjate cautivar por la fe, irradiarás la alegría, el amor, la belleza a todos los hombres.