jueves, 24 de diciembre de 2015

NAVIDAD

Celebramos la fiesta de la Natividad del Señor. Si utilizo la expresión Navidad, nos llega a la mente un conjunto de vivencias, sonidos, olores, texturas, que no siempre corresponden con lo genuino de este acontecimiento. 
Y es así, la Navidad es todo un acontecimiento. El más universal, el más importante. Nos recuerda Benedicto XVI que “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.
Navidad hace referencia a nacimiento. Y el nacimiento puede ser el acontecimiento más importante en la vida de una persona.
Me recuerdo cuando vi el episodio “el cerebro masculino” del programa Redes. Nos decían, que en el momento del nacimiento, los padres experimentan un pico de dopamina y oxitocina, la hormona que secretamos los humanos en el enamoramiento. Tanto es así, que hasta en los hombres se reconfigura su cerebro de manera “femenina”, es decir, con un amor y ternura mayor. (sacado de Redes, el cerebro masculino minuto 9:38 http://www.rtve.es/alacarta/videos/redes/redes-20101010-2130/898672/)
He estado presente en algún nacimiento y he visto a los padres llorando ante el acontecimiento.
Algunos me han dicho es el acontecimiento “primero” en sus vidas.
Dios quiere atraernos a través de la ternura de un niño recién nacido.
Traigo a la memoria aquella canción de Gloria Estefan.
“Cuando se miran sus ojos, cuando se escucha su voz es más linda la mañana, nos alumbra más el sol.
Cuando nos brindan su risa, cuando nos dan su candor brota un manantial de agua fresquita en el corazón. Ellos son el tesoro, ellos son la alegría. Es por ellos que la vida se vuelve más dulce, se vive mejor.
Son los hijos la bendición, el milagro de nuestro amor. Nos enseñan cómo amar, cómo abrir nuestro corazón. Son los hijos la bendición, el milagro de nuestro amor. Son la esencia del hogar, un regalo de Dios.”
Así quiere Dios entrar en nuestras vidas.
Y esto es lo que pretende Dios. Este año hablamos de primerear.
Pues sí, la Navidad es la fiesta por excelencia del primereo de Dios.
Primerea en este caso porque nos regala a su Hijo: “tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo”.
El texto nos aclara: "envolvió a su hijo primogénito". Los expertos nos dicen que no se refiere solamente al primero de los hijos, sino sobre todo a una relación especial de este Hijo con el Padre.
Primerea porque nos regala la posibilidad de experimentar este acontecimiento como primero, primordial, principal. La Navidad, igual que el nacimiento de un hijo, es el tiempo para enamorarse de Dios. Para sentir unos deseos tan grandes de su amor y de amarlo, ahí chiquito.
No quiero olvidarme del año santo de la misericordia. Aunque parezca el tópico, Navidad es tiempo de misericordia. Pero lo hemos visto en los textos en estos días preparándonos. Cuando contemplábamos el nacimiento de Juan el Bautista, decía el texto que Dios había tenido una gran misericordia con ellos.
Pues sí, la Navidad es la fiesta de la misericordia de Dios. En el qué, en el cómo, en el dónde, y a lo largo.
En el qué: Porque ha venido a la Tierra para salvarnos, amar nuestro barro, cargar con nuestro pecado (logo de la misericordia).
En el cómo: porque no había sitio en la posada y “alguien tuvo misericordia” y les ofreció un establo. Nació en el silencio, en la noche (lo solemos celebrar así). Por otro lado, tampoco hay natación del día ni del año exacta. De manera que todo nos habla de encarnación en pobreza de opciones.
En el dónde: Aunque nació en la ciudad de David, pero a las afueras, en las grutas, o establo, como ya dije, porque nació de una familia pobre, que vivía en un pueblo pobre como Nazaret y en una nación dominada como Israel. Aún así, elegidos por Dios.
Y a lo largo: porque la mano de Dios estaba con ellos. Con ello quiero decir, que el Señor tuvo misericordia de ellos al anunciarle de la persecución de Herodes.
Por todo ello, disfrutemos del primereo de la misericordia de Dios.
Que ese amor de Dios sea “primero” y que ese amor sea como el de Él, misericordioso.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 23 DE DICIEMBRE

Lc 1,57-66: El nacimiento de Juan Bautista.
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:

- «¡No! Se va a llamar Juan.»

Le replicaron:

-«Ninguno de tus parientes se llama así.»

Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió:

«Juan es su nombre.»

Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:

- «¿Qué va a ser este niño?»

Porque la mano del Señor estaba con él.

Reflexión

Contemplamos hoy el nacimiento de Juan el Bautista. Aunque el texto no dice nada, nos imaginamos que María sigue ahí, incluso en el día de la circuncisión. Ahora es cuando Isabel necesita más cuidados y ayudas.
Y como sucedió en los demás acontecimientos de Jesús y Juan el Bautista, tienen una fina sensibilidad para captar lo extraordinario que acontece en las cosas ordinarias de cada día.
Y es que algunas veces, damos por supuesto todo, y todo lo vemos natural, pero cualquier hecho del vivir, es algo extraordinario, porque vivir es un milagro.
En este caso, Juan es fruto del milagro de Dios, y por eso dice el texto que Dios había hecho una gran misericordia. Pero también, cada vida es un milagro.
Y podemos decir más, todo lo que acontece en nuestras vidas es porque Dios ha tenido una gran misericordia con nosotros.
Y la mano del Señor está con nosotros...

martes, 22 de diciembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 22 DE DICIEMBRE

Lc 1,46-56: El Poderoso ha hecho obras grandes por mí.
En aquel tiempo, María dijo:

«Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia

- como lo había prometido a nuestros padres -

en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»

María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Reflexión

Hoy toda España está pendiente de la lotería. Todos tienen esperanza de pellizcar algo. Todos quieren ser millonarios.
Y pasa, que algunas veces, o muchas, nuestras vidas van por un camino y la voluntad de Dios va por otro...
En el evangelio de hoy sale este precioso himno que rezamos todas las tardes en las vísperas: el magnificat. 
María le da las gracias a Dios por ser pobre y humilde. Y es que los esquemas de Dios...
Y es que "derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes". No podremos celebrar Navidad mientras esto no lo entendamos y nos hagamos como María. 

lunes, 21 de diciembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 21 DE DICIEMBRE

Lc 1,39-45: ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? 
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel.

En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en grito:

-¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.

¡Dichosa tú, que has creído! porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

Reflexión

"María se puso en camino y fue aprisa a la montaña". Este fin de semana reflexionamos ampliamente sobre la visita de María a Isabel, sobre su prontitud en la respuesta...
Hoy nos resaltan el saludo de Isabel y el asombro de Isabel. Es curioso como ambas historias son paralelas. También María quedó asombrada ante el anuncio del ángel.
Isabel se queda sorprendida de la visita de su prima, María, que en este momento es la madre del Salvador.

Está sorprendida por la misericordia que ha tenido Dios de ella. Primero al quedar embarazada, y luego al ser visitada.
Esta actitud de sorpresa debería ser una de las actitudes con las cuales acercarnos al misterio de Belén. 
Contemplemos el Belén de nuestras iglesias y casas para que penetre el misterio en nuestra vida.

viernes, 18 de diciembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 18 DE DICIEMBRE

Mt 1,18-24: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo, le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados. 
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:

- «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:

«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»

Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

Reflexión

Nos encontramos con un texto, para mí, difícil de interpretar. Metámonos en la escena. José se da cuenta de que María está embarazada y decide repudiarla en secreto.
Nazaret es un pueblo pequeño. Aquí solemos decir, "pueblo chico, infierno grande". En los pueblos pequeños todo se sabe. ¿Cómo se sentiría José?, ¿y María?. Me imagino la afrenta entre los dos. Me imagino también la duda que le podría causar a José. 
El texto nos dice que José es justo. Justo es el cumple la Ley y es temeroso de Dios, justo es el que es bueno. María corre peligro de muerte si la denuncia. Y María lo sabe, sin embargo, vive confiada en Dios. José toma una decisión que la salva a ella, aunque a él lo deja mal porque la abandona.
Algunos exégetas dicen que José, lejos de dudar de María, a la que conocía bien; intuye que detrás de esto hay algo más, más bien, alguien más. Podemos sacar dos conclusiones. a) Es respetuoso y no quiere entorpecer la obra de Dios. b) Esta misión se le intuye muy grande para él.
Y entonces aparece el mensaje del ángel. Y José, como los grandes hombres de fe, se fía totalmente y sigue adelante esta misión grandiosa.
Y así pasa en los grandes hombres, hacen de lo extraordinario, algo ordinario.

jueves, 17 de diciembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 17 DE DICIEMBRE

Mt 1,1-17: Genealogía de Jesucristo, hijo de David. 
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.

Abrahán engendró a Isaac,

Isaac a Jacob,

Jacob a Judá y a sus hermanos.

Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará,

Farés a Esrón,

Esrón a Aram,

Aram a Aminadab,

Aminadab a Naasón,

Naasón a Salmón,

Salmón engendró, de Rahab, a Booz;

Booz engendró, de Rut, a Obed;

Obed a Jesé,

Jesé engendró a David, el rey.

David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón,

Salomón a Roboam,

Roboam a Abías,

Abías a Asaf,

Asaf a Josafat,

Josafat a Joram,

Joram a Ozías,

Ozías a Joatán,

Joatán a Acaz,

Acaz a Ezequías,

Ezequías engendró a Manasés,

Manasés a Amós,

Amós a Josías;

Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.

Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel,

Salatiel a Zorobabel,

Zorobabel a Abiud,

Abiud a Eliaquín,

Eliaquín a Azor,

Azor a Sadoc,

Sadoc a Aquirn,

Aquím a Eliud,

Eliud a Eleazar,

Eleazar a Matán,

Matán a Jacob;

y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce.

Reflexión
Al comienzo de la segunda etapa del Adviento, la novena a la Virgen caracterizada por las "Antífonas Oh", la Iglesia nos presenta como evangelio a la genealogía de Jesús.
Podemos decir varias cosas: 1) Dios se encarna en la historia, en una familia en concreto con una historia particular. 2) Esta historia está llena de cosas buenas y pecados, como todas las historias. 3) Dios no hace "fó" a esta historia, sino que es capaz de sacar bienes de los males. Éste es el sentido de nuestra esperanza cristiana. "Dios escribe derecho en renglones torcidos".
Nos puede servir para nuestra vida: Dios quiere venir a nosotros, y no hace "fó" a mi historia, llena de fidelidades e infidelidades, de pecados y momentos de gracia. Ésta es su misericordia. Mi historia puede ser iluminada por Él mismo. De todo se puede sacar algo bueno. 

miércoles, 16 de diciembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 16 DE DICIEMBRE

Lc 7,19-33: Anunciad a Juan lo que habéis visto y oído.
En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar al Señor:

–«¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?»

Los hombres se presentaron a Jesús y le dijeron:

–«Juan, el Bautista, nos ha mandado a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?"»

Y en aquella ocasión Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista.

Después contestó a los enviados:

–«Id a anunciar a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Y dichoso el que no se escandalice de mí.»

Reflexión

¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?
Pregunta crucial y Jesús responde con hechos. Y responde con las acciones que demuestran que es el enviado, el Mesías.
Nosotros estamos en mejor posición: Jesús ha muerto y resucitado. Sin embargo, seguimos cuestionándonos si lo seguimos a Él o a otros ídolos.

martes, 15 de diciembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 15 DE DICIEMBRE

Mt 21,28-32: Vino Juan, y los pecadores le creyeron.
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a ancianos del pueblo:

- «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." El le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor. " Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?»

Contestaron:

- «El primero.»

Jesús les dijo:

- «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.»

Reflexión

Después de tirar las mesas en el templo, Jesús les dice esta parábola. Desenmascara su hipocresía.
Igual que a nosotros. Ser cristiano es lo mismo que decir que trabajador de la viña. No existe el cristiano sin trabajar.
Algunas veces el problema es mi "yo", buscando excusas tontas, que se caen por sí mismas si escuchamos la voz de Jesús. Cuando la escuchamos, "ya estamos perdidos", porque es irresistible. Pero se puede desvanecer la resonancia de su voz, en la medida que se meten en nosotros los criterios del mundo y no buscamos en el interior.

jueves, 10 de diciembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 10 DE DICIEMBRE

Mt 11,11-15: No ha nacido uno más grande que Juan el Bautista.
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

-«Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora se hace violencia contra el reino de Dios, y gente violenta quiere arrebatárselo. Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche.»

Reflexión

Llevamos dos domingos en los que la Iglesia nos presenta la figura de Juan el Bautista, el mejor de los nacidos de mujer. 
Sin embargo hoy, Jesús parece que quisiera tirar por tierra todo lo que hemos contemplado, o meditado o aprendido, dado que es el más pequeño en el reino de los cielos.
Es como cuando dijo que es imposible salvarse a un rico, tanto como pasar un camello por el ojo de una aguja, o descubrir una aguja en un pajar...
Todas estas afirmaciones nos pueden quitar nuestra seguridad de nuestra salvación debida a nuestras obras, méritos...y sin embargo, no pesan nada...
¿Entonces?
Aquí es viene a mi mente este fragmento de la lectura de hoy: «No temas, yo mismo te auxilio.» No temas, gusanito de Jacob, oruga de Israel, yo mismo te auxilio -oráculo del Señor-, tu redentor es el Santo de Israel".
Nos salvamos por Él, y hemos pasado por Él en el bautismo. Por eso, Juan es el más pequeño en el reino de los cielos. Nos justifica, nos da peso, sólo Él: tu redentor es el Santo de Israel.
Y viene esta Navidad a eso. Celebremos y gocemos con su salvación.

viernes, 4 de diciembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 4 DE DICIEMBRE

Mt 9,27-31: Curación de dos ciegos que creen en Jesús.
En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando:

- «Ten compasión de nosotros, hijo de David.»

Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo:

- «¿Creéis que puedo hacerlo?» Contestaron:

- «Sí, Señor.»

Entonces les tocó los ojos, diciendo:

- «Que os suceda conforme a vuestra fe.»

Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente:

- «¡Cuidado con que lo sepa alguien!»

Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.

Reflexión
En este momento en el que nos preparamos para la Navidad, la iluminación de Dios, contemplamos esta escena donde se curan a los dos ciegos.
Es una escena bautismal, donde pasan de la oscuridad/tinieblas a la luz/visión.
Vemos, como en tantas escenas, que la fe y la cercanía del Señor produce la luz y la salvación.
Éste es el Mesías que nos viene, para que lo acojamos. No porque actúe según nuestros gustos e ideas, sino porque Él en sí es el Salvador.

jueves, 3 de diciembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 3 DE DICIEMBRE

Mt 7,21.24-27: El que hace la voluntad del Padre entrará en el Reino de los cielos.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

- «No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.

El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.

El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.» 

Reflexión
Hoy celebramos a San Francisco Javier, patrono de las misiones. Él se convirtió gracias a Dios y la tenacidad de su "Juan Bautista": San Ignacio de Loyola. Le decía: "¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si su vida la pierde?"
Algo parecido a lo que el evangelio nos enseña hoy, con la comparación de la edificación de la casa sobre roca y arena. San Francisco Javier era de los que edificaban sobre arena. Y ya tenía la casa edificada. Pero, en estas cosas de Dios, nunca es tarde, siempre se puede empezar. Con su ayuda, edificó sobre roca, es decir sobre Jesús. Tanto es así, que se fue a tierras desconocidas y lejanas.
Cuando uno tiene la casa edificada: por un lado, es digno de ir a otros a explicar el "truco"; y por otro, le urge hacerlo. O si no, miren estos dos fragmentos de una carta a San Ignacio: "Muchos cristianos se dejan de hacer, en estas partes, por no haber personas que en tan pías y santas cosas se ocupen". [...]«¡Cuántas ánimas dejan de ir a la gloria y van al infierno por la negligencia de ellos!»

miércoles, 2 de diciembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 2 DE DICIEMBRE

Señor cura a los enfermos. Multiplica los panes y los peces.
En aquel tiempo, Jesús, bordeando el lago de Galilea, subió al monte y se sentó en él.

Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y él los curaba.

La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria al Dios de Israel.

Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

«Me da lástima de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino.»

Los discípulos le preguntaron:

-«¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?»

Jesús les preguntó:

-«¿Cuántos panes tenéis?»

Ellos contestaron:

- «Siete y unos pocos peces.»

Él mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete cestas llenas.

Reflexión

"Me da lástima de la gente"...¿Cuántas veces nos quejamos de Dios, porque lo vemos lejano, o parece que no nos escucha?
Sin embargo, vemos a Jesús tan cercano y sufriendo con la gente: involucrándose, afectándose...como si fuera un Dios distinto.
Pero en el evangelio de ayer, veíamos como Jesús se identificaba con el Padre, de modo que su vida era un reflejo del corazón, pensamientos y sentimientos del Padre.
Nos puede resultar extraño el pensamiento de que Dios sufra con nosotros; parece casi una herejía, un círculo cuadrado y es la realidad manifestada en Jesús.
¡Qué bien! Ya Dios es cercano a mi vida y mi sufrimiento, ya no estoy solo, ya puedo sentir alguien en quien apoyarme o desplomarme.

martes, 1 de diciembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 1 DE DICIEMBRE

Lc 10,21-24: Jesús, lleno de la alegría del Espíritu Santo.
En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús:

- «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.»

Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:

- «¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.»

Reflexión

Jesús va camino de Galilea a Jerusalén. Estamos en la etapa final. Se dirige a la muerte. Sin embargo, hoy nos muestra el motivo de su alegría. El pasaje inmediatamente anterior, los discípulos fueron enviados a predicar y expulsar demonios y se alegraron del éxito. Al final, Jesús les corrige para que su alegría no se fundamente en ello, sino en que sus nombres están inscritos en el cielo.
La alegría de Jesús es la manifestación del cumplimiento de su misión: el evangelio ha sido revelado a los pequeños, justo lo mismo que en su unción; "...y a los pobres se les predica la buena noticia".
Pero quizá, nuestra alegría no coincide con la del Maestro. Quizá tenemos alegría como la de los discípulos.
Para ello es necesario que nos hagamos sencillos y humildes...y entonces sí se nos revelará todo y si nos alegraremos de verdad.
Y por último les enunció otra bienaventuranza: "dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis...". Dichosos porque le ven, dichosos porque le oyen, dichosos porque le siguen. Igualmente nosotros, aún habiendo pasado 2000 años, somos dichosos si le vemos, oímos y seguimos; porque muchos desean ver, oír y seguir; pero buscan de otra manera, y no son sencillos y humildes.

lunes, 30 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 30 DE NOVIEMBRE

Mt 4,18-22: Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: -«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Reflexión

Llama la atención la inmediatez de la respuesta. Y contrasta con la lentitud de nuestra respuesta...
Muchos autores espirituales hablan de la mirada de Jesús. Tenía que ser irresistible...Tanto es así que dejaron todo, incluso a su familia.
Aquello de Jeremías: "me seduciste, Señor y me dejé seducir".
Sería bueno en este día de San Andrés, refrescáramos las llamadas que el Señor nos hace y en el silencio del corazón, sintiéramos su voz y su mirada.
Con el permiso, les añado a continuación, la catequesis de Benedicto XVI sobre San Andrés.
Lo primero que impresiona en Andrés es el nombre: no es hebreo, como uno se esperaría, sino griego, signo indicativo de una cierta apertura cultural de su familia. Nos encontramos en Galilea, donde el idioma y la cultura griega están bastante presentes. En las listas de los doce, Andrés se encuentra en segundo lugar, en Mateo (10,1-4) y en Lucas (6,13-16), o en el cuarto lugar, en Marcos (3,13-18) y en los Hechos de los Apóstoles (1,13-14). En todo caso, sin duda tenía un gran prestigio dentro de las primeras comunidades cristianas.

El lazo de sangre entre Pedro y Andrés, así como la llamada común que les dirigió Jesús, son mencionados expresamente en los Evangelios. Puede leerse: «Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. Entonces les dijo: "Seguidme, y yo os haré pescadores de hombres"» (Mateo 4,18-19; Marcos 1,16-17). Por el cuarto Evangelio sabemos otro detalle importante: en un primer momento, Andrés era discípulo de Juan Bautista; y esto nos muestra que era un hombre que buscaba, que compartía la esperanza de Israel, que quería conocer más de cerca la palabra del Señor, la presencia del Señor. Era verdaderamente un hombre de fe y de esperanza; y un día escuchó que Juan Bautista proclamaba a Jesús como «el cordero de Dios» (Juan 1, 36); entonces, se movió, y junto a otro discípulo, cuyo nombre no es mencionado, siguió a Jesús, quien que era llamado por Juan «cordero de Dios». El evangelista refiere: «vieron donde vivía y se quedaron con él» (Juan 1, 37-39). Andrés, por tanto, disfrutó de momentos de intimidad con Jesús. La narración continúa con una observación significativa: «Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías", que traducido significa Cristo», y le condujo hacia Jesús (Juan 1,40-43), demostrando inmediatamente un espíritu apostólico fuera de lo común. Andrés, por tanto, fue el primer apóstol que recibió la llamada y siguió a Jesús. Por este motivo la liturgia de la Iglesia bizantina le honra con el apelativo de «Protóklitos», que significa el «primer llamado». Por la relación fraterna entre Pedro y Andrés, la Iglesia de Roma y la Iglesia de Constantinopla se sienten de manera especial como Iglesias hermanas entre sí. Para subrayar esta relación, mi predecesor, el Papa Pablo VI, en 1964, restituyó la insigne reliquia de san Andrés, hasta entonces custodiada en la Basílica vaticana, al obispo metropolita ortodoxo de la ciudad de Patrás, en Grecia, donde según la tradición, el apóstol fue crucificado.

Las tradiciones evangélicas mencionan particularmente el nombre de Andrés en otras tres ocasiones, permitiéndonos conocer algo más de este hombre. La primera es la de la multiplicación de los panes en Galilea. En aquella ocasión, Andrés indicó a Jesús la presencia de un muchacho que tenía cinco panes de cebada y dos peces: muy poco --constató-- para toda la gente que se había congregado en aquel lugar (Cf. Juan 6, 8-9). Vale la pena subrayar el realismo de Andrés: había visto al muchacho, es decir, ya le había planteado la pregunta: «Pero, ¿qué es esto para toda esta gente?» (ibídem) y se dio cuenta de la falta de recursos. Jesús, sin embargo, supo hacer que fueran suficientes para la multitud de personas que habían ido a escucharle. 

La segunda ocasión fue en Jerusalén. Saliendo de la ciudad, un discípulo le mostró el espectáculo de los poderosos muros que sostenían el Templo. La respuesta del Maestro fue sorprendente: dijo que de esos muros no quedaría piedra sobre piedra. Entonces Andrés, junto a Pedro, Santiago y Juan, le preguntó: «Dinos cuándo sucederá esto y cuál será la señal de que ya están por cumplirse todas estas cosas» (Marcos 13,1-4). Como respuesta a esta pregunta, Jesús pronunció un importante discurso sobre la destrucción de Jerusalén y sobre el final del mundo, invitando a sus discípulos a leer con atención los signos del templo y a mantener siempre una actitud vigilante. De este episodio podemos deducir que no tenemos que tener miedo de plantear preguntas a Jesús, pero al mismo tiempo, tenemos que estar dispuestos a acoger las enseñanzas incluso sorprendentes y difíciles que Él nos ofrece.  

En los Evangelios se registra, por último, una tercera iniciativa de Andrés. El escenario sigue siendo Jerusalén, poco antes de la Pasión. Con motivo de la fiesta de la Pascua, narra Juan, habían venido a la ciudad santa algunos griegos, quizá prosélitos o temerosos de Dios, para adorar al Dios de Israel en la fiesta de Pascua. Andrés y Felipe, los dos apóstoles con nombres griegos, hacen de intérpretes y mediadores de este pequeño grupo de griegos ante Jesús. La respuesta del Señor a su pregunta parece enigmática, como sucede con frecuencia en el Evangelio de Juan, pero precisamente de este modo se revela llena de significado. Jesús dice a sus discípulos y, por su mediación, al mundo griego: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trino no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere da mucho fruto» (Juan 12, 23-24). ¿Qué significan estas palabras en este contexto? Jesús quiere decir: sí, mi encuentro con los griegos tendrá lugar, pero el mío no será un coloquio sencillo y breve con algunas personas, llevadas sobre todo por la curiosidad. Con mi muerte, comparable a la caída en la tierra de un grano de trigo, llegará la hora de mi glorificación. De mi muerte en la cruz surgirá la gran fecundidad: el «grano de trigo muerto» --símbolo de mi crucifixión-- se convertirá, en la resurrección, en pan de vida para el mundo: será luz para los pueblos y las culturas. Sí, el encuentro con el alma griega, con el mundo griego, tendrá lugar en esa profundidad a la que hace referencia el grano de trigo que atrae hacia sí las fuerzas de la tierra y del cielo y se convierte en pan. En otras palabras, Jesús profetiza la Iglesia de los griegos, la Iglesia de los paganos, la Iglesia del mundo como fruto de su Pascua.

Tradiciones muy antiguas consideran que Andrés, quien transmitió a los griegos estas palabras, no sólo es el intérprete de algunos griegos en el encuentro con Cristo que acabamos de recordar, sino que es considerado como el apóstol de los griegos en los años que siguieron a Pentecostés; nos dicen que en el resto de su vida fue el anunciador y el intérprete de Jesús para el mundo griego. Pedro, su hermano, llegó a Roma desde Jerusalén, pasando por Antioquía, para ejercer su misión universal; Andrés, por el contrario, fue el apóstol del mundo griego: de este modo, tanto en la vida como en la muerte, se presentan como auténticos hermanos, una fraternidad que se expresa simbólicamente en la relación especial de las sedes de Roma y de Constantinopla, Iglesias verdaderamente hermanas.

Una tradición sucesiva, como decía, narra la muerte de Andrés en Patras, donde también él sufrió el suplicio de la crucifixión. Ahora bien, en aquel momento supremo, como su hermano Pedro, pidió ser colocado en una cruz diferente a la de Jesús. En su caso, se trató de una cruz en forma de equis, es decir, con los dos maderos cruzados diagonalmente, que por este motivo es llamada «cruz de san Andrés». Esto es lo que habría dicho en aquella ocasión, según una antigua narración (inicios del siglo VI), titulada «Pasión de Andrés»: «Salve, oh Cruz, inaugurada por medio del cuerpo de Cristo, que te has convertido en adorno de sus miembros, como si fueran perlas preciosas. Antes de que el Señor subiera sobre ti, provocabas un temor terreno. Sin embargo, ahora, dotada de un amor celeste, te has convertido en un don. Los creyentes saben cuánta alegría posees, cuántos regalos deparas. Confiado, por tanto, y lleno de alegría, vengo para que tú también me recibas exultante como discípulo de quien fue colgado de ti... Cruz bienaventurada, que recibiste la majestad y la belleza de los miembros del Señor..., tómame y llévame lejos de los hombres y entrégame a mi Maestro para que a través de ti me reciba quien por medio de ti me ha redimido. ¡Salve, oh Cruz, sí, verdaderamente, salve!». Como podemos ver, nos encontramos ante una espiritualidad cristiana sumamente profunda, que ve en la Cruz, más que un instrumento de tortura, el medio incomparable de una asimilación plena con el Redentor, con el Grano de trigo caído en la tierra. Tenemos que aprender una lección muy importante: nuestras cruces alcanzan valor si son consideradas y acogidas como parte de la cruz de Cristo, si son tocadas por el reflejo de su luz. Sólo por esa Cruz también nuestros sufrimientos quedan ennoblecidos y alcanzan su verdadero sentido.

Que el apóstol Andrés nos enseñe a seguir a Jesús con prontitud (Cf. Mateo 4, 20; Marcos 1, 18), a hablar con entusiasmo de Él a todos aquellos con los que nos encontramos, y sobre todo a cultivar con Él una relación de auténtica familiaridad, conscientes de que sólo en Él podemos encontrar el sentido último de nuestra vida y de nuestra muerte.

viernes, 27 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 27 DE NOVIEMBRE

estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios.
En aquel tiempo, puso Jesús una comparación a sus discípulos:

-Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que la primavera está cerca.

Pues cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.

Os aseguro que antes que pase esta generación, todo eso se cumplirá.

El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.

Reflexión

Es la misma temática y la misma intención: que los discípulos estén preparados para la hora de la prueba y no dejen de desconfiar en Dios.
Y hoy nos pone la comparación de la higuera. Tan clara para ella y para nosotros. Igual que existe la sucesión de noche-día, verano-invierno; así será también su vida porque Dios está con ellos. 
El mal, la muerte...no tendrán la última palabra. Siempre es posible la esperanza, siempre es posible empezar de nuevo, renacer.
Y esta sucesión de acontecimientos (la higuera), es común en la naturaleza. Que también nos acostumbremos a tener esperanza en nuestra vida.

jueves, 26 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 26 DE NOVIEMBRE

Lc 21,20-28: Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción.

Entonces los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito.

¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días!

Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo.

Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora.

Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas,

y en la tierra angustia de las gentes,

enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje.

Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad,

ante lo que se le viene encima al mundo,

pues las potencias del cielo temblarán.

Entonces verán al Hijo del Hombre

venir en una nube,

con gran poder y gloria.

Cuando empiece a suceder esto,

levantaos, alzad la cabeza;

se acerca vuestra liberación.

Reflexión
Este evangelio pertenece al género llamado apocalíptico, que significa "revelación", nos habla en unos términos que nos producen miedo y espanto. Es su forma característica escrita, igual que el libro de Daniel, que leemos como primer lectura.
Tanto el pasaje del evangelio, como el mencionado libro de Daniel, son escritos en medio de la persecución, con un futuro incierto y gris para los habitantes de aquel entonces.
Pretende alentarnos en que Dios sigue caminando con su pueblo y que esa destrucción no será definitiva.
Estos textos han mantenido la esperanza y la tensión a muchas generaciones de cristianos perseguidos a lo largo de los siglos.
Igualmente nosotros no podemos perder de vista cuál es nuestra esperanza, "se acerca vuestra liberación", la del Dios que no nos abandona y camina con nosotros en todos los momentos de la vida.
Por tanto, estos textos vienen siendo un recordatorio de la acción y el cuidado de Dios con nosotros. Habrá destrucción, pero no será definitiva y no será más de lo que Dios permita. Por ello, podemos estar tranquilos y esperanzados.

martes, 24 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 24 DE NOVIEMBRE

Lc 21,5-11: No quedará piedra sobre piedra.
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo:

-Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.

Ellos le preguntaron:

-Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?

El contestó:

-Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usando mí nombre, diciendo: «Yo soy», o bien «el momento está cerca»; no vayáis tras ellos.

Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.

Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá enseguida.

Luego les dijo:

-Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.

Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
Reflexión

Cuando leí este evangelio, enseguida me acordé de la impresión que le produjo a San Francisco de Borja, cuando vio el cadáver de la emperatriz Isabel de Portugal, todo descompuesto y prometió que no se enamoraría de nada que se pudiera corromper y desde ese momento prometió sólo servir al Señor.
Lo tenía muy fresco en la memoria porque, precisamente anoche, en la serie de TV "Carlos, rey emperador", apareció esa escena.
Algo parecido es lo que Jesús quiere hoy que comprendamos. El templo de Jerusalén, una de las 7 maravillas del mundo, también fue destruido. Sin embargo, Él siempre permanece.
Asentemos nuestra vida sólo en Él.

viernes, 20 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 20 DE NOVIEMBRE

Lc 19,45-48: Habéis convertido la casa de Dios en una cueva de bandidos.
En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:

-Escrito está: «Mi casa es casa de oración»; pero vosotros la habéis convertido en una «cueva de bandidos».

Todos los días enseñaba en el templo.

Los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.

Reflexión

Es un gesto profético el de Jesús, echar del templo a los vendedores. Nos hace entender que comienza un tiempo nuevo. Se había profanado el templo y se había perdido su sentido con las ventas e intercambios para las ofrendas.
Era algo que muchos podían darse cuenta pero nadie fue capaz de hacer algo. Sólo Jesús, con esa autoridad que tiene dada por el Padre, puede hacerlo.
Vayamos a nuestra realidad. Nuestros templos, ¿son lugares de oración? Algunas veces, no propiciamos la oración en el templo. El Papa también nos habla de que estén las iglesias con las puertas abiertas para que puedan acudir en cualquier momento a orar.
Pensemos ahora en el templo del Espíritu Santo que somos nosotros. ¿Es casa de oración?. ¿Podemos decir que Dios esté a gusto en nosotros? ¿O somos una cueva de bandidos? Muchas veces cuidamos nuestro cuerpo, nuestra salud, nuestra mente; pero algunas veces descuidamos nuestra interioridad, nuestra alma. ¿Cuánto dedicamos al día a orar con Dios?. Si ponemos en una balanza, por lo menos en mi caso, a Dios le dedico poquito. Sin embargo, a otras cosas...
Otro detalle, Jesús dice "mi casa". Me imagino esa expresión con el posesivo referido a mi. Soy "su casa", soy su propiedad, consagrado a Él por el bautismo.

jueves, 19 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 19 DE NOVIEMBRE

Lc 19,41-44: ¡Si comprendieras lo que conduce a la paz!
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando:

-¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz!

Pero no: está escondido a tus ojos.

Legará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra.

Porque no reconociste el momento de mi venida.

Reflexión

-¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Este lamento de Jesús todavía es actual, como todo el evangelio. 
Todavía no hemos asumido del todo que lo que conduce a la paz es principalmente el amor. Que el amor es la fuerza más poderosa del Universo y sólo con amor podremos vencer la espiral de odio, violencia.
Ya en el año 1963, el Papa Juan XXIII en la encíclica Pacem in Terris, fundaba la paz en la verdad, la justicia, el amor y la libertad. Principios todavía vigentes hoy y por estrenar.
Podemos llevar estos principios para la paz mundial, pero también en mi vida cotidiana. Todos queremos la paz, vivir en paz; pero quizás, muchas veces no estamos dispuestos a transitar los caminos del amor, de la justicia, de la verdad y la libertad.
El Señor se lamenta porque aunque sea en este día comprendiéramos lo que conduce a la paz. Pidámoselo ardientemente al Señor para que nos abra el entendimiento.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 18 DE NOVIEMBRE

el banco?
En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro:

Dijo, pues:

-Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después.

Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles:

-Negociad mientras vuelvo.

Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras de él una embajada para informar: «No queremos que él sea nuestro rey».

Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.

El primero se presentó y dijo:

-Señor, tu onza ha producido diez.

El le contestó:

-Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades.

El segundo llegó y dijo:

-Tu onza, señor, ha producido cinco.

A ése le dijo también:

-Pues toma tú el mando de cinco ciudades.

El otro llegó y dijo:

-Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras.

El le contestó:

-Por tu boca te condeno, empleado holgazán.

¿Con que sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro?

Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco?

Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses.

Entonces dijo a los presentes:

-Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez.

Le replicaron:

-Señor, si ya tiene diez onzas.

-Os digo: Al que tiene se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene.

Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia.

Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

 Reflexión

En el evangelio de hoy, vemos como Jesús nos pone esta parábola sobre la responsabilidad de los empleados de este patrón.
Claramente esta dirigido a nosotros, que muchas veces miramos para otro lado, como si no fuera con nosotros.
El Señor nos ha constituido en apóstoles por nuestro bautismo y nos ha regalado su gracia, para que la transmitamos y hagamos de este mundo un lugar más habitable, más humano. No nos exige el fruto del trabajo, sino la entrega. Teresa de Calcuta decía que el Señor no nos pide el éxito, sino el trabajo.
No podemos rehuir de nuestra responsabilidad. El tiempo es oro y no hay que perderlo.
No tengamos miedo porque Él va con nosotros.


martes, 17 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DE 17 DE NOVIEMBRE

Lc 19,1-10: El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.

Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:

-Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.

El bajó en seguida, y lo recibió muy contento.

Al ver ésto, todos murmuraban diciendo:

-Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.

Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor:

-Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.

Jesús le contestó:

-Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán.

Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

Reflexión

Quisiera fijarme solamente en una expresión. El texto de Zaqueo es bien conocido y meditado.
Me llama la atención que "todos murmuraban". Ya no solamente murmuraban los fariseos, los letrados o escribas, sino también los mismos discípulos.
Los mismos que estaban con él, pero sin embargo, no lograban entender hasta donde llega la "misericordia de Dios". Y pienso que también a nosotros nos escandaliza hasta donde llega la misericordia de Dios. La hemos domesticado, de manera que la hemos aligerado y nuestra misericordia es "light", sin embargo, la de Dios llega hasta el final.

lunes, 16 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 16 DE NOVIEMBRE

¿Qué quieres que haga por tí? Señor, que vea otra vez.
En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna.

Al oír que pasaba ente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron:

-Pasa Jesús Nazareno.

Entonces gritó:

-¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!

Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte:

-¡Hijo de David, ten compasión de mí!

Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.

Cuando estuvo cerca, le preguntó:

-¿Qué quieres que haga por ti?

El dijo:

-Señor, que vea otra vez.

Jesús le contestó:

-Recobra la vista, tu fe te ha curado.

Enseguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios.

Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.

Reflexión 

¿Qué quieres que haga por ti? Esa es la pregunta fundamental que me hace Jesús a mi.
¿Qué es lo que me preocupa?
¿Qué es lo que me angustia?
¿Qué es lo que necesito?
¿Qué es lo que deseo?
Aunque el ciego le haya respondido por la vista y Jesús le haya curado, Él remarca que su fe le curó.
Jesús ha transformado la petición de una curación en una confesión de fe: incluso después daba gloria a Dios.
Este fin de semana decíamos que lo más terrible en una persona es haber perdido la confianza en Dios.
Es decir, detrás de mis peticiones a Dios puede haber o no una confesión de fe. Si la hay, estamos salvados; si no, estamos perdidos.