lunes, 31 de octubre de 2022

HOMILÍA EN LA CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS

  Ayer hablábamos de alegría, de plenitud, de santidad. 

Hoy no quiero hablar de tristeza (pensando en nosotros), quiero hablar de esperanza (pensando en ellos). Hace falta mayor empatía con los finados.


Tradicionalmente recordamos a los seres queridos pensando sólo en mi: los que perdí, los que ya no tengo, las sillas vacías en las navidades, las veces que querría hablar tantas cosas con ellos.


¿Por qué nos martirizamos de esa manera?

¿Por qué seguimos rascando la herida?

¿Acaso nos gusta el dolor?

¿Por que no pensamos de otra manera?


Podríamos pensar dese el punto de vista de ellos. EL PURGATORIO NO ES LUGAR DE TRISTEZA, SINO DE ESPERANZA. No es un lugar donde las llamas les queman…(como vemos en tantos cuadros), ni tampoco es el infierno. 

La Iglesia nos recuerda que esperan de lleno la inmortalidad.

Ellos están en paz. 

Están en la antesala.

Ya vislumbran la luz.

Ya pueden oler los aromas del cielo.

Ya están próximos.

Es la esperanza en su máximo exponente. 


Llenémonos de esperanza. Un día nos veremos de nuevo en la eternidad. Dios lo ha prometido. “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. Por tanto, el único requisito para no salvarme es no querer. Porque no nos salvamos nosotros, nos salva Él.


Repito, llenémonos de esperanza. 

HOMILÍA EN LA FIESTA DE TODOS LOS SANTOS

 “Alegraos y regocijaos dice Jesús a los que son perseguidos o humillados por su causa” GE 1

Celebramos la santidad de una cantidad ingente de testigos. La santidad es la alegría.

Dejarnos alegrar por el Señor.

Dejarnos transformar por él.

Durante mucho tiempo hemos identificado la santidad como un alejamiento del mundo y sus valores. Como una castración en todos los niveles: de alegrías, de sentimientos, de opciones…


Más bien, todo lo contrario, Los Santos son los que han vivido la vida en plenitud.

Por lo general, una vida en plenitud la consideramos llena de regalos, de viajes, de oportunidades, de ocio, de tiempo para mi, de dinero para gastar, en definitiva, el culto al yo…

El Papa en el mismo número 1 de la Gaudete Etxsultate, que recomiendo leer encarecidamente, sobre la santidad nos dice, una frase que tengo enmarcada. “El nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada.”

El quiere de sus hijos algo más. Que sean felices, que tengan una vida plena. Ni marcada por las modas, ni por el viento, sino sobre aquello que nos hace mejores, más plenos, más llenos y realizados.

Esta plenitud la identificamos principalmente con la entrega, con el amor. 


Tres aspectos que debería tener el santo del s. XXI.


Sinodalidad. La pandemia, el volcán nos ha enseñado a descubrir las interconexiones que tenemos entre todos y la necesidad que tenemos unos de otros. Ya, como cristianos no podemos caminar al margen unos de otros. Cada uno tiene que discernir su vida ante Dios, pero no estamos llamados a caminar solos. La sinodalidad implica no imponer, escuchar, dejarme interpelar por él, estar abierto al otro, adaptarme a su ritmo. Es un camino que no hemos transitado mucho y tenemos que aprender. El santo del s. XXI, es un santo sinodal.


Misericordia: Hace varios años, aprendimos en el jubileo que el Papa nos ofreció. No hay santo sin misericordia, no hay santo que no sea misericordioso, dado que Dios es misericordioso. Por ello, los “santurrones”, que rezan mucho, que tienen un pie más cerca del cielo que de la tierra (en expresión de aquí), y no tienen en cuenta al otro más necesitado, NO SON SANTOS.


Alegría: El Papa nos dijo en la brújula de la Iglesia, Evangeli Gaudium, que quiere una nueva evangelización marcada por la alegría. Alegría porque me siento querido por Dios, que es la clave de la alegría. Esto me hace sentirme pleno/a.

jueves, 27 de octubre de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 28 DE OCTUBRE DE 2022

Lc 6,12-19: Escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles.


En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios.

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Después de bajar con ellos, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.

Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.



Jesús antes de elegir a los apóstoles, se pasó la noche orando. Era una elección importante, y necesitaba tener clara la elección del Padre. Por eso, su oración fue más intensa y durante más tiempo.


La oración puede tener diversos fines: el más importante es la unión con Dios, la amistad con Él.


Pero también la oración es una fortaleza para la persona que tiene que hacer una opción importante en la vida. 

Algunas veces, nuestras oración son pobres, sin sustancia, consistencia y nuestras opciones no somos capaces de llevarlas a cabo. Sucumbimos en la primeras de cambio. 


También la oración es el medio privilegiado para conocer la voluntad de Dios, para discernirla. 


Por último, la oración puede ser el momento también de descanso en Él. Para renovar las fuerzas, volver a orientarme en el camino de Dios, etc. 


Pensemos, cuanto mayor es la necesidad, mayor debe ser mi oración: mayor en deseo, en intensidad y en tiempo. Hay circunstancias o motivos que necesitan o merecen de una oración mayor. 

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 27 DE OCTUBRE DE 2022

Lc 13,31-35: No cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén.


En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle:

-«Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.»

Él contestó:

-«ld a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término." Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor."»



Ante la afirmación del fariseo “que intenta ayudar a Jesús”, éste da a entender que sabe el destino que va a tener. Y ante el destino de muerte cruenta que va a tener, reafirma su voluntad de cumplir la del Padre, es decir, reafirma su fidelidad al Padre. No se echa para atrás sino que se lanza en confianza infinita al Padre.


Y añade: “no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén”. Y lanza una profecía sobre la ciudad. Es la ciudad santa, la ciudad de la paz, la ciudad celestial, pero la ciudad que todavía no ha acogido a Dios, su Palabra. Esto es lo paradójico. La ciudad santa es la que menos ha acogido la Palabra de Dios, sin embargo, es la ciudad donde más se ha anunciado ésta. Pero es la ciudad sorda ante la Palabra, por ello tiene su ruina. 


Y en el culmen de la paradoja, en esta ciudad mueren los profetas…y Jesús morirá fuera de estos muros. 

Esta ciudad es también comparable a la Iglesia (los cristianos). La Iglesia es la ciudad de la paz, de la Palabra de Dios. Sin embargo, a pesar de todo, hay rivalidades, peleas, competencias, celos, etc y se apedrean y se echan fuera de la ciudad/Iglesia todavía hoy a tantos profetas que no concuerdan con lo “políticamente correcto”. 


Sin embargo, no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. Pensemos a quienes hemos “echado”  porque no piensa igual que nosotros.   Y Jesús nos advierte: “vuestra casa se os quedará vacía” si no queremos dejarnos reunir por él. 


En definitiva, luchemos por que nuestra Jerusalén sea de verdad, la casa del pan, de la paz. 

martes, 25 de octubre de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 26 DE OCTUBRE DE 2022

  Lc 13,22-30: Vendrán de Oriente y Occidente y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.


En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.

Uno le preguntó:

-Señor, ¿serán pocos los que se salven?

Jesús les dijo:

-Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: «Señor, ábrenos» y él os replicará: «No sé quiénes sois». Entonces comenzaréis a decir: «Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas». Pero él os replicará: «No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados».

Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios.

Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.


Jesús aprovecha cualquier ocasión para ponerles contra la verdad. Ante la pregunta de si serán pocos los que se salven, Jesús responde de manera sorprendente: el Reino para todos tiene una puerta estrecha. 


Algunas veces, resulta incomprensible las comparaciones y las simbologías del evangelio. Esa puerta por la que muchos intentarán entrar y no podrán son los que quieren entrar por la puerta de sus vidas, de sus merecimientos, de sus ganancias. El Reino de los cielos no se gana, sino que se acoge. Por ello es una puerta estrecha, porque nos cuesta acoger, es salir de nuestra zona de confort. Decíamos el fin de semana que contemplábamos el evangelio, que la puerta estrecha es entrar por Jesús. Sin embargo, vendrán de lejos y se sentarán en la mesa del cielo. Se salvarán sólo los que entren por la puerta que es Jesús.

lunes, 24 de octubre de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 25 DE OCTUBRE DE 2022

 Lc 13,18-21: El grano creció y se hizo un árbol.


En aquel tiempo, decía Jesús:

«¿A qué es semejante el reino de Dios o a qué lo compararé?

Es semejante a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; creció, se hizo un árbol y los pájaros del cielo anidaron en sus ramas».

Y dijo de nuevo:

«¿A qué compararé el reino de Dios?

Es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, hasta que todo fermentó».


Nos tocan hoy dos pequeñas parábolas sobre el Reino de Dios. La primera, sobre el grano de mostaza. En este caso, Lucas es más escueto que los otros sinópticos en la descripción del grano. Ese grano creció y se hizo un árbol, hasta que los pájaros anidan en sus ramas. 


Es una parábola para confiar. Porque la semilla sembrada germina. Nos invita a confiar en Dios, en su Palabra. Tenemos que confiar que hay crecimiento, que no lo vemos, pero que en determinado momento, se nota. Sólo tenemos que plantar, es decir, poner en contacto con la Palabra de Dios, con Dios mismo. 


Es tan potente que es capaz de hacer fermentar hasta en tres medidas de harina. 

Ahora lo que nos tenemos que plantear es ¿si nuestra espiritualidad nos lleva al Reino?. ¿O sólo nos lleva a nosotros?.

Si no me quedo para mi la fuerza del evangelio, ella es capaz de fermentar la masa, es capaz de ir cambiando el mundo a base de ir cambiando los corazones de las personas con las que tengo relación. 


Confiemos en que ello pasa. 

domingo, 23 de octubre de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 24 DE OCTUBRE DE 2O22

  Lc 13,10-17: A ésta, que es hija de Abrahán, ¿no había que soltarla en sábado?


Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga.

Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar.

Al verla, Jesús la llamó y le dijo:

-Mujer, quedas libre de tu enfermedad.

Le impuso las manos, y enseguida se puso derecha.

Y glorificaba a Dios.

Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente:

-Seis días tenéis para trabajar: venid esos días a que os curen, y no los sábados.

Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo:

-Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro, y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado?

Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?

A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.


Como en tantas disputas que tiene Jesús con los fariseos, escribas, y jefes de las sinagogas está en juego el cumplimiento de la voluntad De Dios. Todas estas instituciones hacían coincidir la voluntad de Dios con la ley escrita. Y es lo lógico. Pero se olvidaban la orientación de la ley: liberar al hombre y no esclavizarlo más. Por ello, el mejor día para soltar a esa mujer es el sábado. 


Ahí está la paradoja, el sábado que tiene que significar la liberación del trabajo para el culto a Dios, para darle gracias a Dios, sin embargo se prohíbe que pueda ser curada.


Tenemos que recuperar el aspecto sanador y liberador del encuentro con Dios, y dejar a un lado la exigencia del cumplimiento. Dios es el sanador y liberador por excelencia. El encuentro con Dios es liberador.


Que mal lo hacemos cuando el mensaje que dejamos en los otros es un mensaje de exigencia que pueda alienarnos. Es como vestir un santo para desvestir otro. 


Dejémonos soltar por Jesús, liberar por Él, y seamos agentes de liberación en los otros. 

jueves, 20 de octubre de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 21 DE OCTUBRE DE 2022

  Lc 12,54-59: Si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?


En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: –Cuando veis subir una nube por el poniente, decís enseguida: «Chaparrón tenemos», y así sucede. Cuando sopla el sur decís: «Va a hacer bochorno», y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo. 


Saber interpretar los "signos de los tiempos", es una de las razones por las cuales Juan XXIII convocó el Concilio Vaticano II. La expresión "signos de los tiempos", me invita al agradecimiento, a la prudencia, a la contemplación y al discernimiento. Al agradecimiento porque esta expresión denota la actuación permanente de Dios en la historia.


La mano de Dios no deja de guiar los caminos de la historia, de manera que todo quede referido a Cristo. Muchas veces, no conseguimos descubrir esa "mano providente", en nuestras situaciones y en la historia en general. Entonces podríamos pasar de hablar de la historia a la expresión "historia de la salvación".


Darnos cuenta que muchas cosas suceden por y para "algo" A la prudencia y al discernimiento, para no leer los acontecimientos a la ligera, sino intentar desentrañar los hilos con la prudencia como uno de los dones del Espíritu Santo y el discernimiento como camino de escrutar la voluntad de Dios.


A la contemplación para poder disfrutar de lleno de esta vida, estos acontecimientos como un "kairós" (gracia), que el Señor nos ha regalado y así entregarnos de lleno a la transformación de la realidad. Hoy en día hacen falta profetas que sepan guiarnos por los signos de los tiempos. Personas que se sientan enviados de Dios y que nos alienten en la esperanza...

miércoles, 19 de octubre de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 20 DE OCTUBRE DE 2022

  Lc 12,49-53: No he venido a traer paz, sino división.


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

–He venido a prender fuego en el mundo: ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla!

¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división.

En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.


¡Qué ánimos nos das Jesús que nos vienes a traer división y no paz!


En primer lugar, en el evangelio Él nos aclara que la paz que viene a traer es distinta de la del mundo, por lo que no debemos comparar.


En segundo lugar, la división hace referencia a la no posibilidad de tener medias tintas, dobles verdades, dos caras ante Jesús. Ante Jesús hay dos posibilidades: lo aceptas o lo niegas. En Él no caben las ambigüedades. El que lo acepta a medias, no lo acepta. Se ama o no se ama. 


En tercer lugar, Jesús ha venido a traer movimiento a la tierra. No un espíritu de cobardía, de pasividad sino de valentía y movimiento. Ha venido a traer pasión. Todo ésto es lo que trae consigo el amor: movimiento, pasión, etc.


Pidámosle a Jesús que nos queme por dentro.

martes, 18 de octubre de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 19 DE OCTUBRE DE 2022

  Lc 12,39-48: Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará.


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.

Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Pedro le dijo:

«Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».

Y el Señor dijo:

«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?

Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.

Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.

El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.

Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».


Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá. Como tantas veces, las expresiones de Jesús en nuestras traducciones no expresan del todo el espíritu de lo que quiere decir. Nosotros lo entendemos como una exigencia grande. Puedo entenderlo como las ayudas que da el gobierno que luego hay que declararlas a hacienda. Y ésto desdice del Jesús misericordioso que vamos conociendo más. 


Por otro lado, nunca quiero decir que todo valga, que da lo mismo todo. Pero entre una exigencia que nos pueda asfixiar y todo jauja, hay un término medio en el que creo que se mueve Jesús.


Yo creo entender, que nos está advirtiendo que los dones son para ponerlos al servicio DE LA MISIÓN.  No son para uno. Son para el crecimiento de la comunidad, que siempre está en camino y en salida.


Lo contrario provoca dos enfermedades: la autorreferencialidad y según el Papa lo que da es la muerte de la comunidad. Lo segundo es el orgullo que nos puede provocar, y ésta también es la muerte de todo lo que Dios pudiera hacer en nosotros. 


Por ello, no te asfixies por producir, sino por entregarte. Dios (como diría Santa Teresa de Calcula), no te pide el éxito sino el trabajo. 



lunes, 17 de octubre de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 18 DE OCTUBRE DE 2022

  Lc 10,1-9: La mies es abundante y los obreros pocos.


En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: 

«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. 

¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino. 

Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. 

Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa. 

Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: "El reino de Dios ha llegado a vosotros”».


La mies es abundante y los obreros pocos. Mirando el mundo, está patas arriba, como se suele decir.

¡Hay tanto por hacer!

¡Hay tanto bien por hacer!

¡Hay tanto amor por dar!

¡Hay tanto acompañamiento por dar!

¡Hay tanto por consolar!


Está claro que hay mucho trabajo, que todavía estamos lejos de tener el Reino de Dios  totalmente formado o expandido. Para ello, Dios cuenta con nosotros. 


Por ello, sintámonos llamados a transformar el mundo teniendo en cuenta que: muchas personas pequeñas en muchos lugares pequeños haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo. 


Hoy celebramos a San Lucas, evangelista. Él nos comunicó lo que había visto y oído. Nos transmitió su experiencia con Jesús. Su evangelio irradia ternura y muestra de una manera mejor que los otros, la misericordia de Dios manifestada en Jesús.


Su contribución al Reino de Dios fue ésta. Tantas generaciones nos hemos beneficiado de su palabra. Por ello, cualquier gesto, palabra, acción que hagamos con amor y por amar, ya estamos construyendo el Reino.


Roguemos a Dios para que todos tomemos conciencia de nuestra responsabilidad.

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 17 DE OCTUBRE SE 2022

 


Lc 12,13-21: ¿De quién será lo que has preparado?


En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús: 

«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia». 

Él le dijo: 

«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?». 

Y les dijo: 

«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».

Y les propuso una parábola: 

«Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: 

“¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. 

Y se dijo: 

“Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”. 

Pero Dios le dijo: 

“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”. 

Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios».


Me gustaría comentar dos puntos del evangelio de hoy. Hay dos expresiones de Jesús que me cuestionan: "su vida no depende de sus bienes"; "date buena vida".

Identificamos con facilidad la riqueza, los bienes como una bendición y también como elemento para una buena vida. Ni el placer ni la comodidad lo son todo en la vida, ni el placer ni la comodidad aquilatan la vida.

La vida se mide por el amor y el servicio, ya lo dijo Jesús este fin de semana. Si nos empeñamos en acumular para mejor vivir...perdemos miserablemente el tiempo y la vida. Jesús los llama necios.

Sin embargo, Jesús no vino a la tierra a vivir en palacios y nos enseñó en qué consiste la vida...sino al contrario, renunció a todo signo de grandeza, y nos dijo: Dichosos los pobres...de ellos es el Reino de los cielos.

Por último, el servicio nos abre al otro y no nos cierra en sí. Sin embargo la riqueza nos encierra en nosotros. No es humano, cristiano, acumular riquezas mientras otros no tienen que comer...

Pidamos al Señor que no seamos necios...

jueves, 13 de octubre de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 14 DE OCTUBRE DE 2022

  Lc 12,1-7: Hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados.


En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban.

Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos:

«Cuidado con la levadura de los fariseos, que es la hipocresía, pues nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse.

Por eso, lo que digáis en la oscuridad será oído a plena luz, y lo que digáis al oído en las recámaras se pregonará desde la azotea.

A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más.

Os voy a enseñar a quién tenéis que temer: temed al que, después de la muerte, tiene poder para arrojar a la “gehenna”. A ese tenéis que temer, os lo digo yo.

¿No se venden cinco pájaros por dos céntimos? Pues ni de uno solo de ellos se olvida Dios.

Más aún, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados.

No tengáis miedo: valéis más que muchos pájaros».


Es una alegría y una esperanza de saber que los pelos de nuestra cabeza están contados. De saber que no pasa nada que Dios no lo permita. Aunque respeta nuestra libertad, todo pasa según un plan superior que tiene como objetivo la salvación nuestra.

La humanidad se dirige hacia donde Dios la dirige. Esto no implica estar de brazos cruzados, sino al contrario, sentirnos colaboradores de su misión.

Ahí es donde Jesús nos advierte no ser como la levadura de los fariseos. Para ellos, la salvación no era gratuita sino que se basaba en los méritos. Por tanto, no es universal y no incluye a los malos. Es una levadura rancia, que no es capaz de fermentar la masa. En cambio, Jesús quiere otro tipo de levadura, la buena, la que fermenta la masa, mala y buena.

¡Sintámonos sus colaboradores!

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 13 DE OCTUBRE DE 2022

 Lc 11,47-54: Se pedirá cuenta de la sangre de los profetas, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías.



En aquel tiempo, dijo el Señor:

-¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos a los profetas, después que vuestros padres los mataron!

Así sois testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los mataron y vosotros les edificáis sepulcros.

Por algo dijo la sabiduría de Dios: «Les enviaré profetas y apóstoles: a algunos los perseguirán y matarán»; y así a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de los profetas derramada desde la creación del mundo; desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que pereció entre el altar y el santuario.

Sí, os lo repito: se le pedirá cuenta a esta generación.

¡Ay de vosotros, juristas, que os habéis quedado con la llave del saber: vosotros que no habéis entrado y habéis cerrado el paso a los que intentaban entrar!

Al salir de allí, los letrados y fariseos empezaron a acosarlo y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, para cogerlo con sus propias palabras.



Cuando utilizamos la palabra fariseo, pensamos en alguien hipócrita, de doble cara, de fachada, etc. Jesús les llama a los fariseos en muchas ocasiones de hipócritas. 


En la primera sentencia, denuncia precisamente esto. A los que hoy consideran profetas, alguien importante en el pueblo, a ésos anteriormente han asesinado. 


Porque una de las claves de los fariseos es que se creían que lo sabían todo, como Jesús denuncia más abajo. Se encerraban en sus esquemas cerrados, y no dejaban que nadie les advirtiera, corrigiera.


Por ello, los profetas eran molestos y había que eliminarlos. Porque se salían de nuestros esquemas inviolables.


Jesús se caracteriza por ser libre, y por estar abierto a las personas y ello es totalmente compatible con la fe judía, con la Ley, porque fue hecha para el hombre. 


Podemos caer nosotros en un nuevo fariseísmo si nos aferramos a la Ley como si fuera inmutable, como si no pudiera adaptarse a las situaciones de las personas. 


Podemos caer nosotros en un nuevo fariseísmo cuando eliminamos o discriminamos a aquel que habla lo que no queremos oír.


Podemos caer nosotros en un nuevo fariseísmo cuando sólo aceptamos a los que dicen lo que queremos oír. 

lunes, 10 de octubre de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 11 DE OCTUBRE DE 2022

 Lc 11,37-41: Dad limosna, y lo tendréis limpio todo.


En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa.

El entró y se puso a la mesa.

Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo:

–Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades.

¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro?

Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo.


Como decía un autor, Jesús es un invitado peligroso. Viene a tu casa, y luego te dice que cambies los muebles de sitio, que tires esto, que compres lo otro.


Así es Jesús, cuando lo invitas a tu casa (corazón),  te lo cambia todo. Cuando Jesús te toca, te trastoca...Y nos conviene, porque nadie mejor que Él nos organiza y ordena nuestra vida.


Pero no tengamos miedo. Hoy celebramos a San Juan XXIII y Sta Soledad Torres Acosta, si ellos pudieron y confiaron, ¿por qué yo no?.