viernes, 28 de septiembre de 2012

Comentario al evangelio del 28 de septiembre

Lc 9,18-22: Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho. Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: -¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos contestaron: -Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. El les preguntó: -Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Pedro tomó la palabra y dijo: -El Mesías de Dios. El les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: -El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar al tercer día. Ayer terminaba el evangelio con la expresión en labios de Herodes: "¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?". Hoy en la misma línea, podemos nosotros respondera a la pregunta que nos hace el mismo Jesús, quién decimos nosotros que es Él. Esta es una pregunta que tiene un riesgo: responderla de memoria. Sólo podemos decir Jesús es el Señor por la fuerza del Espíritu Santo, dice la Biblia. Busquemos un momento de encuentro para poder ir conociendo al Señor. No podemos seguirle, si antes no lo conocemos y no lo amamos. Sabemos que el camino es duro, porque Él va a padecer, y nosotros con Él. Pero resucitará y ganará la fe y el amor.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Comentario al evangelio del 27 de septiembre

Lc 9,7-9: A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas? En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: -A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas? Y tenía ganas de ver a Jesús. Muchas veces, queremos hacernos a un Jesús a nuestra medida. Pero es imposible, siempre nos sorprenderá, es inabarcable. Con el permiso, permíteme que añada un texto de José Luis Martín Descalzo. Espero que suscite en nosotros unas tremendas ganas de conocer y ver a Jesús. «¿Quién es este por quien tantos han muerto, a quien tantos han amado hasta la locura, de quien tantos han abusado para imponer sus dogmas personales y sus intereses? Desde hace dos mil años, su nombre ha estado en boca de millares de mártires y también -iay!- en boca de asesinos más o menos legales. Su doctrina inflamó el corazón de san Francisco de Asís y también -¡ay!-las hogueras de la intolerancia. Discípulos suyos se llamaron los santos, que abandonaron todo para seguirle, y discípulos suyos nos llamamos quienes hemos logrado -¡por fin!- compaginar su amor con el dinero. En su fe se inspira la monjita que en África abraza a los leprosos y en su fe creen inspirarse algunos que hoy toman la metralleta guerrillera y revolucionaria. A Él invocan el monje trapense que renuncia hasta a ser propietario de su palabra y el especulador que se santigua con gesto mecánico antes de festejar su último triunfo bolsístico. ¿Quién es, quién es este personaje que cruza de medio a medio la historia como una espada ardiente y que produce frutos tan opuestos de amor o de sangre, de entrega o de violencia, de locura o de vulgaridad ¿Quién es y qué hemos hecho de Él, cómo hemos usado o traicionado su voz, qué jugo misterioso o maldito hemos sacado de sus palabras? ¿Es fuego u opio? ¿Es bálsamo que cura, espada que hiere o morfina que amodorra ¿Quién es? ¿Quién es? Pienso que el hombre que no ha respondido a esta pregunta puede estar bien seguro de que aún no ha comenzado a vivir y de que no es digno de pisar sobre la tierra que esa su sombra cruza para bendición o terror. (...) Albert Schweitzer ha llegado a afirmar que todos cuantos han tratado de contar la vida de Jesús han terminado contando la de «su» Jesús y proyectando sus preocupaciones religiosas y las de su generación sobre la verdadera historia del carpintero de Nazaret. Pero ¿es que esa verdadera historia es posible? ¿No será Cristo como un prisma con demasiadas caras, tantas que nunca será abarcable por un hombre en una sola vida humana y aun por toda una generación? (...) Y..., sin embargo, habría que buscar, habría que bajar a ese pozo. ¿Con la esperanza de llegar a entenderle? No, no; sabemos de sobra que nunca llegaremos a eso. La historia de veinte siglos nos enseña que todos cuantos han querido acercarse a Cristo con sus inteligencias siempre se han quedado a medio camino. Pasó ya así cuando Él vivía. Los que estaban a cada hora a su lado tampoco le entendían. Les desbordaba. Un día les parecía demasiado Dios, otro demasiado hombre. Le miraban, querían entender su misterio. y lograban admirarle, amarle incluso, pero nunca entenderle (...). Y, sin embargo, Él es la gran pregunta que todo hombre debe plantearse, aun con la seguridad de que toda respuesta quedará a medio camino (...) Quizá la suma de todos nuestros afanes por entenderle se parezca un poco a su rostro verdadero: el rostro santo que nos hace saber que sigue valiendo la pena de ser hombre, el rostro de la santa humanidad de nuestro Dios.»

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Comentario del evangelio del 26 de septiembre

Lc 9,1-6: Les envió a proclamar el Reino de Dios y a curar a los enfermos. En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: -No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa. Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes. "No llevéis nada para el camino". Me impresiona esta frase del Maestro. Me cuestiona mucho, como hemos variado en la Iglesia la forma de entender el ministerio y la predicación. No hace falta llevar nada, sólo hace falta llevarlo a Él y llevarse a uno. Muchas veces hacemos muchas actividades, pero en las cuales, nos olvidamos de llevarlo a Él. Está claro, que todas las actividades son en su nombre. Pero, como dice el Papa en la Porta Fidei, "ya no podemos suponer la fe". Este evangelio es para mí un fuerte acicate y produce una gran reflexión sobre lo que hago y si en ello, llevo al Señor; o soy consciente de que el Señor está en lo que hacemos. Por otro lado, me parece que el texto me sugiere otra cosa: no sólo hay que llevarlo a Él, sino que también, la predicación y la misión es una entrega personal. San Pablo lo decía "deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas". No es una "misión" con unos "objetivos", es una entrega de la vida. Pidámosle al Señor que nos ayude a "caer en la cuenta" y vivirlo.

martes, 25 de septiembre de 2012

Comentario al evangelio del 25 de septiembre

Lc 8,19-21: Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra. En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces le avisaron: -Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte. El les contestó: -Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra. Parece que en Jesús está clarísimo, escuchar la Palabra de Dios y ponerla por obra. Y así lo creo yo también. El futuro del cristianismo pasa, principalmente por aquí. Pasa por que los cristianos desenpolvemos sin miedo la Palabra de Dios y seamos oyentes de ella. Ahora que están de moda distintos tipos de meditación, relajación, concentración, etc...donde podemos llegar a una unión en nosotros y comunión con la naturaleza, ser supremo...los cristianos tenemos que rescatar la oración y meditación de la biblia. Tenemos que rescatarla porque quizá, muchos, al no ofrecerles ésta, o al adulterarla o convertirla en algo light, hemos provocado un vacío. Y así hoy, muchos buscan fuera métodos de unión al ser, dado que no somos capaces en las comunidades cristianas de ofrecerles "el encuentro con Dios". Hay una modalidad de oración, que pienso que podría ser una herramienta muy válida hoy en día: la lectio divina. Es una modalidad donde puedes "gustar y saborear" la Palabra, con una profundidad y sencillez increíbles. Que los cristianos nos animemos a meditar la Palabra. Ella por sí, tiene fuerza suficiente para enviarnos luego a la misión y a la entrega a Dios y a los demás.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Comentario al evangelio del 24 de septiembre

Lc 8,16-18: El candil se pone en el candelero para que haya luz. En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: -Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener. Esta mañana cuando oía el texto, me vino a la mente el sacramento del bautismo, donde se nos consagra como testigos de la luz, concretamente en las unción con el crisma: "serás para siempre miembro de Cristo, sacerdote, profeta y rey" Pienso que ahora mismo hay un gran vacío que estamos dejando los cristianos. Ya no se habla de Dios. Aunque parezca lo contrario, hay un gran vacío de Dios. Tenemos qué hablar de nuestra experiencia de Dios. Fíjate que ese vacío con el más allá, con lo misterioso, se está llenando de múltiples experiencias....ahora mismo, uno de los libros más vendidos es la experiencia de un niño que estuvo un poquito en el cielo. No tengamos miedo a comunicar nuestra experiencia de Dios. A lo mejor es que no tenemos. ¡Pongámonos a tiro!

viernes, 21 de septiembre de 2012

Comentario al evangelio del 21 de septiembre

Mt 9,9-13: Sígueme. El se levantó y lo siguió. En aquel tiempo, vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: -Sígueme. El se levantó y lo siguió. Y estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: -¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores? Jesús lo oyó y dijo: -No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa «misericordia quiero y no sacrificios»: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. "No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores". ¡Menos mal! Así me puedo sentir, a pesar de pecador, miembro de la Iglesia (mi casa, mi madre), objetivo del amor y la misericordia de Jesús. Para mí, esta frase ha traído dos resonancias. La primera es reconocerme pecador, en cuanto me reconozca pecador, sentiré la necesidad de Él. En cuanto me sienta pecador, me sentiré el objeto de su amor y su misericordia. Eso trae consigo no fijarme tanto en el otro como pecador (en el evangelio de ayer, Simón se fijó en la mujer pecadora, sin reparar en que él también es pecador). Esto trae consigo que todos nos sintamos iguales en dignidad: pecadores e Hijos de Dios, amados por Él. No hay nadie mejor ni peor. La segunda resonancia es la llamada a la responsabilidad individual: "Sígueme" . No podemos quedarnos solamente en que somos pecadores, en que "Dios me ha creado así". Dios quiere para nosotros algo mejor, por eso nos invita a seguir al Maestro. Cuando Jesús no condenó a la pecadora le dijo: "Anda y en adelante no peques más". Él ha venido a llamar a los pecadores, para invitarnos al camino de la "santidad-salvación".

jueves, 20 de septiembre de 2012

Comentario al evangelio del 20 de septiembre

Lc 7,36-50: Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor. En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume, y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado, se dijo: -Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora. Jesús tomó la palabra y le dijo: -Simón, tengo algo que decirte. El respondió: -Dímelo, maestro. Jesús le dijo: -Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más? Simón contestó: -Supongo que aquel a quien le perdonó más. Jesús le dijo: -Has juzgado rectamente. Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: -¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella en cambio me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella en cambio desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella en cambio me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo, sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor: pero al que poco se le perdona, poco ama. Y a ella le dijo: -Tus pecados están perdonados. Los demás convidados empezaron a decir entre sí: -¿Quién es éste, que hasta perdona pecados? Pero Jesús dijo a la mujer: -Tu fe te ha salvado, vete en paz. Que experiencia tan bonita, tan excepcional, la de esta mujer. Experimentar el amor y la misericordia de Dios a través de Jesús. Es una de las experiencias que la mayoría de los cristianos no experimentan nunca. "No me confieso, porque no tengo pecados...no sé que decir". Solemos oir muchas veces a los cristianos. Recuerda que la suciedad se ve en contacto con la luz. Cuanto mayor sea la intensidad de la luz, mejor se verá la suciedad. En la Vigilia Pascual, el pregón pascual alaba: "Feliz culpa mereció tal Redentor". Repito, una de las experiencias más desconocidas de nuestra fe, es el amor y la misericordia de Dios. Y es la experiencia fundamental. Y tenemos la "gracia" de experimentarlo en nuestra oración, cuando sentimos que Dios nos acoge y comprende. Pero de una manera excepcional, en el sacramento de la reconciliación. Cuando experimentamos la misericordia de Dios, nos roba el corazón de tal manera que quedamos "marcados". ya seremos sus testigos, testigos de su amor.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Comentario al evangelio del 19 de septiembre

Lc 7,31-35: Tocamos y no bailáis, cantamos lamentaciones y nos lloráis. En aquel tiempo, dijo el Señor: -¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: «Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis.» Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenía un demonio; viene el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: «Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de recaudadores y pecadores». Sin embargo, los discípulos de la Sabiduría le han dado la razón. Este evangelio de hoy, me ha costado un poco sacarle un sentido. Al final, lo he entendido en razón de la dureza del corazón. Son una generación cerrada, impermeable. En Cuaresma, cuando invocamos por activa y por pasiva a la conversión, pedimos al Señor que nos dé un corazón de carne y que nos cambie este que tenemos de piedra. Mientras nuestro corazón esté endurecido por la soberbia, por el "bastarnos a nosotros mismos", Dios no podrá entrá en nosotros, ni darnos su gracia. Por eso, no entendieron a Juan el Bautista, ni a Jesús. Igual nos puede pasar a nosotros. Tenemos que tener un corazón de "niños" para estar abiertos y dejarnos sorprender por Dios.

martes, 18 de septiembre de 2012

Comentario al evangelio del 18 de septiembre

Lc 7,11-17: ¡Muchacho, a ti te digo, levántate! En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando estaba cerca de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda - y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: -No llores. Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: -¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate! El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: -Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo. La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera. ¿Qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Yahvéh nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? Del libro del Deuteronomio. El pueblo de Israel tomaba conciencia de la cercanía de Dios y de su Alianza, por el cual, Él era su Dios y ellos su pueblo. A tanta distancia, quizá, ante tanto mal en el mundo, hayamos perdido esa conciencia de la cercanía de Dios. Incluso la Encarnación del Verbo, ha sido ¡el mayor milagro existido nunca jamás!. Milagro que se repite todos los días en la Eucaristía. La vida de Jesús fue un continuo servicio hacia los necesitados. Impresiona las palabras de Jesús: "Mujer, no llores". Estas palabras son una fuente de paz y de consuelo. No son unas palabras vacías, de consuelo al estilo nuestro. Son unas palabras de acogida, de comprensión, palabras de esperanza. La situación estaba perdida, ya no había solución. Sin embargo, por las palabras de Jesús, hay una vida nueva y una esperanza. "Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme", decimos en la Eucaristía. ¿Cuántas veces hemos acudido al Señor a desahogar nuestras penas, a sentir el consuelo de Dios, en medio de los problemas de la vida? No vayamos de manera triunfalista, a que Dios te solucione el problema, sino a que lo acoja, y le de una esperanza. No nos olvidemos que Jesús es el Camino, Verdad y Vida. "Venid a mí, todos los que estáis cansados y agobiados, yo os aliviaré". En medio del siglo XXI, tan lleno de contrastes, de estrés...necesitamos un momento diario con el Señor, para que, en Él, reintegremos nuestra vida y nos de una luz nueva para seguir luchando por un mundo mejor.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Breve comentario al evangelio del 17 de septiembre

Lc 7,1-10: Ni en Israel he encontrado tanta fe. En aquel tiempo, cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaún. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oir hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, para rogarle que fuera a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: -Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga. Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: -Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: «ve», y va; al otro: «ven», y viene; y a mi criado: «haz esto», y lo hace. Al oír esto, Jesús se admiró de él, y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: -Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe. Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano. Estamos a punto de comenzar el AÑO DE LA FE. La fe es un don de Dios inscrito en nuestro corazón en el bautismo. Todos reconocemos que tenemos fe. Pero ya hoy, no podemos suponer la fe. El mismo Papa en la carta apostólica Porta Fidei dice: "Sucede hoy con frecuencia que los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. De hecho, este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que incluso con frecuencia es negado. Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas". Estamos en un momento donde los cristianos nos da vergüenza confesar la fe, donde la fe ya no nos dice nada a nosotros, y menos aún, a la sociedad. Una fe que no se manifiesta en las obras. Muchas veces, los cristianos nos diferenciamos de los no cristianos sólo en el nombre; no hay un comportamiento que sea acorde con el evangelio, sino somos como la "masa". Tenemos que rescatar la fe como la relación con Dios, la fe como la respuesta de amor al AMOR PRIMERO. Tenemos que rescatar la fe para sentirnos enviados en medio del mundo (como ovejas en medio de lobos), sentirnos humildes trabajadores de la viña del Señor. Me impresiona la fe del centurión alabada por el mismo Jesús. Una fe sencilla, humilde donde reconoce el señorío de Jesús. Pidámosle al Señor que nos aumente la fe y sea lo que mueva nuestra vida a construir un mundo más acorde con el querer de Dios.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Comentario al evangelio del domingo 16 de septiembre

Mc 8,27-35: Tú eres el Mesías... El Hijo del hombre tiene que padecer mucho. En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus discípulos: - «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: - «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.» Él les preguntó: - «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Pedro le contestó: - «Tú eres el Mesías.» Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: - «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad. Entonces, Pedro se lo lle­vó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: - «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!» Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: - «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mis­mo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera sal­var su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.» Según los entendidos, estamos en el centro del evangelio de Marcos, de manera que hay dos partes bien diferenciadas: antes y después de esta perícopa. En la primera parte, el evangelista se ha dedicado a presentarnos a la figura de Jesús, bajo el interrogante siempre ¿Quién es Jesús?. Y poco a poco vamos respondiendo: el que cura, el que salva, el maestro, el profeta... Para ir poco a poco a llegar a la respuesta de Pedro, que coincide con el objetivo del evangelio, enunciado en el primer versículo: Evangelio de Jesucristo, hijo de Dios. Marcos se lo ha planteado en un proceso lento, donde la advertencia de Jesús "no se lo digan a nadie", viene a poner el contrapunto para no caer en el triunfalismo. Y entonces, llega Pedro con su confesión del mesianismo de Jesús. Nosotros, por el catecismo sabemos que Jesús es el Salvador, Mesías, Hijo de Dios, etc. Podemos caer también nosotros en el triunfalismo. Es decir, Jesús es el que me soluciona los problemas, el que me quita todos los males, el que me hace caminar, en definitiva, despojamos a Jesús de su señorío, para adueñarnos nosotros de él. El Mesianismo y la Salvación de Jesús pasa por ser el Siervo Sufriente de Yahvéh manifestado en la cruz. Esta segunda parte, el evangelista se dedica a ir preparando a los discípulos y al lector para la crucifixión del Maestro. Sólo podemos entender la Salvación y el Amor de Dios a través de la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo. Y Jesús nos previene, que también nosotros tenemos que cargar con nuestra Cruz y seguirle a Él. El cristianismo no puede ir de triufalista, sino de servicio y entrega. Para ello, según la primera lectura, Jesús "endureció el rostro como pedernal", que viene a decir, hizo un acto de voluntad firme para seguir el plan desarrollado por el Padre. También nosotros tendremos que hacer un acto de suprema confianza en Dios y coger con nuestra cruz. Bien sabemos nosotros que la cruz es el camino, es la vida y es la verdad, porque la Cruz es el mismo Señor. No nos quedemos simplemente en saber que Jesús es nuestro Mesías (ungido, enviado), y por tanto, confiemos en Él y sigamos sus pasos.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Comentario al evangelio del 14 de septiembre

Jn 3,13-17: Tiene que ser elevado el Hijo del Hombre. En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: -«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.» Hoy celebramos la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz. Anoche, cuando pensaba en ésto, en seguida me venía a la mente una frase del evangelio, que aunque no corresponde al de hoy, esta fiesta me evoca: “cuando yo sea elevado, atraeré a todos hacia mi" (Juan 8,27; Jn 12,32). Pensaba que es cierto, cuantas imágenes de Cristo repartidos por toda la geografía insular, nacional, etc; tienen un gancho indescriptible. No es un día para grandes discursos, sino para contemplar mucho. Y está claro que la sabiduría del evangelio está escondida detrás de los maderos de la cruz. Me atrevo a decir, que la vida de Jesús fue una preparación para la revelación máxima de la cruz. Ahora si podemos entender el gran amor de Dios. Vemos lo que Dios es capaz de hacer por nosotros, hasta donde llega su AMOR. Hoy, dediquémosle un ratito de contemplación a alguna imagen de un Cristo. Que captemos todos los detalles. O, haz una oración de contemplación de la escena de la cruz en el evangelio, como si fuera un polizón, métete en la crucifixión y, simplemente contempla calladamente. Buen día.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Comentario al evangelio del 13 de septiembre de 2012

Lc 6,27-38: Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: –A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada: tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis la usarán con vosotros. Cuando leo este texto, me hace volar alto, más alto de lo que muchas veces tendemos a volar. Se nos habla del amor, el amor con todas las consecuencias, el amor en todo su máximo esplendor. Muchas veces se dice que el amor es lo más maravilloso del mundo. Se habla del amor como sentimiento. Aquí se habla del amor como actitud. La actitud de hacer el bien al otro. Se suele decir que "la medida del amor es amar sin medida". ¿Acaso podemos medir el amor de una madre? ¿Podremos acotarlo?. Claro que no. La madre es feliz amando, aunque no reciba ninguna respuesta. Algo así se nos pide, que no pongamos coto al amor, que simplemente amemos a todo el mundo. Date cuenta que ésto es un camino duro, ilusinante, paciente. Yo siempre lo veo como una siembra. Sembramos amor. En Dios el amor también se llama misericordia. La misericordia es lo que nos hace valiosos y perfectos. Es la clave de la felicidad Hay un texto del Levítico que dice: "Sed santos como yo soy santo". En los evangelios sinópticos, utiliza la misma expresión cambiando la palabra "santo" por "perfecto". En otro texto, utiliza la palabra "misericordioso". Alguno pensará, ¿cómo podemos ser misericordioso en un mundo dominado por los celos, envidias, contiendas, divisiones? "Aprended de mí". En la escuela del evangelio, de la oración y del encuentro con Jesús; en la escuela de la Eucaristía.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Breve comentario al evangelio del 12 de septiembre

Lc 6,20-26: Dichosos los pobres; ¡ay de vosotros, los ricos! En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: –Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. –Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. –Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. –Dichosos vosotros cuando es odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del Hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo: porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, –¡Ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo! –¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre! –¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis! –¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas. Cuando leo las bienaventuranzas siempre pienso en Jesús. Tres razones: 1)Porque las bienaventuranzas es su autorretrato. Por eso, quien las ha vivido es Él. La confianza que tuvo en el Padre, sólo hacer su voluntad... 2)Porque no las entiendo. Es un poso de sabiduría, de la sabiduría de la vida. Es la receta de la felicidad. Sin embargo, me cuesta entenderlas, sobre todo porque el barro del camino se me pega, y tengo bien asimilados los esquemas mundanos. Por eso, en oración le pido que pueda ir adentrándome en la sabiduría de las bienaventuranzas. 3)Porque las bienaventuranzas es un camino de seguimiento hacia Él. Vivir las bienaventuranzas, es seguirle a Él. Pidámosle al Señor que no seamos ricos, para que pueda caber en nuestro corazón.

martes, 11 de septiembre de 2012

Breve comentario al evangelio del 11 de septiembre

Lc 6,12-19: Pasó la noche orando. Escogió a doce y los nombró apóstoles. Por entonces, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos. En el evangelio de hoy vemos como Jesús se pasó toda la noche orando. Es el alma de toda la actividad de la Iglesia. Es la gasolina para que el coche pueda circular. El caso es que algunas veces, vivimos de las rentas. Y claro, los depósitos se acaban. Entonces, terminamos empujando el coche con nuestras fuerzas, y nos cansamos pronto. Hubo una época en la Iglesia de mucha actividad, pero se descuidó la oración, se convirtió en activismo. Muchas de esas personas, hoy en día, no tienen fe. Cuando Jesús fue a casa de Marta y María, ante la recriminación de Marta, le aseveró que María había escogido la parte mejor y no se la quitarán. La parte mejor era estar a la escucha del Maestro. También Jesús hace oración. En muchos textos del evangelio lo mencionan orando. Y nosotros no vamos a ser menos. ¿Cómo vamos a anunciar y amar a Aquél del que no conocemos nada? Necesitamos urgentemente del encuentro con Jesús. Es el alma de toda la actividad, la gasolina que da energía para poder circular.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Breve comentario al evangelio del 10 de septiembre de 2012

Lc 6,6-11: Estaban al acecho para ver si curaba en sábado. Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho. Los letrados y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico: –Levántate y ponte ahí en medio. El se levantó y se quedó en pie. Jesús les dijo: –Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir? Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre: –Extiende el brazo. El lo hizo, y su brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús. Hoy el evangelio nos trae la tan llevada polémica del sábado. Igualmente podemos nosotros caer en la misma idolatría del domingo. Es otra mística, sensibilidad, "aire". Es el día para darle gracias a Dios por todos los dones recibidos. El primer don que Dios nos da es la "vida". Algunas veces, no valoramos lo suficiente la vida que Dios nos ha dado y regalado. La vida es don, esté como esté, venga como venga, en cualquier momento. PORQUE LA VIDA ES UN MILAGRO DE AMOR DE DIOS. Otro don que merece la pena agradecer es JESÚS. En el prefacio de la misa, decimos "En verdad, es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar por Jesucristo, tu Hijo Amado". Por medio de Jesús nos viene la "conexión" con Dios, lo eterno, la inmensidad, la comunión con el cosmos, lo divino. Dios se hizo humano, para hacernos divinos a nosotros, es decir, se abajo, para elevar la dignidad del ser humano. También por Jesús, nos viene la salvación y la vida eterna, es decir, la posibilidad de que nuestra vida sea llamada a la eternidad, a la plenitud. Por eso, para los cristianos, nuestro sábado pasa al domingo, el día de la "nueva creación", el día de la resurrección. Es por tanto, otra mística, la de disfrutar de los días que el Señor nos regala y ser agradecidos. Si así lo hacemos, nuestra vida cobrará una dimensión nueva, más positiva, más plena, con más confianza, con más paz. Y éste es el querer y la voluntad de Dios. Ya lo decía San Ireneo: "La gloria de Dios es que el hombre viva".

sábado, 8 de septiembre de 2012

Comentario al evangelio del 9 de Septiembre

Lectura del santo evangelio según san Marcos (7,31-37): En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.» Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.» Whatsapp es la aplicación para los móviles que está de moda. Es una aplicación que engancha y crea dependencia, porque por medio de ella podemos crear grupos y compartir videos, fotos, sonidos. También podemos simplemente conectarnos con el otro y chatear. Lo bueno de ello es que sus mensajes son gratuitos. Algunas veces no funciona y es que el servidor está saturado. Es una aplicación multiplataforma, es decir, que acepta distintos móviles y sistemas operativos. Effetá es lo que tenemos que pedir a Jesús, para que nos quite la sordera y podamos comunicarnos con Dios y con las personas. Hoy en día hay mucha sordera en nuesta sociedad. Fíjate que el sordo mudo, estaba encerrado en su mundo aún no estando solo. Hay muchos "sonidos", que por estar en nosotros mismos, no oimos, escuchamos, no percibimos. Effetá es como ponerle a nuestro móvil la aplicación whatsapp. Por medio de ella nos damos cuenta de que podemos comunicarnos y entablar relaciones entre todas las personas. Para ello, necesitamos de un lenguaje común (el lenguaje del whatsapp): el lenguaje del amor. Un lenguaje que no excluye, sino que incluye; un lenguaje que engancha y crea dependencia. Pero un lenguaje para el que hay que estar conectado al servidor, si no, no salen los mensajes. El amor sólo puede ser hablado mediante nuestra mirada a Dios. Jesús suspiró mirando al cielo. Incluso les pide que no dijesen nada a nadie, se podría malinterpretar. Sólo podría ser entendido el lenguaje del amor desde la cruz. Pidámosle al Señor que nos abra nuestros oídos, pero también nuestro corazón, todos nuestros poros, nuestros ojos, nuestra boca; para que el lenguaje del amor, el único lenguaje universal sea nuestra especialidad o seña de identidad.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Breve comentario al evangelio del 7 de septiembre

Lc 5,33-39: Llegará el día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán. En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los letrados: -Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio los tuyos, a comer y a beber. Jesús les contestó: -¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán. Y añadió esta comparación: -Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos: porque revientan los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: «Está bueno el añejo». A vino nuevo, odres nuevos. Esta expresión me evoca la conversión. El termómetro que tenemos para saber si hemos encontrado al Maestro es el cambio de vida. Por eso, para el que se encuentra con Él (vino nuevo), la vida cambia totalmente (odres nuevos), de manera que rompe con la vida anterior (nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres...) Los odres nuevos, para mí, representa la alegría, vitalidad, fortaleza, esperanza siempre nueva, que sólo da el Espíritu. Mirando mi vida, quizá todavía no vivo los odres nuevos, sino viejos, desgastados, sin mucho fuelle. La conversión para mí no sería una decisión voluntarista de mejorar, raspar, limar, cambiar aquello que no vale, no sirve, sobra, para el camino de seguimiento de Jesús. Para mí la conversión es simplemente la decisión de apertura al Maestro, de manera que "cambia nuestro corazón de piedra por uno de carne". Como me dijo una vez un compañero: "los mejores años están por venir". Yo vivo con esa confianza y con esa súplica, la de Simeón, la de ver y tener una experiencia grande de Dios. El Señor nos tiene reservados muchos encuentros con Él, "veréis el cielo abierto y los ángeles de Dios subiendo y bajando". Todo sea para que los cristianos vivamos la alegría del encuentro con Cristo y vivamos de esa alegría y la transmitamos.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Comentario al evangelio del 6 de septiembre

Lc 5,1-11: Dejándolo todo, lo siguieron. En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla: los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: -Rema mar adentro y echad las redes para pescar. Simón contestó: -Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes. Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande, que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús, diciendo: -Apártate de mí, Señor, que soy un pecador. Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: -No temas: desde ahora serás pescador de hombres. Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron. Los discípulos llevan bregando y no cogen nada. Sin embargo, cuando es en nombre de Jesús, cogen muchos peces. En la Iglesia, o en la vida, estamos pasando por unos momentos de cansancio. Tanto que hemos hecho, nos hemos gastado y desgastado y no hemos encontrado recompensa, frutos. Sin embargo, Jesús, nos invita a "remar mar adentro", a meterme de lleno en la vida, a implicarme, a no tener miedo, a "lanzarme a la piscina". Y tenemos que vencer muchos miedos y prejuicios. Sin embargo, también me parece que el Señor nos invita a que sigamos sus pasos, es decir, rememos en su dirección, donde y cuando quiera. No todo vale, ni de cualquier forma. Ellos pudieron encontrar fruto, cuando remaron en el momento y dirección que les indicó el Maestro. No todo lo que se me ocurre puede ser válido o puede producir fruto Ahora que estamos en una época de "recortes", de economizar recursos, de la "eficiencia", deberíamos también los cristianos no ser "francotiradores", sino trabajar en grupo y guiados todos por el mismo Señor y Maestro. Por último, me gustaría traer aquí unas palabras de Juan Pablo II en la carta Ecclesia in Europa (fragmentos del número 121: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_exhortations/documents/hf_jp-ii_exh_20030628_ecclesia-in-europa_sp.html), que nos puede dar mucha esperanza y decisión para remar mar adentro. "¡No temas! El Evangelio no está contra ti, sino en tu favor. ¡Ten confianza! En el Evangelio, que es Jesús, encontrarás la esperanza firme y duradera a la que aspiras. Es una esperanza fundada en la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte. Él ha querido que esta victoria sea para tu salvación y tu gozo. ¡Ten seguridad! ¡El Evangelio de la esperanza no defrauda! En las vicisitudes de tu historia de ayer y de hoy, es luz que ilumina y orienta tu camino; es fuerza que te sustenta en las pruebas; es profecía de un mundo nuevo; es indicación de un nuevo comienzo; es invitación a todos, creyentes o no, a trazar caminos siempre nuevos que desemboquen en la « Europa del espíritu », para convertirla en una verdadera « casa común » donde se viva con alegría."

Aclaración

Llevo ya unos días atreviéndome a comentar el evangelio y colgarlo en este blog, facebook, twitter y google plus. Tengo que darle las gracias especialmente a Salvador, sacerdote mexicano, que me animó a ello. Soy consciente de que no soy teólogo, ni experto en biblia, ni experto en espiritualidad, ni experto en pastoral. Simplemente soy un pobre cura de pueblo. También soy consciente de que algunas veces no me expreso bien y algunas reflexiones son superficiales. Por último, soy conscientes de que soy muy idealista y algo espiritualoide, por lo que mis reflexiones no son muy prácticas, ni llevan mucho a la vida. Con mis comentarios no quiero agotar el evangelio, ni tampoco dar unas pistas, simplemente son alguna de las ideas de mi pequeña meditación. Pero comentar el evangelio me ayuda mucho a compartir mi experiencia del evangelio. Gracias a todos.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Breve comentario al evangelio del 5 de septiembre

Lc 4,38-44: También a los otros pueblos tengo que anunciarles el Reino de Dios, para eso me han enviado. En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. El, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles. Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera, se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: -Tú eres el Hijo de Dios. Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías. Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese. Pero él les dijo: -También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado. Y predicaba en las sinagogas de Judea. Vemos en el evangelio de hoy la intensa actividad de Jesús, dedicada a Dios y a los hombres. Primero la curación de la suegra de Pedro, luego la curación de muchos enfermos, la oración en lugar desierto, y por último, la insistencia en su misión. Siguiendo como en días anteriores que me he fijado en una frase, me ha llamado la atención el título que le dan los espíritus inmundos: Tú eres el Hijo de Dios. En consonacia con ayer, que hablaba con autoridad, esa autoridad de Jesús se manifiesta en la expulsión de los demonios. Pero no me quiero comentar esto, sino la expresión Hijo de Dios. Esto ha llevado consigo muchas divisiones en la Iglesia y herejías. Y todavía hoy, no se sigue considerando a Jesús como el Hijo de Dios, sino como un profeta más, que tenía una especial consagración a Dios. Y esto es importante, porque para nosotros, Jesús no es simplemente un personaje ejemplar, auténtico, coherente, dedicado a los pobres, entregado por entero a los demás, que pasó por el mundo haciendo el bien, que rompió con la ley del Talión para hablarnos de la ley del AMOR. Nosotros no acudimos a la Biblia a leer unos textos muy importantes donde viene una sabiduría legendaria, que para nosotros es luz en tantas oscuridades de la vida. Para nosotros, es Hijo de Dios, y esto implica que Él es el Salvador. Implica que el camino de la salvación, es Él. Por ello, la importancia del reconocimiento que es el Hijo de Dios. Nuestra vida se configura y es realmente vivida en la medida de que está referida a Él. Cuando hablamos de salvación, no me estoy refiriendo al más allá, al cielo, a la vida eterna. Cuando hablamos de salvación, me refiero a lo que da sentido a la existencia, a lo que llena totalmente nuestra vida. Podremos haber vivido todo en la vida, si no conocemos a Jesús, habremos perdido miserablemente el tiempo. La experiencia de San Agustín, San Ignacio, San Francisco de Asís, San Francisco Javier, etc y testimonios de hoy en día, de personas que han tenido ocasión de tener todo lo que humanamente se puede tener y todos los ingredientes para tener la felicidad, y sin embargo, cuando han encontrado a Jesús, han descubierto que han perdido miserablemente el tiempo. Te adjunto el testimonio de María Vallejo Nájera, que puede iluminar este comentario. Buen día. http://www.youtube.com/watch?v=bigpYhkMTn0

martes, 4 de septiembre de 2012

Breve comentario al Evangelio del 4 de septiembre

Lc 4,31-37: Sé quién eres; el Santo de Dios. En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: -¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: El Santo de Dios. Jesús le intimó: -¡Cierra la boca y sal! El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño. Todos comentaban estupefactos: -¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen. Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca. Perdóname que hoy también me fije en una frase: "hablaba con autoridad [...] hasta los espíritus inmundos le hacen caso". En continuidad con lo de ayer, pensaba en la autoridad de sus palabras. Hoy en día, hay palabras, o personas que tienen autoridad para nosotros. Tienen validez, credibilidad y son referencia en nuestra vida. Mirando mi vida, muchas veces, hago más caso y creo más en la palabras de otro, que en las palabras del Maestro. Al comienzo del verano, colgaba en mi muro de Facebook, algunas frases de la exhortación postsinodal VERBUM DOMINI. Muchas de ellas, como todo lo que escribe el Papa, no tiene desperdicio. Estoy convencido que el futuro de la Iglesia pasa por darle a la Palabra la autoridad que de verdad tiene. Quizá, todavía tengo que descubrir su Palabra, orar más su Palabra, creer más en su Palabra.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Breve comentario al evangelio del 3 de septiembre

Lc 4,16-30: Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres...Ningún profeta es bien mirado en su tierra. En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el Libro del Profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor». Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: -Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír. Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: -¿No es éste el hijo de José? Y Jesús les dijo: -Sin duda me recitaréis aquel refrán: «Médico, cúrate a ti mismo»: haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún. Y añadió: Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del Profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado más que Naamán, el sirio. Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba. Pudiendo fijarme en el contenido del texto de Isaías, esta mañana cuando leía el texto, resonó en mí de una manera fuerte esta expresión: "hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír". Independientemente de lo que ese texto expresaba "El Espíritu está sobre mi, me ha ungido...", me he fijado solamente en esa expresión. Y pensaba cuantas veces acudo a leer tu Palabra como una luz, como un buen consejo, es decir una palabra escrita hace muchos años, letra muerta. Quizá tantas veces no caigo en la consideración que esta Palabra está viva, dicha para mi y se cumple. Yo personalmente estoy cansado de tant palabrería en todos los ámbitos, de tanta palabra muerta, vacía, sin cuerpo, pero sobretodo, palabra que no se cumple. Uno de los apartados del plan de formación ce seminarios mayores, les pide a los candidatos que sean "fieles a la palabra dada". Cuanto más podremos de decir de Dios que es fiel a sus promesas. Lo que no hay que hacer decir a Dios, lo que no ha prometido o pronunciado.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Comentario al evangelio del 2 de septiembre

Comentario al evangelio del domingo 2 de septiembre Mc 7,1-8.14-15.21-23: Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres. En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.) Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: - «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?» El les contestó: - «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos." Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.» Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: - «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hom­bre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homici­dios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envi­dia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.» Este fin de semana no iba a escribir o publicar nada, pero la expresión: "Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.", no me deja indiferente. Me parece que lo más grave es la distancia que tenían los fariseos de Dios. La religión se ha convertido en una serie de tradiciones sin corazón, sin alma, palabras vacías, cumplimiento. Y también en nuestra época tenemos ese riesgo, y en muchos casos estamos cayendo en el mismo error. Estamos dando una imagen de Dios al estilo del mundo: materialista, exigente, despiadado, interesado, utilitarista, sin tener en cuenta a las personas, sin corazón... Si lo hacemos así, ¡que lejos estamos!. Pero, ¡ojo!, no nos engañemos, que pensamos que estamos justificados por nuestra religión y prácticas vacías (no nos extrañe que a mucha gente Dios no le diga nada). No nos engañemos, solo puede hospedarse en su tienda el que obra rectamente.  Precisamente el mandamiento de Dios es el mandamiento del amor. Este amor no es palabrería, sino acción en favor del otro. Practica la justicia Tiene intenciones leales Procede honradamente No hace mal a su prójimo No calumnia con su lengua No difama al vecino... Que el Señor nos ilumine para no despistarnos de su mandamiento.