miércoles, 31 de agosto de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 1 DE SEPTIEMBRE DE 2022

  Lc 5,1-11: Dejándolo todo, lo siguieron.


En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes. 

Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. 

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: 

«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca». 

Respondió Simón y dijo: 

«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes». 

Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo: 

«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador». 

Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. 

Y Jesús dijo a Simón: 

«No temas; desde ahora serás pescador de hombres». 

Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.



Los discípulos llevan bregando y no cogen nada. Sin embargo, cuando es en nombre de Jesús, cogen muchos peces. En la Iglesia, o en la vida, estamos pasando por unos momentos de cansancio. Tanto que hemos hecho, nos hemos gastado y desgastado y no hemos encontrado recompensa, frutos. Sin embargo, Jesús, nos invita a "remar mar adentro", a meterme de lleno en la vida, a implicarme, a no tener miedo, a "lanzarme a la piscina". Y tenemos que vencer muchos miedos y prejuicios. Sin embargo, también me parece que el Señor nos invita a que sigamos sus pasos, es decir, rememos en su dirección, donde y cuando quiera. No todo vale, ni de cualquier forma. Ellos pudieron encontrar fruto, cuando remaron en el momento y dirección que les indicó el Maestro. No todo lo que se me ocurre puede ser válido o puede producir fruto. Ahora que estamos en una época de "recortes", de economizar recursos, de la "eficiencia", deberíamos también los cristianos no ser "francotiradores", sino trabajar en grupo y guiados todos por el mismo Señor y Maestro. Por último, me gustaría traer aquí unas palabras de Juan Pablo II en la carta Ecclesia in Europa (fragmentos del número 121), que nos puede dar mucha esperanza y decisión para remar mar adentro. "¡No temas! El Evangelio no está contra ti, sino en tu favor. ¡Ten confianza! En el Evangelio, que es Jesús, encontrarás la esperanza firme y duradera a la que aspiras. Es una esperanza fundada en la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte. Él ha querido que esta victoria sea para tu salvación y tu gozo. ¡Ten seguridad! ¡El Evangelio de la esperanza no defrauda! En las vicisitudes de tu historia de ayer y de hoy, es luz que ilumina y orienta tu camino; es fuerza que te sustenta en las pruebas; es profecía de un mundo nuevo; es indicación de un nuevo comienzo; es invitación a todos, creyentes o no, a trazar caminos siempre nuevos que desemboquen en la « Europa del espíritu », para convertirla en una verdadera « casa común » donde se viva con alegría."

martes, 30 de agosto de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 31 DE AGOSTO DE 2022

 Lc 4,38-44: Es necesario que evangelice también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado.


En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón. 

La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella.

Él, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles.

Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando.

De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían:

«Tú eres el Hijo de Dios».

Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.

Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto.

La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos.

Pero él les dijo:

«Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado».

Y predicaba en las sinagogas de Judea.



Hoy el evangelio nos presenta un día normal de Jesús, un día intenso. Dicen que seguramente es el sábado y por eso va a la sinagoga.

Vemos como en un día normal para Jesús hay tiempo para la oración (sinagoga y presumiblemente buscando un lugar solitario), la predicación, la curación de enfermos y endemoniados y salir en busca de otros en otros lugares.


En medio de todo ello, tiene claro que su misión procede de Dios, del cual es enviado y por eso no se queda donde se encuentra a gusto. Otros también lo necesitan. Primero es la misión, el Reino. No se queda a disfrutar o vivir del éxito, éste no es su centro. 


Por ello, es tan importante que tengamos claro que somos enviados, sentirnos enviados por Dios a una misión que no me pertenece, que no controlo, sino que sirvo. Porque así tampoco nos apoderaremos de los resultados, de las personas, de las cosas; cosas que hacemos cuando se nos va metiendo casi la idea de que la misión es nuestra.

Servimos a Dios y su misión. 

Una misión muy grande, que nos excede, que nos sobrepasa, que implica toda nuestra vida, que nos envuelve. Y nos sentimos acompañados, bendecidos por Dios. 

lunes, 29 de agosto de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 30 DE AGOSTO DE 2022

 Lc 4,31-37: Sé quién eres: el Santo de Dios.


En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba.

Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad.

Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz:

«¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».

Pero Jesús le increpó diciendo:

«¡Cállate y sal de él!».

Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño.

Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí:

«¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen».

Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.



Su palabra estaba llena de autoridad. Hace referencia en primer lugar, que Jesús es el Santo de Dios y así lo atestiguan los espíritus inmundos. Jesús está habitado por la Palabra. Con Jesús cambia la perspectiva. Mientras que los rabinos, leían la Palabra e intentaban interpretarla…Jesús es habitado por ella. Es poseído por la Palabra. Jesús vive de la Palabra. Es transformado por ella. Por ello también enseñaba con autoridad, la autoridad de la Palabra. La autoridad de quien es transformado por la Palabra. 


Esta es la autoridad que asombraba a los vecinos de Cafarnaúm, no habían visto nada igual, ni lo habrá. Pero puede haber aproximaciones. Podemos dejar que la Palabra nos habite, nos transforme, nos guía, nos lleve. 

domingo, 28 de agosto de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 29 DE AGOSTO DE 2022

 Mc 6,17-29: Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista.


En aquel tiempo, Herodes había mandado apresar a Juan el Bautista y lo había metido y encadenado en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía:

«No está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano».

Por eso Herodes lo mandó encarcelar.

Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida, pero no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabía que era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo.

La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños la hija Herodías bailó durante la fiesta y su baile le gustó a mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven:

«Pídeme lo que quieras y yo te lo daré».

Y le juró varias veces:

«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino».

Ella fue a preguntarle a su madre: “¿Qué le pido?” Su madre le contestó:

«La cabeza de Juan el Bautista».

Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo:

«Quiero que me des ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».

El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue,

lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre.

Al enterarse de esto, lo discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.


Reflexión

Precursor del nacimiento y de la muerte de Cristo

San Beda el Venerable, presbítero

(Homilía 23: CCL 122,354.356-357)

El santo Precursor del nacimiento, de la predicación y de la muerte del Señor mostró en el momento de la lucha suprema una fortaleza digna de atraer la mirada de Dios, ya que, como dice la Escritura, la gente pensaba que cumplía una pena, pero él esperaba de lleno la inmortalidad. Con razón celebramos su día natalicio, que él ha solemnizado con su martirio y adornado con el fulgor purpúreo de su sangre; con razón veneramos con gozo espiritual la memoria de aquel que selló con su martirio el testimonio que había dado del Señor.

No debemos poner en duda que san Juan sufrió la cárcel y las cadenas y dio su vida en testimonio de nuestro Redentor, de quien fue precursor, ya que, si bien su perseguidor no lo forzó a que negara a Cristo, sí trató de obligarlo a que callara la verdad; ello es suficiente para afirmar que murió por Cristo.

Cristo, en efecto, dice: Yo soy la verdad; por consiguiente, si Juan derramó su sangre por la verdad, la derramó por Cristo; y él, que precedió a Cristo en su nacimiento, en su predicación y en su bautismo, anunció también con su martirio, anterior al de Cristo, la pasión futura del Señor.

Este hombre tan eximio terminó, pues, su vida derramando su sangre, después de un largo y penoso cautiverio. Él, que había evangelizado la libertad de una paz que viene de arriba, fue encarcelado por unos hombres malvados; fue encerrado en la oscuridad de un calabozo aquel que vino a dar testimonio de la luz y a quien Cristo, la luz en persona, dio el título de «lámpara que arde y brilla»; fue bautizado en su propia sangre aquel a quien fue dado bautizar al Redentor del mundo, oír la voz del Padre que resonaba sobre Cristo y ver la gracia del Espíritu Santo que descendía sobre él. Mas, a él, todos aquellos tormentos temporales no le resultaban penosos, sino más bien leves y agradables, ya que los sufría por causa de la verdad y sabía que habían de merecerle un premio y un gozo sin fin.

La muerte -que de todas maneras había de acaecerle por ley natural- era para él algo apetecible, teniendo en cuenta que la sufría por la confesión del nombre de Cristo y que con ella alcanzaría la palma de la vida eterna. Bien dice el Apóstol: A vosotros se os ha concedido la gracia de estar del lado de Cristo, no sólo creyendo en él, sino sufriendo por él. El mismo Apóstol explica, en otro lugar, por qué sea un don el hecho de sufrir por Cristo: Los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá.

jueves, 25 de agosto de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 26 DE AGOSTO DE 2022

 Mt 25,1-13: ¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.

Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.

Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.

El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.

A medianoche se oyó una voz:

“¡Qué llega el esposo, salid a su encuentro!”.

Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.

Y las necias dijeron a las prudentes:

“Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”. 

Pero las prudentes contestaron:

“Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”.

Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.

Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”.

Pero él respondió:

“En verdad os digo que no os conozco”.

Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».


A medianoche se oyó una voz: ¡Qué llega el esposo, salid a su encuentro!

El evangelio centra su atención en esa voz. No sólo es una advertencia, es una alegría enorme la llegada del esposo. Llega tarde, pero llega.

Y llega cuando se han dormido las vírgenes.

Pero unas habían hecho sus deberes y las otras no.

Nuestro esposo también se demora. Nos quiere mantener en tensión, pero nos vamos aflojando, nos vamos cansando. No podemos esperar.

Y hay situaciones que no pueden esperar, pero nadie mejor que el esposo para saber cuando llegar.


Por eso, animémonos pensando en su llegada, aunque ésta se retrase. Pero cuando llega, se celebra una gran fiesta. 

martes, 23 de agosto de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 24 DE AGOSTO DE 2022

 Jn 1,45-51: Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.


En aquel tiempo, Felipe encontró a Natanael y le dijo: 

«Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret». 

Natanael le replicó: 

«¿De Nazaret puede salir algo bueno?».

Felipe le contestó: 

«Ven y verás». 

Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: 

«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». 

Natanael le contesta: 

«¿De qué me conoces?». 

Jesús le responde: 

«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». 

Natanael respondió: 

«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». 

Jesús le contestó: 

«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». 

Y le añadió: 

«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».



En el Evangelio de hoy nos acercamos a un apóstol, Natanael (Bartolomé) su encuentro con Cristo podríamos catalogarlo de burlón: ¿puede salir algo bueno? Sin embargo el encuentro con el Señor le sorprende y le coloca delante de su vida, y el detalle de la higuera le toca el corazón, a partir de esas palabras dichas por el Señor, la actitud de Natanael es muy distinta, reconoce en el Señor a alguien muy especial, hasta hacer su propia confesión de fe. La importancia del encuentro personal para el seguimiento -importantísimo-, no solo basta con saber cosas sobre el Señor, vital, descubrir como actúa y transforma nuestras vidas.

Acudimos para nuestra meditación a las catequesis dedicadas a los apóstoles en las audiencias de los miércoles, por el Papa Emérito, Benedicto XVI, concretamente, en la audiencia general, del 4 de octubre de 2006:

«En la serie de los Apóstoles llamados por Jesús durante su vida terrena, hoy nuestra atención se centra en el apóstol Bartolomé… De Bartolomé no tenemos noticias relevantes; en efecto, su nombre aparece siempre y solamente dentro de las listas de los Doce… Pero tradicionalmente se lo identifica con Natanael: un nombre que significa “Dios ha dado”. Este Natanael provenía de Caná y, por consiguiente, es posible que haya sido testigo del gran “signo” realizado por Jesús en aquel lugar. La identificación de los dos personajes probablemente se deba al hecho de que este Natanael, en la escena de vocación narrada por el evangelio de S. Juan, está situado al lado de Felipe, es decir, en el lugar que tiene Bartolomé en las listas de los Apóstoles referidas por los otros evangelios. A este Natanael Felipe le comunicó que había encontrado a “ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas: Jesús el hijo de José, el de Nazaret”. Como sabemos, Natanael le manifestó un prejuicio más bien fuerte: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?”… La historia de Natanael nos sugiere otra reflexión: en nuestra relación con Jesús no debemos contentarnos sólo con palabras. Felipe, en su réplica, dirige a Natanael una invitación significativa: “Ven y lo veras”. Nuestro conocimiento de Jesús necesita sobre todo una experiencia viva… Natanael se siente tocado en el corazón por estas palabras de Jesús (-la escena evangélica del pasaje de hoy-), se siente comprendido y llega a la conclusión: este hombre sabe todo sobre mí, sabe y conoce el camino de la vida, de este hombre puedo fiarme realmente. Y así responde con una confesión de fe límpida y hermosa, diciendo: “Rabbi, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”… Sus reliquias se veneran aquí, en Roma, en la iglesia dedicada a él en la isla Tiberina, adonde las habría llevado el emperador alemán Otón III en el año 983. Concluyendo, podemos decir que la figura de San Bartolomé, a pesar de la escasez de informaciones sobre él, de todos modos sigue estando ante nosotros para decirnos que la adhesión a Jesús puede vivirse y testimoniarse también sin la realización de obras sensacionales. Extraordinario es, y seguirá siendo, Jesús mismo, al que cada uno de nosotros está llamado a consagrarle su vida y su muerte ».

Que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

lunes, 22 de agosto de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 23 DE AGOSTO DE 2022

  Mt 23,23-26: Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello.


En aquel tiempo, Jesús dijo:

«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad!

Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello.

¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello!

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro y así quedará limpia también por fuera».


Sigue Jesús con su invectiva a los escribas y fariseos, que llama hipócritas. Hipócritas porque  tienen una forma de vivir la religión, su fidelidad a Dios, que en verdad es lo contrario. Porque se fijan en la letra de la ley, y dejan la justicia, la misericordia y la fidelidad.


También podemos entender que es una forma cómoda de vivirlo, porque no me compromete: simplemente me dedico a cumplir y pagar, pero nada más. 


Por ello, es una forma de vivir de manera hipócrita, porque es como una máscara, ya que no me orienta mi vida, mi forma de comportarme. Una religión es una forma de vivir, pensar y actuar. Y ésto no se refiere a un cumplimiento, sino a una forma de ser ante los demás.


También nosotros estamos tentados en vivir un cristianismo muy cómodo y que no me comprometa. Cuidado porque eso no es cristianismo, no es seguimiento de Jesús. No es vida cristiana. La vida cristiana es compromiso por el Reino, compromiso por seguir a Jesús. 

domingo, 21 de agosto de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 22 DE AGOSTO DE 2022

  Mt 23,13-22: ¡Ay de vosotros, guías ciegos!


En aquel tiempo, Jesús dijo:

«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis digno de la “gehenna” el doble que vosotros!

¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: “Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga”! ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro?

O también: “Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga”. ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura por él y por cuanto hay sobre él; quien jura por el templo, jura por él y por quien habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él».



Jesús impreca a los fariseos y escribas. Son de las palabras más duras que tiene en el evangelio. Igual que decía ayer, haciendo referencia a que parecía difícil compatibilizar la misericordia de Dios con las palabras de la puerta estrecha y puerta cerrada, nos parece complicado.


Y es que Jesús está defendiendo la justicia y a los pobres y humildes. Me fijo en la primera, segunda parte: “ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren”.


Ese es el gran problema de los fariseos, que no entran por la puerta y que no dejan entrar a nadie.

No entran porque piensan que la salvación ocurre según cumpla una serie de requisitos que ellos cumplían, y se olvidaban del centro de la religión: el corazón (“mi corazón está lejos de mi”).

Igual nos puede pasar a nosotros, nos acostumbramos a una religión cómoda, que no exige nada, que no me pide nada y que me deja total libertad. No hay compromiso, no hay incidencia en la vida, sólo intentar cumplir unas normas morales y ya con eso pensamos que estamos en la vía de la salvación.


La religión a la carta tiene que pasar a la religión de la fe, es decir, del seguimiento a la persona de Jesús.

La religión a la carta, al fin y al cabo, la persona se hace Señor de su vida. 

En la religión a la carta, estamos siguiéndonos a nosotros mismos, porque esto me interesa, aquello no…


El Papa habla de un cristianismo de etiqueta. (aprieta aquí)


También, el otro problema, y muy grave, es que ellos enseñaban ese modo de practicar la religión, y por tanto, no dejaban entrar a los otros, porque enseñan preceptos falsos. 


Que peligro es que yo viva un cristianismo de etiqueta y los demás me imiten. 


Que el Señor nos lleve por sus caminos y entremos por su puerta, para que también otros puedan entrar por la puerta que es Jesús.

jueves, 18 de agosto de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 19 DE AGOSTO DE 2022

  COMENTARIO AL EVANGELIO


Mt 22,34-40: Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo.


En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba:

-Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?

El le dijo:

-«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser».

Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:

-«Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.




Que equivocados estamos cuando nos contentamos con una serie de acciones, de ritos que no nos dicen nada. Cuando nos quedamos en “cumplir”. Sin embargo, el verdadero cumplir es con respecto a este mandamiento. Y el primer mandamiento está en relación al segundo. El segundo informa de la veracidad del primero. 


No se ama al otro de manera abstracta, sino en la concreción de nuestra vida, con las personas con las que vivimos, nos cruzamos, con las que Dios nos ha puesto en el camino. 


Ellas son nuestros prójimos, y a ellas tenemos que amarles, que es mucho más que vivir con ellas. 

miércoles, 17 de agosto de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 18 DE AGOSTO DE 2022

 Mt 22,1-14: A todos los que encontréis, convidadlos a la boda.


En aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo, diciendo:

-El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados encargándoles que les dijeran: tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda.

Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados:

-La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:

-Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?

El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros:

-Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.




En primer lugar, consideremos a los criados, los mensajeros que el Señor nos está enviando para invitarnos a su fiesta. Personas que tienen una sabiduría que con palabras oportunas nos ponen en la pista del Señor. También pueden ser los medios que con imágenes, noticias...que nos conmueven, nos mueven...

En segundo lugar, considerar la afirmación "tengo preparado el banquete". Pensemos a que nos llama el Señor, a la abundancia y mesa compartida. A nuestro alrededor muchas realidades reflejan esa utopía: comunión, reconciliación. Considerar los valores del Reino a nuestro alrededor donde ya se realiza la fiesta del Señor.

En tercer lugar, habla de rechazo y trampa, de quienes no respondemos a la invitación y de quienes falseamos los valores en beneficio propio...como Iglesia o como cristianos. Pensemos que motivos damos para no acudir a la fiesta del Señor: no tengo tiempo, es demasiado utópico, me da miedo el compromiso...

martes, 16 de agosto de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 17 DE AGOSTO DE 2022

  20,1-16a: ¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.

Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo:

-Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido.

Ellos fueron.

Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo.

Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:

-¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?

Le respondieron:

-Nadie nos ha contratado.

El les dijo:

-Id también vosotros a mi viña.

Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz:

-Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros.

Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.

Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo:

-Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno.

El replicó a uno de ellos:

-Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?

Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.



Igual que en el evangelio del “joven rico”, Jesús le pedía un salto: una cosa te falta; aquí también nos invita a un cambio de mentalidad. 


Pasar de una mentalidad de una justicia distributiva, justicia romana, a la justicia misericordiosa: ¿o vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?


Y es que resulta que Dios es bueno, extremadamente bueno, rematadamente bueno. Perdona todo y siempre. Y ésto no nos cabe en nuestros esquemas.

Tampoco nos cabe en nuestros esquemas su gratuidad, su generosidad.

jueves, 11 de agosto de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 12 DE AGOSTO DE 2022

 Mt 19,3-12: Por la dureza de corazón permitió Moisés repudiar a las mujeres; pero, al principio, no era así.


En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba:

«¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo?».

Él les respondió:

«¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”? De modo que ya no son dos, sino una sola carne.

Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».

Ellos insistieron:

«¿Y por qué mandó Moisés darle acta de divorcio y repudiarla?».

Él les contestó:

«Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Pero yo os digo que, si uno repudia a su mujer —no hablo de unión ilegítima— y se casa con otra, comete adulterio».

Los discípulos le replicaron:

«Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse».

Pero él les dijo:

«No todos entienden esto, solo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos ellos mismos por el reino de los cielos. El que pueda entender, entienda».


“Por lo terco que sois”. Jesús en su vida tuvo mucha oposición. Alguna directamente como los fariseos, los saduceos, los levitas, los herodianos, incluso los zelotas. Pero también tuvo una oposición menos directa, pero al fin y al cabo, también oposición: la terquedad del pueblo. 


Son los que pedían un signo, los que no creían en Él por conocerlo de pequeño, los que lo querían por haberles dado de comer. 


Esa terquedad imposibilitó hacer allí ningún milagro. Jesús emplea palabras duras hacia esa actitud del pueblo. Hoy hace referencia a la terquedad que hubo después de las tablas de la Ley con Moisés. 


Yo me pregunto si soy terco en mi seguimiento del Señor. 

Soy terco cuando al oir la Palabra, ya sé lo que me pide, sin escucharla.

Soy terco cuando al escuchar la Palabra, pienso: eso para mi no es.

Soy terco cuando al escuchar la Palabra la interpreto a mi interés. 

Soy terco cuando no soy capaz de dejarlo todo al servicio de la Palabra.

Soy terco cuando continuamente le pido al Señor que me confirme y me de un signo, una señal.

Soy terco cuando antepongo mi horario al del Señor.

Soy terco cuando antepongo mi gusto al del Señor.

Soy terco cuando pienso “siempre se ha hecho así”, por tanto, esa será la voluntad de Dios.

Etc.


Le pido al Señor que me rompa mi terquedad para poder seguirlo con espíritu nuevo.

miércoles, 10 de agosto de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 11 DE AGOSTO DE 2022

 Mt 18,21-19.1: No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.


En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:

«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».

Jesús le contesta:

«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.

El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:

“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.

Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:

“Págame lo que me debes”. 

El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: 

“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”.

Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.

Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:

“¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”.

Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.

Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.


No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete…

El perdón es una de las acciones más difíciles que podemos hacer los humanos. El perdón es necesario para la convivencia. 

Me pregunto: ¿acaso a mi también no me tendrán que perdonar? ¿acaso soy tan bueno, que no necesito del perdón de nadie?


El perdón es algo que nos atañe a todos. Todos cometemos errores, todos hacemos daño a los demás. 


Por ello, tenemos tomarlo muy en serio. Está en juego la convivencia. Es un arte, que tenemos que practicar, limar y perfeccionar. 


Si miramos la afirmación de Jesús: “no te digo que perdones hasta siete veces”, nos parece hasta demasiado (en cosas gruesas). Muchas veces nos cansamos de perdonar. Ponemos un límite. Dios no lo pone. Jesús nos pone en ese torrente de gracia que es el perdón de Dios (ilimitado). Y ahí, en ese ambiente, en ese clima, lenguaje, nos debemos situar. 


Tenemos que aprender el lenguaje del amor de Dios, para poder hablarlo con nuestro perdón. 


Termina el evangelio con una frase que parece una amenaza, pero que en realidad es una advertencia: en Dios sólo se puede hablar ese lenguaje del amor, el que no lo haga, no tiene cabida, no se encuentra a gusto.