jueves, 29 de septiembre de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 30 DE SEPTIEMBRE DE 2022

 Lc 10,13-16: Quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.


En aquel tiempo, dijo Jesús:

«¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Pues si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza.

Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.

Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo.

Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».


Jesús es enviado por el Padre, por eso, el que lo rechaza, rechaza al que lo ha enviado. Los mismo pasaba cuando rechazaban a los discípulos de Jesús.


Y me pregunto que es rechazar a Jesús:

Por un lado es evidente que la acepción más propia puede ser aquel que rechaza explícitamente a Jesús. Algunos por desconocimiento, otros con conocimiento. 

Puede haber otro tipo de rechazo: no oír su palabra.

Hay un rechazo más sutil: no hacer sus obras. Pero también puede ser cuando no creemos en su Palabra. 

Y de esa manera, rechazamos a Dios Padre. 

Se puede rechazar a Jesús rechazando a las personas.


Puedo pensar ahora si yo rechazo a Jesús, a su palabra, a sus acciones. Si rechazo a las personas.

HOMILÍA EN EL DÍA DE SAN MIGUEL

 Llevamos varios días meditando sobre esta lectura de la carta de San Pablo a los Efesios, y más en concreto a la simbología de los atuendos de los guerreros, que vemos que también los tiene en su imagen. Nombramos la coraza de la justicia, el escudo de la fe y el yelmo de la salvación. Pero nos faltó la cintura ceñida con la verdad, los pies con la prontitud para el evangelio de la paz y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. Así tenemos una visión completa.

Veremos de una manera breve cada una de ellas:


Coraza de la justicia


Decíamos que la coraza de la justicia era una coraza para mis relaciones con Dios y con las personas. Unas relaciones justas, basadas en el respeto, en la verdad, en la coherencia, en la lealtad, en la verdad. Esta relación justa con Dios consistía en considerarnos “agraciados” de su amor, salvados gratuitamente. Es reconocer que el Señor ha tenido misericordia de nosotros y de nuestros pecados. Una relación justa con Dios es reconocer que todo lo recibimos de Él.

Esta coraza nos protegía de la tentación del desánimo, del orgullo, del engreimiento.


Escudo de la fe


Al día siguiente buscábamos embarazarnos el escudo de la fe. Este escudo nos defendía de las insidias del enemigo. Insidias que nos ponen en grave peligro con relación a nuestro amigo. Sin embargo, San Pablo, nos invita a esperar cuando se ha perdido toda esperanza. 

Ante ello la fe nos defiende de las fuerzas oscuras.

La fe es la actitud fundamental del hombre frente a Dios.

La fe es un acto libre y espontánea por el que nos adherimos personalmente a Dios en Cristo. Por tanto, la fe es, antes que nada, la entrega personal de nosotros a Dios, nuestra correspondencia a la palabra de Dios.

La fe es en una persona es consagración y entrega personal a Jesús como el Salvador, a Dios Todopoderoso.

La fe es también una mirada que penetra los acontecimientos y las situaciones, los estados, de manera que podamos descubrir la mano de DIos en todo.

Es por tanto, un escudo muy fuerte y poderoso, por más que las fuerzas del mal puedan ser intensas, porque podemos descubrir como Dios actúa de un modo grandioso en nosotros y como toda nuestra jornada es un milagro de Dios, un don suyo y gozar de esta participación que Dios nos da en su extraordinario fuerza y poder, los mismos con los que resucitó a Cristo y se manifiestan ahora en nosotros. Y esto es indestructible. 

A través del espíritu de fe, debemos hacer de esta un escudo contra las mezquindades, las trivialidades de la vida cotidiana, que tiende de continuo a hacernos ver los aspectos mezquino bajos y de poco esplendor de la vida.

A través del escudo de la fe debemos rechazar las tentaciones de restringir nuestra vida a un significado mezquino y de considerarla en su globalidad tal como Dios la va realizando cada día.

 

Yelmo de la salvación


Por último, anoche le pedíamos a San Miguel que nos coloque el yelmo de la salvación. Decíamos que no nos lo poníamos nosotros, sino que lo recibíamos de Dios.

Recibir el yelmo de la salvación era participación de la pasión de nuestro Señor Jesucristo y esto lo hacíamos en la vida cotidiana en nuestras humillaciones, cuando experimentábamos debilidad en el cuerpo, en la psique, en el espíritu. Pero también decíamos que la humillación fundamental era el reconocer saber que todo lo recibimos, que nada es nuestro, que podemos hacer muy poco por nosotros mismos y por los demás; más aún que en realidad no podemos hacer nada frente a Dios, que todo es don suyo. Ésta es la humildad fundamental en nuestra vida.

Este yelmo de la salvación nos protege también de todas formas de vanidad, de la vanagloria que nos hace perder la cabeza


Cintura ceñida con la verdad


Pero en el texto también se nos pide que nos ciñamos la cintura con la verdad. En la Biblia ceñirse la cintura es sinónimo de prontitud, prontitud a hacer algo, disponibilidad. San Pablo nos pide disponibilidad para la verdad se refiere a todo el plan de Dios. Esa es la verdad total del Universo. Es un plan de salvación, del que no debemos despistarnos, por ello, todo lo que Dios quiere es que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Eso significa que cualquier pequeño punto del plan, (que podríamos ser nosotros), es una pieza de un engranaje mayor, que pretende conseguir ese fin. 

Cualquier llamada que nos haga Dios es visto solamente dentro del PLAN.


Los pies con la prontitud para el evangelio de la paz


Es evidente que esta expresión es parecida a la anterior, nos invita a estar preparados para esa misión, en este caso, el evangelio de la paz. En San Pablo, es derribar el muro de separación, el muro de la división. Nos invita a estar prontos para el evangelio de la reconciliación, a la fraternidad, al entendimiento. Esta paz y entendimiento produce alegría, la alegría interior y profunda. El mayor arma contra el mal. Esta paz nunca será equilibrio, sino también participación en la ofrenda de Jesús cuando todo se pone complicado, porque no podemos nosotros, como ya hemos visto, y sobretodo, porque nunca es obra nuestra. 


La espada del espíritu que es la Palabra de Dios


Por último, San Pablo nos invita a utilizar la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios. En realidad la Palabra de Dios es nuestra mayor arma, de la cual se derivan las anteriores. Porque la Palabra de Dios contiene toda la verdad y la Palabra alimenta nuestra fe, nos ilumina para tener unas relaciones más justas entre nosotros y con Dios.

Es una espada porque es un arma afilada que permite separar, distinguir entre lo bueno y lo malo, por ello, ésta es faro, luz, esperanza de todas las demás. armas.


En definitiva, San Pablo nos anima a vestirnos con cada una de estas armas, para el combate que cada uno tiene que batallar cada día hasta el final de los tiempos. Recuerda, Dios nos ha dado una serie de armas poderosísimas, capaces de destruir el mayor enemigo que tenemos. Sobre todo porque las armas, son Él mismo regalándonos su amor, su gracia, sus dones. Tenemos sus armas, pero nosotros no somos las armas. Las armas son Dios en nuestra vida.


martes, 27 de septiembre de 2022

HOMILÍA EN EL TERCER DÍA DEL TRIDUO A SAN MIGUEL. “San Miguel, dónanos el yelmo de la salvación”

  3º DÍA TRIDUO A SAN MIGUEL. “San Miguel, dónanos el yelmo de la salvación”


Ef 6, 11-18: Poneos las armas de Dios, para poder afrontar las asechanzas del diablo

Sal 87,10bc-11.12-13.14-15: Llegue hasta ti mi súplica, Señor.

Lc 9,57-62: Te seguiré adondequiera que vayas.


Igual que en los días anteriores, nos quedamos expectantes con lo que San Pablo nos quiere decir con el yelmo de la salvación. Es una metáfora que también vemos en el profeta Isaías. 

Se presenta la acción de dios que pone las cosas en su sitio la acción de un dios que hace justicia y que se reviste de la justicia como de una coraza. El cristiano, por tanto, participa de la obra de la salvación de Dios. Esto en griego tomado el pie de la letra no dice “tomad” como se ha traducido muchas veces sino recibir, es decir, ponernos en la condición de quien recibe de dios la salvación.


La acción salvífica pertenece a Dios. En ese sentido la exhortación está en línea con todo el resto del fragmento, que nos muestra como el cristiano ha sido acorazado, armado y preparado, no tanto para que se ponga el fuego por sí mismo sino para que se abandone totalmente a la acción salvífica de Dios.

Por consiguiente: sometidos con plena confianza al plan divino de salvación, tal como se ha manifestado en la muerte y la resurrección de Cristo.

Lo que significa: dejarse invadir por esta salvación que nos manifiesta Cristo, dejarse llenar de él y por él.


Nos podemos preguntar ahora qué significa en la práctica aceptar plenamente la salvación manifestada en la muerte y resurrección de Jesús, intentando, por último aplicarnos a nosotros mismos esta doctrina.


En otro lugar, San Pablo pide conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento. Significa que existe un conocimiento del amor de Cristo que sobrepasa todo nuestro conocimiento. A saber: sin una íntima experimentación interior del amor de Cristo, es imposible hacernos una idea de la "anchura, largura, altura y profundidad" del mismo.


En consecuencia, San Pablo pide que también nosotros podamos estar invadidos por el amor de Cristo, que lo sintamos rebosar en nosotros y que podamos intuir que esto es todavía nada frente a lo que el amor de Cristo podría mostrarnos.

Es precisamente esto el aceptar el yelmo de la salvación, o sea, dejarse invadir, abrir las puertas y ventanas del corazón al amor de Cristo porque nos ha llenado, no ha colmado por completo desde el interior.


Ponerse el yelmo en la vida cotidiana sería también, como diría San Pablo en la carta a los Filipenses, aceptar la participación los sufrimientos para conocer el poder de la resurrección.


Participar íntimamente en los sufrimientos de Jesús es lo que la experiencia de San Pablo nos habla de la fuerza en la debilidad. Cada vez que experimentamos otra fragilidad, nuestra fatiga, nuestra insuficiencia física o, en algunas ocasiones psicológica, entramos de hecho en una participación en la divinidad de Cristo, en su misma pasión. Sin hacer cosas estrepitosa nosotros también entramos de hecho en el día día participar en la humillante debilidad del cuerpo, de la psique, de lo físico de la corporeidad que Jesús experimentó en la pasión y muerte. Hay que ser consciente de esto.


Y también participan íntimamente los sufrimientos de Jesús es la experiencia de la humillación: nuestra misma debilidad debilidad es ya humillante en sí misma, pero hay muchas otras humillaciones que forman el tejido nuestra vida diaria que se encuentra en el fundamento de lo que podríamos llamar la “humillación fundamental”: saber que todo lo recibimos, que nada es nuestro, que podemos hacer muy poco por nosotros mismos y por los demás; más aún que en realidad no podemos hacer nada frente a Dios, que todo es don suyo. Ésta es la humildad fundamental en nuestra vida. Este yelmo de la salvación nos protege también de todas formas de vanidad, de la vanagloria que nos hace perder la cabeza.


Es extremadamente importante aprovechar todo lo que nos ofrece nuestra experiencia de cada día, a fin de que le conozcamos a él en la participación de su sufrimiento. Deberíamos empezar a valorar, a no rechazar, no esconder, a no descartar la realidad de humilde participación en la pasión de Jesús, que nuestra humilde jornada nos pone por delante.


San Pablo nos habla de sentir la fuerza de la resurrección podríamos entender que esto sería dejar sitio el espíritu cobra nosotros, percibir y abrir las puertas de todo a toda la actividad de entrega voluntariosa, de servicio, de serenidad, de fe, de amor que el espíritu subsiste en nosotros es la manifestación del resucitado todo lo que nosotros vida y lleva la vida todas esas realidades constituyen la participación cotidiana en la fuerza de la resurrección.


Por tanto, se nos pide que recibamos o nos dejemos poner el yelmo de la salvación.

HOMILÍA DEL SEGUNDO DÍA DEL TRIDUO A SAN MIGUEL. “San Miguel, entréganos el escudo de la fe”

 2º DÍA TRIDUO A SAN MIGUEL. “San Miguel, entréganos el escudo de la fe”


Ef 6, 11-18: Poneos las armas de Dios, para poder afrontar las asechanzas del diablo

Sal 87,2-3.4-5.6.7-8: Llegue hasta ti mi súplica, Señor.

Lc 9,51-56: Tomó la decisión de ir a Jerusalén.




Anoche hablábamos de la coraza de la justicia, y hoy sobre el escudo de la fe. Ambos nos protegen, el escudo y la armadura o coraza. En concreto, nos dice San Pablo: “Embrazad el escudo de la fe, donde se apagarán las flechas incendiarias del maligno”.

Hay varias palabras que tendremos que entender bien, el contexto y el significado que San Pablo le quiere dar. 


Empecemos por esas flechas incendiarias del maligno.

Podemos preguntar qué son esos dardos, quién es el enemigo y cuál es la actitud como que como escudo apaga esas flechas incendiarias.

Son flechas disparadas que no se lo pinchan quieren sino que están provistas de estopa encendida. Son capaces de destruir una casa, de superar un muro defensivo.


Son una serie de insidias que ponen al amigo de Dios en grave peligro; y el amigo de Dios debe proclamar a menudo su confianza en el Señor como el único que puede liberarle de estas insidias.


Se invita al amigo de Dios a proclamar su propia confianza cuando se ha perdido la esperanza.

El enemigo de Dios, ¿qué significa eso? Podemos clasificar ahí una serie de energías negativas en las cuales deriva todo ello. No se trata de personas concretas sino simplemente hay realidades en el mundo que no se explican sin algo más. San Pablo, en el texto que estamos contemplando nos dice: “nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos del aire.”


Son fuerzas potentes porque tienen una actividad, una eficacia y una determinación potente.


Son fuerzas tenebrosas que tienden a crear oscuridad, ambigüedad, como promesas vagas, esperanzas etéreas. Y Dios es claridad, la luz. Se nos pide ser hijos de la luz, no de las tinieblas.


Son fuerzas malignas que tienen una intención perversa e intención de perjudicar, hacer daño y degradar el hombre.


Tenemos que tener en cuenta que ciertas tentaciones que nos acechan no son por debilidad nuestra, sino por una atmósfera de auténtica enemistad contra el hombre, contra su dignidad, contra su integridad, que nos hace comprender que nos encontramos frente algo malvado, corrupto.

Eso lo podríamos traducir hoy al concepto de mentalidad secular.

Esta mentalidad una mentalidad reductora porque tiende a prescindir de dios y aplicarlo y a explicarlo todo sin él. 


Esta mentalidad también es una mentalidad mezquina porque solo ver el aspecto trivial de las cosas se pierde y se pierde el sentido de la dignidad del hombre, de su grandeza, de sus posibilidades reales. 

Esa mentalidad es disolvente también porque tiende a desanimar todo esfuerzo.


Ante ello la fe nos defiende de las fuerzas oscuras.

La fe es la actitud fundamental del hombre frente a Dios.


La fe es adhesión personal a Dios en Cristo.


La fe es un acto libre y espontánea por el que nos adherimos personalmente a Dios en Cristo. Por tanto, la fe es, antes que nada, la entrega personal de nosotros a Dios, nuestra correspondencia a la palabra de Dios.

La fe es en una persona es consagración y entrega personal a Jesús como el Salvador, a Dios Todopoderoso.


La fe es proclamación de la verdad revelada.


Pero la fe también es proclamación de verdades reveladas.

Debemos ponernos frente a esas verdades para alimentar con ellas nuestra alma, de modo que ensanchemos nuestro panorama y veamos el pequeño problema particular que nos interesa, que nos preocupa que nos turba en el marco del designio de Dios.


La fe es mirada.


La fe es una mirada. Es la capacidad de ver cómo todas las cosas están ordenadas al fin de la salvación. Lo siguiente es la capacidad de gustar en cada cosa de la jornada su ordenación a la gloria de Dios y a nuestra salvación.


Es lo que San Pablo en esta misma carta (Ef 1, 17) llama espíritu de revelación: “El Dios de nuestro señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os de un espíritu sabiduría y de revelación para un más profundo conocimiento de él”


Es decir es la capacidad de reconocer a Dios tal como es.

Conocer y percibir como Dios actúa de un modo grandioso en nosotros y como toda nuestra jornada es un milagro de Dios, un donsuyo y gozar de esta participación que Dios nos da en su extraordinario fuerza y poder, los mismos con los que resucitó a Cristo y se manifiestan ahora en nosotros.


A través del espíritu de fe, debemos hacer de esta un escudo contra las mezquindades, las trivialidades de la vida cotidiana, que tiende de continuo a hacernos ver los aspectos mezquino bajos y de poco esplendor de la vida.


A través del escudo de la fe debemos rechazar las tentaciones de restringir nuestra vida a un significado mezquino y de considerarla en su globalidad tal como Dios la va realizando cada día.


Pidamos pues que se nos dé como gracia está iluminación de la mente 

lunes, 26 de septiembre de 2022

HOMILÍA EN EL PRIMER DÍA DEL TRIDUO A SAN MIGUEL: "San Miguel, comunícanos la coraza de la justicia

1º DÍA TRIDUO A SAN MIGUEL: “San Miguel, comunícanos la coraza de la justicia”


Ef 6, 11-18: Poneos las armas de Dios, para poder afrontar las asechanzas del diablo

Sal 16,1.2-3.6-7: Inclina el oído y escucha mis palabras.

Lc 9,46-50: El más pequeño de vosotros es el más importante.


Lectura de la carta de San Pablo a los Efesios


Poneos las armas de Dios, para poder afrontar las asechanzas del diablo, porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos del aire. Por eso, tomad las armas de Dios para poder resistir en el día malo y manteneros firmes después de haber superado todas las pruebas. Estad firmes; ceñid la cintura con la verdad, y revestid la coraza de la justicia; calzad los pies con la prontitud para el evangelio de la paz. Embrazad el escudo de la fe, donde se apagarán las flechas incendiarias del maligno. Poneos el casco de la salvación y empuñad la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. Siempre en oración y súplica, orad en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con constancia, y suplicando por todos los santos. 



Comenzamos el Triduo de San Miguel, reflexionando con esta lectura de San Pablo, que leeremos los tres días como primera lectura. Las expresiones simbólicas de San Pablo (la coraza de la justicia, el escudo de la fe, y el yelmo de la salvación) son las que han servido como títulos y temas de este Triduo. Si contemplamos la imagen de San Miguel, lo vemos ataviado con estos objetos, la coraza, el escudo, el yelmo. Por ello, no son temas forzados sino que estamos acostumbrados a mirar.


Nos toca reflexionar, en este primer día, sobre la coraza de la justicia. Tenemos que decir, que en el texto de San Pablo, la primera sería la cintura ceñida, que hace referencia a la prontitud en la disposición, la respuesta pronta a las invitaciones del Señor. Como sólo es un Triduo, no hay más días, por eso he elegido estos tres.


Como todo, 2000 años después, resulta complicado entender el concepto de justicia en San Pablo. Seguramente siempre pensamos en la justicia como justicia distributiva (dar a cada uno lo suyo), pero esa no es la justicia de Dios. 


Justicia hace referencia más bien, por lo menos en el hebreo, a poner en la justa relación con Dios y con los otros. Por ello, San José es calificado de justo. 

Es reconocer la necesidad de una relación transparente y equilibrada. Con Dios y con las personas.

Reconocer una relación justa es hacer obra de verdad.

Realizar una relación justa es llegar a ser justo en las relaciones personales.

Restablecer una relación cuando se ha roto, es también obra de la justicia.

Dios mismo es justo en cuanto que restablece, o sea, que vuelve a poner en su sitio las cosas equivocadas, entre los hombres.

San Pablo, al invitarles a la comunidad a revertirse con la coraza de la justicia, los invita a ponerse en la actitud de la santidad verdadera, típica del hombre nuevo. 


Profundicemos un poco más, ¿qué es lo que quiso subrayar al invitar a los fieles a revestirse con la coraza de la justicia?

Lo primero, indicarnos algo que nos defiende de nuestra vulnerabilidad; nos defiende de los razonamientos falaces y engañosos; nos defiende de las insidias del demonio, que querría llenarnos de desconfianza

Una relación justa con Dios es la que nos hace considerarnos “agraciados” de su amor, salvados gratuitamente.

Es reconocer que el Señor ha tenido misericordia de nosotros y de nuestros pecados.

Una relación justa con Dios es reconocer que todo lo recibimos de Él.

Todo esto, la humildad, nos defiende de la tentación de desánimo, de orgullo, de engreimiento.

Es una relación de reconocimiento:

¡Gracias gracias señor por haber hecho de mí, pobre, algo grande!

¡Gracias señor porque me has vivificado en Cristo!.

¡Gracias señor porque en Cristo has vivificado el mundo, porque en Cristo has vivificado la iglesia!.


Esta coraza nos hace mantenernos en la relación justa también con las personas. La actitud de humildad con Dios nos lleva a la humildad con las personas. La actitud justa con los demás es la humildad, mansedumbre, paciencia, soporte, deseo de unidad. 

Y si seguimos mirando en el mismo San Pablo, todavía concreta más estas actitudes. Hablamos del capítulo 4, versículos del 25 al 32. La veracidad, el perdón, el trabajo, las palabras que edifican, el rechazo de toda amargura, la cortesía y por último, la benevolencia.


  1. Decir la verdad

Si formamos parte de una unidad en Cristo, nos sentimos también entre nosotros unidos. Y ello provoca confianza. Por ello la mentira es la gran destructora de la confianza, y también el comunicar los defectos ajenos.

  1. Dominar los sentimientos negativos

Nuestra conciencia de pequeñez incluye también saber que no estamos inmunizados contra la ira, la repulsa o antipatía ante alguna persona. Pero si podemos vigilar y redimensionar estos sentimientos negativos. El mejor medio de abrir la puerta a otras tentaciones es conservar el mal humor y la intolerancia. Al perder la coraza de nuestra conciencia tranquila, Tenemos un punto vulnerable, sobre el que trabajan otras tentaciones para turbarnos por estar turbados para desanimarnos de estar desanimados.

  1. Trabajar honestamente.

El trabajo tiene una importancia capital en una comunidad. No trabajamos para nosotros mismos, sino para construir un mundo mejor. San Pablo recomienda trabajar donde sea posible, para ayudar a alguien que se encuentra en estado de necesidad. También vemos que en muchas órdenes, el trabajo manual es muy importante para dominar la vida, para evitar la ociosidad. O también es un escudo una defensa contra la conciencia inquieta y contra las dificultades que siempre se encuentran cuando una persona sabe que es una carga para los otros.

  1. Usar palabras buenas

Que nuestra hablar sea siempre para ayudar, para conciliar, para construir armonía.

  1. No entristecer al espíritu

Todo lo que está contra la paz y la concordia entristece al espíritu. Las arrogancias contra la vida comunitaria constituyen un atentado contra la misma obra de dios que es precisamente obra de paz y de fusión.

  1. Hacer desaparecer toda aspereza

El espíritu de amargura es lo que viene siendo reconocido como espíritu de la tentación.

No hay nada más contrario nuestra relación con nosotros que el juicio fulminante sobre las personas, sobre las cosas, sobre las situaciones, sobre la iglesia. Si nos fijamos en los últimos años de la vida de la iglesia, podremos ver cuántos quintales amargura se le han derramado encima; Lamentando hacer una cosa y de la otra, viendo el aspecto negro de donde situaciones, sin confianza, sin esperanza, sino una apertura a la optimismo, a la edificación.

  1. Cultivar la benevolencia.

Dulce el plan de dios y también nosotros, ahora, debemos vivir según este plan, es la verdad y la justicia. 


Revistámonos de la coraza de la justicia, con Dios y con los demás. San Migue, tú que estás ataviado con la coraza de la justicia, revístenos de ella. 

jueves, 22 de septiembre de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 23 DE SEPTIEMBRE DE 2022

 Lc 9,18-22: Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho.


Una vez que Jesús estaba orando solo, lo acompañaban sus discípulos y les preguntó:

«¿Quién dice la gente que soy yo?».

Ellos contestaron:

«Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas».

Él les preguntó:

«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».

Pedro respondió:

«El Mesías de Dios».

Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Porque decía:

«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».


La pregunta que Lucas pone en boca de Herodes, ahora la pone en boca de Jesús dirigida a los discípulos. A nosotros también, como sus discípulos. No nos quedemos en responder, sino contemplemos las respuestas que van dando y la contestación de Jesús.


A Jesús lo comparan con Juan Bautista, o con Elías. Respuestas incorrectas, incompletas. Jesús viene a ser la respuesta a todos ellos. Entonces pregunta a ellos directamente y la respuesta la da Pedro en nombre de todos. La respuesta es perfecta, de catecismo. Pero quizás, la interpretación podamos hacerla de manera incorrecta. Por eso, Jesús corrige.


Es el Mesías, pero un Mesías sufriente. Ése si es el verdadero Cristo. No hay otra imagen, otro camino, otra luz. 

El Mesías siempre es sufriente.

La salvación siempre pasa por la cruz. 

La fecundidad siempre pasa por la aridez.


¿A qué Mesías vemos en Jesús? ¿Qué Mesías queremos en nuestra vida? Date cuenta de sólo hay uno, el Cristo de la fe es el Jesús histórico y crucificado. El otro, es sólo fruto de mi imaginación.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 22 DE SEPTIEMBRE DE 2022

  Lc 9,7-9: A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?


En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba sobre Jesús y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.

Herodes se decía:

«A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?».

Y tenía ganas de verlo.



Muchas veces, queremos hacernos a un Jesús a nuestra medida. Pero es imposible, siempre nos sorprenderá, es inabarcable. Con el permiso, permíteme que añada un texto de José Luis Martín Descalzo.


Espero que suscite en nosotros unas tremendas ganas de conocer y ver a Jesús. «¿Quién es este por quien tantos han muerto, a quien tantos han amado hasta la locura, de quien tantos han abusado para imponer sus dogmas personales y sus intereses? Desde hace dos mil años, su nombre ha estado en boca de millares de mártires y también -iay!- en boca de asesinos más o menos legales. Su doctrina inflamó el corazón de san Francisco de Asís y también -¡ay!-las hogueras de la intolerancia. Discípulos suyos se llamaron los santos, que abandonaron todo para seguirle, y discípulos suyos nos llamamos quienes hemos logrado -¡por fin!- compaginar su amor con el dinero. En su fe se inspira la monjita que en África abraza a los leprosos y en su fe creen inspirarse algunos que hoy toman la metralleta guerrillera y revolucionaria. A Él invocan el monje trapense que renuncia hasta a ser propietario de su palabra y el especulador que se santigua con gesto mecánico antes de festejar su último triunfo bolsístico. ¿Quién es, quién es este personaje que cruza de medio a medio la historia como una espada ardiente y que produce frutos tan opuestos de amor o de sangre, de entrega o de violencia, de locura o de vulgaridad ¿Quién es y qué hemos hecho de Él, cómo hemos usado o traicionado su voz, qué jugo misterioso o maldito hemos sacado de sus palabras? ¿Es fuego u opio? ¿Es bálsamo que cura, espada que hiere o morfina que amodorra ¿Quién es? ¿Quién es? Pienso que el hombre que no ha respondido a esta pregunta puede estar bien seguro de que aún no ha comenzado a vivir y de que no es digno de pisar sobre la tierra que esa su sombra cruza para bendición o terror. (...) Albert Schweitzer ha llegado a afirmar que todos cuantos han tratado de contar la vida de Jesús han terminado contando la de «su» Jesús y proyectando sus preocupaciones religiosas y las de su generación sobre la verdadera historia del carpintero de Nazaret. Pero ¿es que esa verdadera historia es posible? ¿No será Cristo como un prisma con demasiadas caras, tantas que nunca será abarcable por un hombre en una sola vida humana y aun por toda una generación? (...) Y..., sin embargo, habría que buscar, habría que bajar a ese pozo. ¿Con la esperanza de llegar a entenderle? No, no; sabemos de sobra que nunca llegaremos a eso. La historia de veinte siglos nos enseña que todos cuantos han querido acercarse a Cristo con sus inteligencias siempre se han quedado a medio camino. Pasó ya así cuando Él vivía. Los que estaban a cada hora a su lado tampoco le entendían. Les desbordaba. Un día les parecía demasiado Dios, otro demasiado hombre. Le miraban, querían entender su misterio. y lograban admirarle, amarle incluso, pero nunca entenderle (...). Y, sin embargo, Él es la gran pregunta que todo hombre debe plantearse, aun con la seguridad de que toda respuesta quedará a medio camino (...) Quizá la suma de todos nuestros afanes por entenderle se parezca un poco a su rostro verdadero: el rostro santo que nos hace saber que sigue valiendo la pena de ser hombre, el rostro de la santa humanidad de nuestro Dios.»

martes, 20 de septiembre de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 21 DE SEPTIEMBRE DE 2022

Mt 9,9-13: Sígueme. Él se levantó y lo siguió.


En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: 

«Sígueme». 

Él se levantó y lo siguió. 

Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos. 

Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: 

«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?».

Jesús lo oyó y dijo: 

«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a justos sino a pecadores».



El hombre siempre ha querido controlar el futuro, o por lo menos preverlo, para minimizar las posibles consecuencias nefastas. Esa es una de las labores u objetivos de la ciencia. Comprobar las “leyes inscritas” por las cuales suceden las cosas, para poder prevenirlas o prepararse. 


Pero no podemos controlarlo todo. En otras épocas, el hombre tenía muy pocos medios y era más evidente. Ahora, “con tanta tecnología”, como se ha dicho en tantas ocasiones en estos días del volcán, sin embargo, no podemos evitar el desastre. 


Ante ello, Jesús, hoy y siempre nos dice: “Sígueme”.

Ese sígueme significa:

No cometas imprudencias y colabora con las autoridades

Ten paz

Sigue confiando en mi

Yo voy delante. 

No te angustie el futuro

Déjate llevar.


Hagamos un acto de fe, como hizo Mateo, del cual celebramos hoy la fiesta. Él no sabía a donde le llevarían sus pasos. Sólo intuyó que podía confiar en esa persona que le llamaba. 

 

lunes, 19 de septiembre de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 20 DE SEPTIEMBRE DE 2022

  Lc 8,19-21: Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.


En aquel tiempo, vinieron a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.

Entonces le avisaron:

«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte».

Él respondió diciéndoles:

«Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».


Este evangelio nos puede parecer duro y si pensamos que Jesús desprecia a su madre y familiares. Lucas concentra su mirada y mensaje en la escucha de la palabra de Dios y ponerla por obra.

Precisamente en ésto, María es modelo, ejemplo. Por tanto, lejos de ser un desprecio, es una alabanza y ya Lucas nos insinúa la maternidad de María hacia nosotros. Porque ella escucha la Palabra de Dios y la cumple; y porque nosotros también queremos hacerlo.

La Nueva Evangelización tiene que poner un acento importante en la escucha de la Palabra y los cristianos del s. XXI nos debemos caracterizar por ello.

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 19 DE SEPTIEMBRE DE 2022

 Lc 8,16-18: La lámpara se pone en el candelero para que los que entren vean la luz.


En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«Nadie que ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o la mete debajo de la cama, sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz.

Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público.

Mirad, pues, cómo oís, pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener». 



Parece un poco amenazante las palabras del Señor, y alguna vez las he entendido así. También es la forma de hablar de aquella época, donde no existe el término medio y donde algunas veces expresan la idea de manera negativa (algo parecido a la reducción al absurdo de la filosofía).

Sin embargo, entiendo que me anima a ser luz. Pero no una luz para esconderse y guardármela para mí, sino una luz para iluminar. 

Una vela puede tener dos funciones en una casa: la primera puede ser algo decorativo, que queda bonito, pero nada más; o puede utilizarse para iluminar y entonces se desgastará...pero habrá iluminado.

Eso es lo que quiere el Señor, que nos gastemos iluminando a los otros.

jueves, 15 de septiembre de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 16 DE SEPTIEMBRE DE 2022

 Lc 8,1-3: Las mujeres iban con ellos, y les servían con sus bienes.


En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.


Este trozo del evangelio es un sumario donde relata algunas de las actividades que hacía Jesús y los que lo acompañaban. El evangelista comenta que algunas mujeres lo acompañaban y lo ayudaban. Esto que nos parece algo sin importancia, sin embargo, está diciendo mucho debido a la sociedad en la que vivían. 


Los maestros o rabinos, no se dejaban acompañar de mujeres. Jesús es considerado por muchos como un rabí, o maestro. Sin embargo, Jesús no actuó en muchas situaciones como los maestros de aquel tiempo. Jesús abre el horizonte a  una nueva humanidad. Todavía no hemos terminado de entender, o acoger el mensaje de Jesús, por lo que en aquel entonces y tampoco hoy, le damos la importancia, la misión a la mujer en la sociedad y en la Iglesia. El Papa insiste en darle un papel más incisivo en la Iglesia, en la toma de decisiones, en el gobierno, y no sólo en el servicio. 


Pidamos al Señor que el espíritu de Jesús vaya penetrando en nosotros para que hagamos de nuestro pequeño trozo de tierra una sociedad más justa, fraterna e igualitaria.

HOMILÍA ENTRADA A DAVID ESTÉVEZ

Nos hemos reunido en este día para la entrada en la parroquia de David como párroco de esta parroquia. 

Vienes para continuar la obra de Cosme. Y digo bien, continuar, porque te inscribes en una larga lista de sacerdotes que han ido caminando con este pueblo, cada uno con su forma de ser. 


Por ello, para desarrollar esta reflexión de este día grande para esta comunidad utilizaré dos verbos que le pido a la comunidad:


El primero es ACOGER. En el nombramiento nos exhorta a que tengamos “al referido sacerdote por tal cura párroco y le guarden la consideración correspondiente a su persona y ministerio”

El término en el diccionario de la RAE nos dice que acoger es: Admitir en su casa o compañía a alguien; 2. tr. Servir de refugio o albergue a alguien; 3. tr. Admitir, aceptar, aprobar.

Por tanto, se nos pide que admitamos en nuestra casa que es nuestro corazón a David, que aceptemos, que aprobemos. Y es lo propio. Y digo yo que es fácil, porque se deja querer…puedo decir (exagerando como buen palmero) que ya en Tazacorte lo quieren más que a mi.


En este mundo tan acelerado, muchas veces vienen los currículum, las vidas, obras y milagros de las personas, incluso los defectos, antes de que venga la persona, antes de que los conozcamos.  

Acoger es empezar de cero, es aceptar en toda su persona. 

Por ello, todo aquello que implique comparación, referencia a otros, a un modelo determinado, está lejos de ser la actitud de acogida necesaria.


Cada uno es cada uno, cada uno tiene su forma de ser, sus inclinaciones, sus sensibilidades, sus virtudes, sus defectos, sus empatías. Lo acogemos porque es un regalo de Dios. Como decía el cura de Ars, el sacerdote es un regalo del corazón de Cristo. 


Se nos pide acoger a la persona y sobretodo a su ministerio. Es un ministerio particular: párroco. 

Párroco es el pastor propio de una comunidad. Pastor al estilo de Jesús, pastor según el corazón de Cristo. Es el pastor enviado en nombre del Señor. Y esto es muy grande. A través del ministerio del obispo, el mismo Jesús nos lo envía. 

Acoger es orar por él, por sus intenciones, por su ministerio, por su guía de esta comunidad. Ya lo tenemos que incluir en nuestras oraciones, igual que en cada Eucaristía incluimos al Papa y al obispo. 


Por ello, nadie mejor que el párroco. No estamos en una Iglesia de individualidades, donde me gusta aquel cura como predica, el otro como confiesa y así a la carta.


Hay un envío, un ministerio y una gracia particular. Me decía una persona en una parroquia que tuve hace años, buscando un cura que predique para una fiesta: no nos interesa que venga nadie, queremos que nos hable usted, que es nuestro párroco.


También otra persona que fue a visitar a un antiguo párroco y dijo que ya no le sentía como su pastor, aunque le apreciaba.


Los caminos de Dios son así. Cada uno en su momento, Dios los ha puesto por algo. Por ello, nadie mejor que el párroco.


Valorar su ministerio que tiene una gracia particular para poder santificar, predicar y guiar a esta comunidad.


Ser párroco es muy difícil, nos dicen los misioneros alabándonos a nosotros, porque se tienen que hacer a todos, a todas las personas, todas las realidades. Es como un director de orquesta, que tiene que ir señalando a cada uno su momento para entrar en acción, saber conjugar los distintos instrumentos, e incluso conseguir de cada uno lo mejor. Formando una armonía, entorno al director. Es el director quien va liderando los compases, pero son los instrumentos los que van aportando sus sonidos formando una gran y bella armonía. 


Por otro lado, la parroquia no se tiene que amoldar al cura, sino el cura a la parroquia.


El segundo verbo es TENER PACIENCIA. La paciencia es una de las grandes virtudes del cristianismo, de los cristianos. Es la virtud de los que saben esperar. Hay que tener paciencia porque David es un cura recién ordenado. Tiene que aprender a ser párroco, que no es fácil. Tiene que aprender a ser pastor,  a acompañar a las personas.


Tener paciencia porque son muchas necesidades y una persona de carne y hueso no puede con todo. No seamos tan exigentes. Hay buena madera y buena disposición, pero aún así, no puede hacerse todo. No puede estar en todo. Y muchas veces, suceden cosas al unísono. Son 4 parroquias, cuatro corazones. David tiene que hacerse tijarafero, puntagordero y garafiano y eso al mismo tiempo, no es fácil. 


Muchas veces, hay tiranteces, porque está más en Puntagorda que en Tijarafe, o que en Garafía…no seamos así. Demos gracias que el obispo nos siga enviando un pastor para velar por nuestras parroquias. 


Y a David, se me ocurre este sencillo decálogo de consejos, más prácticos, fruto de mi pobre experiencia:


  1. Acompañar, es uno de los verbos más utilizados en la Iglesia junto con Discernir. Es tomar conciencia de que estamos en camino, cada uno a su ritmo, y como dice el Papa, algunas veces el pastor va delante liderando el avance, otras, detrás para ayudar a las rezagadas y otras en el medio, porque el sacerdote puede ser un agente de unidad en el pueblo.  Es la forma de liderazgo que tiene el Papa. Un liderazgocentrado en los demás. Acompañar es más que estar. Es estar en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad.
  2. Escuchar. El acompañamiento incluye la escucha. En este momento es una de las labores más necesarias que podemos ofrecer los sacerdotes. Aunque no sea la confesión, mucha gente acude a los sacerdotes para ser escuchados. El Papa habla del “apostolado de la oreja”. 
  3. Estar. Don Carlos, cuando tomaba posesión a un cura solía decir el cura forma parte del paisaje y del paisanaje del pueblo. Estar en todo lo que puedas. Para acompañar, hay que estar. 
  4. Preguntar. No pierde uno autoridad por ello. Muchas veces salimos del seminario con todo aprendido y pensamos que lo sabemos todo (y no sabemos nada). Y pasa muchas veces que la gente que tú acompañes llevan ya más años de experiencia de fe que tú y yo juntos. En nuestro arciprestazgo, ya todos vamos peinando canas (no visibles) y te podemos ayudar. Apóyate en nosotros.
  5. Tú preocupación es la gente. Tú entrega a Dios es a la gente. No fallarás si te entregas a ellos. Fallarás si te entregas a Dios y restas a la gente. Tu ministerio no tiene sentido por sí mismo, sino como entrega, servicio a las personas que Dios te ha encomendado. 
  6. Duración de las homilías. Salvo que seas un predicador de campanilla, cada vez estamos menos acostumbrados a grandes discursos (incluso yo). No se puede decir todo en un día. Tienes que adaptarte a la gente que tienes escuchando. A mí me dijeron en mi primer destino: sólo un tema, sólo una cosa, y se me ha quedado grabado y lo he intentado de cumplir siempre. Y menos en un entierro. Solían decir de un sacerdote en Tenerife que se sabía cuando empezaba, pero no cuando terminaba. Prepáratelas siempre.
  7. No dejes de visitar a los enfermos, te abrirán muchas puertas y conocerás a muchas familias. Es una de las labores más importantes y bonitas de los sacerdotes. Sé que tienes misas en las residencias de mayores, cuídalas con esmero, que la esperan con mucha alegría.
  8. Acogida y amor a los pobres. Aprovecha la coyuntura de la acogida que te hacen los técnicos de cáritas en Puntagorda para todas tus parroquias y visita algunos que no pueden venir a la acogida. Son los preferidos de Jesús. Los técnicos vienen a ayudarte en la labor de la Iglesia de ejercer la caridad. Y en la medida de tus posibilidades, vete buscando personas que quieran de manera voluntaria y con un amor grande a Jesús y la Eucaristía, puedan formarse en los criterios de la caridad de la Iglesia.
  9. El colegio, visítalo en la medida que te dejen y coordines con los profesores. Ahí encontrarás a los niños y adolescentes y jóvenes del pueblo. Siempre la presencia discreta, pero con sentido del sacerdote, es un interrogante y un aliciente para ellos. 
  10. El grupo de sacerdotes. Apóyate en nosotros para tus dudas, necesidades, soledades, etc. Agradeceré toda la vida, la visita de mi arcipreste cuando estaba en La Gomera en algunos días de tristeza y soledad. Aquí estamos para acompañarnos. También en La Palma contamos con algo que no cuentan en todos los arciprestazgos, nos vemos cada quince días de manera insular. También la presencia en las fiestas, no temas invitarnos para acompañarte en ellas. 


Podría decir muchas más cosas, pero son algunas de las que me parecieron más importantes. Ninguna es de tipo espiritual, que ya se sobreentiende, como celebrar misa diaria, sentarse a confesar, orar por el pueblo, pedir por él, etc. 


Que la Virgen del Carmen patrona de esta parroquia, nos lleve por los caminos que Dios quiere y que te bendiga a ti en tu ministerio. Amén.


Que Santo Domingo y la Virgen de la Luz patrona de esta parroquia, nos lleve por los caminos que Dios quiere y que te bendiga a ti en tu ministerio. Amén.


Que la Virgen de Candelaria, patrona de esta parroquia nos lleve por los caminos que Dios quiere y que te bendiga a ti en tu ministerio. Amén.