lunes, 30 de septiembre de 2013

Comentario al evangelio del 30 de Septiembre


Lc 9,46-50: El más pequeño de vosotros es el más importante.
En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante.

Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:

-El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado.

El más pequeño de vosotros es el más importante.

Juan tomó la palabra y dijo:

-Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir.

Jesús le respondió:

-No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro.

Reflexión
La actitud de Jesús es siempre de acogida, de proposición, de abrir nuevas puertas, de esperanza. Por eso, como imagen, acoge a un niño, ante el cual se le presenta muchas posibilidades.
Jesús busca siempre una nueva oportunidad en las personas y no busca simplemente "condenar", sino salvar. Por eso, "el que no está contra vosotros, está a favor nuestro".
Por otro lado, la actitud de Jesús es la de ir, preferentemente a los más pequeños. El evangelio es de los más pequeños, no de los poderosos.
Y, por lo menos, mirando en mi vida y en mi forma de transmitir el evangelio, no terminan de penetrar en mí estas dos actitudes de Jesús.
Que el Señor nos abra el entendimiento y nos de el Espíritu de Sabiduría para poder saber "vivir" según el estilo de Jesús.
 

HOMILIA DÍA DE SAN MIGUEL. MISA DE LAS 19:30

Ser mensajeros de la Alegría

Nos reunimos nuevamente esta tarde para seguir invocando a nuestro patrón. No nos cansamos de acudir a él. En el atardecer de este día, quisiera reflexionar sobre un aspecto crucial en la vida de un cristiano: la alegría. Mucho se ha dicho de la alegría, mucho se busca, pero en general, hay una gran necesidad de alegría en el corazón de los hombres.
Algo está pasando en esta sociedad civilizada nuestra. ¡Hemos perdido la alegría!. Y los cristianos, bebemos de este mal del siglo. Es como un virus, un “andansio”, como solemos decir y nos ha tocado a todos.
Me sorprendió que el pasado miércoles, en el retiro que nos dio nuestro obispo a los curas de la isla, comenzó hablando de la alegría y nos cuestionó muy profundamente. Si hemos perdido la alegría, quizá estemos fuera del camino. Por que la alegría, es inherente al cristiano. Viene en el pack. “Examinaos vosotros mismos si estáis en la fe. Probaos a vosotros mismos. ¿No reconocéis que Jesucristo está en vosotros? ¡A no ser que os encontréis ya reprobados!” 2 Cor 13, 5.
La sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero encuentra muy difícil engendrar la alegría. Porque la alegría tienen otro origen. Es espiritual. G iD
Vamos a hacer un pequeño recorrido por la Biblia, para encontrar las raíces de la alegría cristiana.
La alegría cristiana es por esencia una participación espiritual de la alegría insondable, a la vez divina y humana, del Corazón de Jesucristo glorificado. Tan pronto como Dios Padre empieza a manifestar en la historia el designio amoroso que El había formado en Jesucristo, para realizarlo en la plenitud de los tiempos, esta alegría se anuncia misteriosamente en medio al Pueblo de Dios, aunque su identidad no es todavía desvelada.
Así Abrahán, nuestro Padres, elegido con miras al cumplimiento futuro de la Promesa, y esperando contra toda esperanza, recibe, en el nacimiento de su hijo Isaac, las primicias proféticas de esta alegría. Tal alegría se encuentra como transfigurada a través de una prueba de muerte, cuando su hijo único le es devuelto vivo, prefiguración de la resurrección de Aquel que ha de venir: el Hijo único de Dios, prometido para un sacrificio redentor. Abrahán exultó ante el pensamiento de ver el Día de Cristo, el Día de la salvación: él "lo vio y se alegró".
La alegría de la salvación se amplía y se comunica luego a lo largo de la historia profética del antiguo Israel. Ella se mantiene y renace indefectiblemente a través de pruebas trágicas debidas a las infidelidades culpables del pueblo elegido y a las persecuciones exteriores que buscaban separarlo de su Dios. Esta alegría siempre amenazada y renaciente, es propia del pueblo nacido de Abrahán.
Se trata siempre de un experiencia exaltante de liberación y restauración -al menos anunciadas- que tienen su origen en el amor misericordioso de Dios para con su pueblo elegido, en cuyo favor El cumple, por pura gracia y poder milagrosos, las promesas de la Alianza. Tal es la alegría de la Promesa mosaica, la cual es como figura de la liberación escatológica que sería realizada por Jesucristo en el contexto pascual de la nueva y eterna Alianza. Se trata también de la alegría actual, cantada tantas veces en los salmos: la de vivir con Dios y para Dios.
Estas maravillosas promesas han sostenido, a lo largo de los siglos y en medio de las más terribles pruebas, la esperanza mística del antiguo Israel.
Nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor. El gran gozo anunciado por el Angel, la noche de Navidad, lo será de verdad para todo el pueblo, tanto para el de Israel que esperaba con ansia un Salvador, como para el pueblo innumerable de todos aquellos que, en el correr de los tiempos, acogerán su mensaje y se esforzarán por vivirlo. Fue la Virgen María la primera en recibir el anuncio del ángel Gabriel y su Magnificat era ya el himno de exultación de todos los humildes.
Hagamos ahora un alto para contemplar la persona de Jesús, en el curso de su vida terrena. El ha experimentado en su humanidad todas nuestras alegrías. El, palpablemente, ha conocido, apreciado, ensalzado toda una gama de alegrías humanas, de esas alegrías sencillas y cotidianas que están al alcance de todos. Admira los pajarillos del cielo y los lirios del campo. Nos habla en parábolas que irradian alegría, como la del hijo pródigo, oveja perdida, dracma perdido. Cuando habla del Reino de Dios, lo compara con una boda o una fiesta.
Sin embargo, nos gustaría poder ahondar más en la alegría de Jesús. San Juan es el que nos lo “desvela”. Si Jesús irradia esa paz, esa seguridad, esa alegría, esa disponibilidad, se debe al amor inefable con que se sabe amado por su Padre. Después de su bautismo a orillas del Jordán, este amor, presente desde el primer instante de su Encarnación, se hace manifiesto: "Tu eres mi hijo amado, mi predilecto".
Esta certeza es inseparable de la conciencia de Jesús. Es una presencia que nunca lo abandona. Es un conocimiento íntimo el que lo colma: "El Padre me conoce y yo conozco al Padre". Es un intercambio incesante y total: "Todo lo que es mío es tuyo, y todo lo que es tuyo es mío". El Padre ha dado al Hijo el poder de juzgar y de disponer de la vida. Entre ellos se da una inhabitación recíproca: "Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí". En correspondencia, el Hijo tiene para con el Padre un amor sin medida: "Yo amo al Padre y procedo conforme al mandato del padre". Hace siempre lo que place al Padre, es ésta su "comida".
Su disponibilidad llega hasta la donación de su vida humana, su confianza hasta la certeza de recobrarla: "Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida, bien que para recobrarla". En este sentido, él se alegra de ir al padre.
De ahí que los discípulos y todos cuantos creen en Cristo, estén llamados a participar de esta alegría. "Yo les he revelado tu nombre, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y también yo esté en ellos".
Esta alegría de estar dentro del amor de Dios comienza ya aquí abajo. Es la alegría del Reino de Dios. Pero es una alegría concedida a lo largo de un camino escarpado, que requiere una confianza total en el Padre y en el Hijo, y dar una preferencia a las cosas del Reino. Sucede que, aquí abajo, la alegría del Reino hecha realidad, no puede brotar más que de la celebración conjunta de la muerte y resurrección del Señor. Es la paradoja de la condición cristiana que esclarece singularmente la de la condición humana: ni las pruebas, ni los sufrimientos quedan eliminados de este mundo, sino que adquieren un nuevo sentido, ante la certeza de compartir la redención llevada a cabo por el Señor y de participar en su gloria.

Al comienzo les leía el texto de Corintios que nos pedía que examináramos si estábamos en la fe…Revisemos donde buscamos la alegría. Esto es fundamental. Porque es la alegría que transmitiremos luego. Si es una alegría efímera, nuestro mensaje no valdrá, porque no será creíble. Si está participada del Señor, será una alegría para todo el pueblo, porque es una alegría que no se encuentra por ahí. Es una alegría que suena a infinito, a pleno, a eterno.

Que San Miguel, que contempla la gloria de Dios, nos ayude a seguir muy unidos a Jesús y así irradiar su alegría. ¡Seamos mensajeros de la alegría de Jesús!

domingo, 29 de septiembre de 2013

HOMILÍA DÍA DE SAN MIGUEL. EUCARISTÍA DE LAS 12


Ser mensajeros de la Paz

Nos hemos reunido en esta mañana para celebrar a San Miguel Arcángel, patrón de esta isla, de este municipio y de esta comunidad parroquial. Con gran alegría acudimos a sus pies a renovar nuestra devoción y veneración por este Arcángel, enviado por Dios para la lucha por la paz.
Ya hemos visto a lo largo de estos días como ángel significa "mensajero", y en este caso, San Miguel viene siendo el mensajero del poder de Dios, de la paz de Dios, de los dones de Dios: su significado es ¡Quién como Dios!. Hemos reflexionado sobre las virtudes teologales: mensajeros de la fe, mensajeros de la esperanza y mensajeros de la caridad, o amor. 
Hoy quisiera reflexionar e invitar a todos los presentes a sentirnos "mensajeros de la paz". Y es que la paz es una consecuencia de la misma fe, esperanza y caridad. Y esta tarde-noche, "mensajeros de la alegría".
Dijo Juan XXIII en la encíclica Pacem in Terris, del año 1963. "La paz en la tierra, suprema aspiración de toda la humanidad a través de la historia, es indudable que no puede establecerse ni consolidarse si no se respeta fielmente el orden establecido por Dios".
Quisiera remontarme al origen del término paz en la biblia, concretamente en el Antiguo Testamento. El término judío es "shalom" y expresa algo más que la ausencia de guerra, o de conflicto y tensiones. Indica integridad física, salud, felicidad. Este sentido es el mismo en todas las lenguas semíticas.
Esta armonía no se agota en el nivel individual, dado que Silam, en hebreo significa tanto restituir, como pagar o cumplir un voto al Señor. (en español: "quedarnos en paz").
Sigue el mismo Antiguo Testamento a través de los profetas, ampliando ese anhelo de la paz llegando hasta la utopía...y es que este lenguaje utópico quiere revelarnos que en una lucha por la paz no podemos conformarnos con la paz existente aquí abajo. Aspiramos a algo más pleno que lo que se da entre nosotros. Lo que equivale a decir que la paz no es fruto que madura por la sola acción del hombre.
En el Nuevo Testamento Jesús, esperado como el Príncipe de la Paz, aparece ya desde su infancia como el portador de la paz. Cuando sana a los enfermos o perdona los pecados, su despedida es "vete en paz". Cuando se presenta a los discípulos como Resucitado su saludo es "Paz a vosotros".
No me olvido que la paz comienza, según Juan XXIII por restablecer el orden establecido por Dios.
En palabras del Papa Francisco en la vigilia pidiendo por la paz en Siria 
Toda la creación forma un conjunto armonioso, bueno, pero sobre todo los seres humanos, hechos a imagen y semejanza de Dios, forman una sola familia, en la que las relaciones están marcadas por una fraternidad real y no sólo de palabra: el otro y la otra son el hermano y la hermana que hemos de amar, y la relación con Dios, que es amor, fidelidad, bondad, se refleja en todas las relaciones humanas y confiere armonía a toda la creación. El mundo de Dios es un mundo en el que todos se sienten responsables de todos, del bien de todos.
¿Es ése el mundo en el que vivimos? La creación conserva su belleza que nos llena de estupor, sigue siendo una obra buena. Pero también hay “violencia, división, rivalidad, guerra”. Esto se produce cuando el hombre, vértice de la creación, pierde de vista el horizonte de belleza y de bondad, y se cierra en su propio egoísmo
Cuando el hombre piensa sólo en sí mismo, en sus propios intereses y se pone en el centro, cuando se deja fascinar por los ídolos del dominio y del poder, cuando se pone en el lugar de Dios, entonces altera todas las relaciones, arruina todo; y abre la puerta a la violencia, a la indiferencia, al enfrentamiento...
¿Es posible conseguir la paz? ¿Podemos salir de esta espiral de dolor, muerte, rivalidad...?
Claro que sí. Y hay que gritarlo a los cuatro vientos. Es más, tenemos una grave responsabilidad cada uno de nosotros en luchar por la paz.
Volviendo al Maestro, promete la dicha a los que trabajan por la paz. Está pidiéndonos a todos que sigamos su ejemplo, como nos dice San Pablo que realizó la gran reconciliación: "Porque Él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los superaba, el odio, [...] por medio de la Cruz.
Por tanto, ser constructor de la paz, o ser hombre de reconciliación es una cuestión de fe. Un cristiano no puede ser un hombre anónimo, un simple ciudadano, tiene que ser un constructor de la paz. Si no, pensemos...¿En quién creemos?...¿Qué es lo que fue su vida?. ¿Creemos en un Jesús a mi medida: misericordioso, que no me pide y exige nada, que me perdona siempre, que escucho siempre su Palabra? Todo bien y bonito y cierto. ¿Y el Jesús que me pide que le siga hasta la cruz, defensor de los pobres...? Ese lo olvidamos continuamente, empezando por mí el primero. Pero no, creemos en el Jesús real. El que vivió esa entrega y que, el cristiano injerto en Él, está llamado a realizar.
Ser constructor de la paz, es una cuestión de esperanza. Porque realmente, sólo los hombres llenos de la esperanza como don de Dios son capaces de contrarrestar este mundo de violencia. Esperanza porque está anclado en las promesas de Dios: Dichosos los que trabajan por la paz. Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Esperanza porque hay que saber mirar lejos y no quedarnos solamente en la acá de las situaciones. Esperanza porque esperamos un cielo nuevo y una tierra nuevas, que nosotros, como sus herederos trabajamos desde ya. Esperanza porque no nos llevamos por los cálculos y estadísticas humanas.
Por último, ser constructor de la paz, es una cuestión de caridad. 
El amor —«caritas»— es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz (Benedicto XVI en la Cáritas in Veritate).
Ser constructor de la paz implica una lucha por la justicia. Evidentemente, la paz en la tierra no se puede lograr si no se asegura el bien de las personas. (GS 78). Para qué haya paz tiene que haber justicia. Son tantas situaciones injustas en nuestro mundo opulento. El evangelio que hemos escuchado hoy, el que se proclama en todas las iglesias del mundo, el del rico epulón nos denuncia gravemente nuestra indiferencia, insensibilidad, nuestra impasibilidad y nuestra apatía o dejación. El Papa Francisco en Brasil: “Los gritos que piden justicia continúan todavía hoy. Hoy vivimos un desafío histórico sin precedentes”.   Y el 26 en la Eucaristía en Sta. Marta: «No se puede conocer a Jesús sin tener problemas –explicó Jorge Mario Bergoglio. Y osaría decir que si tú quieres tener un problema, vas por el camino para conocer a Jesús; pero no uno, ¡tendrás muchos! Pero este es el camino para conocer a Jesús, ¡porque no se puede conocer a Jesús en primera clase!»
San Basilio«¿Es que Dios es injusto al repartir con desigualdad los bienes necesarios para la vida? ¿Por qué tú nadas en abundancia mientras que el otro vive en la miseria? ¿No es para que un día, gracias a tu bondad y administración desinteresada, recibas la recompensa, mientras que el pobre obtendrá la corona prometida a la paciencia?».
San Juan Crisóstomo: «¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo encuentres desnudo en los pobres, ni lo honres aquí en el templo con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez. 
Le pedimos ayuda a Dios y a San Miguel. No hará el milagro mientras no empecemos por nosotros y compartamos de manera que la riqueza esté mejor repartida. Que nos abra los ojos y el corazón.
Pero no solemos unir el significado de la justicia al del amor. Ser constructor de la paz en el sentido de las bienaventuranzas implica dar un paso más.
La justicia es la primera vía de la caridad o, como dijo Pablo VI, su «medida mínima». No puedo «dar» al otro de lo mío sin haberle dado en primer lugar lo que en justicia le corresponde.
Por otro, la caridad supera la justicia y la completa siguiendo la lógica de la entrega y el perdón. La «ciudad del hombre» no se promueve sólo con relaciones de derechos y deberes sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión. La caridad manifiesta siempre el amor de Dios también en las relaciones humanas, otorgando valor teologal y salvífico a todo compromiso por la justicia en el mundo.
Hemos esbozado brevemente que ser cristiano, es ser mensajero de la paz, mensajero no al estilo de un cartero que lleva un mensaje, sino al estilo de Jesús, seamos el continente y el contenido de ese mensaje, o dicho de otra forma, en la medida en que seamos "El mensaje viviente", es decir que seamos mensajero y mensaje al mismo tiempo.
Así seremos cristianos creíbles de nuestra gran verdad y dicha que llevamos dentro.

jueves, 26 de septiembre de 2013

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Comentario al evangelio del 25 de Septiembre

Lc 9,1-6: Los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos.
En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.

Luego los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles:

-No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto.

Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.

Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.

Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.

Reflexión 


Cómo evangelizadores que somos, ¿cuál es mi equipamiento? En el evangelio de ayer, Jesús nos instaba a escuchar su palabra y ponerla en práctica...
Quizá deberíamos volver a llevar el evangelio...

martes, 24 de septiembre de 2013

Comentario al evangelio del 24 de Septiembre


Lc 8,19-21: Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra.
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.

Entonces le avisaron:

-Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.

El les contestó:

-Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra.

Reflexión

Su madre y sus hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra. No se puede decir más en pocas palabras. Aquí está el resumen del ser cristiano: escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica. Así de sencillo. Así de complicado. Así de exigente.
Habla Jesús de la Palabra de Dios, referida en toda su integridad, no ciertas perícopas que a mí me agradan y me dicen más...o me exigen menos.
Dejémonos de espiritualidades ñoñas y zambullámonos de lleno en la Palabra de Dios. Si no, nuestra vida (y espiritualidad) no tendrá consistencia ("el que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece al que edificó su casa sobre rosa [...] el que no escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel que edificó su casa sobre arena").
Que la oremos, la meditemos y empecemos a vivirla. Es un camino largo, pero así la Palabra de Dios (la semilla) empezará a desplegar todo su esplendor y dará mucho fruto.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Comentario al evangelio del 23 de Septiembre


Lc 8,16-18: El candil se pone en el candelero para que los que entran tengan luz.
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

-Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz.

Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público.

A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener.

Reflexión

Parece un poco amenazante el tono del Señor. Pero es que es una exigencia para todo cristiano anunciar el evangelio. Pero no lo entendamos como una función externa, sino como algo natural, espontáneo y fruto de nuestro ser.
El hombre es una unidad y está llamado a vivir en unidad entre lo que piensa, cree y manifiesta. No siempre lo hacemos. Creemos algo y vivimos otra realidad.
Es una exigencia a vivir en coherencia con lo que creemos.
Hay que ver en lo que creemos. Si creemos que Jesús es luz...la reflejaremos...

viernes, 20 de septiembre de 2013

Comentario al evangelio del 20 de Septiembre


Lc 8,1-3: Algunas mujeres acompañaban a Jesús y lo ayudaban.
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando la Buena Noticia del Reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

Reflexión
Jesús iba caminando de ciudad en ciudad. También quiere entrar en la nuestra y predicar la Buena Nueva.
No sé si le dejamos entrar en la nuestra. Aunque quizá su mensaje ya es sabido y ya no creído. En este mundo nuestro donde abunda tanto las guerras, el odio y las divisiones...quizá ni los mismos cristianos creemos en la Buena Nueva de Jesús. 
Algunas veces creemos en un Jesús que me ayuda en mis problemas y cura mis enfermedades. Es decir, nos quedamos de tejas abajo. Pero si Jesús hubiera venido, para eso solamente... no habría predicado la Buena Nueva, sino la buena nueva...
Me niego a creer de esa manera. Viene a predicar una Verdad más profunda, más potente, más importante, más duradera, más universal, más plena,...
Esa Buena Nueva es la Salvación de Dios, que comienza a vivirse y disfrutarse con la llegada de Jesús.
Por eso, dejemos que entre en nuestra ciudad y acompañémosle como los discípulos.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Comentario al evangelio del 19 de Septiembre


Lc 7,36-50: Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor.
En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume, y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado, se dijo:

-Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.

Jesús tomó la palabra y le dijo:

-Simón, tengo algo que decirte.

El respondió:

-Dímelo, maestro.

Jesús le dijo:

-Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?

Simón contestó:

-Supongo que aquel a quien le perdonó más.

Jesús le dijo:

-Has juzgado rectamente.

Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:

-¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella en cambio me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella en cambio desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella en cambio me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo, sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor: pero al que poco se le perdona, poco ama.

Y a ella le dijo:

-Tus pecados están perdonados.

Los demás convidados empezaron a decir entre sí:

-¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?

Pero Jesús dijo a la mujer:

-Tu fe te ha salvado, vete en paz.

Reflexión

"Dime con quien andas, y te diré como eres", éste es un de los refranes inscrito en el gran refranero español. Pienso que uno de los refranes más conocidos, o por lo menos, más inscritos en nuestra mentalidad. Incluso, le damos carta de veracidad. Es de sentido común, que todos los que son iguales, van juntos. Es de sentido común, que las personas que hacen algo alguna vez, lo harán siempre...
Sin embargo, Jesús nos invita a salir de este callejón sin salida. Es necesario para una sociedad madura, y más en este siglo XXI, que dejemos atrás las historias pasadas, las rencillas, los "sambenitos", caminemos juntos a la construcción de un mundo mejor.
Parece anacrónico, sin embargo, no podemos aspirar a un mundo mejor, si no dejamos atrás todas estas "inercias" o costumbres.
Él nos invita a estar por encima de todo ésto.
Todavía más, el cristiano tiene que ser conocido por su amor y su misericordia. El pasado fin de semana comentábamos esa misericordia ilustrada en la parábola del hijo pródigo. En este evangelio de hoy, sin embargo, contemplamos la misericordia de Dios manifestada en Jesús en este acontecimiento.
Nos toca a los cristianos, dejar de darnos tantos golpes de pecho y empezar a:
"no juzgar al otro"
"no tener en cuenta el mal ajeno"
perdonar
....
....
....

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Comentario al evangelio del 18 de Septiembre

Lc 7,31-35: Tocamos y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis.
 
En aquel tiempo, dijo el Señor:

-¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos?

Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: «Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis.»

Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenía un demonio; viene el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: «Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de recaudadores y pecadores».

Sin embargo, los discípulos de la Sabiduría le han dado la razón.
 
Reflexión
 
El ser humano siempre inconformista...
Este evangelio me evoca a mi vida, siempre en otra órbita a la de Dios. No termino de ver sus signos, su voluntad a través de la vida de cada día.
Muchas veces, queremos conocer la voluntad de Dios. Más bien, queremos que su voluntad concuerde con la nuestra.
Y la voluntad de Dios viene manifestada en tantos signos externos, en la vida de cada día, en los acontecimientos cotidianos. Sólo hay que tener ojos abiertos y corazón confiado.

martes, 17 de septiembre de 2013

Comentario al evangelio del 17 de Septiembre


Lc 7,11-17: ¡Muchacho, a ti te digo, levántate!
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío.

Cuando estaba cerca de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda - y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.

Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo:

-No llores.

Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo:

-¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!

El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.

Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo:

-Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.

La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

Reflexión

Jesús movido de la compasión, realiza este milagro. En este caso, no es dado por la petición de la madre o de la muchedumbre. El milagro no se produce por la fe de la madre, como en otros casos, sino solamente de al iniciativa de Jesús.
Lo que llama la atención, igual que en la multiplicación de los panes y los peces, es la compasión de Jesús.
En este milagro se manifiesta la gran misericordia del corazón de Jesús, a imagen del corazón del Padre.
A nosotros también se acerca y nos dice: ¡No llores!. Él está cercano a nuestras vidas...
Dejémonos acariciar y acurrucar por Él. Él siente ternura por nosotros. Él nos consuela.
Esta expresión: ¡No llores!, a mí también me evoca a una afirmación como, ¡No te quedes en este problema, aprende a mirar al cielo y al sol, que sale todos los días!. El Señor nos enseña a poner todo en su sitio, a relativizar nuestros problemas y a ponerlos en el contexto general. El Señor nos da ánimos para seguir caminando: ¡Levántate!.
¡Levántate!, que la vida sigue. 
¡Levántate!, que todavía te necesito.
¡Levántate!, que quiero que vayas a los cruces de los caminos a acompañar a tantos que lloran y se encuentran desolados... 

lunes, 16 de septiembre de 2013

Comentario al evangelio del 16 de Septiembre


Lc 7,1-10: Ni en Israel he encontrado tanta fe.
En aquel tiempo, cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaún.

Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oir hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, para rogarle que fuera a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente:

-Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga.

Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle:

-Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: «ve», y va; al otro: «ven», y viene; y a mi criado: «haz esto», y lo hace.

Al oír esto, Jesús se admiró de él, y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo:

-Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe.

Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.

Reflexión

Impresiona el testimonio de fe de este centurión. Un alejado, un pagano, pero sin embargo, supo ver en Jesús al Señor. En este fin de semana hablábamos de la acogida de Dios que no juzga sino sólo ama. En este evangelio, nos vemos reflejados, al ver la fe de este hombre, mayor que la de los mismos discípulos.
Tanto impresionó a los cristianos este testimonio de fe, que lo incluyeron en la celebración de la Eucaristía, justo antes de comulgar.
Necesitamos cristianos con una fe como la del centurión. Una fe sencilla y humilde que pone toda su confianza en el Señor. Una fe también, que sabe reconocer las semillas que hay en el otro y valorarlos. Una fe humilde que sabe también aprender de la de los demás.
La Nueva Evangelización en zonas de antigua cristiandad, no será tanto, predicar la buena noticia, sino sobretodo, aprender a descubrir y hacer descubrir los rasgos de fe y las semillas que hay en los corazones de las personas, potenciarlos y enseñarles a vivirlos.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Comentario al evangelio del 13 de Septiembre


Lc 6,39-42: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?
En aquel tiempo, ponía Jesús a sus discípulos esta comparación:

–¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?

Un discípulo no es más que su maestro, si bien cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «hermano, déjame que te saque la mota del ojo, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.

Palabra del Señor.

Reflexión

Algunas veces, me parece que estamos de esta manera que afirma Jesús: ciegos guiando a otros ciegos (está claro que estoy exagerando un poco).
En muchos ámbitos, nuestra sociedad es del "hablar por hablar", y de la opinión y no tanto de la  consideración en profundidad de la verdad.
Y en nuestra sociedad sensacionalista, estamos volcados en las vidas de los otros, en sus sucesos...
Hemos perdido la comunicación, no nos comunicamos, sino solo comentamos noticias.
Por eso, tenemos que volver a mirar al gran modelo que es Jesús. En Él, todos nos igualamos, en Él todos somos pecadores y peregrinos. En Él, dejamos de ser rivales y enemigos, y pasamos a ser Hermanos. 
Dejemonos guiar por Él y así podremos guiar a los demás.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Comentario al evangelio del 12 de septiembre

Lc 6,27-38: Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

–A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian.

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen.

Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores con intención de cobrárselo.

¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada: tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.

La medida que uséis la usarán con vosotros.


Reflexión

Creo que pocas palabras podemos añadir a este evangelio. Mucho se ha mofado sobre este trozo, sobre poner la otra mejilla...
Lo malo de este evangelio es que es bien claro y nos deja desnudos...
Dios no deja de sorprendernos y esta palabra está por estrenar.
Se nos llena la boca al decir que "la medida del amor es amar sin medida".
Pues ya está, amar a los enemigos, rezar por los que nos odian, bendecir a los que nos injurian...son consecuencias de poner límites al amor.
Normalmente le ponemos límite al amor, y el amor es la fuerza más poderosa del universo.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Comentario al evangelio del 11 de Septiembre

Lc 6,20-26: Dichosos los pobres; ¡ay de vosotros, los ricos!.
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:

–Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.

–Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.

–Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.

–Dichosos vosotros cuando es odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del Hombre.

Alegraos ese día y saltad de gozo: porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.

Pero,

–¡Ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo!

–¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!

–¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!

–¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.
 
Reflexión
 
Jesús en el evangelio de hoy nos invita a la alegría y a la felicidad. En Lucas, solamente vemos 4 bienaventuranzas que se pueden resumir en la primera, "dichosos los pobres".
Sin embargo, nuestro mundo se ha convertido en un mundo triste, lleno de miedos, recelos, desconfianzas, odios, violencias, envidias...
Por más que vivamos en una sociedad "del bienestar", sin embargo, no hemos conseguido que la gente viva más feliz y contenta. ¿Será que hemos errado el camino?
En el evangelio está bastante claro, los pobres, los que no tienen nada y ponen su confianza en el Señor, son los que heredarán el Reino, son los que están llamados a participar de la alegría del Señor.
 

martes, 10 de septiembre de 2013

Comentario al evangelio del 10 de Septiembre


Lc 6,12-19: Pasó la noche orando. Escogió a doce y los nombró apóstoles.
Por entonces, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios.

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles:

Simón, al que puso de nombre Pedro,

y Andrés, su hermano,

Santiago,

Juan,

Felipe,

Bartolomé,

Mateo,

Tomás,

Santiago Alfeo,

Simón apodado el Celotes,

Judas el de Santiago

y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.

Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

Reflexión

Jesús se pasa la noche en oración. Tiene que tomar una decisión difícil: elegir a sus compañeros de camino y enviados.
En continuidad con el Antiguo Testamento y con el pueblo judío, Jesús elige 12 y los llama "apóstoles".
La misma biblia nos determina el significado de esta palabra:
  • Haber conocido personalmente a Jesús.
  • Haber sido escogidos y enviados por Jesús.
  • Haber sido testigos de Jesucristo resucitado.
  • Dar la vida por Dios y por el evangelio.
  • Seguir a Jesucristo.
Por nuestro bautismo, somos injertados en Cristo y somos enviados a anunciar su Evangelio. Cada uno de nosotros, somos "apóstoles". ¿En qué medida vivimos cada una de estas características?...

lunes, 9 de septiembre de 2013

Comentario al evangelio del 9 de Septiembre


Lc 6,6-11: Estaban al acecho para ver si curaba en sábado.
Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar.

Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho.

Los letrados y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.

Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico:

–Levántate y ponte ahí en medio.

El se levantó y se quedó en pie.

Jesús les dijo:

–Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?

Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre:

–Extiende el brazo.

El lo hizo, y su brazo quedó restablecido.

Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.

Reflexión

Jesús entra en la sinagoga, el lugar de la oración, el de la comunidad y el lugar del culto y la liturgia. Entra en el día sagrado.
Sin embargo, incomprensiblemente para nuestra mentalidad, la curación del paralítico, le acarreó problemas a Jesús. Claro, se había profesionalizado la religión.
Quizá nos puede pasar a nosotros, nos volvemos profesionales de la religión. Somos religiosos, pero no cristianos. Nos volvemos rutinarios, fieles cumplidores, pero no fieles seguidores.
Tenemos que volver a la afirmación inicial...Jesús va a la sinagoga a enseñar...
Yo voy al templo a escuchar la enseñanza de Jesús, a ser discípulo suyo. Ayer nos instaba a dejarlo todo para ser discípulo suyo.
Dejemos todos nuestros prejuicios, nuestras ideas preconcebidas de como tengo que ser, de como debe ser nuestra religión y sentémonos en los pupitres de la escuela del evangelio para que nos enseñe y nos guíe.