jueves, 28 de abril de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 29 DE ABRIL DE 2022

 Mt 11,25-30: Has escondido estas cosas a los sabios, y las has revelado a los pequeños.



En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo: 

«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. 

Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. 

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera». 



En este día de Santa Catalina de Siena, doctora de la Iglesia y patrona de Europa, la Iglesia nos propone esta lectura del Evangelio.


De las páginas más reconfortantes de la Biblia, junto con algunos textos, sobretodo de Isaías (cabecera de este blog).


Jesús da gracias por la forma de actuar del Padre, revelarse a los sencillos y humildes, los que ponen toda su confianza en Él. Incluso nos anima a hacerlo, a descargar en Él, todos nuestros agobios, incomprensiones, soledades...


Son los dichosos de la bienaventuranza (pobres de espíritu). Como conclusión podemos decir, que los sencillos y humildes, los que ponen su confianza en Él, son los que están llamados a vivir una vida más auténtica, más plena y más feliz: a ellos y sólo ellos, el Padre le revela los secretos y ellos, pueden vivir una vida "en paz", no como la da el mundo, porque Él les alivia. Ellos y sólo ellos pueden experimentar que la fuerza se realiza en la debilidad, porque su fortaleza está en Él. Ellos y sólo ellos experimentan también la dulzura de su amor, porque es Manso y Humilde.


¿Por qué no somos sencillos y humildes?

miércoles, 27 de abril de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 28 DE ABRIL DE 2022

  Jn 3,31-36: El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano.


El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. 

El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.


El Padre ama al Hijo con un amor impresionante. Lo bueno, es que Jesús nos hace partícipes de este amor único. Nos incluye en esta corriente de amor. Por ello, podemos sentirnos amados con un amor especial. Lo importante no es que amemos, sino que Él nos amó, y nos hace partícipes del amor del Padre hacia Él.


Y todo lo ha puesto en su mano. Le confía todo. Y todo lo que Jesús tiene, nos lo dona. Sintámonos partícipes también de esa confianza de Jesús. Dios lo ha puesto todo en su mano. Confiamos en Él. Todo está en sus manos. Manos que han sido atravesadas por los clavos, manos que han perdonado, purificado, tocado, expulsado demonios, etc. Manos sagradas, manos bondadosas, manos fuertes y delicadas al mismo tiempo. 

martes, 26 de abril de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 27 DE ABRIL DE 2022

 Jn 3,16-21: Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por él.


Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. 

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. 

El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios. 

Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. 

En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.


Muchas veces, intentamos interpretar la vida, los mandatos de Dios, desde lo que podemos suponer como sentido común, o incluso desde un punto de vista religioso. 


Pero no desde el punto de vista cristiano, que es tan distinto, tan novedoso, tan revolucionario.


Y la intención de Dios está bien clara en este evangelio que hoy nos proponen: Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por él. No puede haber dudas, la intención de Dios es de salvación, no de condenación. 


Esta salvación llega por Jesús, sólo a través de él. Por ello, la importancia de nuestra cercanía hacia él, la escucha de su palabra, la confianza en él y su voluntad…es lo que nos hace salvados.


Demos gracias a Dios 

porque su intención sea salvífica,

porque nos haya enviado a su Hijo

porque ha creído en la humanidad…

lunes, 25 de abril de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 26 DE ABRIL DE 2022

 Mt 5,13-16: Vosotros sois la luz del mundo.


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 

«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? 

No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. 

Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. 

Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. 

Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».


Hoy celebramos a San Isidoro de Sevilla, un santo que influyó mucho en la sociedad de su época, siendo un sabio en sabiduría humana, pero sobretodo en la sobrenatural.


En él se aplica lo que dice la lectura del evangelio que la Iglesia ha elegido para su fiesta: luz del mundo.


Contemplando la vida de San Isidoro, esta afirmación de Jesús representa una gran exigencia para nosotros, para que se pueda dar de verdad nuestra misión. 


Una misión: ser luz, que requiere tener una gran intimidad con el Señor. 

Una misión: ser luz, que requiere tener una gran confianza en el Señor. 

Una misión: ser luz, que requiere un descentramiento de mi persona. 

Una misión: ser luz, que requiere un salir de zona de confort.

Una misión: ser luz, que requiere mi entrega total a la misión.

Una misión: ser luz, que requiere afianzar mi actitud sinodal.


San Isidoro vaya que si lo logró con la ayuda del Señor. Pidámosle a él que nos bendiga y nos alcance la gracia de ser sus testigos en estos tiempos recios.

domingo, 24 de abril de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 25 DE ABRIL DE 2022

  Mc 16,15-20: Proclamad el Evangelio a toda la creación.


En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.

El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.

A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos». Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.

Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.



Hoy celebramos la fiesta de San Marcos evangelista. La Iglesia nos presenta este evangelio: proclamad el evangelio a toda la creación.


Y se realiza en San Marcos, gracias a su testimonio escrito que es el evangelio, éste ha sido proclamado de generación en generación.


San Marcos nos recuerda que lo fundamental es Jesucristo, su vida, sus palabras, sus actitudes, que ya ellas son buena noticia. 


San Marcos nos recuerda que Jesús es buena noticia para toda la humanidad. La del primer siglo, y la de ahora, porque no hay otro salvador que Jesús.


San Marcos nos recuerda que el anuncio de Jesús tiene que estar fundamentado en una vida de intimidad con Él, para comunicarlo a Él y no unas ideas muy bonitas.


San Marcos nos recuerda que somos un eslabón en esa correa de transmisión, y siendo pobres, nuestro testimonio con la gracia de Dios, puede llegar a todas partes, y más hoy, con las posibilidades de internet.


San Marcos nos alienta a no dejar de dar testimonio, que nuestra vida se fundamenta en Él, porque es imposible conocerlo y no comunicarlo. Es más, en la medida que lo comunicamos, guarda una relación directa con el conocimiento que tenemos de Él, porque si lo conocemos y experimentamos su liberación, ésto lo querremos para todas las personas.


sábado, 16 de abril de 2022

HOMILÍA DE LA VIGILIA PASCUAL Y DOMINGO DE RESURRECCIÓN 2022

 Llevamos varios días, entorno al Triduo, reflexionando sobre el lema del Papa titulado: no nos cansemos de hacer el bien.

Hemos visto que precisamente Jesús es el hombre que pasó por el mundo haciendo el bien. Que murió por hacer el bien. Y ahora decimos que resucitó por hacer el bien. Y decíamos ayer que la muerte no tenía la última palabra, que la tenía el amor. Podemos decirlo con todas las palabras: no es una ilusión, sino una realidad. 

No celebramos una idea, bonita e ilusionante, sino una realidad. Dios ha resucitado a Jesús. Celebramos la VIDA. Celebramos a una persona viva. Celebramos al Dios de la vida y como vimos, esto sólo desde el amor. 


La muerte, ni el mal pudo con Jesús. La muerte ni el mal, pudo con Dios. La muerte ni el mal pudo con el bien.

Quien gana es el bien, siempre termina imponiéndose, porque el mal es inhumano, antinatural. Nos dice el Génesis: “y vio Dios que todo era bueno”.

Es verdad que la naturaleza humana ha sido herida con el pecado original de manera que hay una inclinación al mal. El Génesis nos lo relata una página a continuación de la creación e identidad del hombre.

Sólo el bien nos produce descanso, paz, sosiego, alegría, felicidad, plenitud.

Y todo eso porque lleva la marca de Dios.


Por ello, el grito de esta noche es el siguiente: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. 

Es decir, no busquemos la alegría en la violencia,

o no busquemos la paz en la violencia,

o no busquemos el descanso en la violencia o poder,

ni tampoco la felicidad.

Digo violencia, y podemos también sustituir estas afirmaciones con el mal, o con la venganza, o con la doblez, o con la avaricia, o con la envidia.


El mal, la violencia, la venganza, no tendrán nunca la última palabra, no engendrarán vida ni tampoco esperanza, sólo nos enmarañan más en sus redes y nos hacen dependientes de sus seducciones porque no tienen consistencia.


No nos cansemos de hacer el bien, o mejor digamos, no nos cansamos de hacer el bien…

…porque encontramos una alegría en hacer el bien incomparable…

…porque sentimos que nuestra vida tiene sentido…

…titular que he visto hoy: “practicar la bondad es bueno para el cerebro y produce bienestar y felicidad.

…otra frase: “Hacer el bien produce el mayor aumento momentaneo de bienestar, superior a cualquier tipo de ejercicio que hayamos probado" - Martin Seligman…


Siete buenas razones para hacer el bien:
  1. En primer lugar, hacer el bien es un hábito constructivo para tener una vida feliz.
  2. La práctica del bien es tan gratificante que incluso es un remedio para prevenir la depresión, el estrés y la ansiedad.
  3. Las relaciones personales son mucho más saludables y fluyen mejor desde la bondad del corazón marcado por los buenos deseos y las acciones bondadosas.
  4. El bien funda la empatía, la solidaridad y la autoestima.
  5. Existen personas que cuando tienen algún tipo de remordimiento de conciencia o de preocupación no pueden conciliar el sueño por la noche. Hacer el bien te ayuda a tener la paz interior suficiente para descansar cada noche.
  6. Hacer el bien mejora el estado de ánimo, aumenta los niveles de ilusión y alegría.
  7. Aprende a vivir el presente gracias a la práctica del bien que te conecta con este instante.


porque Dios nos regala una fuerza inagotable para hacer el bien, porque si no, 

EG 273. “La misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida, o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un momento más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo. Hay que reconocerse a sí mismo como marcado a fuego por esa misión de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar.


ES LA FUERZA DE LA RESURRECCIÓN. Hacer el bien es una de las características del hombre nuevo engendrado en la resurrección.


Participamos de la Resurrección a través de los sacramentos. Principalmente el bautismo, que es el nuevo nacimiento. 

El bautismo es el grito del bien sobre el mal.

Por ello, que el bautismo nos recuerde que no debemos cansarnos de hacer el bien.


El bautismo comienza con la signación de la cruz. Por tanto, quedamos marcados por la cruz de Jesús, que pasó por el mundo haciendo bien.


Luego se unge con el óleo de los catecúmenos. Es un aceite que representa el poder de Dios sobre el mal, para ir dejando de hacer el mal en favor del bien. 


Posteriormente, se sumerge en agua que renueva, que limpia, que purifica.


Seguimos con la unción con el crisma, consagrados a Dios. El Dios del bien y no del mal. De hecho, no existe el Dios del mal. Sólo Dios puede querer el bien.


La vestidura blanca es el signo de la limpieza, de nuestro compromiso por el bien, en el que paulatinamente vamos asumiendo un progreso hacia éste.


La vela que portan mis padres y padrinos hace referencia a la luz, de la cual tenemos que ser iluminados. Ésta luz es Jesús.


El último signo es el del Effetá, ábrete, por medio del cual se nos signan el oido y la boca para que estemos atentos a la Palabra de Dios y la comuniquemos.


Como ven, todo desemboca en el bien. Por ello, no nos cansemos, será tu salvación.

jueves, 14 de abril de 2022

HOMILÍA DEL VIERNES SANTO 2022

 Así empezaba el año pasado la homilía. Permítanme que repita el comienzo. 

Seguimos subiendo Jerusalén, la ciudad que mata a los profetas. Y hoy subimos al monte Gólgota, o monte Calvario.

El Monte Calvario es el monte de la maldad.

El Monte Calvario es el monte de la envidia.

El Monte Calvario es el monte de la burla.

El Monte Calvario es el monte de la ignominia.

El Monte Calvario es el monte de la blasfemia.

El Monte Calvario es el monte de la injusticia.

El Monte Calvario es el monte de la soledad.

El Monte Calvario es el monte de la desesperación.


Se consuma la barbarie, se consuma la ignominia. ¿Cómo puede ser que se mate al justo? ¿Habrá una injusticia mayor?

Muchas veces, ingenuamente pensamos que la realidad es tan simple como lo que llaman el karma: si hago el bien, recibo bien; si hago el mal, recibo el mal. La realidad es todavía mucho más compleja. 


El mundo está ahora mismo estupefacto viendo los horrores de la guerra, la barbarie perpetrada por el ejército ruso y todos miramos y apuntamos con nuestras “pistolas” hacia una persona: Putin. Muchos le desean la muerte, le echan plagas y no sé que más cosas. Es nuestra reacción espontánea ante la barbarie. Es normal. Nadie ha nacido para semejante atrocidades. Inhumanas. Y queremos que Dios haga algo. 


Y Dios calla, como tantas veces. Y Jesús se entrega. ¿Cómo puede ser? ¿Cómo puede ser que Dios calle ante lo de Ucrania, y ante el genocidio de Ruanda, Congo, Yugoslavia, Armenia, Auschwitz, etc? ¿Dónde está Dios?


Si acabara Dios con él, Putin, ¿habría que acabar con todos los que cometen distintos actos? ¿Y con los pederastas?, ¿Y con los que perpetran cualquier tipo de violencia?, ¿Y con los que tienen pensamientos homicidas?. Jesús dijo que también el adulterio de pensamiento es ya el pecado. Podríamos llegar a una espiral tal que Dios acabaría con todos. Y de ello, nos habla el relato de Noé. Y no es suficiente. Es más fácil, responder con violencia, con ira, que la paciencia…(San Juan Bosco) 


En el caso de Jesús, la barbarie llega al extremo, como nos dirá la primera lectura en las profecías del Siervo de Yahveh de Isaías: “Como muchos se espantaron de él porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y comprender algo inaudito”.


 La respuesta de Dios es contundente, pero nos confunde.


La respuesta de Dios siempre es la cruz de Jesús. “Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; …pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. 

Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron…y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca…Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron…Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.…expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.”


Dios sólo ama. Perdonen la expresión: sólo sabe amar. Por ello, su respuesta es la del amor.

Y amor no es destruir,

amor no es violencia, 

amor no es venganza,

amor no es guerra,

amor no es maldad,

amor no es reacción.


Amor es espera,

amor es comprensión,

amor es perdón,

amor es restauración,

amor es reintegración,

amor es acogida,

amor es sufrimiento,

amor es desear el bien,

amor es hacer el bien,

el amor es paciente,

es benigno,

el amor no tiene envidia,

no presume,

no se engríe;

no es indecoroso ni egoísta;

no se irrita;

no lleva cuentas del mal;

no se alegra de la injusticia,

sino que goza con la verdad.

Todo lo excusa,

todo lo cree,

todo lo espera,

todo lo soporta.

El amor no pasa nunca.


¿Les suenan estas últimas expresiones? Es el himno de San Pablo en la carta a los Corintios, que nos gusta leer en las bodas. Claro, cuando todo va bien, es muy fácil. Pero cuando todo se trunca, desfallecemos en nuestras convicciones.

No entendemos la cruz de Jesús, porque no entendemos el lenguaje del amor. 


Jesús nos enseña que él pasó por el mundo haciendo bien y por tanto, “no nos cansemos de hacer el bien”…, porque es la única solución al mal.

Sólo el amor,

sólo el bien,

sólo la bondad,

sólo el perdón,

sólo la comprensión, 

sólo la acogida,

sólo la paciencia,

sólo la misericordia… 


Jesús muere por hacer de su vida un camino de amor. La muerte no tiene la última palabra, ni el mal, ni el rencor, ni la violencia, ni la hostigación, ni la venganza, ni el poder. Más bien, todo ello trunca el futuro. Sólo el amor es posibilidad de esperanza, de luz y de futuro. 


Por eso, Jesús muere perdonando, muere amando, muere entregándose, para dar al mundo una esperanza y una luz.


HOMILÍA DEL JUEVES SANTO DE 2022

 Comenzamos el Triduo Pascual con la Eucaristía de la Cena del Señor. Y lo hacemos intentando profundizar en el lema del Papa de la Cuaresma: “No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a).


Un año en el que vamos teniendo menos restricciones, sin olvidar que el virus todavía puede hacer estragos, y donde se nos va permitiendo volver a la normalidad de la Semana Santa. Hoy podemos hacer el signo del lavatorio de los pies.


La liturgia nos invita a contemplar bien los gestos de Jesús. Este gesto lo equipara a la Eucaristía.


Vemos que Jesús se quita el manto y se pone a lavar los pies a los discípulos. A todos. Al que lo entregará: Judas. También al que lo negará: Pedro. Y a los que lo abandonaron: el resto de los discípulos excepto Juan.  Y Jesús nos pide que también nosotros tenemos que continuar con esa manera de ser y estar. Es consustancial al ser cristiano. “Si no te lavo, no tienes parte conmigo”. Por ello, el cristiano es el que lava los pies a los demás, “también ustedes deben lavarse los pies unos a otros…”


Lavar los pies es quitar la suciedad que van acumulando de los caminos polvorientos. 

Lavar los pies es curar las heridas que pueden ir teniendo. 

Lavar los pies es dar un masaje a los pies cansados, para poder continuar con el camino. 

Lavar los pies es también dejarlos presentables para lucirlos.


Lavar los pies es hacer el bien. Hacer el bien a ¿quien? A todos. Es el ministerio de Jesús, que dice los evangelios que pasó por el mundo haciendo el bien. 


Hacer el bien a los que acumulan suciedades. En esos casos, depende de lo incrustada que esté esa suciedad, habrá que restregar más o menos. Los que hacen el mal, los que van sucios por la vida. Hay personas que están en esos caminos sucios, porque nadie los a ayudado. Otros porque las circunstancias de la vida los ha llevado por ahí. Ellos necesitan más que nadie del lavatorio de los pies, de nuestro compromiso por el bien. El bien hay que hacerlo a todos. Por tanto, hacer el bien a los que “no se lo merecen”, según los cánones del sentido común. Ese hacer el bien, debería serles atractivo, producirles paz y alegría, para que puedan reconocer la excelencia de la limpieza sobre la suciedad.


Hay que hacer el bien a los que tienen heridas. El agua lava las heridas y ello ayuda a aliviar y a curar. Con qué delicadeza hay que lavar esos pies. Hacer el bien a los que sufren, a los que tienen heridas. Su vida maltrecha está necesitada del aceite del consuelo y del vino de la alegría. En sus vidas hay pocas alegrías, todo son golpes y dolores. Hay que hacer el bien con mucha ternura y amor. 


Hay que hacer el bien a los que necesitan masajes. Los pies se cansan de mucho caminar y algunos caminos rotos, nos los cansan más. Los masajes los damos a los pies cansados, y les reconstituye y descansa. Son las personas que también hacen el bien, pero pueden cansarse porque hacer el bien es más exigente, comprometido y peligroso. Necesitan de ese masaje para poder seguir haciéndolo. En este sentido, nos ayudamos también los unos a los otros. Debemos ser apoyo unos con otros. Estamos en la misma barca, remamos en la misma dirección. 


Hay que hacer el bien dejando presentables esos pies. Al lavar los pies, podemos aprovechar a hacerle la pedicura. El amor embellece a la persona receptora. Hacer el bien debe ir enfocado a mejorar a la persona en una perspectiva integral. 


Como vimos, muchas veces, el compromiso por el bien puede ir decayendo, o por las mismas fuerzas de la persona, o por muchos impedimentos que va encontrando, o simplemente por el ambiente que le arrastra.  Me atrevo a decir que es imposible hacer el bien sin cansarse sin la Eucaristía. Si no directamente, indirectamente, gracias a la fuerza de la entrega de Jesús.

Si nuestro compromiso por el bien se alimenta de la Eucaristía, tiene asegurado la continuidad. La fuerza emanada de la Eucaristía es una fuerza inagotable. 


Este Jueves Santo, gritemos con fuerza: hagamos el bien, a tiempo y a destiempo, no desfallezcamos, y para ello aliméntate de la Eucaristía. 


Agradezcamos el inmenso don que nos ha dado el Señor con su empeñarse por el bien, incluido nosotros. 

miércoles, 13 de abril de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 13 DE ABRIL DE 2022. MIÉRCOLES SANTO

 Mt 26,14-25: El Hijo del hombre se va como está escrito; pero, ¡ay de aquel por quien es entregado!


En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: 

«¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?». 

Ellos se ajustaron con él en treinta monedas de plata. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: 

«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?». 

Él contestó: 

«Id a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis, y decidle: “El Maestro dice: mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”». 

Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.

Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo: 

«En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar». 

Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro: 

«¿Soy yo acaso, Señor?». 

Él respondió: 

«El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!». 

Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: 

«¿Soy yo acaso, Maestro?». 

Él respondió: 

«Tú lo has dicho».



La Iglesia nos presenta hoy, Miércoles Santo, la traición de Judas desde la perspectiva de Mateo. No es una acción espontánea, sino algo pensado durante mucho tiempo donde buscaba la ocasión propicia.


Ocurre en la noche más “santa”, celebrando la Pascua con los discípulos. Se estropeó el clima religioso, de fiesta, de agradecimiento a Dios por la liberación de Egipto. Ante la libertad de Judas de “entregar”, está la libertad de Jesús, de “entregarse”. La libertad humana, con sus errores, entra en el plan de Dios. Dios cuenta con ella y escribe a partir de ella. Es la hora de las tinieblas, pero también la hora de la “glorificación”, según la lectura de ayer del evangelista San Juan. 


Según algunos autores, Judas no quería matar a Jesús. Judas tenía otra visión de la salvación que traería Jesús. Y según esos autores, podría ser la ocasión para que Jesús mostrara sus “poderes”. Judas quiere empujar a Jesús, como ya he dicho estos días, igual que María lo empujó en su primer “signo”. Y vaya que si lo empujó para demostrar su amor por nosotros. Judas provoca toda la misericordia de Dios. 


Y aunque pareciera que Jesús está contra Judas, “más vale no haber nacido”, sin embargo, no carga contra él, dado que no revela el nombre de quien es, carga contra lo que va a hacer. Dios nunca está a favor del sufrimiento de nadie. Dios ama al pecador, no ama el pecado. 


Pero esa expresión también es una desazón porque Judas no entiende los parámetros de Jesús, Judas no entiende que Jesús se vaya a entregar a la muerte. Es decir, Judas no ha nacido de nuevo en el nacimiento que da el Espíritu para poder comprender a Jesús, su mensaje, su misión, su identidad. 


El hijo del hombre se va como está escrito…Al fin y al cabo, Judas sólo fue un eslabón. Podría ser otro. Incluso, si no fuera Judas, habría otro. La ambición humana hubiera hecho siempre lo mismo en cualquiera de los escenarios, de los mundos, etc. No comprendemos la salvación de Dios, no comprendemos la misericordia de Dios, no comprendemos el amor de Dios, sólo lo entendemos desde un punto de vista de judicial. Pero es que en Dios, lo que prevalece es el amor. 


Por ello, en este miércoles santo, en el que en nuestro pueblo, y en muchos lugares, tradicionalmente se contempla el encuentro, captemos las miradas de María a su Hijo Jesús. María también atónita no entiende lo que está ocurriendo, pero CONFÍA. Y sigue esperando en Dios, que no puede dejar al mal la última palabra.


María que aceptó la voluntad de Dios al aceptar el mensaje del ángel, y que enseñó a su Hijo a lo mismo, ahora ve realizado la voluntad de Dios, llevada hasta el extremo.


Meditemos cada uno que tenemos de Judas, que no entendemos e intentamos tentar a Dios para que haga lo que nosotros queremos.

Meditemos también con María, que aunque no entiende, espera en Dios y sigue confiando en Él.

Por último, meditemos con Jesús, que acepta la voluntad del Padre hasta el extremo.

martes, 12 de abril de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 12 DE ABRIL DE 2022. MARTES SANTO

 Jn 13,21-33.36-38: Uno de vosotros me va a entregar… No cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces.


En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo: 

«En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar». 

Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.

Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. 

Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: 

«Señor, ¿quién es?». 

Le contestó Jesús: 

«Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado». 

Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. 

Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: 

«Lo que vas a hacer, hazlo pronto». 

Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. 

Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.

Cuando salió, dijo Jesús: 

«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: 

“Donde yo voy no podéis venir vosotros”».

Simón Pedro le dijo: 

«Señor, ¿adónde vas?». 

Jesús le respondió: 

«Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde». 

Pedro replicó: 

«Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti». 

Jesús le contestó: 

«¿Conque darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».




En el día de ayer, lunes santo, veíamos, comentábamos sobretodo el personaje de María. Hoy la Iglesia nos presenta a Judas y su traición.


No lo quiere poner para que nos enzarcemos en una catarsis culpándole de todo. Judas fue un instrumento por el cual Jesús dio su vida. Como pudiera haber habido otra persona. También nosotros tenemos algo de Judas. Pero no me quiero ir por ahí.


Pero el personaje principal es Jesús, algunos dirán, es lógico. Es Jesús el que anuncia la traición, por tanto, le deja libertad, más bien, de la misma manera que María empujó a Jesús a hacer el primer “signo”, ahora es el mismo Jesús el que empuja a Judas a hacer su obra: “lo que vas a hacer, hazlo pronto”. Se respira el ambiente cargado, Jesús se desespera y quiere pasar cuanto antes de ese trago.


Y como en una película, la escena principal, que me impresiona tremendamente es cuando Jesús le da un trozo de pan untado. Es un gesto de una calidad humana-divina excepcional. Jesús le está brindando amistad, amor y el mismo perdón. 


Que fuerte, Jesús está perdonando al que va a entregarlo, uno de sus amigos, a los que les abrió completamente su corazón.


Ayer hablábamos de la amistad. La veíamos como algo idílico. Pero la amistad tiene sus límites, riesgos, PERO MERECE LA PENA CONFIAR, si no, la vida no serviría de nada. El riesgo es que te expones a la traición. A eso estamos expuestos todos, y todos tendremos muchas ocasiones de traiciones en nuestras amistades. Algunos dejan de creer en la amistad.


No hay que ser ingenuos, y es normal tener una cierta prudencia. Pero tenemos un maestro que lo dio todo, que ofreció amistad a mansalva, es decir, igual que el sembrador esparcía la semilla en cualquier terreno de manera generosa, así es Jesús lo hizo Jesús. 


Brilla con una luz que nos encandila el gesto de Jesús. Jesús sigue confiando en el hombre, en la persona, en la amistad. Jesús sigue confiando incluso en la persona que lo entrega. Lo sigue amando, LO PERDONA. 


Espero que nos quedemos todos conmovidos ante este gesto que puede pasar desapercibido, pero que tiene una gran densidad