jueves, 30 de diciembre de 2021

HOMILÍA DE FIN DE AÑO Y AÑO NUEVO. SANTA MARÍA MADRE DE DIOS. 2021-2022

 Terminamos todos los años y comenzamos uno nuevo, celebrando a Santa María Madre de Dios, el título más antiguo dedicado a María. También la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Paz.

Resuena en nosotros de una manera especial las palabras del Señor a Moisés, la llamada bendición de Aarón: “El Señor te bendiga y te proteja,

ilumine su rostro sobre ti

y te conceda su favor.

El Señor te muestre su rostro

y te conceda la paz”.


Me gustaría, en este año tan terrible en el que se nos han unidos varias circunstancias terribles, como la pandemia, el incendio urbano del Paso y el volcán, reflexionar sobre la bendición de Dios.


Una bendición es la expresión de un deseo benigno dirigido hacia una persona o un grupo de ellas. 

En la Biblia, bendecir se emplea en dos sentidos: en primer lugar, Dios bendice al hombre dándole la vida, la fecundidad, el éxito. Después, a su vez, el hombre bendice a Dios por las gracias de sus dones, le da las gracias.

La bendición tiene también su contrario: Dios puede declarar la desgracia a los que le rechazan (Dt 30,15-20). Pero Cristo nos ha liberado de esta maldición tomándola sobre sí mismo (Gál 3,13). Por ello, Cristo es la máxima bendición del Padre. Por medio de él hemos sido bendecidos a pesar de ser nosotros como somos.


Por tanto, Dios es la fuente  y origen de toda bendición, que lo hizo todo bien. Si la bendición es un don de Dios, es algo que hay que pedir y saber recibir. Muchas veces, no estamos preparados para recibir la bendición de Dios.


En este año que termina, no podemos decir que no hemos sido bendecidos por el Señor. No podemos decir que hemos sido maldecidos por Él. En Cristo se han acabado todas las maldiciones. 

El Señor nos ha bendecido según la bendición de Aarón porque:

- Nos ha protegido. Por medio de las autoridades, no ha habido ningún daño personal. Y también explotó cerca de casas, pero no en ninguna. En EEUU murieron muchas personas a consecuencia de los tornados. En Indonesia murieron otras tantas con un volcán. HEMOS SIDO BENDECIDOS POR DIOS. Remarqúemosla, HEMOS SIDO BENDECIDOS POR DIOS.

-Ha iluminado su rostro sobre nosotros. El rostro de Dios es Jesús. Y un año más, ha nacido niño Dios. Hemos mirado y contemplado El Niño del belén de las iglesias, de las casas, instituciones, etc. ¿Y nos hemos dejado mirar por Él? HEMOS SIDO BENDECIDOS POR DIOS. El Niño Dios nos mira con cariño, con la mirada tierna de un niño.

- Nos concede su favor. El favor no significa que todo nos salga bien, porque en María, la criatura por excelencia a la cual se le ha concedido el favor de Dios, no le fue todo "perfecto". El favor significa que Dios estaba con ella. En Navidad celebramos el nacimiento del Emmanuel: el Dios-con-nosotros. HEMOS SIDO BENDECIDOS POR DIOS, porque está siempre con nosotros, y de ésto hemos hablado mucho.

- Nos muestra su rostro. El rostro de Dios es Jesús, dije antes. El rostro de Dios mostrado en Jesús es de misericordia, de amor, de perdón, etc. Es un rostro amable, que merece la pena mirar. "El más bello de todos los hombres" por la limpieza de su mirada (rostro). HEMOS SIDO BENDECIDOS POR DIOS, porque tenemos acceso a su rostro.

- Nos concede la paz. La paz no es la ausencia de guerras. La paz es el conjunto de los dones de Dios. Dios nos quiere regalar SIEMPRE, su amor, su gracia, su paz, su paciencia, su bondad, su fidelidad, su humildad, su dominio de sí (San Pablo a los Gálatas). Dios SIEMPRE nos lo está regalando. Es importante aprender a recibir. HEMOS SIDO BENDECIDOS POR DIOS, porque nos regala sus dones.


Nosotros como cristianos tendríamos tres tareas:

  1. Aprender a ver los signos de bendición en el mundo. Los cristianos, guiados por la fe, fortalecidos por la esperanza y espoleados por la caridad, no sólo capaces de discernir sabiamente los vestigios de la bondad divina en todas las cosas creadas, sino que también buscan implícitamente el reino de Cristo en las obras de la actividad humana. Es más, consideran todos los acontecimientos del mundo como signos de aquella providencia paternal con que Dios dirige y sustenta todas las cosas.
  2. Alabar a Dios en toda ocasión. Por tanto, siempre y en todo lugar se nos ofrece la ocasión de alabar a Dios por Cristo en el Espíritu Santo, de invocarlo y darle gracias. Y…ayudar a los otros a bendecir a Dios. 
  3. Ser bendición para los demás. Dijo el Papa Francisco, “el año será bueno en la medida en que cada uno de nosotros, con la ayuda de Dios, intente hacer el bien y sirva día a día”. Ahí está lo más importante. 

martes, 28 de diciembre de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 29 DE DICIEMBRE DE 2021

 Lc 2,22-35: Luz para alumbrar a las naciones.


Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».

Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.

Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:

«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.

Porque mis ojos “han visto a tu Salvador”,

a quien has presentado ante todos los pueblos:

“luz para alumbrar a las naciones”

y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».



Simeón profetiza la misión de este niño que nació pobremente. Y recita un himno que rezamos en las completas cada noche. Es el descanso del creyente, que ve en Jesús colmadas sus esperanzas. Es la luz de las naciones.


El creyente es el que confía en Dios por encima de todo.

El creyente es el que sabe ver en Jesús la plenitud de todas las profecías

El creyente es el que sabe ver en Jesús el que colma todas las esperanzas.

El creyente es el que se deja iluminar por Jesús.


Simeón siendo ciego, sabe ver todo ello en Jesús, y es que, esta es la paradoja, la enseñanza, (como tantas curaciones de ciegos en el evangelio), que para ver no hace falta ser vidente, porque hay que aprender a ver con el corazón, con la fe. 


Simeón nos enseña a dejar iluminar nuestra vida por la fe, que nos dará una amplitud mayor que si nos guiáramos solamente por las imágenes que nos proporcionan los sentidos. “Lo esencial es invisible a los ojos”

sábado, 25 de diciembre de 2021

HOMILÍA DE LA SAGRADA FAMILIA

 El primer domingo después de Navidad, la Iglesia contempla a la Sagrada Familia de Nazaret, para que sea intercesora, espejo y modelo de nuestras familias: 

la familia de la carne

la familia del espíritu (nuestros hermanos cristianos, especialmente los de las parroquias, núcleo más cercano en el que podemos interaccionar)

y

la familia de la raza (humanidad)


La Iglesia es el instrumento para realizar el proyecto de Dios, de hacerlos a todos hijos y hermanos, y vivir en consecuencia. 


El Papa Francisco en su sabiduría, viendo como la humanidad se va cada vez más, desgajando, encerrando en sus intereses y las personas siendo cada vez más, autorreferenciales; ha sacado un documento para reflexionar entre todos, Fratelli Tutti, hermanos todos. Y los cristianos tenemos una responsabilidad grande de dar pasos en este sentido. De practicar la fraternidad para ser germen en medio de la sociedad. 


Para ser poder realizar la fraternidad, también hace falta pensar en modo sinodal. Y quiere que reflexionemos sobre nuestro modo de ser, de actuar y de pensar. Siempre en modo sínodo.


En la misa de apertura nos propuso tres verbos, que yo intentaré aplicar, de manera sencilla: encontrar, escuchar, discernir. 


El primer verbo es encontrar. En el evangelio de hoy, vemos como la Sagrada Familia pierden a su Hijo y emprenden una búsqueda. Cuando lo encuentran, hay un desencuentro. Porque ellos no sabían. Se llevaron un chasco con la respuesta de Jesús, porque no comprendían. Pero es un encuentro que “rescata” a Jesús de meterse en un camino que todavía no correspondía. No era su “hora”, y luego sería María el que lanzaría a Jesús en la vida pública. No todos los encuentros resultan gratificantes, pero sí sanantes, en la medida en que nos encontramos las personas. La Iglesia, lejos de formulismos, tiene que potenciar los encuentros donde cada uno se sienta libre, acogido…


El segundo verbo es escuchar. Para que el encuentro sea tal, hay que ser capaz de escuchar al otro. Aunque no diga lo que esperamos, lo que queremos. Para ello, hay que liberarse de prejuicios, de ideas preconcebidas. El otro día oía una entrevista que le hicieron al Papa, y adelantaba un encuentro con un mandatario que no es precisamente un dechado de virtudes. Y le preguntaron al Papa si tenía un esquema de lo que le diría. Simplemente respondió: voy sin esquema, le miro a los ojos y dejo que la conversación fluya. Maravilloso, poder hacerlo, saber hacerlo. Jesús responde a sus padres, algo que no les gusta, les deja mal, sin embargo, no responden, sino que lo llevan a Dios. Acogen esta respuesta de Jesús. Ya entenderán. La Iglesia tiene que propiciar la escucha, sin esquemas, sin ideas preconcebidas. Ojalá nuestras reuniones propicien ésto. A mí me cuesta. Soy mucho de lo políticamente correcto. 


El tercer verbo es discernir. Discernir es saber elegir lo que más conviene respecto a la misión que tiene cada uno. Jesús discernió y volvió con sus padres. Seguramente estaría maduro. Es la fiesta de Bar Mitzvah, por la cual ya se pueden independizar. Y Jesús eligió a sus padres hasta los 30 años. Muchas veces el discernimiento no es el camino más evidente, sino el de Dios. Jesús supo escuchar en su Madre la voz de su Padre, a pesar de estar en las cosas de su Padre. La Iglesia tiene que discenir. Aunque muchos caminos sean buenos, sólo uno es el que nos lleva a la voluntad de Dios. Es importante ponernos en camino de discernimiento, aunque de entrada no sepamos, pongámonos juntos a discernir, orar y elegir lo que más conviene. El consejo de pastoral de la parroquia es el instrumento principal para el conjunto de la parroquia. Pero cada uno de los grupos, también deben introducirse en este camino. Que conste, que yo también soy aprendiz.


Ejemplo final: Hemos terminado ayer con una erupción volcánica. Ha sido luminoso el ejemplo que nos han dado las autoridades, de signos políticos distintos, las distintas instituciones implicadas. Ha sido un foro de encuentro con las distintas realidades y posibilidades que cada uno tenía, de escucha de propuestas distintas y dispares y discernimiento conjunto de que camino coger en cada momento. Tenían varios puntos en su contra: no se conocían, suelen trabajar por separado, de signos políticos distintos y dispares, y ante la presión de un evento dramático. Si ellos pueden hacerlo, cuanto más nosotros con la gracia de Dios.

jueves, 23 de diciembre de 2021

HOMILÍA DE NOCHEBUENA-NAVIDAD

 Desde hace algunos meses parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos. Y no encontramos luz.


Así lo vivía el pueblo de Israel, ya llevaba muchos años de dominación romana, varias veces deportados, varias veces destruidas y asediadas sus ciudades.
Su fe en Dios no le llevó por días de prosperidad, sino sólo en la época del rey David y su hijo el rey Salomón.

Así comenzaba mi homilía del año pasado. Quizá podríamos decir que alguna luz hemos podido ver con la llegada de las vacunas. Nos hemos sentido más seguros. 

Y después...llegó el volcán. Para volver a oscurecerlo todo. Y para destrozarlo todo. Ciento y pico de casas en nuestro municipio. Miles de familias afectadas. Una destrucción tal que no la hubiéramos imaginado ni en nuestras peores pesadillas. Solemos decir "gracias a Dios", parece que el volcán, precisamente en esta fiesta, nos dan la noticia de que ha remitido.

Ahora es cuando podemos tomar conciencia de la destrucción.
Ahora toca la reconstrucción, toca sentar cabeza, imaginar un futuro nuevo, emprender una vida nueva para tantos de nuestros vecinos.
Ahora toca, sobre todo, llenarnos de toda la esperanza y fuerza para emprender esta senda dura y larga.  
Aunque no tengamos ganas de celebrar nada, sin embargo, desde hace más de 2000 años, y en los cristianos tal día como hoy desde hace 2000 años, resuenan las palabras del profeta Isaías: “el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande”. ¿Cuál es esa luz grande? Intentaremos responder más adelante. 
Una vez más, nos sorprende la actuación de Dios, es tan distinta a nosotros, a lo que nosotros quisiéramos, a lo que nosotros desearíamos, a lo que nosotros hubiéramos pensado que es lo mejor.
Nuestro Valle de Aridane ha sido asediado por una de las fuerzas más destructoras de la naturaleza y Dios se presenta ante nosotros, pequeño, frágil y vulnerable. Ésta es la señal: un niño envuelto en pañales.
¡Qué ocurrencia la de Él!. Hasta nos parecería una broma pesada.
¿No sería mejor que hiciera un milagro y hubiera apagado el volcán desde el primer día? Así evitaríamos tanta destrucción, tantas evacuaciones, tantas empresas quebradas.
Pero no, Dios no se manifiesta con poder, sino con pobreza…pero lleno de amor. Nos enseña que el verdadero poder es el amor. Esa es la luz grande de la Navidad.
Porque en este reino cabemos todos.
Porque en este reino siempre seremos acogidos
Porque en este reino siempre seremos comprendidos.
Porque en este reino siempre tendremos oportunidades.
Porque en este reino todos importamos.
Porque en este reino todos somos importantes.
Porque en este reino todos somos necesarios.
Porque en este reino siempre seremos amados.
En palabras del Papa Francisco en la homilía de la Nochebuena del año pasado: 
“¿Pero qué significa esto para nosotros? Que el Hijo de Dios, el bendito por naturaleza, viene a hacernos hijos bendecidos por gracia. Sí, Dios viene al mundo como hijo para hacernos hijos de Dios. ¡Qué regalo tan maravilloso! Hoy Dios nos asombra y nos dice a cada uno: “Tú eres una maravilla”. Hermana, hermano, no te desanimes. ¿Estás tentado de sentirte fuera de lugar? Dios te dice: “No, ¡tú eres mi hijo!”. ¿Tienes la sensación de no lograrlo, miedo de no estar a la altura, temor de no salir del túnel de la prueba? Dios te dice: “Ten valor, yo estoy contigo”. 
No te lo dice con palabras, sino haciéndote hijo como tú y por ti, para recordarte cuál es el punto de partida para que empieces de nuevo: reconocerte como hijo de Dios, como hija de Dios. Este es el punto de partida para cualquier nuevo nacimiento. Este es el corazón indestructible de nuestra esperanza, el núcleo candente que sostiene la existencia: más allá de nuestras cualidades y de nuestros defectos, más fuerte que las heridas y los fracasos del pasado, que los miedos y la preocupación por el futuro, se encuentra esta verdad: somos hijos amados. Y el amor de Dios por nosotros no depende y no dependerá nunca de nosotros: es amor gratuito. Esta noche no tiene otra explicación: sólo la gracia. Todo es gracia. El don es gratuito, sin ningún mérito de nuestra parte, pura gracia. Esta noche, san Pablo nos ha dicho: «Ha aparecido la gracia de Dios» (Tt 2,11). Nada es más valioso”. (Homilía de Nochebuena del Papa Francisco 24-12-2020)



martes, 21 de diciembre de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 22 DE DICIEMBRE DE 2021

 Lc 1,46-56: El Poderoso ha hecho obras grandes en mí.


En aquel tiempo, María dijo:

«Proclama mi alma la grandeza del Señor,

“se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humildad de su esclava”.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:

“su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.

Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

“derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia”

—como lo había prometido a “nuestros padres”—

en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».

María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.



El evangelio de hoy continúa con el relato de la visita de María a su prima Isabel. En este caso, contemplamos hoy el himno que María proclama. Es importante, lo rezamos todas las tardes en las Vísperas. 


Es el cántico de María. Es la historia de María, pero también la historia de la misericordia de Dios con la humanidad. Es el Dios que cumple siempre sus promesas. 


La liturgia quiere que nos fijemos en una de las primeras afirmaciones: El Poderoso ha hecho obras grandes en mí. A estas ideas, podemos añadir la exclamación que la liturgia nos presenta en las vísperas de hoy: ¡Oh rey!


Pues si, es un rey poderoso, un rey del universo que hace obras grandes en la pequeñez de su sierva. Así es Dios, engrandeciendo a los humildes y empequeñeciendo a los que están ensalzados. Así nivela todo, como decía la profecía de Isaías. 


María es la persona que, siendo humilde, dejó al Señor reinar en ella con todo su poder y gloria, por eso puede hacer obras grandes. 


También Dios quiere hacer obras grandes. Las quiere hacer “a su manera”, para ello tenemos que empequeñecernos para que Él nos encumbre.

FELICITACIÓN NAVIDEÑA 2021

 

lunes, 20 de diciembre de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 21 DE DICIEMBRE DE 2021

 Lc 1,39-45: ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?


En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:

«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.

Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».





Este fin de semana nos tocaba contemplar este evangelio y yo me fijaba precisamente en esa expresión de Isabel, la madre de Juan Bautista. 


Es la prima de María y por tanto, la sorpresa no es por ella, sino porque es portadora de Jesús. María es grande por llevar a Jesús en su seno. Isabel es grande por recibir a Jesús a través de su prima.


Nosotros también estamos llamados a poder recibirlo, acogerlo. El problema es cuando nos hemos “acostumbrado” a Dios. Lo hemos despojado de su divinidad. Lo hemos domesticado y muchas veces creemos que está a nuestra merced. 


Sin embargo, es Él, a pesar de todo, el que viene a vernos, a visitarnos y se queda para siempre con nosotros.


Es un día, para entrar en lo profundo de nuestro corazón y considerar la misericordia que tiene al venir a nosotros. Debe surgir en nosotros una turbación, y un profundo agradecimiento. 


Y es que no entendemos, como nos ha elegido, por qué lo ha hecho…

Y sólo tiene una respuesta: por amor.


Aprovecha estos versos de Lope de Vega


¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta cubierto de rocío
pasas las noches del invierno oscuras?


o del Padre Anchieta (en la Eucaristía)


Oh Dios infinito,

Por nos humanado,

Véoos tan chiquito

Que estoy espantado.

 

Estáis encerrado

En lugar estrecho

Porque en nuestro pecho

Queréis ser guardado.

 

Hame enamorado

Vuestra gracia y nombre,

Pues os come el hombre

De un solo bocado.

 

Pan y vino veo,

gusto pan y vino,

mas, sin desatino,

otra cosa creo.

Por eso peleo

 contra mi sentido,

 porque lo comido

 es Dios que no veo.

 

 Sólo en él empleo

 la fe, con que vivo:

 hágome captivo,

 sin ver lo que creo.

 

 D’este me proveo

 para mi camino:

 este pan divino

 harta mi deseo.

jueves, 16 de diciembre de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 16 DE DICIEMBRE DE 2021

 Lc 7,24-30: Juan es el mensajero que prepara el camino del Señor.


Cuando se marcharon los mensajeros de Juan, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan:

«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Pues ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con ropas finas? Mirad, los que se visten fastuosamente y viven entre placeres están en los palacios reales. Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito:

“Yo envío mi mensajero delante de ti,

el cual preparará tu camino ante ti”.

Porque os digo, entre los nacidos de mujer no hay nadie mayor que Juan. Aunque el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él».

Al oír a Juan, todo el pueblo, incluso los publicanos, recibiendo el bautismo de Juan, proclamaron que Dios es justo. Pero los fariseos y los maestros de la ley, que no habían aceptado su bautismo, frustraron el designio de Dios para con ellos.


Juan es el mensajero que prepara el camino del Señor. Juan nos avisa que el Mesías está próximo, por lo tanto, debemos prepararnos.


Juan nos viene a traer la esperanza de las promesas que se van a cumplir. El pueblo puede entonces alegrar su corazón porque ha merecido la espera. 


Juan prepara el camino del Señor creando la expectación en el pueblo. 

Juan prepara el camino del Señor con la conversión de las personas a través del bautismo.

Juan prepara el camino del Señor con su radicalidad.


Estemos expectantes nosotros, para que el Señor pueda venir en nosotros. 

martes, 14 de diciembre de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 15 DE DICIEMBRE DE 2021

Lc 7,19-33: Anunciad a Juan lo que habéis visto y oído.


En aquel tiempo, Juan, llamando a dos de sus discípulos, los envió al Señor diciendo:

«¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?».

Los hombres se presentaron ante él y le dijeron:

«Juan el Bautista nos ha mandado a ti para decirte: “¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?”».

En aquella hora Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista.

Y respondiendo, les dijo:

«Id y anunciad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados. Y ¡bienaventurado el que no se escandalice de mí!».



La evangelización no es teorizar, filosofar, sino simplemente contar la experiencia, la vida que he experimentado. La fe es una vida compartida. La fe es una relación. Por ello, anunciemos lo que hemos visto y oído.


Ello implica estar más atento, tener el oído más fino, entrar en las profundidades de mi vida. Ir a lo profundo, no a la superficie, en la que muchas veces podemos confundir la voz de Dios con otras voces, con otras llamadas. Muchas veces, suelen ser mis intereses, opciones, sensaciones, pero no las de Dios.


En esto consiste el discernimiento, en descubrir la voluntad de Dios. 


Por eso, simplemente, busquemos a Dios y su voluntad. Y anunciemos esa vida en nosotros. 

lunes, 13 de diciembre de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 13 DE DICIEMBRE DE 2021

 Mateo 21,23-27 El bautismo de Juan ¿de dónde venía?


En aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle: "¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?" Jesús les replicó: "Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venia, del cielo o de los hombres?" Ellos se pusieron a deliberar: "Si decimos "del cielo", nos dirá: "¿Por qué no le habéis creído?" Si le decimos "de los hombres", tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta." Y respondieron a Jesús: "No sabemos." Él, por su parte, les dijo: "Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto."



La pregunta de las autoridades a Jesús (¿Con qué autoridad haces esto?), es irreverente, pero sobre todo, muestra el sinsabor de los que se sienten retratados o desautorizados ante la enseñanza de Jesús. Hay muchos enfrentamientos entre las autoridades religiosas y Jesús, porque ellos seguían en sus esquemas, costumbres, y no escuchaban o entendían lo que Jesús proponía.


Ante la próxima Navidad, Jesús nos propone un cambio, y considero muchas veces, que somos peores que los sumos sacerdotes y ancianos del texto. Porque ni nos planteamos lo que Jesús nos enseña. Queremos seguir en nuestros esquemas, una Navidad pagana, y no somos capaces de encararnos con Él. No queremos que nos quiten lo bailado.


Por ello, mi oración hoy es ser capaz de decirle a Jesús sobre su autoridad en las cosas que hace en mi vida, en mi alrededor. Por ejemplo, con lo del volcán, nos podemos empecinar en ver la tristeza, en que Dios pare esta erupción (que hay que hacer), pero no aprovechamos para aprender las señales que esta situación nos está mandando de una manera intensa.


Por último, hoy celebramos a Santa Lucía, virgen y mártir. Mártir es aquel/aquella que es capaz de permitir a Dios que le transforme su vida y su futuro. Que ella nos de fuerza y valentía para dejar a Jesús actuar en nuestra vida. 

jueves, 9 de diciembre de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 10 DE DICIEMBRE DE 2021

 Mt 11,16-19: No escuchan ni a Juan ni al Hijo del hombre.


En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«¿A quién compararé esta generación?

Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: 

“Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; 

hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.

Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.

Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».



Jesús, habla de manera algo escéptica porque esta generación no aceptan nada bueno de lo que tienen.


No hay peor ciego que el que no quiere ver. Uno de los mayores obstáculos es la cerrazón de la mente. Estar sólo centrados en nosotros y lo que somos y lo que tenemos, y lo que podemos (más bien no podemos) hacer. 


Permíteme, que cite a continuación un extracto de la alocución del Papa en el día de anteayer, día de la Inmaculada: “María no se atribuye prerrogativas, no reclama nada, no atribuye nada a su mérito. No siente autocomplacencia, no se exalta. Porque en su humildad sabe que todo lo recibe de Dios. Por tanto, está libre de sí misma, completamente orientada a Dios y a los demás. María Inmaculada no tiene ojos para sí misma. Aquí está la verdadera humildad: no tener ojos para uno mismo, sino para Dios y para los demás”.

miércoles, 8 de diciembre de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 9 DE DICIEMBRE DE 2021

 Mt 11,11-15: No ha nacido uno más grande que Juan el Bautista.


En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.

Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan.

Los Profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elias, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo.

El que tenga oídos, que oiga».


Jesús resalta la figura de Juan Bautista. Y es que Juan Bautista es un personaje de una coherencia grande en el anuncio de la Buena Nueva. No se buscó a si mismo, sino sólo el Reino de Dios y su justicia. En esto deberíamos aprender de él. Nuestro objetivo en la vida es poner nuestro granito de arena en el Reino de Dios y su justicia.


Sin embargo, en el reino de los cielos es el más pequeño, dado que el resto son salvados por Jesús, a partir de entonces y por eso son más grandes. 


Fijémonos en la coherencia de Juan Bautista y revisemos nuestras coherencias/incoherencias. Somos más pequeños que él, pero somos salvos por Jesús. 

domingo, 5 de diciembre de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 6 DE DICIEMBRE DE 2021

Lc 5,17-26: Hoy hemos visto maravillas.


Un día, estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para realizar curaciones.

En esto, llegaron unos hombres que traían en una camilla a un hombre paralítico y trataban de introducirlo y colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo a causa del gentío, subieron a la azotea, lo descolgaron con la camilla a través de las tejas, y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Él, viendo la fe de ellos, dijo:

«Hombre, tus pecados están perdonados».

Entonces se pusieron a pensar los escribas y los fariseos: «¿Quién es este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?».

Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, respondió y les dijo: «¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados —dijo al paralítico—: “A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa”».

Y, al punto, levantándose a la vista de ellos, tomó la camilla donde había estado tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios.

El asombro se apoderó de todos y daban gloria a Dios. Y, llenos de temor, decían:

«Hoy hemos visto maravillas».



Hoy hemos visto maravillas. Eso es lo que quisiéramos ver cada día, y quizá pensaríamos que así creeríamos todos. Pero ni en la época de Jesús pudieron seguirle en todo momento incluso los que fueron testigos del milagro más famoso: la multiplicación de los panes y los peces.


El caso es que tenemos que afinar la mirada, porque cada día vemos, palpamos maravillas: poder ver, poder oír, poder sentir, poder vivir, etc.

Hay milagros y maravillas que suceden en nuestro día a día, y el problema es que nos hemos ido acostumbrando a ellas.


El milagro mayor es el de la Eucaristía.

El milagro del Dios que se hace pan.

El milagro de un Dios que se fija en los hombres.

El milagro del acercamiento de Dios a los hombres.

El milagro de la misericordia de Dios con nosotros.

El milagro del servicio de Dios a los hombres.

El milagro del Dios que hace fuertes a los débiles y débil a los fuertes.

El milagro del Dios que derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

El milagro del Dios que hace posible que los pobres sean los bienaventurados. 

El milagro…y así podríamos decir tantas y tantas de las acciones de Dios en favor de los hombres, que son maravillosas. 

viernes, 3 de diciembre de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 3 DE DICIEMBRE DE 2021

Mt 9,27-31: Curación de dos ciegos que creen en Jesús.


En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando:

- «Ten compasión de nosotros, hijo de David.»

Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo:

- «¿Creéis que puedo hacerlo?» Contestaron:

- «Sí, Señor.»

Entonces les tocó los ojos, diciendo:

- «Que os suceda conforme a vuestra fe.»

Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente:

- «¡Cuidado con que lo sepa alguien!»

Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.



Dos ciegos seguían a Jesús y le pidieron que tuviera compasión de ellos y los curara. Esta puede ser una imagen de nuestro tiempo de misión. Es el Señor el que va delante y nosotros le seguimos. No sabemos donde nos lleva. Pero si es verdad que necesitamos que nos cure para saber por donde caminar, sus huellas, a veces, se borran, le gusta caminar sobre el polvo...

Y Él nos remite a nuestra fe. La misión es una consecuencia de la fe, de la grandeza o pobreza de la fe. Pidámosle al Señor, que los frutos no sean a la medida de nuestra fe, sino la de la Iglesia, como decimos en la misa: "no mires nuestro pecado sino la fe de tu Iglesia". 

miércoles, 1 de diciembre de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 2 DE DICIEMBRE DE 2021

 Mt 7,21.24-27: El que hace la voluntad del Padre entrará en el reino de los cielos.


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.

El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».


Jesús, el que viene, viene precisamente a eso, a cumplir la voluntad del Padre. No viene a contentar a un bando o el otro, sino sólo a cumplirla y ello significa que Él está plenamente disponible al Padre.


Por eso no se derrumba su casa a pesar de encontrar oposición. Porque en el momento de la muerte, siguió siendo fiel y siguió encontrando la fuerza en el Padre. A Él le reza continuamente y en Él confía plenamente. 


¿Y nosotros confiamos plenamente, intentamos hacer la voluntad del Padre?