lunes, 30 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 30 DE NOVIEMBRE

Mt 4,18-22: Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: -«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Reflexión

Llama la atención la inmediatez de la respuesta. Y contrasta con la lentitud de nuestra respuesta...
Muchos autores espirituales hablan de la mirada de Jesús. Tenía que ser irresistible...Tanto es así que dejaron todo, incluso a su familia.
Aquello de Jeremías: "me seduciste, Señor y me dejé seducir".
Sería bueno en este día de San Andrés, refrescáramos las llamadas que el Señor nos hace y en el silencio del corazón, sintiéramos su voz y su mirada.
Con el permiso, les añado a continuación, la catequesis de Benedicto XVI sobre San Andrés.
Lo primero que impresiona en Andrés es el nombre: no es hebreo, como uno se esperaría, sino griego, signo indicativo de una cierta apertura cultural de su familia. Nos encontramos en Galilea, donde el idioma y la cultura griega están bastante presentes. En las listas de los doce, Andrés se encuentra en segundo lugar, en Mateo (10,1-4) y en Lucas (6,13-16), o en el cuarto lugar, en Marcos (3,13-18) y en los Hechos de los Apóstoles (1,13-14). En todo caso, sin duda tenía un gran prestigio dentro de las primeras comunidades cristianas.

El lazo de sangre entre Pedro y Andrés, así como la llamada común que les dirigió Jesús, son mencionados expresamente en los Evangelios. Puede leerse: «Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. Entonces les dijo: "Seguidme, y yo os haré pescadores de hombres"» (Mateo 4,18-19; Marcos 1,16-17). Por el cuarto Evangelio sabemos otro detalle importante: en un primer momento, Andrés era discípulo de Juan Bautista; y esto nos muestra que era un hombre que buscaba, que compartía la esperanza de Israel, que quería conocer más de cerca la palabra del Señor, la presencia del Señor. Era verdaderamente un hombre de fe y de esperanza; y un día escuchó que Juan Bautista proclamaba a Jesús como «el cordero de Dios» (Juan 1, 36); entonces, se movió, y junto a otro discípulo, cuyo nombre no es mencionado, siguió a Jesús, quien que era llamado por Juan «cordero de Dios». El evangelista refiere: «vieron donde vivía y se quedaron con él» (Juan 1, 37-39). Andrés, por tanto, disfrutó de momentos de intimidad con Jesús. La narración continúa con una observación significativa: «Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías", que traducido significa Cristo», y le condujo hacia Jesús (Juan 1,40-43), demostrando inmediatamente un espíritu apostólico fuera de lo común. Andrés, por tanto, fue el primer apóstol que recibió la llamada y siguió a Jesús. Por este motivo la liturgia de la Iglesia bizantina le honra con el apelativo de «Protóklitos», que significa el «primer llamado». Por la relación fraterna entre Pedro y Andrés, la Iglesia de Roma y la Iglesia de Constantinopla se sienten de manera especial como Iglesias hermanas entre sí. Para subrayar esta relación, mi predecesor, el Papa Pablo VI, en 1964, restituyó la insigne reliquia de san Andrés, hasta entonces custodiada en la Basílica vaticana, al obispo metropolita ortodoxo de la ciudad de Patrás, en Grecia, donde según la tradición, el apóstol fue crucificado.

Las tradiciones evangélicas mencionan particularmente el nombre de Andrés en otras tres ocasiones, permitiéndonos conocer algo más de este hombre. La primera es la de la multiplicación de los panes en Galilea. En aquella ocasión, Andrés indicó a Jesús la presencia de un muchacho que tenía cinco panes de cebada y dos peces: muy poco --constató-- para toda la gente que se había congregado en aquel lugar (Cf. Juan 6, 8-9). Vale la pena subrayar el realismo de Andrés: había visto al muchacho, es decir, ya le había planteado la pregunta: «Pero, ¿qué es esto para toda esta gente?» (ibídem) y se dio cuenta de la falta de recursos. Jesús, sin embargo, supo hacer que fueran suficientes para la multitud de personas que habían ido a escucharle. 

La segunda ocasión fue en Jerusalén. Saliendo de la ciudad, un discípulo le mostró el espectáculo de los poderosos muros que sostenían el Templo. La respuesta del Maestro fue sorprendente: dijo que de esos muros no quedaría piedra sobre piedra. Entonces Andrés, junto a Pedro, Santiago y Juan, le preguntó: «Dinos cuándo sucederá esto y cuál será la señal de que ya están por cumplirse todas estas cosas» (Marcos 13,1-4). Como respuesta a esta pregunta, Jesús pronunció un importante discurso sobre la destrucción de Jerusalén y sobre el final del mundo, invitando a sus discípulos a leer con atención los signos del templo y a mantener siempre una actitud vigilante. De este episodio podemos deducir que no tenemos que tener miedo de plantear preguntas a Jesús, pero al mismo tiempo, tenemos que estar dispuestos a acoger las enseñanzas incluso sorprendentes y difíciles que Él nos ofrece.  

En los Evangelios se registra, por último, una tercera iniciativa de Andrés. El escenario sigue siendo Jerusalén, poco antes de la Pasión. Con motivo de la fiesta de la Pascua, narra Juan, habían venido a la ciudad santa algunos griegos, quizá prosélitos o temerosos de Dios, para adorar al Dios de Israel en la fiesta de Pascua. Andrés y Felipe, los dos apóstoles con nombres griegos, hacen de intérpretes y mediadores de este pequeño grupo de griegos ante Jesús. La respuesta del Señor a su pregunta parece enigmática, como sucede con frecuencia en el Evangelio de Juan, pero precisamente de este modo se revela llena de significado. Jesús dice a sus discípulos y, por su mediación, al mundo griego: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trino no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere da mucho fruto» (Juan 12, 23-24). ¿Qué significan estas palabras en este contexto? Jesús quiere decir: sí, mi encuentro con los griegos tendrá lugar, pero el mío no será un coloquio sencillo y breve con algunas personas, llevadas sobre todo por la curiosidad. Con mi muerte, comparable a la caída en la tierra de un grano de trigo, llegará la hora de mi glorificación. De mi muerte en la cruz surgirá la gran fecundidad: el «grano de trigo muerto» --símbolo de mi crucifixión-- se convertirá, en la resurrección, en pan de vida para el mundo: será luz para los pueblos y las culturas. Sí, el encuentro con el alma griega, con el mundo griego, tendrá lugar en esa profundidad a la que hace referencia el grano de trigo que atrae hacia sí las fuerzas de la tierra y del cielo y se convierte en pan. En otras palabras, Jesús profetiza la Iglesia de los griegos, la Iglesia de los paganos, la Iglesia del mundo como fruto de su Pascua.

Tradiciones muy antiguas consideran que Andrés, quien transmitió a los griegos estas palabras, no sólo es el intérprete de algunos griegos en el encuentro con Cristo que acabamos de recordar, sino que es considerado como el apóstol de los griegos en los años que siguieron a Pentecostés; nos dicen que en el resto de su vida fue el anunciador y el intérprete de Jesús para el mundo griego. Pedro, su hermano, llegó a Roma desde Jerusalén, pasando por Antioquía, para ejercer su misión universal; Andrés, por el contrario, fue el apóstol del mundo griego: de este modo, tanto en la vida como en la muerte, se presentan como auténticos hermanos, una fraternidad que se expresa simbólicamente en la relación especial de las sedes de Roma y de Constantinopla, Iglesias verdaderamente hermanas.

Una tradición sucesiva, como decía, narra la muerte de Andrés en Patras, donde también él sufrió el suplicio de la crucifixión. Ahora bien, en aquel momento supremo, como su hermano Pedro, pidió ser colocado en una cruz diferente a la de Jesús. En su caso, se trató de una cruz en forma de equis, es decir, con los dos maderos cruzados diagonalmente, que por este motivo es llamada «cruz de san Andrés». Esto es lo que habría dicho en aquella ocasión, según una antigua narración (inicios del siglo VI), titulada «Pasión de Andrés»: «Salve, oh Cruz, inaugurada por medio del cuerpo de Cristo, que te has convertido en adorno de sus miembros, como si fueran perlas preciosas. Antes de que el Señor subiera sobre ti, provocabas un temor terreno. Sin embargo, ahora, dotada de un amor celeste, te has convertido en un don. Los creyentes saben cuánta alegría posees, cuántos regalos deparas. Confiado, por tanto, y lleno de alegría, vengo para que tú también me recibas exultante como discípulo de quien fue colgado de ti... Cruz bienaventurada, que recibiste la majestad y la belleza de los miembros del Señor..., tómame y llévame lejos de los hombres y entrégame a mi Maestro para que a través de ti me reciba quien por medio de ti me ha redimido. ¡Salve, oh Cruz, sí, verdaderamente, salve!». Como podemos ver, nos encontramos ante una espiritualidad cristiana sumamente profunda, que ve en la Cruz, más que un instrumento de tortura, el medio incomparable de una asimilación plena con el Redentor, con el Grano de trigo caído en la tierra. Tenemos que aprender una lección muy importante: nuestras cruces alcanzan valor si son consideradas y acogidas como parte de la cruz de Cristo, si son tocadas por el reflejo de su luz. Sólo por esa Cruz también nuestros sufrimientos quedan ennoblecidos y alcanzan su verdadero sentido.

Que el apóstol Andrés nos enseñe a seguir a Jesús con prontitud (Cf. Mateo 4, 20; Marcos 1, 18), a hablar con entusiasmo de Él a todos aquellos con los que nos encontramos, y sobre todo a cultivar con Él una relación de auténtica familiaridad, conscientes de que sólo en Él podemos encontrar el sentido último de nuestra vida y de nuestra muerte.

viernes, 27 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 27 DE NOVIEMBRE

estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios.
En aquel tiempo, puso Jesús una comparación a sus discípulos:

-Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que la primavera está cerca.

Pues cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.

Os aseguro que antes que pase esta generación, todo eso se cumplirá.

El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.

Reflexión

Es la misma temática y la misma intención: que los discípulos estén preparados para la hora de la prueba y no dejen de desconfiar en Dios.
Y hoy nos pone la comparación de la higuera. Tan clara para ella y para nosotros. Igual que existe la sucesión de noche-día, verano-invierno; así será también su vida porque Dios está con ellos. 
El mal, la muerte...no tendrán la última palabra. Siempre es posible la esperanza, siempre es posible empezar de nuevo, renacer.
Y esta sucesión de acontecimientos (la higuera), es común en la naturaleza. Que también nos acostumbremos a tener esperanza en nuestra vida.

jueves, 26 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 26 DE NOVIEMBRE

Lc 21,20-28: Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción.

Entonces los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito.

¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días!

Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo.

Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora.

Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas,

y en la tierra angustia de las gentes,

enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje.

Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad,

ante lo que se le viene encima al mundo,

pues las potencias del cielo temblarán.

Entonces verán al Hijo del Hombre

venir en una nube,

con gran poder y gloria.

Cuando empiece a suceder esto,

levantaos, alzad la cabeza;

se acerca vuestra liberación.

Reflexión
Este evangelio pertenece al género llamado apocalíptico, que significa "revelación", nos habla en unos términos que nos producen miedo y espanto. Es su forma característica escrita, igual que el libro de Daniel, que leemos como primer lectura.
Tanto el pasaje del evangelio, como el mencionado libro de Daniel, son escritos en medio de la persecución, con un futuro incierto y gris para los habitantes de aquel entonces.
Pretende alentarnos en que Dios sigue caminando con su pueblo y que esa destrucción no será definitiva.
Estos textos han mantenido la esperanza y la tensión a muchas generaciones de cristianos perseguidos a lo largo de los siglos.
Igualmente nosotros no podemos perder de vista cuál es nuestra esperanza, "se acerca vuestra liberación", la del Dios que no nos abandona y camina con nosotros en todos los momentos de la vida.
Por tanto, estos textos vienen siendo un recordatorio de la acción y el cuidado de Dios con nosotros. Habrá destrucción, pero no será definitiva y no será más de lo que Dios permita. Por ello, podemos estar tranquilos y esperanzados.

martes, 24 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 24 DE NOVIEMBRE

Lc 21,5-11: No quedará piedra sobre piedra.
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo:

-Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.

Ellos le preguntaron:

-Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?

El contestó:

-Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usando mí nombre, diciendo: «Yo soy», o bien «el momento está cerca»; no vayáis tras ellos.

Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.

Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá enseguida.

Luego les dijo:

-Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.

Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
Reflexión

Cuando leí este evangelio, enseguida me acordé de la impresión que le produjo a San Francisco de Borja, cuando vio el cadáver de la emperatriz Isabel de Portugal, todo descompuesto y prometió que no se enamoraría de nada que se pudiera corromper y desde ese momento prometió sólo servir al Señor.
Lo tenía muy fresco en la memoria porque, precisamente anoche, en la serie de TV "Carlos, rey emperador", apareció esa escena.
Algo parecido es lo que Jesús quiere hoy que comprendamos. El templo de Jerusalén, una de las 7 maravillas del mundo, también fue destruido. Sin embargo, Él siempre permanece.
Asentemos nuestra vida sólo en Él.

viernes, 20 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 20 DE NOVIEMBRE

Lc 19,45-48: Habéis convertido la casa de Dios en una cueva de bandidos.
En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:

-Escrito está: «Mi casa es casa de oración»; pero vosotros la habéis convertido en una «cueva de bandidos».

Todos los días enseñaba en el templo.

Los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.

Reflexión

Es un gesto profético el de Jesús, echar del templo a los vendedores. Nos hace entender que comienza un tiempo nuevo. Se había profanado el templo y se había perdido su sentido con las ventas e intercambios para las ofrendas.
Era algo que muchos podían darse cuenta pero nadie fue capaz de hacer algo. Sólo Jesús, con esa autoridad que tiene dada por el Padre, puede hacerlo.
Vayamos a nuestra realidad. Nuestros templos, ¿son lugares de oración? Algunas veces, no propiciamos la oración en el templo. El Papa también nos habla de que estén las iglesias con las puertas abiertas para que puedan acudir en cualquier momento a orar.
Pensemos ahora en el templo del Espíritu Santo que somos nosotros. ¿Es casa de oración?. ¿Podemos decir que Dios esté a gusto en nosotros? ¿O somos una cueva de bandidos? Muchas veces cuidamos nuestro cuerpo, nuestra salud, nuestra mente; pero algunas veces descuidamos nuestra interioridad, nuestra alma. ¿Cuánto dedicamos al día a orar con Dios?. Si ponemos en una balanza, por lo menos en mi caso, a Dios le dedico poquito. Sin embargo, a otras cosas...
Otro detalle, Jesús dice "mi casa". Me imagino esa expresión con el posesivo referido a mi. Soy "su casa", soy su propiedad, consagrado a Él por el bautismo.

jueves, 19 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 19 DE NOVIEMBRE

Lc 19,41-44: ¡Si comprendieras lo que conduce a la paz!
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando:

-¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz!

Pero no: está escondido a tus ojos.

Legará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra.

Porque no reconociste el momento de mi venida.

Reflexión

-¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Este lamento de Jesús todavía es actual, como todo el evangelio. 
Todavía no hemos asumido del todo que lo que conduce a la paz es principalmente el amor. Que el amor es la fuerza más poderosa del Universo y sólo con amor podremos vencer la espiral de odio, violencia.
Ya en el año 1963, el Papa Juan XXIII en la encíclica Pacem in Terris, fundaba la paz en la verdad, la justicia, el amor y la libertad. Principios todavía vigentes hoy y por estrenar.
Podemos llevar estos principios para la paz mundial, pero también en mi vida cotidiana. Todos queremos la paz, vivir en paz; pero quizás, muchas veces no estamos dispuestos a transitar los caminos del amor, de la justicia, de la verdad y la libertad.
El Señor se lamenta porque aunque sea en este día comprendiéramos lo que conduce a la paz. Pidámoselo ardientemente al Señor para que nos abra el entendimiento.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 18 DE NOVIEMBRE

el banco?
En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro:

Dijo, pues:

-Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después.

Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles:

-Negociad mientras vuelvo.

Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras de él una embajada para informar: «No queremos que él sea nuestro rey».

Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.

El primero se presentó y dijo:

-Señor, tu onza ha producido diez.

El le contestó:

-Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades.

El segundo llegó y dijo:

-Tu onza, señor, ha producido cinco.

A ése le dijo también:

-Pues toma tú el mando de cinco ciudades.

El otro llegó y dijo:

-Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras.

El le contestó:

-Por tu boca te condeno, empleado holgazán.

¿Con que sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro?

Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco?

Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses.

Entonces dijo a los presentes:

-Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez.

Le replicaron:

-Señor, si ya tiene diez onzas.

-Os digo: Al que tiene se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene.

Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia.

Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

 Reflexión

En el evangelio de hoy, vemos como Jesús nos pone esta parábola sobre la responsabilidad de los empleados de este patrón.
Claramente esta dirigido a nosotros, que muchas veces miramos para otro lado, como si no fuera con nosotros.
El Señor nos ha constituido en apóstoles por nuestro bautismo y nos ha regalado su gracia, para que la transmitamos y hagamos de este mundo un lugar más habitable, más humano. No nos exige el fruto del trabajo, sino la entrega. Teresa de Calcuta decía que el Señor no nos pide el éxito, sino el trabajo.
No podemos rehuir de nuestra responsabilidad. El tiempo es oro y no hay que perderlo.
No tengamos miedo porque Él va con nosotros.


martes, 17 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DE 17 DE NOVIEMBRE

Lc 19,1-10: El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.

Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:

-Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.

El bajó en seguida, y lo recibió muy contento.

Al ver ésto, todos murmuraban diciendo:

-Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.

Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor:

-Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.

Jesús le contestó:

-Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán.

Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

Reflexión

Quisiera fijarme solamente en una expresión. El texto de Zaqueo es bien conocido y meditado.
Me llama la atención que "todos murmuraban". Ya no solamente murmuraban los fariseos, los letrados o escribas, sino también los mismos discípulos.
Los mismos que estaban con él, pero sin embargo, no lograban entender hasta donde llega la "misericordia de Dios". Y pienso que también a nosotros nos escandaliza hasta donde llega la misericordia de Dios. La hemos domesticado, de manera que la hemos aligerado y nuestra misericordia es "light", sin embargo, la de Dios llega hasta el final.

lunes, 16 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 16 DE NOVIEMBRE

¿Qué quieres que haga por tí? Señor, que vea otra vez.
En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna.

Al oír que pasaba ente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron:

-Pasa Jesús Nazareno.

Entonces gritó:

-¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!

Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte:

-¡Hijo de David, ten compasión de mí!

Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.

Cuando estuvo cerca, le preguntó:

-¿Qué quieres que haga por ti?

El dijo:

-Señor, que vea otra vez.

Jesús le contestó:

-Recobra la vista, tu fe te ha curado.

Enseguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios.

Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.

Reflexión 

¿Qué quieres que haga por ti? Esa es la pregunta fundamental que me hace Jesús a mi.
¿Qué es lo que me preocupa?
¿Qué es lo que me angustia?
¿Qué es lo que necesito?
¿Qué es lo que deseo?
Aunque el ciego le haya respondido por la vista y Jesús le haya curado, Él remarca que su fe le curó.
Jesús ha transformado la petición de una curación en una confesión de fe: incluso después daba gloria a Dios.
Este fin de semana decíamos que lo más terrible en una persona es haber perdido la confianza en Dios.
Es decir, detrás de mis peticiones a Dios puede haber o no una confesión de fe. Si la hay, estamos salvados; si no, estamos perdidos.

viernes, 13 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 13 DE NOVIEMBRE

Lc 17,26-37: El día en que se manifestará el Hijo del Hombre.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

–Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del Hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca entonces llegó el diluvio y acabó con todos.

Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos.

Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del Hombre.

Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa que no baje por ellas si uno está en el campo, que no vuelva.

Acordaos de la mujer de Lot.

El que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará.

Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán; estarán dos en el campo: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán.

Ellos le preguntaron:

–¿Dónde, Señor?

El contestó:

–Donde está el cadáver se reunirán los buitres.

Reflexión

Ya en los días finales del tiempo ordinario, el evangelio nos plantea la venida y manifestación del Hijo del Hombre.
De una manera muy gráfica que no podemos entender del todo nos dice que el día de la manifestación será como en tiempos de Noé y en tiempos de Lot...cuando vivían a espaldas del Señor.
Hoy estamos en un tiempo algo parecido donde construimos la vida al margen de Dios. Incluso entre los cristianos...Dios es simplemente, una faceta más, una actividad más, o alguien a quien acudir; pero no suele ser el que oriente mi vida.
Vivimos una época de antropocentrismo. De esa manera, la gente ya no parece creer en un futuro feliz. (cfr. LS 113-115). Ni puede haber un horizonte de esperanza.
Sin embargo, si construimos la vida poniendo a Dios en el centro, todo cobra luz, porque todo está iluminado por su presencia. Fíjate que la lectura nos invita a seguir haciendo lo que estamos haciendo porque ahí es donde se manifiesta Dios.

jueves, 12 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 12 DE NOVIEMBRE

Lc 17,20-25: El Reino de Dios está dentro de vosotros.
En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios, Jesús les contestó:

–El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.

Dijo a sus discípulos:

–Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del Hombre, y no podréis.

Si os dicen que está aquí o está allí, no os vayáis detrás.

Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del Hombre en su día.

Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.

Reflexión

¡Que decepcionante!. El Reino de Dios no vendrá espectacularmente...
Y nosotros que esperábamos...
Sin embargo, pensándolo mejor, me parece fantástico que así sea. Porque ello implica que el Reino de Dios se va haciendo hueco poco a poco, como las buenas comidas, que necesitan fuego lento.
Es igual que la vida, no vemos crecer las plantas, porque van muy lento, sin embargo, ahí debajo hay mucha vida...
También aquí hay mucha vida moviendo todo y llevándonos hasta Él.
Por eso, adentrémonos en nuestro interior y busquémosle a Él, porque está dentro de nosotros. Mejor así, porque nos acompaña siempre.
Por otro lado, más responsabilidad porque el Reino de Dios no está fuera, sino dentro de nosotros, y tenemos que llevarlo a cabo y no ser meros espectadores...
Que busquemos al Señor dentro de nosotros para que podamos seguir construyendo el Reino.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 11 DE NOVIEMBRE

Lc 17,11-19: ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?


En aquel tiempo, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.

Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:

–Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.

Al verlos, les dijo:

–Id a presentaros a los sacerdotes.

Y mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos, y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.

Este era un samaritano.

Jesús tomó la palabra y dijo:

–¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?

Y le dijo:

–Levántate, vete: tu fe te ha salvado

Reflexión
¡Tremenda ingratitud la de los leprosos. Seguramente también pensaremos que fue una pérdida de tiempo haber curado a todos...pero esa es la gratuidad.
Jesús cura incluso "a quienes no se lo merecen". Así es y no hay más.

martes, 10 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 10 DE NOVIEMBRE

Lc 17,7-10: Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.
En aquel tiempo, dijo el Señor:

–Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: «Enseguida, ven y ponte a la mesa?»

¿No le diréis: «Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo; y después comerás y beberás tú?» ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid:

«Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.»

Reflexión

En el evangelio de hoy, el Señor nos está invitando a vivir la gratuidad como una virtud importante y muy necesaria dentro de nuestra sociedad tan mercantilista, en la que a todo ponemos precio y en la que prevalece el “do ut des”, o sea, “doy para que me des”.
En el principio eran el amor, el sentido, la gratuidad y el don. El hombre sólo es y permanece en la medida en que se acoge, realiza y devuelve en el amor y el don.
Toda la revelación cristiana es anuncio de la gratuidad, de lo que no nos es debido, exigido, reclamado sino dado gratuitamente por amor, por un don de amor de misericordia. 
Sin embargo, vivimos una dificultad grande del hombre posmoderno para vivir la gratuidad. Para ello deberíamos recuperar el ser ante el hacer. Y la única manera es volver a la fuente que constituye y da sentido real al hombre: Dios.
Dios es pura gratuidad y todo lo hace por gratuidad=amor. Los grandes misterios cristianos son manifestación de la gratuidad:
          Creación
          Revelación
          Encarnación
          Redención
Por tanto, la forma más "normal" de ser de un cristiano es la gratuidad. Y ello es posible mirando la actuación de Dios, de la cual somos imagen.

Si quieres profundizar, puedes leer este artículo:
http://www.acheesil.org/files/2009/03/todo-es-gratuidad.pdf

viernes, 6 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 6 DE NOVIEMBRE

Lc 16,1-8: Los hijos de este mundo son más astutos con su gente que con los hijos de la luz.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes.

Entonces lo llamó y le dijo:

-¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido.

El administrador se puso a echar sus cálculos:

-¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa.

Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo, y dijo al primero:

-¿Cuánto debes a mi amo?

Este respondió:

-Cien barriles de aceite.

El le dijo:

-Aquí está tu recibo: aprisa, siéntate y escribe «cincuenta».

Luego dijo a otro:

-Y tú, ¿cuánto debes?

El contestó:

-Cien fanegas de trigo.

Le dijo:

-Aquí está tu recibo: Escribe «ochenta».

Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.

Reflexión

Jesús alaba al administrador injusto la "resistencia", es decir, la capacidad de salir airoso de la situación.
Y es lo que quiere para sus seguidores e hijos, que algunas veces estamos abobados, pasmados y nos quejamos mucho. 
Este hombre, al revés, en vez de quejarse, ideó como salir de la situación.
¡Cuánto más los cristianos que contamos con Dios de nuestro lado!. Ahora bien, eso no significa que Él vaya a hacer todo. Nos toca a nosotros. 
Hacen falta muchos cristianos con la astucia de este administrador injusto, en vez de estar mirándonos el ombligo y añorar otros tiempos y sociedades. El Señor nos ha plantado aquí y ahora, y tenemos que trabajar aquí y ahora.
Que el Señor nos impregne de esta astucia, audacia, para idear nuevas formas, caminos de comunicar el evangelio...

jueves, 5 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 5 DE NOVIEMBRE

Lc 15,1-10: Habrá alegría en el cielo por un pecador que se convierta.
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos:

-Ese acoge a los pecadores y come con ellos.

Jesús les dijo esta parábola:

-Sí uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles:

-¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido.

Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.

Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas para decirles:

-¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido.

Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.


Reflexión

Si bien sabemos que en el Evangelio, el protagonista principal es Dios, o Jesús, que es su Palabra, Manifestación, en el día de hoy, cobra una luz especial.
En el texto de hoy se nos nombra dos pequeñas historias para hacernos descubrir que Dios es el que busca a la oveja perdida y a la moneda, no al revés.
El que hace partícipe la conversión es Dios que nos busca y sale a estar con nosotros. Dios es el primer interesado en nuestra conversión y en la de los demás.
Algunas veces queremos que la gente se convierta, que crean en Dios, pero no estamos dispuestos a salir, a buscarlos, a estar con ellos.
Como cristianos debemos copiar el modelo de Jesús, salir afuera. Pero por otro lado, con la confianza de que Él ya ha ido primero, nos primerea.
Y por último, Jesús fue criticado porque iba con los pecadores. No le importó "el que dirán", o hacer las cosas de manera "políticamente correcta". Para Él lo importante era el Reino de Dios y su justicia. Algunas veces decimos alegremente que no sólo hay que ser buenos, sino parecerlo. Detrás de esa afirmación, hay un afán de aparentar y no ser auténticos.
Para ser auténticos cristianos, hay que salir fuera, a los cruces de los caminos en nombre de Jesús a vivir con la gente, a enfangarse con el barro y la suciedad, como decía San Pablo: me he hecho todo a todos para recuperar a algunos.
Estos son los duros trabajos del Evangelio. Por ello, no critiquemos a aquellos que están en situaciones de frontera, de intemperie, sino seamos estímulo y fortaleza para ellos.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 4 DE NOVIEMBRE

Lc 14,25-33: El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:

-Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.

Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío.

Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?

No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:

«Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar.»

¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?

Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.

Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.

Reflexión

La prioridad máxima es el Reino de Dios y su justicia. Ni mi vida es prioridad, ni mi gente...
En palabras de Pedro Casaldáliga: es fácil llevar a Jesús en el pecho, lo difícil es tener pecho, coraje para seguir a Jesús.

De Tomas Merton
 Vivir en sencilla austeridad, evitando toda forma de lujo o de simple confort en todo: en la casa, en el modo de vestir, en los medios de transporte y también en los posibles instrumentos de apostolado.· Procurar la sobriedad y la templanza en las comidas, pero sin caer en la mezquindad o tacañería.· Mantener una abierta disponibilidad, para los demás, de todo lo que somos y tenemos, comenzando por lo más valioso, y llegando incluso a las cosas materiales, sin reservarnos nada exclusivamente para nosotros mismos: nuestra experiencia de Dios, nuestras ideas y vivencias, nuestro tiempo, nuestros instrumentos de trabajo, etc. Ser todo para todos, aunque a veces puedan abusar un poco de esta abierta disponibilidad.· Subordinar los valores económicos a los valores espirituales, humanos, pedagógicos, formativos, comunitarios, apostólicos, etc., es verdadera pobreza. En cambio, subordinar cualquiera de estos valores a la economía, es una falta de pobreza, porque es una forma de 'materialismo'.· No crearnos necesidades innecesarias. Más aún, ir reduciendo al mínimo, aunque sin angustia y sin tensión de espíritu, las cosas que juzgamos necesarias para nuestra vida y para el ejercicio de nuestro apostolado, hasta 'necesitar' cada día menos cosas para vivir, y aun ésas necesitarlas poco.· Reconocer y aceptar, sin complejos, las propias limitaciones. Aceptarnos a nosotros mismos y aceptar a los demás con los propios límites y con los valores correspondientes, sin 'mitificar' a nadie.· Cultivar la sencillez en todo, como un verdadero estilo de vida: evitando todo alarde y toda ostentación.· Vivir en paz la propia soledad, sin buscar 'llenarla' con cosas, con una exagerada actividad, o simplemente con 'ruido', aunque ese 'ruido' se llame 'música'.· Alegrarnos de sentir necesidad de Dios y de no podernos salvar por nosotros mismos, para ofrecer a Jesús la oportunidad de que nos salve, siendo él, personalmente, nuestro Salvador y nuestra Salvación.· No pretender, de ninguna manera, 'abarcar' a Dios con nuestras reflexiones, comprendiéndole y comprendiendo sus planes sobre nosotros. Por el contrario, reconocerle como absolutamente 'incomprehensible', 'siempre mayor', del todo inalcanzable por nuestra razón, ya que nos desborda infinitamente. Y, en consecuencia, creer en su amor, amarle y adorarle, sin querer ni poder salir ya de nuestro asombro.· Procurar aceptar y vivir las posibles enfermedades como verdaderas experiencias de pobreza integral, que afecta a la persona entera. Y saber convertir también los pequeños o grandes fracasos en escuela de autoformación humana y cristiana.· Ser capaces de recibir y de dejarnos ayudar por los demás, adelantándonos, de vez en cuando, incluso a pedir ayuda.· Aceptar gozosamente y sin melancolía la prosa y la monotonía de una vida sin especial relieve, sin ceder nunca a la simple costumbre o a la rutina, y sin perderse en sueños, ni esperar 'grandes acontecimientos'. No buscar lo novedoso o lo llamativo. Descubrir el valor de los deberes cotidianos y vivir con elegancia las cosas triviales que forman la trama de la existencia humana. Vivir primorosamente lo vulgar y poéticamente la prosa de la vida.· Vivir el momento presente, como expresión humilde y concreta de la voluntad de Dios -vivir presentes en el presente-, sin ceder a la nostalgia del pasado ni a los juegos de la imaginación para el futuro.· Cultivar con esmero el sentido de la gracia y de la gratuidad, que se traduce en el sentido de la gratitud. ¡Si 'todo es gracia', deberíamos reconocerlo y dar gracias por todo!· Mantener una actitud viva de humildad y mansedumbre, de serena alegría y de paciencia activa, 'sabiendo esperar' sin desaliento y sin demasiadas prisas, con paz y sin inquietudes turbadoras, respetando el ritmo de las personas y de las cosas, y sin buscar resultados inmediatos.· Saber recibir una merecida alabanza sin engreimiento y con naturalidad, y también saber aceptar un reproche o una crítica sin irritación y sin sentirse humillado.· Alegrarse del bien de los demás, reconocer y elogiar sus cualidades y sus virtudes y celebrar sus éxitos.· Tener un sincero deseo de aprender y, en consecuencia, dejarse enseñar por los demás, siendo muy conscientes de que no se sabe todo y de que incluso se ignoran muchas cosas.· Ser de verdad libres frente a todos y frente a todo -usos, costumbres, modas, tradiciones, etc.-, amando todas las realidades creadas, sin despreciar nada, pero sin dejarnos dominar o subyugar por nada ni por nadie.· Adoptar una actitud vital, cada día más sincera y comprometida, de servicio desinteresado a los otros, sobre todo, a los más necesitados de la sociedad.

martes, 3 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 3 DE NOVIEMBRE

Lc 14,15-24: Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa.
En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús:

-«¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!»

Jesús le contestó:

-«Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: "Venid, que ya está preparado." Pero ellos se excusaron uno tras otro. El primero le dijo: "He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor. " Otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor." Otro dijo: "Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir." El criado volvió a contárselo al amo. Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado: "Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos." El criado dijo: "Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio." Entonces el amo le dijo: "Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa." Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete.»

Reflexión

En este evangelio de hoy, y siguiendo con los dos días que hemos celebrado, me parece entender un mensaje escatológico. De hecho, uno de los comensales nos introduce; ¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!.
Y de ahí dos cosas:
a) el interés de Dios por invitar al banquete y salir a todos los lugares hasta que se llene la sala. Por tanto, aquí vemos el interés de Dios por nuestra salvación. Dios no es un Dios de castigo, sino un Dios Salvador y volcado con el hombre.
b) los invitados que rechazaron el banquete, poniendo excusas. Aquí vemos nuestra responsabilidad en nuestra salvación. "Ninguno de aquellos convidados probará mi banquete". Esto que parece evidente cuando hablamos de una invitación a una boda, que el que no entra, no probará el banquete; sin embargo, en cuanto al seguimiento de Dios, no lo tenemos tan claro. Pensamos que podemos perfectamente rechazar el banquete y probarlo al mismo tiempo.
Sin embargo, me quiero quedar sobre todo con el primero de los dos mensajes y centrarme en ello para mi oración. Dios nos busca, nos llama a su banquete. Vivir de su llamada, de su banquete.