viernes, 20 de enero de 2017

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 20 DE ENERO

Mc 3,13-19: Llamó a los que quiso y los hizo sus compañeros.
En aquel tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios. Así constituyó el grupo de los Doce: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges -Los Truenos-, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Celotes y Judas Iscariote, que lo entregó.
Reflexión

Llamó a los que quiso. El evangelio de Marcos no deja lugar a dudas...Jesús elige a los doce. Elige según el querer de Dios. Elige un nuevo pueblo, de ahí el número de 12.
Ese pueblo, esa llamada la podemos sentir nosotros, prolongada a lo largo de nuestra vida y posibilitada por el bautismo.
Somos elegidos por Él. No por nuestros méritos. La elección no es algo para alardear, sino agradecer, vivir, corresponder.
No hay datos que puedan dar a lugar que hemos merecido la elección. Se inscribe en la providencia de Dios. Nos ha elegido Él, nos ha querido Él desde el principio.
Celebrémoslo y vivámoslo nosotros.

jueves, 19 de enero de 2017

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 19 DE ENERO

3,7-12: Los espíritus inmundos gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios», pero él les prohibía que lo diesen a conocer.
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacia, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: «Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

Reflexión

Seguimos viendo a Jesús desarrollando su labor curativa y salvadora. Sin embargo, la muchedumbre le sigue y esperan de él como de un mago.
Él rehúye de la fama o el éxito, por el simple hecho de que hayan confundido su identidad y misión. Él ha venido a salvarnos y a comenzar el Reino de Dios.
Su vida está centrada exclusivamente en ello y la fama no lo puede distraer ni a la gente.
Muchas veces, nosotros estamos centrados en los resultados, en el éxito de lo que hacemos y eso nos hace perder la misma efectividad y la pasión de la entrega.Y asimismo, perdemos el sentido verdadero, que es el del servicio.

jueves, 12 de enero de 2017

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 12 DE ENERO

Mc 1,40-45: La lepra se le quitó, y quedó limpio.
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:

-«Si quieres, puedes limpiarme.»

Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:

-«Quiero: queda limpio.»

La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente:

-«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»

Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

Reflexión

En el evangelio de hoy podemos contemplar dos revoluciones: el acercamiento de Jesús al leproso y la afirmación del leproso.
En primer lugar, la gran revolución es el acercamiento de Jesús a alguien impuro. Es la misericordia en acción. En el Antiguo Testamento, aunque a Dios se le defina como misericordioso, hay disposiciones para el alejamiento de la comunidad de las personas que tenían lepra. Sin embargo, este Dios del Nuevo Testamento es el Dios que se acerca y reintegra. Ésta es la auténtica revolución. No es que sean distintos el Dios del Antiguo Testamento y el del Nuevo Testamento. Es el mismo Dios el que nos envía a Jesús. Es una evolución en la actuación siendo la cúspide la vida de Jesús. A partir de entonces, sabemos que Dios se "moja" en nuestros problemas, miserias y circunstancias.
Me parece curiosa la afirmación del leproso: "si quieres, puedes limpiarme". Normalmente en las curaciones, es la fe del enfermo la responsable de la curación. En este caso, el leproso le da la responsabilidad en Jesús. Parece incluso una falta de respeto. Sin embargo, vemos el espíritu o intención de Dios a través de Jesús: curar, salvar.

miércoles, 11 de enero de 2017

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 11 DE ENERO

Mc 1,29-39: Curó a muchos enfermos de diversos males.
En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Símón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:

-«Todo el mundo te busca.»

Él les respondió:

-«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»

Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

Reflexión

Hoy nos relata San Marcos un día completo de Jesús, dividida en los tres momentos del día: mañana, tarde y noche. 
Y como resumen de la actividad vemos que la vida de Jesús es una vida entregada a Dios y a los hermanos.
Por la mañana, oración en la sinagoga con el resto de sus hermanos. También curó a la suegra de Simón. Al caer el sol le llevaron todos los enfermos y endemoniados y de madrugada se fue al descampado a orar.
Es significativo que lo buscan los apóstoles y les dice de ir a otro sitio "que para eso he venido".
Podemos mirar a nosotros y nuestra vida y a qué, quiénes la dedicamos. Si tenemos conciencia de nuestra misión, para lo que hemos venido.

martes, 10 de enero de 2017

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 10 DE ENERO

Mc 1,21-28: Enseñaba con autoridad.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:
-« ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús lo increpó:
-«Cállate y sal de él.»
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos:
-«¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Reflexión

Jesús enseña con autoridad. Autoridad que venía de su fe, de su consagración del Espíritu Santo y de su coherencia.
Les llama la atención la nueva forma de enseñar de Jesús. En primer lugar, viene de su consagración del Espíritu Santo. Tantas veces en los evangelios vemos la expresión: "Jesús, lleno de Espíritu Santo"... Igual que nosotros, que también somos templos del Espíritu. Pero no siempre somos conscientes de esa fuerza interior. La misma que inspiraba a los profetas: "no digas que no sabes hablar, que lo que yo te diga, dirás". 
En segundo lugar, fruto de esta consagración, nace la fe. "Lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo concederé". Al no ser conscientes de la consagración del Espíritu por el bautismo y la confirmación, nos falta la fe para creer en la virtualidad de nuestra misión.
Decíamos hace unos días que la Navidad no es la fiesta de los buenos deseos, sino es la fiesta para celebrar el amor de Dios en acción: porque nos amó, se encarnó.
Y es lo que vemos en Jesús a lo largo de cada día, amor en acción. La autoridad de Jesús venía avalada por su coherencia de vida. Y aquí, debemos gastar todas nuestras energías. La coherencia multiplica hasta el infinito esa consagración del Espíritu, porque nos hacemos a la medida del don.