viernes, 30 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 30 de Noviembre. Fiesta de San Andrés Apóstol

Mt 4,18-22: En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: -«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Llama la atención la prontitud o inmediatez de la respuesta a Jesús. No conocían a Jesús (al comienzo de la vida pública), sin embargo, ante su invitación extraña (a ser pescadores de hombres), su respuesta es inmediata. Me recuerda también la respuesta de María ante el ángel Gabriel. No le dijo que se lo iba a pensar varios días...Ni tampoco para ir a casa de Zacarías e Isabel... Y la invitación de Jesús es a dejarlo todo (las redes, la barca, su padre). Es decir, les propone dejar su casa, su profesión, sus posesiones y su familia. Es una invitación radical, que le corresponde una respuesta radical e inmediata. Es una respuesta de FE, como la de Abrahán (sal de tu tierra). Según el comentario que he leído, la prontitud la une a esta radicalidad de respuesta. Porque la prontitud es el desprendimiento de todo aquello que "lastra" el seguimiento al Señor y su respuesta. Y esta invitación a ser pescadores de hombres, nos la hace a todos nosotros. Estamos en la era de los laicos, que tienen que tomar las riendas de la evangelización en las fronteras del evangelio, allí donde se cuece la vida: en el trabajo, en el bar, en la guagua, en las salas de espera de los médicos. AHÍ ES DONDE TENEMOS QUE SER PESCADORES DE HOMBRES. La Eucaristía de cada día o del domingo y la meditación de la Palabra sea nuestra fuerza y luz. Meditemos hoy cuál es la invitación que me hace el Señor, y cuál ha sido mi respuesta. Cuáles son mis miedos y resistencias. Igual que lo hizo Andrés, Simón, Santiago y Juan; igual que lo hizo María y tantos a lo largo de los siglos, CONFIEMOS EN EL QUE NOS LLAMA Y EN SU PALABRA.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 29 de Noviembre

Lc 21,20-28: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo temblarán. Entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Jesús nos sigue poniendo motivos para la esperanza y la confianza. El mundo no va a abocado al caos absoluto. Habrá destrucciones, pero ése no es el final. Estamos en la manos de Dios. Dos motivos de esperanza: "Entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube con gran poder y gloria". Lejos de haber un caos, el mundo llega a su cumplimiento, instaurar todas las cosas en Cristo. Y por otro lado, también Jesús nos recuerda el sentido de su venida y el otro motivo de la confianza: "cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación".

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 28 de Noviembre

Lc 21,12-19: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa: porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas. El más difícil todavía. Hoy Jesús pide de nosotros vivir "desarmados". Yo creo que Jesús nos está invitando a una vida nueva: a vivir solamente de la confianza en Dios y vivir el amor. Sólo el amor es capaz de vencer la espiral de violencia, odios y envidias. Ése es nuestro testimonio y nuestra misión. Para ello tenemos dos grandes armas: la Eucaristía y la Oración. Muchas veces, choteadas, banalizadas, pero en ella podemos tener un encuentro real e íntimo con Jesús. Fue la razón de la perseverancia de miles de mártires a lo largo de la historia.

martes, 27 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 27 de Noviembre

Lc 21,5-11: En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: -Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido. Ellos le preguntaron: -Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder? El contestó: -Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usando mí nombre, diciendo: «Yo soy», o bien «el momento está cerca»; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá enseguida. Luego les dijo: -Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Este evangelio produce en mi mucho realismo porque nos advierte que todo en el mundo caerá, no hay nada eterno. No hay nada ni nadie a lo aura entregar totalmente mi vida y mis ilusiones. Sólo Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre. También suscita realismo Parra no dejarnos llevar por ningún Salvador, ni ningún profeta de calamidades, ni del fin del mundo. Dios nos ha regalado nuestra existencia, y en ella tenemos que estar atento a los signos de los tiempos ("contemplativos en la acción"), para discernir su venida continúa, sus llamadas y nuestra respuesta. Por ultimo, nos quiere advertir, pero también infundir confianza. Porque esas catástrofes que enumera no nos llevan al caos, han sido permitidas por Dios, y por eso podérnoslo confiar

viernes, 23 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 23 de noviembre

Lc 19,45-48: En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: -Escrito está: «Mi casa es casa de oración»; pero vosotros la habéis convertido en una «cueva de bandidos». Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios. Jesús expulsa a los vendedores. Habían desnaturalizado el templo como lugar del encuentro con Dios. Y es que, aunque haya buena intención, "no todo vale". El templo es para el encuentro con Dios, "casa de oración", y no vale para otras tantas. Asimismo pasa con tantas cosas en la sociedad, en la religión. Por la buena intención, hay cosas que se van desnaturalizando, hasta perder el sentido y luego la necesidad de realizarlas. Por otro lado, el templo de nuestro corazón está hecho a la medida de Dios y para Dios. Muchas veces, los llenamos de personas, objetos, ilusiones, proyectos y Dios no entra, sino un poquito y de refilón. El gran problema de nuestro tiempo no es una crisis económica, sino una crisis del corazón del hombre. Se ha desnaturalizado nuestro corazón porque lo ocupamos de todo menos del Señor. Y así no encontramos sentido a nada, no encontramos la paz, no somos felices, etc. El pueblo sencillo y llano si supo reconocer la necesidad de un Mesías. Si supo reconocer en Jesús el Enviado de Dios, dice el texto "estaba pendiente de sus labios". Sin embargo, los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores querían quitárselo de en medio, están ciegos ante la venida de Jesús. Ayer veíamos como Jesús lloraba precisamente por ésto, no reconocieron su venida. Abramos el templo de nuestro corazón a la Presencia silenciosa de Jesús.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Palabras del joven catequista que sorprendió a los obispos en el Sínodo

En la Congregación XVII, intervino el benjamín del Sínodo, un joven catequista de la diócesis de Roma llamado Tommaso Spinelli de tan sólo 23 años e invitado como oyente a este Sínodo. La cuestión es que este joven inyectó un poco de savia en la asamblea, cautivando a todos los presentes con un testimonio atrevido, directo y sencillo que arrancó la ovación más grande del Sínodo. Aquí sus palabras: "Mi reflexión quiere ser simplemente una ayuda para entender qué espera un joven de la nueva evangelización. Vosotros sacerdotes (dirigiéndose a los obispos) habéis hablado sobre el papel de los laicos, yo que soy laico, quiero hablar a del papel de los sacerdotes. (risas) Nosotros los jóvenes tenemos necesidad de guías fuertes, sólidos en su vocación y en su identidad. Es de vosotros, sacerdotes, de quien nosotros aprendemos a ser cristianos, y ahora que las familias están más desunidas, vuestro papel es todavía más importante para nosotros. Vosotros nos testimoniáis la fidelidad a una vocación, nos enseñáis la solidez en la vida y la posibilidad de elegir un modo alternativo de vivir, siendo éste más bello que el que nos propone la sociedad actual. Mi experiencia testimonia que allí donde hay un sacerdote apasionado la comunidad, en poco tiempo florece. La fe no ha perdido atractivo, pero es necesario que existan personas que la muestren como una elección seria, sensata y creíble. Lo que me preocupa es que estos modelos se han convertido en una minoría. El sacerdote ha perdido confianza en la importancia de su propio ministerio, ha perdido carisma y cultura. Veo sacerdotes que interpretan "dedicarse a los jóvenes" con "travestirse de joven", o peor aún, vivir el estilo de vida de los jóvenes. Y lo mismo en la liturgia, que en el intento de hacerse originales se convierten en insignificantes. Os pido el coraje de ser vosotros mismos. No temáis, porque allí donde seáis auténticamente sacerdotes, allí donde propongáis sin miedo la verdad de la fe, allí donde no tengáis miedo de enseñarnos a rezar... nosotros los jóvenes os seguiremos. Hacemos nuestras las palabras de Pedro: "Señor, ¿a quién iremos? Solo Tú tienes palabras de vida eterna". Nosotros tenemos hambre de lo eterno, de lo verdadero. Por tanto, propongo: 1) Aumentar la formación, no sólo espiritual, sino también cultural, de los sacerdotes. Con demasiada frecuencia vemos a sacerdotes que han perdido el papel de maestros de cultura que les hacía importantes para toda la sociedad. Hoy, si queremos ser creíbles y útiles, debemos volver a tener buenas herramientas culturales. 2) Redescubrir el Catecismo de la Iglesia Católica en su carácter conciliar: en concreto la primera parte de cada sección, donde los documentos del Concilio iluminan los temas tradicionales. De hecho, el Catecismo pone con sabiduría como premisa a la explicación del Credo una parte inspirada en la Dei Verbum, en la que se explica la visión personalista de la revelación; a los sacramentos, la Sacrosantum Concilium, y a los mandamientos, la Lumen Gentium, que muestra al hombre creado a imagen de Dios. La primera parte de cada sección del Catecismo es fundamental para que el hombre de hoy sienta la fe como algo que le afecta de cerca y sea capaz de dar respuestas a sus preguntas más profundas. 3) Por último, la liturgia se olvida y se desacraliza con demasiada frecuencia: hay que volver a ponerla con dignidad en el centro de la comunidad parroquial. Concluyo con las palabras que dieron inicio al nacimiento de la Europa Medieval: "Nosotros os queremos, dad prueba de vuestra santidad, del lenguaje correcto y de vuestra instrucción; de tal modo que cualquiera que vaya a vosotros se edifique con vuestro testimonio de vida y vuestra sabiduría (...) y regrese alegre dando gracias al Señor omnipotente." (De la carta Letteris Colendis de Carlo Magno al monasterio de Fulda, año 780). Fuente: http://www.juventutem.com.ar/2012/11/palabras-del-joven-catequista-que.html

Comentario al evangelio del 22 de Noviembre

Lc 19,41-44: En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: -¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Legará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida. De entrada, llama la atención a Jesús llorando. Pocas veces, los evangelios nos lo describen así. Vemos la gran humanidad del Señor. Cuando muchas veces, podremos sentir o pensar que Dios está lejos de nosotros, que no le importa mi situación...Jesús que es el Verbo de Dios, la Palabra de Dios, la transparencia del Padre, llora. Y llora por el gran drama del hombre: ha cerrado sus ojos a su venida. Por encima de todas las preocupaciones y males, el mayor de todos, es el no-reconocimiento de Jesús. Y éste es el gran dolor de Jesús. Se acerca la Navidad. Tendremos 4 semanas para prepararnos. 4 semanas para aprender a abrir nuestro corazón a Él. Viene a traernos la paz, la salvación. Pero si no le abrimos...(el texto de la primera lectura de ayer decía: Estoy a la puerta llamando: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 21 de octubre

Lc 19,11-28: En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro: Dijo, pues: -Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: -Negociad mientras vuelvo. Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras de él una embajada para informar: «No queremos que él sea nuestro rey». Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: -Señor, tu onza ha producido diez. El le contestó: -Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades. El segundo llegó y dijo: -Tu onza, señor, ha producido cinco. A ése le dijo también: -Pues toma tú el mando de cinco ciudades. El otro llegó y dijo: -Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras. El le contestó: -Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Con que sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses. Entonces dijo a los presentes: -Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez. Le replicaron: -Señor, si ya tiene diez onzas. -Os digo: Al que tiene se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia. Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén. Este evangelio, donde Jesús nos propone esta parábola, nos invita a producir fruto, a que nuestros talentos produzcan. La fidelidad al Señor no es una fidelidad genérica, sino una fidelidad a su voluntad. Esto es importante, porque muchas veces, nuestra vida de cristiano es una vida de "pareceres" de lo que debemos hacer, o de lo que Dios le agrada. Está claro, que el criado se guardó el dinero en el pañuelo, le entregó al amo exactamente lo que el amo le dio. Muchas veces, nuestra vida es buena, no hacemos mal a nadie, ayudamos a los que podemos, rezamos por las mañanas y las noches... Sin embargo, lo que interesa es ponerse en las manos de Dios y SU VOLUNTAD, no la nuestra.

martes, 20 de noviembre de 2012

PROPUESTAS PARROQUIALES AÑO DE LA FE

Comentario al evangelio del 20 de Noviembre

Lc 19,1-10: En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: -Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. El bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver ésto, todos murmuraban diciendo: -Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador. Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: -Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más. Jesús le contestó: -Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido. Hoy entra Jesús en nuestra ciudad, como todos los días, Jesús pasa por nuestra vida. Y quiere entrar en nuestro corazón. Quizá ahí es donde fallamos todos. Muchas veces decimos que confiamos en Él, pero en realidad no es cierto. Confiamos parcelas o trocitos de nuestra vida y corazón. En la biblia y a lo largo de toda la Historia de la Salvación, aquellos que confían totalmente en el Señor, cambian radicalmente su vida. De manera que lo que anteriormente estimaban, ahora lo consideran basura (en palabras de San Pablo). No hay, ni habrá ninguna persona que cumpla totalmente el plan de Dios. Que cuando le deje entrar en su corazón, reconozca su pecado. Muchas veces, vivimos nuestra vida (y no somos malos), pensando que hacemos lo que Dios quiere. Ser cristiano no es ser bueno, ni llevar una vida de honradez, ni ayudar al prójimo (solamente). Ser cristiano es confiar totalmente en Dios y seguir las huellas de Jesús. Y todos y cada uno de nosotros, ante este proyecto, nos damos cuenta que fallamos. Empecemos por el principio, abrir nuestro corazón a Dios. Es el comienzo de la salvación. No te olvides que es Jesús el que viene a nosotros y es Él el que quiere entrar en tu corazón y salvarte. Termino con la oración de Carlos de Foucauld, que nos pueda predisponer a acoger su voluntad. Padre mío Me abandono a Ti. Haz de mí lo que quieras. Lo que hagas de mí te lo agradezco. Estoy dispuesto a todo, Lo acepto todo, Con tal que tu voluntad se haga en mí Y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Dios mío. Pongo mi vida en tus manos. Te la doy, Dios mío, Con todo el amor de mi corazón. Porque te amo Y porque para mí amarte es darme, Entregarme en tus manos sin medida, Con una infinita confianza, Porque tu eres mi Padre.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 16 de noviembre

Lc 17,26-37: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: –Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del Hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del Hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa que no baje por ellas si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán; estarán dos en el campo: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán. Ellos le preguntaron: –¿Dónde, Señor? El contestó: –Donde está el cadáver se reunirán los buitres. Este evangelio, lejos de ser amenazante nos sitúa ante la realidad. La vida es breve y frágil y muchas veces vivimos afanados en las cosas materiales, viviendo una vida encerrada en sí misma. Vivimos creyendo que Dios existe, pero realmente nuestra vida es como si Dios no existiera. Jesús nos da una esperanza, el Hijo del Hombre vendrá. El cristiano orienta su vida de acuerdo con esta venida: la vigilancia. Nuestra vida tiene sentido en cuanto esperamos la venida del Señor. Tiene sentido en cuanto nuestra vida será "cumplida" por el Señor. Él es la fuente que mana hasta la vida eterna, de manera que vivamos con esperanza, metidos de lleno en los avatares de la vida, pero con una mirada esperanzada.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 15 de noviembre

Lc 17,20-25: En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios, Jesús les contestó: –El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros. Dijo a sus discípulos: –Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del Hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí, no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación. Ya Jesús nos quiere advertir: "El Reino de Dios no vendrá espectacularmente". Es más el Reino de Dios ya está aquí y está entre nosotros. No pensemos solamente en una realidad espiritual, sino en una realidad total, dado que el Reino de Dios se identifica con la llegada de Jesús. Esto implica en primer lugar, un cambio en los corazones, por eso "el Reino de Dios está dentro de vosotros", para que de verdad tengamos los mismos sentimientos y actitudes de Jesús. Pero por otro lado, el Reino de Dios ya ha comenzado también en la sociedad en la medida que los cristianos nos impliquemos en ella, y vivamos los valores del Evangelio. Los cristianos no podemos ser "profetas de calamidades", ante la situación que estamos viviendo ahora, sino todo lo contrario. Aquellos que, teniendo una mirada más amplia y más profunda, son capaces de ver signos de esperanza de manera que nos haga luchar denodadamente por ello. El Reino de Dios ha comenzado, pero no se extenderá, ni se descubrirá si los cristianos no lo manifestamos. Jesús habla de los eunucos por el Reino de Dios. Su alimento era el Reino de Dios ("la voluntad del Padre"). Ahora que somos los continuadores de su obra, hagamos lo mismo. Pero no vivamos de ilusiones: "antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación". El Reino de Dios siempre está rodeado de fuerte oposición. Que esto no nos desanime, sino nos haga estar en la realidad y purificar nuestra confianza en Jesús, que estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo y que el Espíritu Santo "viene en ayuda de nuestra debilidad".

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 14 de noviembre

Lc 17,11-19: En aquel tiempo, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: –Jesús, maestro, ten compasión de nosotros. Al verlos, les dijo: –Id a presentaros a los sacerdotes. Y mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos, y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Este era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: –¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios? Y le dijo: –Levántate, vete: tu fe te ha salvado. Camino de Jerusalén, Jesús, al atravesar la región de Samaría, se encuentra con diez leprosos. Era una región donde había un conflicto religioso con Judea, por lo que, los judíos no aceptaban a los samaritanos. Sin embargo, Jesús no sólo pasa por esta región, sino que cura a los 10 leprosos. Para mí este trocito es importante dado que Jesús está volcado en la salvación de toda persona, esté en cualquier situación. Algunas veces, nos apartamos de Dios porque "intuimos" que Dios no nos aceptará, es que soy tan trasto... Sin embargo, vemos que eso no es así, manifestado en Jesús, el Revelador del Padre. Esto también trae consigo que también debemos aceptarnos unos a otros, como objetos también de la salvación de Dios otorgada a través de Jesús. Y ser nosotros vehículos de esa salvación, prolongación de la acción de Jesús. Al decir salvación, evidentemente no me refiero solamente al nivel espiritual, sino una salvación integral: material, psicológica, espiritual... Nuestra sociedad se ha convertido en una sociedad clasista o elitista. Sólo triunfan los que tienen....o son....Y algunas veces, creemos estas premisas, pero sin embargo, en nuestra sociedad también han tenido relevancia personajes que no tenían ninguno de los ingredientes del "éxito". Por ejemplo, Juan Pablo II, Teresa de Calcuta. También del texto quiero resaltar brevemente el itinerario de fe experimentado por este samaritano, nos puede servir ahora que estamos en el AÑO DE LA FE. Lo enumero en 3 escalones que hay que subir. Hay algunos que se quedan en el primer escalón, o suben al segundo, pero no son capaces de llegar al tercero. 1)Reconocimiento de nuestra indigencia, de nuestra pobreza, de nuestra necesidad, de nuestra enfermedad. Mientras no reconozcamos nuestra dependencia de Dios ("sin mí no podéis hacer nada"), no nos abriremos a Dios ni acogeremos su gracia, su Palabra... 2)Reconocimiento del señorío de Dios. Es una mirada de esperanza, porque hay "Alguien" que puede levantarme de mi situación, hay una "luz" en mi oscuridad. Pero esta posibilidad no es un amuleto, (como así lo podrían sentir los otros 9), sino que es SEÑOR. 3)Acción de gracias y alabanza a Dios "porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí". Esta acción de Dios seguirá realizándose en nosotros continuamente. Por tanto, la acción de gracias no es algo puntual, sino es una actitud nueva: vivir en continua apertura a Dios, que nos sorprende y viene continuamente a nuestro encuentro; y por consiguiente, una vida de constante alabanza y acción de gracias a Dios.

martes, 13 de noviembre de 2012

COMUNICADO DE ACCIÓN CATÓLICA GENERAL SOBRE EL DESEMPLEO

El 17 de noviembre la Acción Católica General llevará a cabo el acto final de la Campaña del Desempleo que hemos vivido en las diócesis y parroquias. Será un acto convocado el mismo días, 17 de noviembre, y a la misma hora, las 12:00 h en todas las diócesis en las que la ACG está presente. El acto pretende mostrar a la sociedad los compromisos personales, de grupos, parroquiales o diocesanos que los miembros de la ACG, de todas las edades, han tomado a raíz de la participación en la campaña. Es también un momento para recordar las dificultades por las que pasan las personas de forma individual, y la sociedad en su conjunto, por la falta de un empleo tan necesario para vivir con dignidad. El lema del acto final de la campaña, “Por dignidad humana, empleo para todos” quiere expresar la necesidad de que las personas tengan un trabajo estable que les ayude a vivir de forma plena, así como la urgencia de combatir las enormes cifras de desempleo que está trayendo la crisis que estamos atravesando. El horizonte cristiano es que las personas puedan vivir de forma digna, y el tener un trabajo es uno de los pilares que permite sostener la dignidad de las personas. Os animamos a que participéis del acto que se celebrará en vuestra diócesis y que todo esto sirva para que la comunión entre los hijos de Dios se concrete en una solidaridad real ante las situaciones difíciles por las que están pasando muchas personas en estos momentos. Dentro de unos días haremos público el comunicado que se leerá en todos los actos de finalización de la Campaña del Desempleo. COMUNICADO Por dignidad humana, trabajo para todos Ante la actual situación de crisis económica, la Acción Católica General ha promovido entre sus militantes, niños, jóvenes y adultos la realización de una campaña sobre uno de sus aspectos más sangrantes: el desempleo. Fruto de esta campaña, se ha constatado en cada realidad el drama del paro a nuestro alrededor, no sólo desde las cifras y estadísticas oficiales, sino poniendo rostro y nombre a quienes lo sufren; se ha indagado en sus causas y consecuencias, denunciándolas y valorándolas a luz del Evangelio; y se han puesto en marcha múltiples iniciativas en cada una de las diócesis, que tratan de ser testimonio de fe, esperanza y caridad en nuestra sociedad. Estamos asistiendo a un desbordamiento de las instituciones y organismos de asistencia social y a un aumento imparable de los colectivos en riesgo de exclusión como consecuencia del desempleo: los inmigrantes, las personas sin soporte familiar, las familias monoparentales con hijos, las familias con todos sus miembros en paro, las que son desahuciadas de sus viviendas, los jóvenes, que en muchas ocasiones se ven obligados a emigrar, los niños, que ven como empeoran sus condiciones sanitarias y educativas y de manera creciente la calidad de su alimentación, los mayores de 45 años, los jubilados con familia dependiente de ellos, las personas con discapacidad, los autónomos con pequeños negocios, etc. Además de ser un desastre social, la falta de trabajo es un drama personal: repercute muy negativamente en la persona y en su entorno familiar; trunca los proyectos vitales y hace que surjan problemas de autoestima, de consideración social, de retrocesos en los avances de la emancipación de la mujer, incluso de violencia y autoritarismo en las relaciones. Todo esto provoca sentimientos de desasosiego, impotencia, rabia, indignación y miedo. Observamos igualmente una precarización del empleo que sigue provocando incertidumbre e inseguridad. No es una opción admisible combatir las cifras del paro mediante una flexibilización sin límites del mercado laboral que además, ni siquiera está frenando la destrucción de empleo. Denunciamos desde nuestro ser Iglesia: Es clara y repetida la doctrina de la Iglesia sobre el trabajo. El trabajo no puede ser un mero instrumento al servicio de la productividad o competitividad, es decir, no debe supeditarse a intereses económicos o incluso especulativos. Antes bien, el trabajo ha de ser expresión insoslayable de la dignidad humana, revelando a la persona como protagonista de su historia, al mismo tiempo, ha de suponer una contribución al bien común. A este respecto, son especialmente esclarecedoras las palabras de Benedicto XVI en el nº 63 de su encíclica Caritas in veritate cuando expresa que “Al considerar los problemas del desarrollo, se ha de resaltar la relación entre pobreza y desocupación. Los pobres son en muchos casos el resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano, bien porque se limitan sus posibilidades (desocupación, subocupación), bien porque se devalúan «los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia». Por esto, ya el 1 de mayo de 2000, mi predecesor Juan Pablo II, de venerada memoria, con ocasión del Jubileo de los Trabajadores, lanzó un llamamiento para «una coalición mundial a favor del trabajo decente», alentando la estrategia de la Organización Internacional del Trabajo. De esta manera, daba un fuerte apoyo moral a este objetivo, como aspiración de las familias en todos los países del mundo. Pero ¿qué significa la palabra «decente» aplicada al trabajo? Significa un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar; un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación.” Y de una forma aún más contundente se expresó Juan Pablo II en su encíclica Centesimus annus nº 43 al afirmar que “una sociedad en la que este derecho (al trabajo) se niegue sistemáticamente y las medidas de política económica no permitan a los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de ocupación, no puede conseguir su legitimación ética ni la justa paz social.” Por todo lo expuesto y como miembros de la Iglesia, que no permanece ajena a esta realidad, nuestro compromiso nos lleva a actuar en diversas direcciones: - Colaborando para cambiar la realidad actual de desempleo, implicándonos a fin de que éste pase de ser un problema personal a un problema social. Hemos de dar respuestas colectivas a problemas personales. - Como cristianos y ciudadanos, debemos ejercer una ciudadanía activa, participando en estructuras de decisión (sindicatos, partidos políticos, instituciones públicas), en coherencia con nuestro ser Iglesia, con el fin de que estas estructuras de poder estén al servicio del ser humano, dentro de su medio social y natural, y teniendo la luz del Evangelio como guía. - Manifestando solidaridad en diferentes ámbitos y con diferentes formas, concretamente en el medio laboral, buscando el reparto del trabajo estructural, mediante las reducciones de jornada, jubilaciones tempranas que conlleven empleo juvenil, pactos inter-generacionales que superen los agravios comparativos. - Reclamamos a los poderes públicos que aseguren a todos los habitantes los mínimos básicos, universalizando el derecho a la sanidad y la educación. - Seguiremos participando en el fortalecimiento de las redes de asistencia y ayuda mutua, empezando por la estructura familiar y siguiendo por la vecinal, parroquial, social, etc. - La forma de consumo predominante en la actualidad es un caminar a la destrucción sin retorno. Nos comprometemos, por tanto, a vivir más sencillamente y a moderar nuestro consumo, como forma de vida más justa para el hombre y para la naturaleza. Madrid, 30 de octubre de 2012.

Comentario al evangelio del 13 de noviembre

Lc 17,7-10: Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer. En aquel tiempo, dijo el Señor: –Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: «Enseguida, ven y ponte a la mesa?» ¿No le diréis: «Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo; y después comerás y beberás tú?» ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: «Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.» En el evangelio de hoy, Jesús con esta parábola nos habla de la actitud que tenemos que adoptar los cristianos, la misma que Él: la actitud de siervos. Somos unos pobres siervos, o según otra traducción "siervos inútiles". Esta expresión puede rechinar en nuestros dientes. Como si Dios quisiera escacharnos. No. Vemos que los grandes personajes de la Biblia y de la historia de la Iglesia, lejos de pensar así, se sentían inmensamente felices por ser siervos de Dios. Nuestra Madre, María es la esclava del Señor. Quizá no conocemos bien a Dios, nuestro "patrón". Quizá lo comparamos con nuestras categorías humanas. Ser siervo de Dios, es la mayor gloria del hombre y la mayor alegría. Porque la alegría viene del servicio, de la entrega, del amor. Y si ese servicio y esa entrega es a Dios, inmensamente más. Por último, la expresión "siervos inútiles", a mí me recuerda el texto del evangelio de Jn 15, "sin mí no podéis hacer nada". Es considerar nuestra "indigencia", con respecto a la vida, a nuestra vida, nuestra felicidad, el camino que elegir en la vida... Y ésto, lejos de menospreciar al hombre, todavía lo ensalza más, porque el "hombre es grande en cuanto que está referido a Dios". San Ireneo "la gloria de Dios es que el hombre viva". Disfrutemos de nuestro servicio y de nuestro patrón...

viernes, 2 de noviembre de 2012

MI VOCACIÓN

El domingo por la noche, comienzo Ejercicios Espirituales, y estaba preparándome para ello. Acabo de encontrar mi testimonio vocacional que tuve que escribir para un libro que salió en el 2000, sobre los seminaristas que ese año se iban a ordenar sacerdote. Es por tanto, mi testimonio justo unos meses antes de mi ordenación. Me sirve releerlo para revisar si estoy en la línea que quería. Así es como entiendo el sacerdocio. A los que leen habitualmente este humilde blog, para que recen por mí, y me ayuden a cumplir lo que aquí se dice. Gracias. 1.-¿Cómo surgió mi vocación? Sitúo el comienzo de mi vocación cuando tenía aproximadamente 10 años. Era monaguillo en mi parroquia nata, San Francisco de Asís en Santa Cruz de la Palma. Mi párroco tenía un carisma especial para las vocaciones. Los sábados por la mañana teníamos los monaguillos (por aquel entonces éramos aproximadamente 30) una reunión con él donde, entre otras cosas, hablaba de las vocaciones. En las misas en las que más niños asistían, solía terminar la homilía invitando a los niños a orar ante el Señor preguntándole la pregunta fundamental: “¿Qué quieres de mí?”. Claro está, esta pregunta él la enfocaba hacia la vocación sacerdotal. Yo no me hacía esa pregunta porque intuía que si le preguntaba eso al Señor, me respondería que fuera sacerdote. Al año siguiente, mi párroco, después de una confesión tal día como un 24 de Diciembre, me preguntó que quería ser de mayor, y yo, sin saber lo que decía, le respondía que quería “ser como él”. Al año siguiente hice el cursillo de discernimiento vocacional en el Seminario, pero mis padres no me dejaron empezar el curso porque tenía trece años y tenía que desplazarme a la isla de Tenerife con todo lo que ello significa. Además, según ellos, no tenía madurez para saber lo que quería hacer… Pasé todo el Bachillerato en La Palma. Mi párroco formó un grupo vocacional con varios amigos que tenían la misma inquietud y nos reuníamos todas las semanas. Durante este tiempo seguí teniendo claro que el Señor me llamaba, pero no tenía tan claro responderle. Me costaba porque me parecía que el sacerdocio es un camino de infelicidad. Fue decisivo en este sentido, el testimonio del seminarista que vino a mi parroquia durante la campaña del Seminario cuando estaba en C.O.U., porque su sonrisa me cautivó y me hizo pensar que el Señor no me llamaba para ser un infeliz, sino todo lo contrario. También me ayudó el testimonio de tantos seminaristas y jesuitas de mi parroquia y los Hermanos de la Cruz Blanca. En Septiembre me decidí a responder al Señor y entrar en el Seminario. Después de 6 años viviendo en él (“mi casa”), puedo decir quehe sido feliz como en ningún lugar y estoy tranquilo sabiendo que el Señor me acompaña. 2.- Dificultades y alegrías en mi camino vocacional. En mi proceso de seguimiento al Señor, lo que más me ha costado ha sido aceptar mis limitaciones para la gran empresa que el Señor me encomienda. Las he ido superando conociéndome a mí mismo, aceptándome, y sobre todo experimentando el amor misericordioso de Dios que quiere mi felicidad y me quiere con locura. Alegrías he tenido muchas, tantas que no podría enumerarlas todas. Sobre todo la alegría mayor es de sentirse amado por Dios. 3.- ¿Para qué quiero ser sacerdote? Quiero ser sacerdote porque él me llama y no quiero traicionarle. Sé que habrá momentos duros, pero también habrá momentos de felicidad. Yo entiendo el sacerdocio como una llamada para estar con él y para enviarlos a predicar. Yo no entiendo un celibato como sólo entrega por el Reino. Para mí, el celibato es, como dice Pedro Casaldáliga “es el Amor amado a cuerpo entero”. Por tanto, para mí es fundamental el tema del enamoramiento. En este sentido, Jesucristo no sólo es mi Señor, sino también debe ser, en expresión de los místicos españoles San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, el AMADO. Lo otro es consecuencia de esto. Yo sueño mi futuro ministerio presbiteral en este sentido. Será una entrega total a Cristo en los hermanos. Cuando murió mi párroco, nuestro obispo D. Felipe (también fallecido), en la misa del funeral dijo: “después del Señor, a ustedes les pertenecía más que a nadie. Y de ustedes ha sido hasta el fin…”. Cada uno sueña con un modo de ser sacerdote y resalta algo propio. Para mí, su ministerio es de la escucha a Dios y a los hombres, ministerio de la consolación, ministerio del acompañamiento, ministerio de la paciencia, etc. 4.- Texto (bíblico) como lema de mi vida. Yo no he escogido un lema para la ordenación, sino para la primera misa. He escogido dos pequeñas frases de dos lugares de la Escritura. Una es Fil 2, 5. (el texto que antecede al himno cristológico de la kénosis) que dependiendo de la traducción, será distinta, pero que yo he escogido ésta: “Teniendo los mismos sentimientos de Jesús”. El otro texto es Mt 11, 25-30 de la que sólo cojo las palabras “manso y humilde”. El seguimiento de Cristo es parecerse a Él, tanto que ya no son mis sentimientos sino sus sentimientos. Pongo los sentimientos, porque es lo central, lo que mueve nuestras acciones. Dentro de estos sentimientos él nos invita en el trozo de Mateo ya citado a aprender que es manso y humilde. Me parecen dos aspectos importantes hoy en la sociedad, ante tanta violencia, la dulzura del amor de Dios nos invita a ser dulces y humildes. Conectando con el tema del enamoramiento San Juan de la Cruz en los Dichos de luz y amor (nº28) dice: “El alma enamorada es alma blanda, mansa, humilde y paciente”…