viernes, 13 de febrero de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 13 DE FEBRERO

Mc 7,31-37: Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.

Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo:

-«Effetá», esto es: «Ábrete.»

Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad.

El les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían:

-«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»

Reflexión

Effetá, esta es una de las expresiones originales de Jesús, junto con Talita-kum y Abbá. Son expresiones con una fuerza grande.
Y eso es lo que nos pide ahora a nosotros: Effetá.
Para que podamos escucharle a Él.
Para que podamos hablar de Él.
Para que escuchemos el clamor de los que están a nuestro alrededor.
Para que seamos voz de los sin voz.
Es una oración que debemos pedirle continuamente al Señor: que nos abra los oídos y la boca.

viernes, 6 de febrero de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 6 DE FEBRERO

Mc 6,14-29: Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado.
En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él. Unos decían:

-«Juan Bautista ha resucitado, y por eso los poderes actúan en él.»

Otros decían:

-«Es Elías.»

Otros:

-«Es un profeta como los antiguos.»

Herodes, al oírlo, decia:

-«Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado.»

Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:

-«Pídeme lo que quieras, que te lo doy.»

Y le juró:

-«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.»

Ella salió a preguntarle a su madre:

-«¿Qué le pido?»

La madre le contestó:

-«La cabeza de Juan, el Bautista.»

Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:

-«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista.»

El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.

Reflexión

Contemplamos hoy el martirio de Juan Bautista, el mayor de los hijos de mujer y el menor en el Reino de los cielos.
Me llama la atención esa intuición que tiene Herodes: "es Juan que yo decapité". Hay una intuición paralela a las palabras del salmo, el justo no morirá. Aún así, no es capaz, o no puede salir de su pecado, está "enredado", y no hay nadie que le ayudara a salir. 
Que importante es que haya personas que nos ayuden a "abrir los ojos". Abrir los ojos no es recordar nuestro pecado, sino mostrar y contemplar la grandeza de Dios y su belleza. Es lo único que nos hace salir de "nuestros enredos".

jueves, 5 de febrero de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 5 DE FEBRERO

Mc 6,7-13: Los fue enviando.
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió:

-«Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»

Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
Reflexión

Jesús envía a los apóstoles de dos en dos. El ministerio no es algo solitario sino algo en compañía, de hecho, hoy se utiliza la palabra "co-presbítero". La misión, aunque tiene una parte personal, sin embargo, es de toda la iglesia y estamos llamados a evangelizar como un cuerpo.
No quería extenderme con esto, sino simplemente un apunte. Si quería hacer referencia a lo que les dijo que llevaran "y nada más". Por lo general, después oír a D. Damián en su expresión "confianza en los medios pobres", siempre lo he interpretado en lo buscar cosas extraordinarias, sino la sencillez de la mirada, la palabra, el acompañamiento, el amor...
Hoy, sin embargo, veo hoy todavía otro aspecto: la incapacidad del predicador. La misión excede a nuestras propias fuerzas y el Señor llama a los desprovistos, con menos capacidades, para que SÓLO CONFÍEN EN ÉL. Nuestra fuerza está en Él.
Y no terminamos de aprender. Cuando nos creemos que podemos, nos estallamos. Sin embargo, cuando ponemos nuestra mirada y la misión en sus manos, es Él el que la lleva.

miércoles, 4 de febrero de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 4 DE FEBRERO

Mc 6,1-6: No desprecian a un profeta más que en su tierra.
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:

-« ¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?»

Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía:

-«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.»

No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Reflexión
Jesús no pudo hacer allí ningún milagro. ¡Por su falta de fe! ¡Por sus prejuicios!. ¡Qué daño hace a las comunidades cristianas los prejuicios! Tanto que, el Señor no puede hacer nada allí...

martes, 3 de febrero de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 3 DE FEBRERO

Mc 5,21-43: Contigo hablo, niña, levántate.
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:

-«Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.»

Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacia doce años. Muchos médicos la hablan sometido a toda clase de tratamientos, y se habla gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que habla salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando:

-«¿Quién me ha tocado el manto?»

Los discípulos le contestaron:

-«Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado? "»

Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo:

-«Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.»

Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:

-«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?»

Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:

-«No temas; basta que tengas fe.»

No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo:

-«¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.»

Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:

-«Talitha qum» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).

La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Reflexión

Me llama la atención que Marcos menciona doce años dos veces. No sé que querrá decir, el caso es que parece puesto con toda la intención. Lo que si se atreven a decir los comentaristas es que en las dos mujeres, tienen en común esa cantidad de años. Una, que hacía 12 años que había comenzado a vivir, y en la otra, que hacía esos años en los que comenzaba a decaer.
También en ambas, nos damos cuenta de que en las dos es necesaria la intervención del Maestro. La niña estaba muerta y la mujer se moría y había gastado mucho en médicos, de manera que lo había intentado todo.
En este texto, destaca las intervenciones del Maestro. Sólo Él es capaz de "salvar". Y en ambas, para poder ser salvado, es necesaria la "fe". Una fe puesta a prueba y una fe manifiesta (Jesús hace salir del anonimato a la mujer). Por tanto, no una fe escondida e íntima, sino confesante.
Marcos ha unido estas dos curaciones intercalándolas para que podamos contemplar el camino de la fe y confiemos en Dios.