No temas, que te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú eres mío [...] porque eres precioso ante mí, de gran precio, y yo te amo." Is 43, 1b.4a
miércoles, 10 de abril de 2013
Comentario al evangelio del 10 de abril
Jn 3,16-21:
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas.
Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz y para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.
Nacer de nuevo es creer en el Hijo del Hombre. Nacer de nuevo es dejarse inundar de su amor. La vida nueva comienza en la medida en que lo acojamos. "El Reino de Dios ha comenzado". No hace referencia solamente a la vida eterna, a la vida después de la muerte.
Una vida marcada por el amor. Por eso es nueva, porque no entra en los cánones de la sociedad y porque no todos viven del amor. Sólo unos cuantos, viven la vida marcados por el amor. El amor no como un sentimiento, sino como una entrega radical y total a Dios y a los hermanos.
Apasionante tarea y exigencia la del cristiano.
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