jueves, 13 de octubre de 2016

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 13 DE OCTUBRE

Lc 11,47-54: Se pedirá cuenta de la sangre de los profetas, desde la sangre de Abel hasta Zacarías.
En aquel tiempo, dijo el Señor:
-¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos a los profetas, después que vuestros padres los mataron!
Así sois testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los mataron y vosotros les edificáis sepulcros.
Por algo dijo la sabiduría de Dios: «Les enviaré profetas y apóstoles: a algunos los perseguirán y matarán»; y así a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de los profetas derramada desde la creación del mundo; desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que pereció entre el altar y el santuario.
Sí, os lo repito: se le pedirá cuenta a esta generación.
¡Ay de vosotros, juristas, que os habéis quedado con la llave del saber: vosotros que no habéis entrado y habéis cerrado el paso a los que intentaban entrar!
Al salir de allí, los letrados y fariseos empezaron a acosarlo y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, para cogerlo con sus propias palabras.

Reflexión
Jesús reclama de los fariseos y los juristas una vida coherente y no hipocresía. Suenan duras y suenan a lamentos las palabras del Señor. Y nos suenan chocantes porque también nos vemos reflejado.
En primer lugar habla de los mausoleos que hacemos, es decir, los homenajes, los monumentos que hacemos... a ciertos valores, que luego no vivimos. Mirar que monumentos proclamo, admiro, pero que no profundizo lo suficiente.
En segundo lugar, habla de las llaves del saber. Estamos en la sociedad del conocimiento. Hoy en día, el conocimiento es el  poder. ¿Cómo usamos el conocimiento? ¿Lo compartimos?

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