domingo, 25 de diciembre de 2016

HOMILÍA DE NAVIDAD

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande. Todas las Nochebuenas escuchamos al profeta Isaías, centrándonos y situándonos en la Navidad.

Hay gente que dice que no soporta la Navidad, que no le gusta la Navidad, que odia la Navidad. No tienen motivos para celebrar nada.

Puede haber muchos motivos para celebrar la tristeza. Incluso la alegría de la Navidad puede resultar escandalosa, mirando a nuestro alrededor. Puede ser algo tramposa la alegría navideña, esa alegría por decreto...

Y nuestro mundo tampoco atraviesa por momentos y situaciones que nos hagan tener esperanza: Yihadismo, pobreza en aumento, crisis económica, corrupción, droga, materialismo, relaciones entre las personas por interés...(este mundo no hay Dios quien lo arregle).

Los relatos navideños nos hablan de incertidumbre, de inseguridad, de contratiempos, de pobreza, de desnudez, por tanto, la idea de "no tener motivos para celebrar la Navidad", precisamente es la motivación y la actitud propia: la Navidad es encontrarse en la debilidad.

El Papa en la catequesis del miércoles pasado: "¿Espero en Dios o en mis propias seguridades?
"Pero metámonos esto en la cabeza. Las seguridades propias no nos salvarán. La única seguridad que salva es la de la esperanza en Dios, la que nos salva, esa es fuerte y es la que nos hace caminar por la vida con alegría, con ganas de hacer el bien, con ganas de ser felices para toda la eternidad”.

Ésta es la gran luz de la Navidad. Brilla en la tiniebla, en la desnudez, en la pobreza, en el contratiempo.

La luz es la misericordia. "En el encuentro entre Jesús y la adúltera (cf. Jn 8,1-11). No podía encontrar una expresión más bella y coherente que esta para hacer comprender el misterio del amor de Dios cuando viene al encuentro del pecador: «Quedaron sólo ellos dos: la miserable y la misericordia» " Misericordia et misera.
La Navidad es el encuentro entre la misericordia y la miseria, lo miserable, el miserable...

Y lo mejor de todo es que ese encuentro se da siempre, constantemente, en nosotros, en nuestro interior. No tiene que darse la conjunción de las estrellas para que se de...sino se da en cada momento, porque somos la miseria, lo pobre. Y cuanto más pobres seamos, más míseros, más luz seremos.
Esa es la Luz de la Navidad. Esa es la Luz que llevamos. Tú la llevas, eso decíamos el domingo pasado al recibir la Luz de la Paz de Belén. Y eso decimos. Llevamos la Luz dentro, en la medida que posibilitemos el encuentro con la misericordia. En la medida en que nos reconozcamos pobres pecadores, siervos inútiles, más motivos tendremos para celebrar la Navidad, para llevar la luz.

Tú la llevas. Llévala a todos los rincones. Y no te olvides de que eres luz porque llevas a la Luz y te has abierto a ella. 








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