jueves, 8 de diciembre de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 9 DE DICIEMBRE DE 2022

  Mt 11,16-19: No escuchan ni a Juan ni al Hijo del hombre.

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«¿A quién compararé esta generación?

Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: 

“Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; 

hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.

Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.

Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».


Jesús, habla de manera algo escéptica porque esta generación no aceptan nada bueno de lo que tienen.


No hay peor ciego que el que no quiere ver. Uno de los mayores obstáculos es la cerrazón de la mente. Estar sólo centrados en nosotros y lo que somos y lo que tenemos, y lo que podemos (más bien no podemos) hacer. 


Permíteme, que cite a continuación un extracto de la alocución del Papa en el día de anteayer, día de la Inmaculada: “María no se atribuye prerrogativas, no reclama nada, no atribuye nada a su mérito. No siente autocomplacencia, no se exalta. Porque en su humildad sabe que todo lo recibe de Dios. Por tanto, está libre de sí misma, completamente orientada a Dios y a los demás. María Inmaculada no tiene ojos para sí misma. Aquí está la verdadera humildad: no tener ojos para uno mismo, sino para Dios y para los demás”.

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