miércoles, 2 de agosto de 2023

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 3 DE AGOSTO DE 2023

 Mt 13,47-53: Reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: 

«El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. 

Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

¿Habéis entendido todo esto?». 

Ellos le responden: 

«Sí». 

Él les dijo: 

«Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».

Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.


La última parábola que vimos en este fin de semana. Parece contradictorio este lenguaje amenazante después del lenguaje más amable de las otras dos parábolas. Es un lenguaje apocalíptico, que sabemos que es un poco más tajante.

Es una parábola que nos pone los pies sobre la tierra, porque nos pone a mirar lo que estamos haciendo, reflexionar sobre nuestra vida, si somos buenos peces aptos para comer y la venta; o sin embargo, somos malos peces incomestibles.

Es bueno que nosotros lo reflexionemos ahora y no esperemos hasta el final como en la parábola del trigo y la cizaña (eso lo hace Dios). Porque aquí lo que interesa es que no nos desviemos de la senda salvífica. 

Por eso, un escriba, un estudioso de la Palabra de Dios, no deja de atesorarla y llevarla a la vida. 


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