Esta noche resuena en esta iglesia el anuncio del ángel: "No tengan miedo, les traigo “la buena noticia”, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. y aquí tienen la señal: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre."
Parece de sueño. Como si Dios se estuviera riendo de nosotros. Necesitamos a un Salvador, un Señor, y nos envía a lo más indefenso y delicado del mundo: un niño.
Nuestra primera reacción será la de sorpresa: O como el Padre Anchieta.“¡Oh Dios infinito¡, por nos humanado, veóos tan chiquito, que estoy espantado”.
Hay un bello villancico belga en el que se narra la historia del pastor “sorprendido”. Los pastores se van acercando a la gruta de Belén llevando sus dones: su manteca, su miel, sus ovejas… Solo hay uno que se acerca con las manos vacías y abiertas. Y el villancico le pregunta: Y tú, pastor, ¿cómo vienes sin nada a adorar al Niño?. Y el pastor responde: Yo solo traigo mi sorpresa…
Navidad es la fiesta de la sorpresa. Veinte siglos de tradición cristiana no pueden impedir que surja hoy en los creyentes la admiración y la sorpresa ante lo que celebramos estos días. Haber celebrado ya muchos años la Navidad, experimentar todos esos bellos sentimientos humanos asociados a estas fiestas no deberían bloquear nuestra capacidad de admiración y de sorpresa ante el misterio de fe.
Ignacio de Loyola se convertía en un pobrecito esclavo indigno para estar presente al misterio de la Navidad. En alguna manera, Ignacio era también ese pastor sorprendido, con las manos vacías pero el corazón muy abierto, que se acercaba al misterio de Belén: como si presente me hallase, con todo acatamiento y reverencia posibles, mirándolos, contemplándolos, sirviéndolos en sus necesidades…
La segunda reacción que podremos experimentar me recuerda aquella canción de Manuel Carrasco titulada “no dejes de soñar”.
Hay una estrella en tu interior, ya sé que no la puedes ver.
Hay tanta luz que se apagó, ya sé que tu dolor se fue.
Y cuéntame, puedes contar, no juzgaré tus pasos.
¡Escúchame, te escucharé!
Pusiste todo el corazón. Al final todo salió mal.
El corazón se equivocó, pero tu amor era verdad.
La realidad puede pesar dentro de ti, amigo.
¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Te quiero!
¡No dejes de soñar! ¡No dejes de soñar!
¡No dejes de soñar, amigo!
¡No dejes de soñar! ¡No dejes de soñar!
¡No dejes de soñar, amigo!
Cuando preguntes el porqué, comienza por pensar en ti.
Cuando te olvides otra vez, empieza por quererte a ti.
Y cuéntame, puedes contar, conmigo a cada paso.
¡Escúchame, te escucharé!
Porque la vida tuya es, y siempre tienes que luchar.
Y a veces tienes que perder, para luego poder ganar;
para sentir, para vivir, para soñar, ¡amigo!
QUE NO DEJEMOS DE SOÑAR.
La capacidad de soñar es lo que ha mantenido al pueblo de Israel despierto, en vela, durante tantos siglos de exilio, deportaciones, etc.
La Navidad es el tiempo de los sueños…Dice el anuncio de la lotería: “pon tus sueños a volar…”. Pues sí, pon tus sueños a volar.
La Navidad es el tiempo más bonito que hay en el año. Nos permite soñar, poner los sueños a volar. No hay nada más bonito que soñar. Soñar no es perder el tiempo. Dicen los médicos, que aquel que no sueña, no puede rendir.
Sólo aquél que sueña, es capaz de hacer algo diferente. Porque el sueño surge sólo en aquel que quiere algo más.
Fíjate, Dios es el primero que ha soñado. Soñó con un mundo con una criatura a la quien amar. Le creó, pero el hombre inmediatamente le defraudó y cayó en el pecado. Aún así, su sueño le pedía seguir intentándolo, y a lo largo de los siglos, no lo dejó solo y le mandó continuamente reyes, jueces, profetas... No contento con ello, pidiéndole su "corazón" más; al final de los tiempos envió a su propio Hijo.
Soñar en cristiano es ponerse en línea con el Dios que sueña con cada uno de nosotros, sueña con nuestra salvación.
Sin embargo, nos hemos convertido en una sociedad de conformistas. Algunos la llaman también “sociedad enferma del sueño”. ¡Qué triste!. Cuando hayamos perdido la capacidad de soñar, estamos muertos.
Soñar por una sociedad más justa, por un mundo más fraterno, por la paz mundial, porque se acabe el hambre….
En fin. El sueño es algo propio de los niños. ¿Se acuerdan aquello de que de los que son como ellos es el Reino de los cielos?.
En tercer lugar, la Natividad de cualquier niño y en especial del Niño Dios me evoca los sentimientos más profundos que son la ternura y el amor. Dios quiere atraernos a través de la ternura de un niño recién nacido.
Traigo a la memoria aquella canción de Gloria Estefan.
“Cuando se miran sus ojos, cuando se escucha su voz es más linda la mañana, nos alumbra más el sol.
Cuando nos brindan su risa, cuando nos dan su candor brota un manantial de agua fresquita en el corazón. Ellos son el tesoro, ellos son la alegría. Es por ellos que la vida se vuelve más dulce, se vive mejor.
Son los hijos la bendición, el milagro de nuestro amor. Nos enseñan cómo amar, cómo abrir nuestro corazón. Son los hijos la bendición, el milagro de nuestro amor. Son la esencia del hogar, un regalo de Dios.”
Así quiere Dios entrar en nuestras vidas.
Por eso la Navidad es el amor de Dios.
Hay un canto, que escuché por primera vez en la Gomera, y no lo he escuchado más. Y para mí, dentro de la sencillez que tiene, es abrumador. No se puede decir más en pocas palabras. ¿Sabes tú qué es Navidad, qué es Navidad? Navidad es el amor de Dios. En sombras y tinieblas, sin luz y sin calor; y Dios al hombre salva en un derroche de amor.
Que esta Navidad provoque en nosotros la sorpresa de Dios, que nos haga soñar y nos llene de su amor, PARA QUE AMEMOS.
PONERNOS EN LA DINÁMICA DEL SUEÑO DE DIOS. JESÚS ES LA REALIZACIÓN DEL SUEÑO Y SUSPIRO DE DIOS. EL PROYECTO DE DIOS.
DIOS ES EL PRIMERO QUE HA SOÑADO.
SOÑEMOS PORQUE DIOS SUEÑA.
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