sábado, 20 de abril de 2019

HOMILÍA JUEVES SANTO

Hoy es un día especial, para mí lo ha sido siempre. Incluso me parece que el ambiente está cargado. Comienza el Triduo Pascual. Es tan grande lo que celebramos. No caben medias tintas. Esto es para valientes.
Emociona, me emociona. Me vienen a mi memoria los tañidos de los tambores en el día de hoy, que la Iglesia ha establecido que sea distinto, más sueltos los cueros. El olor a incienso…
Y todo ese cúmulo de sensaciones nos transportan al Cenáculo.
En este día celebramos el día del amor fraterno, la institución de la Eucaristía y del sacerdocio. Y estos tres temas, pueden converger en el perdón. La Eucaristía es el sacramento de la sangre derramada para el perdón de los pecados. El sacerdocio es el que posibilita y hace efectivo el perdón de Dios. El amor fraterno implica el perdón.
Quisiera por tanto, comentar, dentro del lema de la Cuaresma del Papa, “la creación, expectante, aguarda la manifestación de los hijos de Dios”, comentar el epígrafe “la fuerza regeneradora del arrepentimiento y el perdón”. 
Sólo es posible arrepentirse desde Dios, un Dios que nos ama y perdona, lo demás es remordimiento, es decir, dolor de haber hecho algo malo.
Sólo puede regenerarse aquello que se perdona. El Señor quiere perdonarte, regenerarte, limpiarte y por eso se quita el manto y se agacha a lavarnos los pies. Un gesto que me sigue impresionando hoy. El Verbo eterno, agachado ante mí. Cuando debería ser yo el que se agachara, hincara la rodilla o me postrara en el suelo.
Si no lo hacemos, no tenemos parte con Él.
“Lo mismo que necesitamos el pan, así necesitamos el perdón. Y esto cada día”.(Audiencia del 10 de Abril de 2019)
El cristiano que reza pide a Dios ante todo que le perdone sus ofensas, es decir, sus pecados, el mal que hace. Esta es la primera verdad de cada oración: aunque fuéramos personas perfectas, aunque fuéramos  santos cristalinos que no se desvían nunca de una vida de bien, somos siempre hijos que le deben  todo al Padre. La actitud más peligrosa de toda vida cristiana ¿cuál es? Es la soberbia. Es la actitud de quien se coloca ante Dios pensando que siempre tiene las cuentas en orden con Él: el soberbio cree que hace todo bien.
“Si decimos no tenemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros” (1 Jn 1, 8). Si quieres engañarte, di que no tienes pecados: así te engañas.
Por ello, no puedo continuar sin pedirles humildemente perdón. Si no, no sería yo. 
¿Hay alguien que no pueda ser conmovido ante el gesto que ha hecho Jesús todos los años? ¿O a lo mejor piensa que no lo ha hecho por ti? Él se arrodilla ante cada uno de nosotros y nos lava los pies. "Si no te lavo, no tienes que ver conmigo". 

Anímate a pedir perdón. Es más fácil de lo que crees. Sólo tienes que intentarlo. No creas que te rebajas, que pierdes tu dignidad, (dichoso amor propio). Al revés: nadie es más digno que el que se arrodilla. No sólo tenemos pecados, sino que ofendemos a los demás. Cuando miramos al otro desde abajo, nos parece más grandioso y así queda de manifiesto más la imagen de Dios en él. Sin embargo, cuando lo vemos de arriba abajo, nos parece menos. Arrodillarse para restablecer la imagen en el otro. Ganas más de lo que pierdes. P.D. El pasado jueves, el Papa reunido con los enemigos y los que han promovido la guerra en Sudán del Sur, terminó arrodillándose y besándoles los pies. Impresionante. Hay gestos que llegan al corazón. Sólo quien pone puentes, puede esperar que el otro transite por él. Si no pides perdón, no tengo que ver contigo. 
(me arrodillo) Invito a los demás a arrodillarse.

Anímate a perdonar. No es un deseo sino una consecuencia de nuestra fe. El que no perdona no ama. El que no perdona, no puede caminar, porque vive con un peso grande. Un peso que no le deja caminar, ni amar, ni disfrutar, ni ser feliz. Lánzalo. No te hace bien. No respires por las heridas. “No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo (Is 43) No vivas de rencores, de recuerdos, sólo vive de la promesa del perdón.
¡Nunca me cansaré de repetir que la paz es posible!” dijo el Papa a los enemigos de Sudán del Sur en el citado encuentro. Siguió diciendo "sepan acoger la más alta vocación de ser artesanos de la paz, en un espíritu de fraternidad y solidaridad con cada miembro de nuestro pueblo, un espíritu noble, recto, firme y valiente en la búsqueda de la paz, a través del diálogo, la negociación y el perdón
Sólo el perdón regenera. Regenera porque está alimentado del amor y sólo el amor plenifica, hace crecer y madurar.
Si no perdonas, no tengo que ver contigo.
No te olvides, la creación entera, expectante la manifestación de los hijos de Dios. ¿En qué? En ser los primeros en vivir el amor. "El amor es el único camino".
Los cristianos no hemos hecho del amor el camino.
Jesús si y por eso se entregó.
Ahí lo tenemos. Si no lo hacemos, estaremos frustrando el plan de Dios y la creación entera la privaremos de su realización total.
Es Jueves Santo, tú verás.

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