martes, 24 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 24 DE NOVIEMBRE

Lc 21,5-11: No quedará piedra sobre piedra.
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo:

-Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.

Ellos le preguntaron:

-Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?

El contestó:

-Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usando mí nombre, diciendo: «Yo soy», o bien «el momento está cerca»; no vayáis tras ellos.

Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.

Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá enseguida.

Luego les dijo:

-Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.

Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
Reflexión

Cuando leí este evangelio, enseguida me acordé de la impresión que le produjo a San Francisco de Borja, cuando vio el cadáver de la emperatriz Isabel de Portugal, todo descompuesto y prometió que no se enamoraría de nada que se pudiera corromper y desde ese momento prometió sólo servir al Señor.
Lo tenía muy fresco en la memoria porque, precisamente anoche, en la serie de TV "Carlos, rey emperador", apareció esa escena.
Algo parecido es lo que Jesús quiere hoy que comprendamos. El templo de Jerusalén, una de las 7 maravillas del mundo, también fue destruido. Sin embargo, Él siempre permanece.
Asentemos nuestra vida sólo en Él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario