martes, 26 de abril de 2016

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 26 DE ABRIL


 
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»
 
Reflexión
 
¡Qué misión tan grande ser luz del mundo!. El Señor nos envía a iluminar a la gente, a ser referencia para los demás. Yo no me veo capaz de tremenda hazaña. Sólo parece que algunos pocos, que solemos llamar "genios", son los que son tenidos en cuenta en la humanidad.
Bien es verdad, que somos hijos de la luz y nuestra característica sería iluminar...
Lo que hay que ver es de donde viene esa luz...
No somos la luz, somos sus testigos, sus instrumentos, sus "reflejantes".
Entonces, parece que la misión es mucho más sencilla. Solamente tenemos que reflejar la luz.
No tenemos que inventarnos nada, sino simplemente ser correa de transmisión del evangelio, amplificar su mensaje.
Sin embargo, esto parece lo más difícil, porque no terminamos de convertirnos a la luz. Nosotros queremos ser la luz.
 

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