martes, 2 de abril de 2024

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 3 DE ABRIL DE 2024

 Lc 24,13-35: Lo reconocieron al partir el pan.

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos, pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

Él les dijo:

-«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?»

Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:

-«¿Eres tú el único forastero de Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?»

Él les preguntó:

-«¿Qué?

Ellos le contestaron:

-«Lo de Jesús de Nazaret, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.»

Entonces Jesús les dijo:

- «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?»

Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.

Ya cerca de la aldea donde iban, el hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:

«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.»

Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.

Ellos comentaron:

- «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

- «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.»

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.


Reflexión


De este evangelio podríamos comentar tantas cosas...es tan memorable. Me quedo con la expresión: quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.

Es una invitación al Señor a entrar en la casa. ¡Qué bien nos hace que le pidamos que entre de verdad, que cene con nosotros, que nos acompañe, que nos alimente!

El Señor no se avergüenza de nosotros, (entró en casa de Zaqueo), quiere alojarse en nuestra casa.

Algunas veces no nos atrevemos a dejarlo entrar porque nos da miedo lo que nos hará. Sin embargo, lo que vemos en el Evangelio es siempre un cambio a mejor, una conversión. Pero nos sigue dando miedo...

El tiempo de Pascua, sea un tomar conciencia de su presencia entre nosotros, especialmente en lo más profundo de nuestro interior.

Hagamos todos los días esta oración:

Quédate, Señor, conmigo, porque ten necesito ver presente para no olvidarte, pues ya sabes con cuenta frecuencia te abandono.

Quédate, Señor, conmigo, porque soy muy débil y necesito de tus alientos y de tu fortaleza para no caer tantas veces.

Quédate, Señor, conmigo, porque Tú eres mi vida y sin Ti con frecuencia decaigo en el fervor.

Quédate, Señor, conmigo, porque Tú eres mi luz y sin Ti estoy en tinieblas.

Quédate, Señor, conmigo, para que oiga tu voz y la siga.

Quédate, Señor, conmigo, para demostrarme todas tus voluntades.

Quédate, Señor, conmigo, porque deseo amarte mucho y vivir siempre en tu compañía.

Quédate, Señor, conmigo, porque todo mi ser te está consagrado y Tú me perteneces.

Quédate, Señor, conmigo, y haz de mi corazón una celda de amor de la cual nunca te alejes.

Quédate, Señor, conmigo, si quieres que se te fiel.

Quédate, Señor, conmigo, porque aunque mi alma es muy pobre, deseo que sea para Ti un lugar de consuelo, un huerto cerrado, un nido de amor.

Quédate, Señor, conmigo, y haz que tu amor me inflame tanto que me consuman sus amorosas llamas.

Quédate, Señor, conmigo, porque se hace tarde y declinan las sombras, es decir, se pasa la vida, se acerca la cuenta, la eternidad, y es preciso que redoble mis días, mis esfuerzos, que no me detenga en el camino y por eso te necesito. Se hace tarde y se viene la noche, me amenazan las tinieblas, las obscuridades, las tentaciones, las sequedades, penas, cruces, etc., y Tú me eres preciso, Jesús mío, para alentarme en esta noche de destierro, ¡Cuánta necesidad tengo de Ti!

Quédate, Señor, conmigo, porque en esta noche de la vida y de los peligros, deseo ver tu claridad, muéstrateme y haz que te conozca como tus discípulos en el partir del pan, es decir, que la unión Eucarística sea la luz que aclare mis tinieblas, la fuerza que me sostenga y la única dicha que embriague mi corazón.

Quédate, Señor, conmigo, porque cuando llegue la muerte, quiero estar junto a Ti y si no realmente por medio de la Sagrada Comunión al menos quiero tener mi alma unida a Ti por la gracia y por un abrasado amor.

Quédate, Señor, conmigo, no te pido sentir tu adorable presencia y tus regalos divinos que no los merezco, pero tu residencia en mi por la gracia ¡oh, sí que te la pido!

Quédate, Señor, conmigo, pues a Ti sólo te busco, tu amor, tu intimidad, tu Corazón, tu espíritu y tu gracia. Te busco por Ti mismo porque te amo; y no te pido más recompensa que amarte con solidez, prácticamente, amarte únicamente, amarte cuento puedo, amarte con todo mi corazón en la tierra para seguir amándote con perfección por toda la eternidad.


REVISIÓN DE LA SEMANA SANTA


No hay comentarios:

Publicar un comentario