viernes, 21 de diciembre de 2012

Comentario al evangelio del 21 de diciembre

Lc 1,39-45: En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en grito: -¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído! porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. Saltó la criatura en su vientre. Ésta es la reacción típica del encuentro con el Señor. También en estos días, veremos que los magos, al ver a la estrella se "llenaron de inmensa alegría". Contrasta esta reacción con la típica de la fiesta de Navidad: alegría externa, jolgorio, compartir, etc; pero en el interior: soledad, tristeza, vacío... No somos nadie para que nos visite el Señor, pero sin embargo, Él viene, incluso sabiendo del rechazo de muchos. Abramos nuestro corazón para salte de inmensa alegría. Para eso ha venido, para traernos la Buena Noticia de la Salvación en su persona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario