jueves, 23 de enero de 2014

Comentario al evangelio del 23 de Enero

Mc 3,7-12: Los espíritus inmundos gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios», pero él les prohibía que lo diesen a conocer.

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacia, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: «Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

Reflexión

Llama la atención de nuevo, que Jesús les prohíba que lo diesen a conocer. Está al servicio del Reino y del Padre, no a su propio servicio. Ha venido a servir y no a ser servido. Por otro lado, encuentro un paralelo en el episodio de las tentaciones, donde se le ofrece el éxito...También me recuerda el himno de la caridad de San Pablo en la carta a los Corintios: "ya podría yo donar todo mi dinero a los pobres, si no tengo amor, de nada me sirve".
Contrario al mundo que prefiere la vanagloria, el éxito, el honor, el aplauso...(y muchas veces, también nosotros), Jesús hace la voluntad del Padre. Sabe que "su recompensa será grande en el cielo"

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