jueves, 9 de enero de 2014

Comentario al evangelio del 9 de Enero

Mc 6,45-52: Lo vieron andar sobre el lago

Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús en seguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar. Llegada la noche, la barca estaba en mitad del lago, y Jesús, solo, en tierra. Viendo el trabajo con que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la madrugada, va hacia ellos andando sobre el lago, e hizo ademán de pasar de largo. Ellos, viéndolo andar sobre el lago, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque al verlo se habían sobresaltado. Pero él les dirige en seguida la palabra y les dice:

- «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo.»

Entró en la barca con ellos, y amainó el viento. Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque eran torpes para entender.

Reflexión

Todavía no habían entendido lo de la multiplicación de los panes y Jesús les sorprende de nuevo. No ganan para sorpresas.
Tienen miedo. Todavía no han conocido el amor o de Dios y por eso el temor. Por eso, Juan dedica su primera carta a hablar sobre el amor de Dios, que hemos ido leyendo en estos días, para que nos fundemos en el amor, y nuestra vida esté confiada en Él. 
Donde hay amor, no hay temor. En el caso de nuestra vida, si esta fundada en el amor de Dios, nada tenemos que temer, porque estamos en su corazón y en su compañía y está con nosotros siempre, y nada pasará que Él no lo permitiera.

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