jueves, 17 de marzo de 2016

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 17 DE MARZO

Jn 8,51-59: Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día.
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
- «Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre.»
Los judíos le dijeron:
- «Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?»
Jesús contestó:
-«Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: “no lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría.»
Los judíos le dijeron:
- «No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?»
Jesús les dijo:
- «Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo.»
Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

Reflexión

¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán...?
¡Y tanto que si! Dios le cambió el nombre de Abram (el Padre Dios es excelso) por el de Abraham (padre de multitudes). Por su fe.
Y los judíos eran fieles a las tradiciones y costumbres. Abraham era su referencia. Nuestro padre en la fe. Por ser fiel a Dios. Por confiar en Dios. 
Ahora Dios nos pide algo mejor: confiar en su Hijo. Ellos confunden a la fe con ser fieles a unas costumbres.
Por eso no creen en Jesús, y por eso Jesús los llama embusteros, porque al no tener "fe", no se abren a Dios y tampoco lo pueden conocer.

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