jueves, 1 de abril de 2021

HOMILÍA DEL JUEVES SANTO 2021

 Nos acercamos al Misterio Pascual en esta tarde del Jueves Santo.

Acerquémonos con toda la humildad que podamos, dado que celebramos misterios muy grandes, LOS MÁS GRANDES, 

Misterios muy profundos

Misterios muy liberadores

Misterios muy esperanzadores

Misterios muy luminosos

Misterios muy gozosos (cuando lo estaba escribiendo, el corrector me insinuaba la palabra golosos en vez de gozosos (según el diccionario= deseoso o dominado por el apetito de algo)). Y no parece malo, porque celebramos una comida y un sacrificio en el mismo acto, celebración. La comida más apetecible.


Resuenan en nosotros las palabras de Dios ante la zarza ardiente: “Descálzate, el terreno que pisas es sagrado”

Por ello, no queremos que pase de largo, un Jueves Santo más. No es el mismo de otros años. Es el Jueves Santo del 2021. Mejor, es el Jueves Santo de Jesús, es su Última Cena. Participamos de su entrega, de su cena. Por ello, empecemos descalzándonos.

Esta expresión la oyó Moisés en un pequeño monte. Nosotros estamos subiendo a Jerusalén, la ciudad santa. Descalcémonos.

Descalcémonos de nuestras seguridades

Descalcémonos de nuestras opiniones.

Descalcémonos de nuestras ideas preconcebidas.

Descalcémonos de nuestros sueños.

Descalcémonos de nuestros horarios.

Descalcémonos de nuestras elecciones.

Descalcémonos de nuestra libertad.

Descalcémonos de....

Hay que hacerlo para subir a Jerusalén, la ciudad santa.


Jesús lo hizo. Se descalzó, se despojó de su manto. Se despojó de su vida.

Se despojó incluso de sus sentimientos. En ningún momento como en éste, los vemos a flor de piel. Se despojó de su libertad, más bien, la dirigió a la voluntad de Dios.


Y hoy también nos enseña que para subir a Jerusalén, a la Jerusalén celestial, hace falta una vida eucarística.

Subimos a Jerusalén, a la cima del encuentro con Dios sólo desde ahí.

Subimos a la cumbre de la humanidad. Y ésta es el servicio.

Nada hay más humano que el servicio, que es considerar al otro como tú, con una dignidad especial.

SIN SERVICIO NO HAY POSIBILIDAD DE ENCUENTRO REAL CON JESÚS.


Jesús subió muchas noches al monte a orar. Pero subió para entregar su voluntad a la del Padre, que es servir al proyecto del Reino de Dios (yo estoy en medio de ustedes como el que sirve)

La Eucaristía es el servicio.

Por ello, la Eucaristía no termina cuando termina la misa.

La vida puede ser una Eucaristía.

La vida debe ser una Eucaristía.

La vida no puede ser de otro modo que una Eucaristía.

Por ello, es la cumbre de la humanidad. Porque es la entrega de Jesús. 

Es la mayor manifestación de la dignidad, así revelado por Jesús.


Hoy venimos a celebrar la última cena y la primera misa, la única misa. 

Por ello, contemplemos todos los gestos, palabras, sentimientos para captar lo esencial de la vida cristiana. Para captar el gran mensaje que Jesús nos dejó con su vida.


Por ello, no podemos seguir viniendo a la misa simplemente para escuchar, oír, contemplar, ver. Nos suele pasar que cuando comemos mucho, tenemos una digestión más pesada y menos ganas tenemos de trabajar, etc. La Eucaristía tiene una dimensión de servicio intrínseca con ella misma. Ella nació del servicio de Jesús.  Ella sólo se puede realizar del servicio. La Eucaristía sin servicio no produce frutos. Los frutos los produce en la medida en que sirvamos.


Cuantas Eucaristías indignas porque sólo venimos pasivamente. 

Cuantas Eucaristías indignas porque sólo venimos para cumplir. 

Cuantas Eucaristías indignas porque sólo venimos por costumbre.

Cuantas Eucaristías indignas porque sólo venimos para aparentar.

Cuantas Eucaristías indignas porque sólo venimos a calentar el banco.


¿Y cuando venimos a servir???


¿Es qué no captamos el mensaje de Jesús?

¿Es que no captamos la entrega de Jesús?

¿Es que no vimos su servicio a lo largo de su vida y lavando los pies a los apóstoles?


Hay tanto por hacer.

Hay tanto por comunicar.

Hay tanto por amar.

Hay tanto por servir.

Hay tanto por escuchar.


Que salgamos todos de esta Eucaristía ofreciéndonos al Señor.

Miremos que vamos subiendo a Jerusalén.

Miremos que vamos subiendo al encuentro con el Señor. Miremos que sólo desde el servicio podremos encontrarnos con Él.

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