sábado, 3 de abril de 2021

HOMILÍA DEL VIERNES SANTO DE 2021

 Seguimos subiendo Jerusalén, la ciudad que mata a los profetas. Y hoy subimos al monte Gólgota, o monte Calvario.

Si, Jesús es crucificado en un monte, con todo lo que ello nos puede evocar: lugar del encuentro con Dios, lugar de la máxima manifestación de algo.


El Monte Calvario es el monte de la maldad.

El Monte Calvario es el monte de la envidia.

El Monte Calvario es el monte de la burla.

El Monte Calvario es el monte de la ignominia.

El Monte Calvario es el monte de la blasfemia.

El Monte Calvario es el monte de la injusticia.

El Monte Calvario es el monte de la soledad.

El Monte Calvario es el monte de la desesperación.

Pero también...

El Monte Calvario es el monte de la confianza. (Si leemos el Salmo 22, comenzamos “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?....y sigue el salmo...pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme....Él es mi alabanza en la gran asamblea... 

El Monte Calvario es el monte del despojamiento. (Renunció a todo)

El Monte Calvario es el monte de la kénosis (anonadamiento). (Renunció a sí mismo y a su categoría de Dios)

El Monte Calvario es el monte de la entrega. (No me quitan la vida, la doy libremente)

El Monte Calvario es el monte del amor. (Por amor)

El Monte Calvario es el monte de la exaltación. (Se resalta el amor por nosotros)

El Monte Calvario es el monte del evangelio. Aquí está todo. Aquí se vive todo. Aquí se explica todo. (La entrega, el servicio, el amor a los enemigos, el perdón, la misericordia, la confianza en Dios, la renuncia a sí mismo, cargar con la cruz, etc)


Escuchemos una vez más a Jesús: Miren que vamos subiendo a Jerusalén. Y seguidamente nos anuncia la Pasión. Los apóstoles no entendían, nosotros ya tenemos conocimientos para entender y tenemos el Espíritu Santo para que nos haga comprender. 


Subamos al monte con Él. Decíamos ayer que la vida es una Eucaristía. Ésta se realizó plenamente en el altar De la Cruz. El servicio es entrega. La entrega es amor.

Este servicio debe ser pleno, no a medias.


Jesús nos lo dice de manera más clara, el despojamiento mayor en Él, es la exaltación (lenguaje de Juan). La mayor dignidad es ésta. Éste es el lenguaje de los mártires. Lenguaje duro éste. 


Nadie tiene amor, hasta que no da la vida por el otro.

El Monte Calvario es el monte de la exaltación. La exaltación del amor. 


Nunca antes habíamos conocido un amor tan grande, tan profundo, tan puro, tan eterno, como el de Jesús.

El Monte Calvario es el monte del amor. Amor con mayúsculas, amor que es entrega total, que no se reserva nada. 


Por ello, el Viernes Santo, miramos también a los crucificados del mundo: (De la catequesis del miércoles del Papa) los sufrimientos de los enfermos, de los pobres, de los descartados de este mundo; recordaremos a los “corderos inmolados” víctimas inocentes de las guerras, de las dictaduras, de las violencias cotidianas, de los abortos… Delante de la imagen de Dios crucificado llevaremos, en la oración, los muchos, demasiados crucificados de hoy, que solo desde Él pueden recibir el consuelo y el sentido de su sufrimiento. Y hoy hay muchos: no olvidar a los crucificados de hoy, que son la imagen del Jesús Crucificado, y en ellos está Jesús.


El Viernes Santo nos configura con un tipo especial de servicio: a los crucificados del mundo. Es la prioridad que nos lanza este día. Es la prioridad de Jesús. No podemos dedicarnos a servir a los que tenemos cercanos, a los que es fácil (“qué mérito tendréis”), a los que no implica nada. Hay que servir a los crucificados del mundo, que nos exige el salir de nosotros mismos, de nuestras seguridades y de nuestras comodidades. Porque así es el paradigma de la Iglesia, en estado permanente de misión.


Este Viernes Santo, miremos a la cruz de Jesús. Si la miramos profundamente, veremos que tiene una cualidad, es como un espejo que refleja estos crucificados. Esa será la clave para que también el mundo pueda decir que El Monte Calvario es el monte de la exaltación, porque es el monte que nos implica, envía y humaniza este mundo.

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