lunes, 17 de mayo de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 18 DE MAYO

 Jn 17,1-11a: Padre, glorifica a tu Hijo.


En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo:

«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese. 

He manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, y son tuyos. Sí, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti.»



Comenzamos ahora con la “oración sacerdotal”, la oración que pronuncia Jesús en Getsemaní y que Juan recoge. Es una oración llena de dramatismo y de confianza filial en el Padre.


Jesús pide por nosotros y pide por Él. Le está pidiendo fuerzas al Padre para poder acabar su obra. Para poder ser fiel a su voluntad. En Juan la glorificación viene en la cruz, que también es la exaltación. 


Ha llegado la hora. Le pide que sea glorificado para que entonces sea glorificada la obra del Padre. Jesús nunca está en relación a sí mismo, sino en relación al Padre. La gloria del Hijo es la gloria del Padre. En Jesús hay una identificación total con el Padre. Por ello, no pide para sí, sino para Él, en cuanto instrumento. 


Cuántas veces pedimos al Padre o a Jesús, para que podamos cumplir con la voluntad de Dios y ¿Él sea glorificado?. Nos lo recuerda muy bien la frase de San Ignacio: AMGD (para la mayor gloria de Dios)

Ser cristiano es recuperar este objetivo en la vida, objetivo final y de cada momento. Cada cosa que hago, ¿es para mayor gloria de Dios?




REVISIÓN DE LA SEMANA SANTA


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