jueves, 13 de mayo de 2021

HOMILÍA DE FÁTIMA

“Un gran signo apareció en el cielo”


Un año más nos ponemos en manos de María, para confiarle todas nuestras vidas. El año pasado por estas fechas, estábamos saliendo del primer confinamiento mundial. Estuvimos dos meses encerrados en España. Algo inaudito, insospechado. Pasamos por momentos muy tenebrosos y tristes.

Salíamos del confinamiento en el mes de Nuestra Madre, un mes especial para todos nosotros. Y casi de los primeros días, fue la celebración de su día.

En aquel tiempo pensaríamos que ya, por estas fechas, estaríamos a salvo. Sin embargo, esto no es así. 


Por ello, venimos de nuevo, Madre a postrarnos ante ti, a pedirte la luz de tu Hijo, la fortaleza del Espíritu y la paz del Padre. Y cuando venimos, ¡cuál es nuestra sorpresa, haber escuchado estas palabras del libro del Apocalipsis!: “un gran signo apareció en el cielo”.


Precisamente…¡cuántos signos habremos querido que apareciesen en este tiempo! Y sin embargo, la lectura nos los afirma tajantemente. Apareció una figura portentosa. Y como muchas expresiones de la Biblia que están en pasado, no las podemos entender como si fuera en una clase de lengua, sino como un pasado que se repite en el tiempo. Date cuenta que la Biblia no está escrita en español, ni en este tiempo. Podríamos decir, que esa figura no apareció (solamente), sino que aparece, aparece continuamente. 


Celebramos una aparición de la Virgen en un lugar concreto, pero en verdad, sabemos que la Virgen siempre se aparece, aunque no la sintamos, no la veamos. Más bien, la Virgen siempre está. Es más, Dios nos regala “esa figura portentosa” para protegernos continuamente. 


Quisiera que reflexionáramos brevemente sobre las personas a las que la Virgen se les aparece: Niños pobres. La Virgen, como buena madre está atenta a los más desfavorecidos de sus hijos. Tiene siempre esa predilección. Su presencia les transformó y dio valentía. Ya no eran niños pobres, sino ricos porque tenían a María. Ésa es la riqueza cristiana: tener a Jesús y a María. Esos niños tuvieron luego una gran valentía para testimoniar lo que allí aconteció a las autoridades, y el resto del pueblo fiel.


Este tiempo de pandemia nos ha descubierto una verdad que sabíamos, pero que no queríamos que saliera a la luz: lo vulnerables que somos. Esto nos ha producido miedo, incertidumbre, y seguimos todavía con desasosiego porque todavía esto no se supera. Muchos, incluso han tenido episodios más fuertes en su estado de ánimo. A todos nosotros, la Palabra de Dios nos recuerda: “Un gran signo apareció en el cielo”. Y sigue apareciendo, es María.


En la vulnerabilidad nos creímos solos, pero la realidad es otra

María apareció en el cielo.

María está.

Ésta es la buena noticia: no estamos solos, no hemos estado a merced de la suerte, o del karma. Estamos en el regazo de María. No salimos del radio de influencia de Dios ni de María. No nos sueltan de la mano. 


Por ello, no desconfiemos, tengamos fe, tengamos la certeza de su presencia. En esta pandemia: MARÍA ESTÁ CON NOSOTROS. Escucha sus palabras en la aparición ante s. Juan Diego: “¿No estoy aquí que soy tu Madre? Es como si le dijera: ¿por qué desconfías?

Salgamos con valentía a testimoniarlo


Ella es el signo del cielo. El gran signo, el mejor signo. ¿Se nos ocurre otro signo mejor? A mí no se ocurre nada mejor. 

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