viernes, 7 de abril de 2023

HOMILÍA DEL VIERNES SANTO 2023

 El Papa decía en el mensaje de la Cuaresma “ascesis cuaresmal, un camino sinodal”: la Iglesia no hace sino entrar cada vez más plena y profundamente en el misterio de Cristo Salvador. Y llegamos a la cumbre. 


El mundo enmudece, todo calla, todo interroga. Dios nos sorprende. No ha hecho nada. Dios ha callado. 

Es la hora de las tinieblas. Es la hora del mal.

¿Por qué calla?

¿Por qué no actúa?

¿Por qué lo permite?


Esa es la eterna pregunta que no encuentra respuesta razonada. Podemos encontrar una respuesta en el discurso de John Nash cuando recibe el premio Nobel. «¡Gracias! -Siempre he creído en los números. En las ecuaciones y la lógica que llevan a la razón. Pero, después de una vida de búsqueda me digo, ¿Qué es la lógica? ¿Quién decide la razón? He buscado a través de lo físico, lo metafísico, lo delirante, … y vuelta a empezar. Y he hecho el descubrimiento más importante de mi carrera, el más importante de mi vida. Sólo en las misteriosas ecuaciones del amor puede encontrarse alguna lógica. Estoy aquí esta noche gracias a tí. Tú eres mi única razón de ser. Eres todas mis razones. ¡Gracias!»


Si, sólo el amor, sólo desde el amor, Dios puede hacer esta locura. Sólo aquí encontramos algo de lógica. 


El amor de Dios es mayor que nuestra necedad, que nuestra sinrazón, en él cabemos todos. 


Sólo el amor de Dios puede hacer un bien increíble a partir de tragedias abominables, y esto no quiere decir que las orqueste él.


La gracia de dios no depende de que exista el sufrimiento, pero donde hay sufrimiento hallaremos gracia en muchas facetas y colores. 


Su propósito es siempre y únicamente una expresión de amor.

Se propone:

extraer vida de la muerte,

extraer libertad de la fractura 

y convertir la oscuridad en luz. 

Lo que vemos como caos, Dios lo veo como fractal (Un fractal es un objeto geométrico cuya estructura básica, fragmentada o aparentemente irregular, se repite a diferentes escalas.)


La reconciliación es una calle de dos sentidos, y Dios ha hecho su parte total, completa y definitivamente.


Si Dios eliminara las consecuencias de las decisiones de las personas, destruiría la posibilidad del amor. El amor a fuerzas no es amor en absoluto.


Es el amor traspasado en todo su cuerpo. 


Ello nos debe ayudar en nuestra vida cristiana.


No basar mi espiritualidad en acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones. El cristiano vive en la realidad. Ella está preñada de Dios. 


A veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura. Cuando lo hacemos, la vida siempre se nos complica maravillosamente y vivimos la intensa experiencia de ser pueblo, la experiencia de pertenecer a un pueblo. (EG 270).


Al contrario es propositiva porque se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. (EG 24)


Es indispensable prestar atención para estar cerca de nuevas formas de pobreza y fragilidad donde estamos llamados a reconocer a Cristo sufriente, aunque eso aparentemente no nos aporte beneficios tangibles e inmediatos: los sin techo, los toxicodependientes, los refugiados, los pueblos indígenas, los ancianos cada vez más solos y abandonados, etc. (EG 210)


Cristo ha muerto. Hay muchos cristos que mueren también hoy.

El camino sinodal nos ayuda a tener una mirada hacia la realidad, no sólo a mirarme a mi. Mirar a los Cristos cercanos a nosotros. A lo mejor es mi vecina puerta con puerta, o la persona con la que nos topamos en el supermercado. En vez de juzgar y criticar tanto la situación del otro, acerquémonos e interesémonos por él, sus sufrimientos, sus dolores, sus ilusiones.


Si algo podemos aprender de la cruz de Jesús, es que ésta es fecunda. Es fecunda porque está llena de amor. Acercándonos al sufrimiento de los otros, con el amor de Dios, puede ser de una extraordinaria fecundidad, porque compartimos la inmensa fuerza del Cristo crucificado. 


Podemos decir que la Cruz de Jesús es un camino sinodal, porque es un camino que nos atañe a todos y es un camino que nos une a todos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario