viernes, 7 de abril de 2023

HOMILÍA DEL JUEVES SANTO 2023

 Por fin llegamos a los días grandes del Triduo Pascual. Para mí siempre el Jueves Santo es un día especial. Un día repleto de emociones. Es el día que me dice más. Todo se teje o cuece aquí.


En medio de una cena, una cena de amistad, una cena de amor, una cena de entrega, pero también: una cena de traición. Todo este conjunto de emociones están pululando por la cena.

Jesús está emocionado, ha estado deseando este acontecimiento desde hace muchos años: ha nacido para esto, se ha preparado para esto. “ardientemente he deseado celebrar esta Pascua con vosotros”.

Una primera aproximación y pregunta: ¿cómo de ardiente la he deseado yo? Jesús está emocionado, y ¿eso no te dice nada? ¿No te conmueve?, ¿ya no?. Claro, es la misma de todos los años. Sin embargo, ni en muchas vidas que vivamos, si eso pudiera ser, nos acostumbraríamos a esta emoción.

Muchas veces hemos banalizado la emoción y nos hemos quedado sólo en la razón. Sin embargo, la Semana Santa es para vivirla, como ya dije el Domingo de Ramos, no para razonarla. Ya lo decía San Ignacio: «No el mucho saber harta y satisface al alma, sino el sentir y el gustar de las cosas internamente» (EE 2)

Dedica tiempo a “sentir”. Después de la misa.
Siente su respiración entrecortada, emocionada y temerosa.
Siente su mirada: amorosa (es una despedida) y triste (es una traición también)
Siente su corazón. Juan se recostó en ese pecho tan impresionante.
Siente cada una de sus palabras (del evangelio de Mateo y de Juan)
    En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar»
    «El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar.
    «Tomad, comed: esto es mi cuerpo»
    Bebed todos; 28porque esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados. 29Y os digo que desde ahora ya no beberé del fruto de la vid hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre»
    «Si no te lavo, no tienes parte conmigo». 
    «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? […] os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».    

Siente cada uno de sus gestos: lavatorio y cena.

Estamos intentando reflexionar también con el lema de la Cuaresma: Ascesis cuaresmal, camino sinodal. La ascesis cuaresmal la concretamos en el ayuno, la oración y la limosna. Hoy es el día de la fraternidad. 
Intento reflexionar un poco con dos documentos del Papa Francisco: Fratelli Tutti y Evangelii Gaudium.

La fraternidad (sinodal) es nuestra vocación: FT 26 «el mismo proyecto de fraternidad, inscrito en la vocación de la familia humana». Por tanto, no es un añadido, sino algo consustancial al hombre. Algo a lo que debemos aspirar, dirigir nuestros pasos, soñar y no renunciar. La vida se llena de la fraternidad. La vida sin fraternidad no es vida, sino un mero suceder de acontecimientos.

Jesús la promueve: EG 71 “Él vive entre los ciudadanos promoviendo la solidaridad…” ya contamos con su ayuda, con su empuje, por su inspiración. No seamos obstáculos, satanás (adversario)…

Fraternidad mística: 91 Mejor todavía, se trata de aprender a descubrir a Jesús en el rostro de los demás, en su voz, en sus reclamos. También es aprender a sufrir en un abrazo con Jesús crucificado cuando recibimos agresiones injustas o ingratitudes, sin cansarnos jamás de optar por la fraternidad. La anécdota de Teresa de Calcuta con la actriz de Hollywood.

Es posible incluso con heridas. 92. Allí está la verdadera sanación, ya que el modo de relacionarnos con los demás que realmente nos sana en lugar de enfermarnos es una fraternidad mística, contemplativa, que sabe mirar la grandeza sagrada del prójimo, que sabe descubrir a Dios en cada ser humano, que sabe tolerar las molestias de la convivencia aferrándose al amor de Dios, que sabe abrir el corazón al amor divino para buscar la felicidad de los demás como la busca su Padre bueno. Precisamente en esta época, y también allí donde son un «pequeño rebaño» (Lc 12,32), los discípulos del Señor son llamados a vivir como comunidad que sea sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt 5,13-16). Son llamados a dar testimonio de una pertenencia evangelizadora de manera siempre nueva. ¡No nos dejemos robar la comunidad!. No es una ingenuidad. 

Siempre las guerras. 98.  “Dentro del Pueblo de Dios y en las distintas comunidades, ¡cuántas guerras! En el barrio, en el puesto de trabajo, ¡cuántas guerras por envidias y celos, también entre cristianos! La mundanidad espiritual lleva a algunos cristianos a estar en guerra con otros cristianos que se interponen en su búsqueda de poder, prestigio, placer o seguridad económica. Además, algunos dejan de vivir una pertenencia cordial a la Iglesia por alimentar un espíritu de «internas». Más que pertenecer a la Iglesia toda, con su rica diversidad, pertenecen a tal o cual grupo que se siente diferente o especial”. Estamos haciendo el ridículo. No estamos transparentando que el Señor está en nosotros. Más bien, lo estamos velando. No le dejamos actuar.

Aspiremos a una fraternidad sinodal. “Caminando con los que el Señor ha puesto a nuestro lado como compañeros de viaje” Quizá más complicado, porque todos tenemos nuestras cadaunanadas, todos nos conocemos, y ya tenemos nuestros prejuicios. Estamos en el mismo barco, no podemos ir por nuestro lado sino juntos. Si no lo hacemos, será el fracaso de nuestra identidad más profunda. El Señor te los ha regalado, no son perfectos, pero son tus hermanos, son tus compañeros (con-pan). 

Jueves Santo, fraternidad sinodal

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