domingo, 2 de abril de 2023

HOMILÍA DEL DOMINGO DE RAMOS 2023

 Comenzamos la Semana Santa. La Semana Grande de los cristianos. Comenzamos con dos signos: entrada en Jerusalén y el evangelio de la Pasión para contemplar de un vistazo, todos los acontecimientos que viviremos esta semana. Insisto y recalco “viviremos”. La Semana Santa no es para contemplarla, sino para vivirla, vivirla en Jesús.


Como otros años, utilizaré el lema del Papa de la Cuaresma para intentar reflexionar cada uno de los días del Triduo y en esta celebración.

El lema del Papa de este año es: Ascesis cuaresmal, un camino sinodal. Nos suena a chino y podemos no entender el significado y la relación entre cada una de las palabras o conceptos.

Entendemos por ascesis el esfuerzo que hacemos por mejorar nuestra vida, por acercarnos al querer de Dios.
La Cuaresma es una ascesis, es camino de renuncia, negación. 
Normalmente esto es algo íntimo y personal, pero tenemos que decir algo: en la fe, por la comunión de los santos, nada es personal ni íntimo, sino todo comunitario. Nunca vamos solos.

Simbólicamente es una ascesis porque es una subida al monte. El Papa lo refería al monte Tabor, pero Jesús hoy entra en Jerusalén, que está elevado. Va al monte de los Olivos, sube también al monte Calvario. En Cuaresma se nos invita a “subir a un monte elevado” junto con Jesús.

Jesús encontrará subirá una montaña de entrega, de amor, de sacrificio, de sufrimiento, de sinceridad, de traición, de venganza.

A medida que se asciende es necesario mantener la mirada fija en el sendero; pero el maravilloso panorama que se revela al final, sorprende y hace que valga la pena. 

Se concentra todo en grado sumo: por un lado el mayor amor, el amor más puro que nunca ha habido; por otro, toda la maldad del mundo en la muerte de un hombre justo y santo. 

Otros detalle más: contemplamos la Pasión a través del evangelista Mateo. Entre otros aspectos destaca el tema de la debilidad de Dios. 

En la Pasión vemos un Dios débil, que no actúa, un Dios que calla, un Dios que se deja vencer, pero vence. 
Un Dios débil porque utiliza el arma más débil: el amor. (En Supermán, lo aprovechaban, su amor por Lois para atacarle y atraparlo)

Sin embargo, lo desconcertante es que el amor es el arma más poderosa. El amor siempre vence. 
Subamos esta semana con Jesús (el que ama), El Monte Calvario (que está junto al sepulcro).

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