martes, 27 de febrero de 2024

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 29 DE FEBRERO DE 2024

Lc 16,19-31: Recibiste bienes, y Lázaro males: ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.


En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:

«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.

Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.

Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.

Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.

Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo:

"Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas".

Pero Abrahán le dijo:

"Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.

Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros".

Él dijo:

"Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento".

Abrahán le dice:

"Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen".

Pero él le dijo:

"No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán".

Abrahán le dijo:

"Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto"».


Reflexión


Este texto, nos invita a considerar la vida desde la eternidad, desde el fin: “Recibiste tus bienes, y Lázaro males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces”.


Decía un sabio: “vive la vida como si fuese el último día”. Nos enseña a ser agradecido y a aprender a mirar a los demás. A su vez, también nos ayuda a poner todo en su justo precio. Nos enseña a distinguir lo que realmente vale de lo que no vale. 


Nos puede hacer recapacitar, porque muchas veces, vemos la muerte como algo tan lejano que no nos lo planteamos. Podríamos preguntarnos: si yo muriera hoy, que me gustaría haber hecho, vivido. No pensemos en los deseos que uno quisiera lograr. Piensa más bien: Si te encontraras con Dios ahora mismo, cuál quisieras que fuera tu carta de presentación...


Por tanto, el tiempo es breve, “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”. Hoy es mi eternidad. Hoy es la llamada. Hoy es el momento. Hoy es tu oportunidad. 


Pidámosle a Dios que nos de fuerzas para encaminarnos hoy a la transformación de lo quisiéramos ser ante su Presencia. 

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