lunes, 10 de enero de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 11 DE ENERO DE 2022

 Mc 1,21-28: Les enseñaba con autoridad.


En la ciudad de Cafarnaún, el sábado entra Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar:

«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».

Jesús lo increpó:

«¡Cállate y sal de él!»

El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen».

Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.



Me llama la atención del texto la afirmación de la autoridad.

Ese término muchas veces lo utilizamos como ejercicio de un poder, o un carisma, incluso coherencia. Estas acepciones encuadran perfectamente en la autoridad de Jesús.

Pero hay algo en lo que se fija el texto, “no enseñaba como los escribas, sino con autoridad”. Es decir, su enseñanza no se limitaba a un repetir el texto, o un repetir las enseñanzas de otros maestros o incluso del Talmud. Tenía la autoridad entendida como “sapiencia” de Dios, para poder enseñar e interpretar de una manera nueva.

Incluso creo también que la autoridad de Jesús es la misma “novedad”. Un enseñar nuevo, un vivir nuevo, un interpretar nuevo, un sentir nuevo, una forma de actuar nuevo.

Sería bueno que rezáramos un poco hoy sobre esta novedad que es Jesús, sobre la frescura de su enseñanza, siempre nueva y sorprendente en nosotros. 

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