miércoles, 12 de enero de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 13 DE ENERO DE 2022

 Mc 1,40-45: La lepra se le quitó, y quedó limpio.


En aquel tiempo, se acerca a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:

«Si quieres, puedes limpiarme».

Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo:

«Quiero: queda limpio.»

La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio.

Él lo despidió, encargándole severamente:

«No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó

Moisés, para que les sirva de testimonio.»

Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.




Comienza el evangelio haciendo Jesús acciones extraordinarias, manifestando la llegada del Reino, como así había dicho versículos atrás.


En este caso, vemos un caso de lepra, una enfermedad en aquel momento incurable e incluso contagiosa. Aquellos que la sufrían eran excluidos de la comunidad y también desahuciados, esperando su suerte (muerte).


En esta situación, en la que no hay nada que perder, el leproso le suplica de rodillas a Jesús si quiere limpiarle.


No creo que ninguno de nosotros esté desahuciado espiritualmente hablando; ni tampoco esté excluido de la comunidad, pero incluso en este caso, con Jesús podemos siempre renacer. Él nos da una nueva oportunidad. El texto dice que la lepra se le quitó y quedó limpio.


Tantos aspectos que no podemos limpiar en nuestra vida, pero sabemos que Él si puede. 


En este caminar con Jesús, hemos de aprender a mirarle, escucharle, pero sobretodo, suplicarle, porque todos tenemos necesidad de Él. Y contamos con su “querer” limpiarnos y curarnos. 

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