miércoles, 1 de junio de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 2 DE JUNIO DE 2022

  Jn 17,20-26: ¡Que sean completamente uno!


En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo:

«Padre santo, no solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.

Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.

Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.

Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».


Ayer hablábamos precisamente de la unidad, como reflejo de la Santísima Trinidad.


La frase que nos ponen como idea central del texto es: que sean completamente uno.

Éste es el deseo y el contenido de la oración de Jesús. Por lo que la unidad siempre está en el horizonte de la voluntad de Dios.


En un mundo atomizado, dividido, con rivalidades crecientes y en ambientes muy familiares, hay una brisa que la empuja hacia la unidad: es la oración de Jesús. Igual que los aviones, cuando tienen viento de cola, avanzan más rápido y pueden acortar los tiempos de los vuelos, así también nosotros debemos aprovechar este viento favorable que nos empuja hacia la unidad.


Es decir, en medio de este mundo, siempre hay una voz en lo más interior nuestro que nos mueve a la unidad. Tenemos que oír esa voz y no desoirla para siempre tender hacia esta situación. Lo que pasa es que muchas veces, nos dejamos llevar por otras voces, algunas interiores y otras exteriores, o por la inercia y nos quedamos en la separación, división.


No te olvides: es el deseo de Jesús, y nadie puede ser buen cristiano cuando no lucha con todas sus fuerzas por la unidad a su alrededor.

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