martes, 14 de marzo de 2023

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 15 DE MARZO DE 2023

 


     


 Mt 5,17-19: No he venido a abolir, sino a dar plenitud.


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.

En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.

El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.

Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».


Seguimos en el sermón el monte. Hoy escuchamos una palabra clave: ley.

Ley en sentido judío significa enseñanza, la enseñanza que me posibilita identificarme con Dios, vivir según su voluntad y a su estilo.

Cumplir en el sentido griego con el que menciona significa llevar a plenitud.

Ahora podemos entender que Jesús no habla de la ley en el sentido fariseo, sino dándole un sentido nuevo. Por ello, viene a cumplir toda la ley, a darle plenitud; por ello el que se salte uno de estos preceptos...


Es la voluntad de Dios. Al fin y al cabo hemos sido creados para dar plenitud su voluntad, para que se realice en plenitud el Reino de Dios.





De la Verbum Domini nº 103 “todos los creyentes han de comprender «la necesidad de traducir en gestos de amor la Palabra escuchada, porque sólo así se vuelve creíble el anuncio del Evangelio, a pesar de las fragilidades humanas que marcan a las personas».[337] Jesús pasó por este mundo haciendo el bien”[…] “el amor al prójimo, enraizado en el amor de Dios, nos debe tener constantemente comprometidos, personalmente y como comunidad eclesial, local y universal. Dice san Agustín: «La plenitud de la Ley y de todas las divinas Escrituras es el amor... El que cree, pues, haber entendido las Escrituras, o alguna parte de ellas, y con esta comprensión no edifica este doble amor de Dios y del prójimo, aún no las entendió”


De la Verbum Domini nº 104 “hemos de ayudar a los jóvenes a que adquieran confianza y familiaridad con la Sagrada Escritura, para que sea como una brújula que indica la vía a seguir.[341] Para ello, necesitan testigos y maestros, que caminen con ellos y los lleven a amar y a comunicar a su vez el Evangelio, especialmente a sus coetáneos, convirtiéndose ellos mismos en auténticos y creíbles anunciadores” […] “abrir las puertas a Cristo: «Quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada –absolutamente nada– de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana... Queridos jóvenes: ¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida”

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