No temas, que te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú eres mío [...] porque eres precioso ante mí, de gran precio, y yo te amo." Is 43, 1b.4a
miércoles, 30 de enero de 2013
Comentario al evangelio del 30 de Enero
Mc 4,1-20:
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla. Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar:
-«Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»
Y añadió:
-«El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas. Él les dijo:
-«A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que "por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen. "»
Y añadió:
-«¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»
La parábola del sembrador está centrada en el tipo de suelo y su producción. Sacamos la conclusión rápida que para producir fruto hay que ser buena tierra. Y también que la potencialidad de la semilla es muy grande, de manera que puede producir hasta 100 por 1.
Por un lado, nos da una claridad grande para la pastoral. Toda la acción pastoral estará dirigida a preparar la tierra de nuestro corazón para poder producir fruto, "preparar los caminos del Señor". La semilla hará el resto.
Según los comentaristas, la parábola del sembrador está orientada a destacar los tipos de suelo para producir suelo. Aún así, no me resisto a seguir contemplando la generosidad del sembrador lanza la semilla en varios terrenos supuestamente no productivos. Esto me recuerda la parábola del trigo y la cizaña, donde no hay que cortar la cizaña hasta la cosecha. Esta última parábola me evoca la paciencia que tenemos que tener porque la cizaña puede llegar a ser trigo.
Mirando este aspecto, reconozco la misericordia y la paciencia de Dios con nosotros, que lanza la semilla aún no siendo tierra buena. La paciencia y la misericordia de Dios que nos envía su gracia aunque no la acojamos, "hace salir el sol sobre buenos y malos".
Es por tanto, una parábola, por un lado de la responsabilidad de ser buena tierra, y también de agradecimiento-adoración hacia la misericordia y la paciencia de nuestro Dios, el sembrador.
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