jueves, 4 de febrero de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 5 DE FEBRERO DE 2021

 Mc 6,14-29: Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado.


En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él. Unos decían: 

-«Juan Bautista ha resucitado, y por eso los poderes actúan en él.»

Otros decían: 

-«Es Elías.»

Otros: 

-«Es un profeta como los antiguos.»

Herodes, al oírlo, decia: 

-«Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado.»

Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven: 

-«Pídeme lo que quieras, que te lo doy.»

Y le juró: 

-«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.»

Ella salió a preguntarle a su madre: 

-«¿Qué le pido?»

La madre le contestó: 

-«La cabeza de Juan, el Bautista.»

Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: 

-«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista.»

El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.


En el evangelio de hoy se nos narra el martirio de San Juan Bautista que celebramos el día 29 de Agosto. No nos centraremos en ello, sino en Jesús, al que intentamos seguir y aprender de Él.


Y es que Juan Bautista es el precursor de Jesús, también en su muerte. Y así lo intenta ilustrar el evangelista.


Sin embargo, aunque el profeta muera, su mensaje permanece. Ésta es una virtud de los profetas, como no se anuncian a sí mismos, su mensaje permanece incluso después de la muerte. “La muerte no podrá apagar el amor”


Y si el mensaje es Jesús, el Viviente, más todavía. Aquí está nuestra eficacia, nuestra fecundidad.

No buscar su propia obra, sino la de Jesús.

No buscar su propia huella, sino la de Jesús.

No buscar su propio mérito, sino el de Jesús.

No buscar su propio eco, sino el de Jesús.

No buscar su propia gratificación, sino la de Jesús.

No buscar honor, sino el de Jesús.

No buscarme a mí mismo, sino a Jesús.



San Juan lo tuvo claro, “conviene que yo mengüe, para que...”


En el caso de Jesús, el mensajero y el mensaje coinciden, en el caso nuestro no. SOMOS MENSAJEROS DE JESÚS. ÉL ES NUESTRO MENSAJE.

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