lunes, 8 de febrero de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 9 DE FEBRERO DE 2021

 Mc 7,1-13: Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.


En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.) Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: 

-«¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?»

Él les contestó: 

-«Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos." Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.»

Y añadió: 

-«Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición. Moisés dijo: "Honra a tu padre y a tu madre" y "el que maldiga a su padre o a su madre tiene pena de muerte"; en cambio, vosotros decís: Si uno le dice a su padre o a su madre: "Los bienes con que podría ayudarte los ofrezco al templo", ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con esa tradición que os trasmitís; y como éstas hacéis muchas.»


Palabras duras de Jesús a los fariseos. Y más que a ellos, también me lo dice a mí, y a todos los hombres. Más bien, está atacando una inercia que tenemos de buscar seguridades (entre los ritos, costumbres, etc) y no ir a lo esencial y lo principal. Todo ello nos desvía de la ocupación fundamental: ser pescadores de hombres.


Me miro a mí mismo, y se nos va el tiempo en las obligaciones, en las cosas que hay que hacer, en los protocolos, pero nos olvidamos de vivir la vida junto a los otros, de entregarnos a los otros. A mí me pasa esto de: todo para el pueblo pero sin el pueblo. Organizamos, planificamos, buscando el bien del pueblo, pero sin saber lo que el pueblo necesita, demanda, y menos aún de la voluntad de Dios.

Porque el mandato de Dios pasa por ahí. Le damos más importancia al mandato de Dios de cumplir su voluntad en un mero cumplimiento, y ponemos en un segundo plano que la voluntad de Dios pasa porque nos amemos, dialoguemos, nos visitemos, nos ayudemos, nos apoyemos, trabajemos juntos…


Pidamos para que este día, el Señor nos espabile la mirada, el oído y el corazón para no perder el tiempo de vivir el mandamiento de Dios.

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